à ndice Introducción Pág. 3 Tipos de oraciones compuestas Pág. 3

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à ndice
• Introducción Pág. 3
• Tipos de oraciones compuestas Pág. 3
• Ejemplos de oraciones compuestas Pág. 4
♦ Yuxtapuestas Pág. 4
♦ Coordinadas:
◊ Copulativa Pág. 4
◊ Adversativa Pág. 4
◊ Disyuntiva Pág. 4
♦ Subordinadas:
◊ Sustantivas:
⋅ De sujeto Pág. 4
⋅ De objeto directo Pág. 5
⋅ De objeto indirecto Pág. 5
⋅ De complemento de régimen Pág. 5
⋅ De complemento agente Pág. 5
◊ Adjetivas:
⋅ Explicativa Pág. 5
⋅ Especificativa Pág. 6
◊ Adverbiales:
⋅ Propias:
• De lugar Pág. 6
• De tiempo Pág. 6
• De modo Pág. 6
⋅ Impropias:
• Condicional Pág. 6
• Concesiva Pág. 6
• Causal Pág. 6
• Final Pág. 7
• Comparativa Pág. 7
• Consecutiva Pág. 7
Introducción
Son oraciones compuestas aquellas que están compuestas por dos o más verbos y, por tanto, dos o más
predicados.
Tipos de oraciones compuestas
Hay distintos tipos de oraciones compuestas:
• Yuxtaposición
• Coordinación
♦ Copulativas
♦ Adversativas
♦ Disyuntivas
• Subordinación
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♦ Sustantivas
◊ De sujeto
◊ De objeto directo
◊ De objeto indirecto
◊ De complemento de régimen
◊ De complemento agente
♦ Adjetivas
◊ Explicativas
◊ Especificativas
♦ Adversativas
◊ Propias
⋅ De lugar
⋅ De tiempo
⋅ De modo
◊ Impropias
⋅ Condicionales
⋅ Concesivas
⋅ Causales
⋅ Finales
⋅ Comparativas
⋅ Consecutivas
Ejemplos de oraciones compuestas
A continuación, los ejemplos de oraciones compuestas, dependiendo del tipo al que pertenezcan:
Yuxtaposición
Se apretó la corbata,
el corazón,
sorbió un café desvanecido y turbio,
explicó sus proyectos
para hoy,
sus sueños para ayer y sus deseos
para nunca jamás.
“El adiós”, de José Ôngel Valente, escritor de la Generación de los cincuenta.
Coordinada copulativa
Yo atrueno en el torrente,
y silbo en la centella
y ciego en el relámpago
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y rujo en la tormenta.
“Rima V”, de Gustavo Adolfo Bécquer, escritor del Romanticismo.
Coordinada adversativa
Sé que en su corazón, nido de sierpes,
no hay una fibra que al amor responda;
que es una estatua inanimada…; pero…
¡es tan hermosa!
“Rima ILIX”, de Gustavo Adolfo Bécquer, escritor del Romanticismo.
Coordinada disyuntiva
Yo hago amable el reposo,
grato, halagüeño,
o alejo de los seres
el dulce sueño,
todo a mi poderÃ−o
rinde homenaje;
todo a mi corona
dan vasallaje.
“Rima XC”, de Gustavo Adolfo Bécquer, escritor del Romanticismo.
Subordinada sustantiva de sujeto
¡No sé; pero hay algo
que explicar no puedo,
que al par nos infunde
repugnancia y duelo,
a dejar tan tristes,
tan solos los muertos!
“Rima LXXIII”, de Gustavo Adolfo Bécquer, escritor del Romanticismo.
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Subordinada sustantiva de objeto directo
Yo sé que hay fuegos faustos que en la noche
llevan al caminante a perecer:
yo me siento arrastrado por mis ojos
pero a donde me arrastran, no lo sé.
“Rima XIV”, de Gustavo Adolfo Bécquer, escritor del Romanticismo.
Subordinada sustantiva de objeto indirecto
Y aprende que la vida tiene un precio
que no puedes pagar continuamente.
Y aprende dignidad en tu derrota
agradeciendo a quien te quiso
el regalo fugaz de su hermosura.
“Advertencia”, de Felipe BenÃ−tez Reyes, escritor de la lÃ−rica actual.
Subordinada sustantiva de complemento de régimen
Memorias y deseos
de cosas que no existen;
accesos de alegrÃ−a
impulsos de llorar;
actividad nerviosas
que no halla en qué emplearse;
sin rienda que lo guÃ−e
caballo volador.
“Rima III”, de Gustavo Adolfo Bécquer, escritor del Romanticismo.
Subordinada sustantiva de complemento agente
¿Qué fe te guarda el vano,
por quién tu no guardaste la debida
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a tu bien soberano,
por quien mal proveÃ−da
perdiste de tu seno la querida
prenda, por quien velaste,
por quien ardiste en celos, por quien uno
el cielo fatigaste
con gemido inoportuno.
“Oda Vi”, de Fray Luis de León, escritor de la segunda fase del Renacimiento español.
Subordinada adjetiva explicativa
Yo en bosque de corales,
que alfombran blancas perlas,
persigo en el océano
las náyades ligeras.
“Rima V”, de Gustavo Adolfo Bécquer, escritor del Romanticismo.
Subordinada adjetiva especificativa
Como la brisa que la sangre orea
sobre el oscuro campo de batalla,
cargada de perfumes y armonÃ−as
en el silencio de la noche vaga.
“Rima VI”, de Gustavo Adolfo Bécquer, escritor del Romanticismo.
Subordinada adverbial propia de lugar
Cuando me lo contaron sentÃ− el frÃ−o
de una hoja de acero en las entrañas,
me apoyé contra el muro, y un instante
la conciencia perdÃ− de donde estaba.
“Rima XLII”, de Gustavo Adolfo Bécquer, escritor del Romanticismo.
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Subordinada adverbial propia de tiempo
Yo sé cuando tú sueñas,
y lo que en sueños ves;
como en un libro puedo lo que callas
en tu frente leer.
“Rima LVII”, de Gustavo Adolfo Bécquer, escritor del Romanticismo.
Subordinada adverbial propia de modo
Como enjambre de abejas irritadas,
de un oscuro rincón de la memoria
salen a perseguirnos los recuerdos
de las pasadas horas.
“Rima LXIII”, de Gustavo Adolfo Bécquer, escritor del Romanticismo.
Subordinada adverbial impropia condicional
En las noches de invierno, si un medroso
por la desierta plaza
se atrevÃ−a a cruzar, al divisarme,
el paso aceleraba.
“Rima LXX”, de Gustavo Adolfo Bécquer, escritor del Romanticismo.
Subordinada adverbial impropia concesiva
Como se arranca el hierro de una herida
su amor de las entrañas me arranqué,
aunque sentÃ− al hacerlo que la vida
me arrancaba con él.
“Rima LX”, de Gustavo Adolfo Bécquer, escritor del Romanticismo.
Subordinada adverbial impropia causal
Sobre el corazón la mano
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me he puesto porque no suene
su latido y en la noche
turbe la calma solemne.
“Rima XXVII”, de Gustavo Adolfo Bécquer, escritor del Romanticismo.
Subordinada adverbial impropia final
Mi vida es un erial,
flor que toco se deshoja;
que en mi camino fatal
alguien va sembrando el mal
para que yo lo recoja.
“Rima LXXIX”, de Gustavo Adolfo Bécquer, escritor del Romanticismo.
Subordinada adverbial impropia comparativa
¿Qué es estúpida?... ¡Bah!, mientras, callando
guarde oscuro el enigma,
siempre valdrá, a mi ver, lo que ella calla
más que lo que cualquiera otra me diga.
“Rima XXXIV”, de Gustavo Adolfo Bécquer, escritor del Romanticismo.
Subordinada adverbial impropia consecutiva
Del infinito mar viene su asombro
lo escucho como un salmo y pese a todo
tan convencido estoy de que no existes
que te guardo en mi sueño para luego.
“Sirena”, de Mario Benedetti, escritor de la Generación del 45.
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