56 LA VANGUARDIA ECONOMÍA JUEVES, 9 OCTUBRE 2008 Crisis financiera Allí donde empezó la crisis SANTIAGO CHILE Octubre 6 Cierre a las 24 h de ayer 7 MÉXICO Octubre 6 8 Anterior 2.607,62 Cierre a las 22 h de ayer 7 -10,05% SÃO PAULO Octubre 6 8 Cierre a las 22 h de ayer 7 9.258,10 -10,34% 38.605,56 -13,03% Las autoridades de Estados Unidos acababan de gastarse 85.000 millones de dólares para evitar la quiebra de AIG, la mayor aseguradora del país. La Reserva Federal, en una decisión sin precedentes, rescató la aseguradora con dinero del contribuyente. Nada grave. Unos días después, ejecutivos de la empresa disfrutaron de una semana de descanso en el Saint Regis Resort, un centro de vacaciones de lujo en Monarch Beach, en el sur de California. El premio, planeado hacía meses, costó a la aseguradora –ahora bajo control estatal– 442.000 dólares (323.000 euros), incluidos 150.000 en comida y 23.000 en el spa. El escándalo ha salido a relucir esta semana, durante las comparecencias de varios responsables de la crisis financiera ante el comité de Control y Reforma Gubernamental de la Cámara de Representantes, que el columnista de The New York Times Joe Nocera ha llamado “comité J'Accuse”. Es la hora de la venganza. Después de aprobar un plan de rescate de 700.000 millones de dólares para los bancos responsables del seísmo financiero, los legisladores estadounidenses –y los ciudadanos– buscan culpables. El martes, los directivos de AIG, cuyas apuestas arriesgadas vinculadas a las hipotecas basura precipitaron su caída, fueron humillados públicamente. El lunes, fue el turno de Richard Fuld, el jefe de Lehman Brothers, cuya bancarrota, el 15 de septiembre, precipitó el seísmo. Fuld –imagen estos días de la arrogancia de Wall Street– se negó El lunes fue el turno de Richard Fuld, jefe de Lehman, que no asumió culpa alguna a asumir la culpa por lo sucedido. Los legisladores temen salir perjudicados ante sus electores por haber aprobado un plan de rescate que muchos han percibido como una recompensa a Wall Street, pese a su mal comportamiento. Esto explica también el ensañamiento de estos días, en los que los responsables de AIG y Lehman Brothers STAN HONDA / AFP La venganza. El Congreso llama a declarar a los responsables de la crisis financiera. En la foto, Barack Obama El crédito se degrada a gran velocidad ]La calidad de los gran- des créditos (más de 20 millones de dólares) concedidos en Estados Unidos se ha degradado de forma considerable en el 2008, según la agencia federal encargada de asegurar los depósitos bancarios (FDIC). En concreto, un 5,8% de los créditos concedidos encaja en la categoría de “deudas mediocres, dudosas o perdidas”. La del 2008 es la tasa más elevada desde el 2003, año en el que este indicador alcanzó un pico de 9,3%. La tasa en el 2007 fue la más baja, con un 3,1% de los grandes créditos considerados dudosos. han tenido que enfrentarse a acusaciones graves, desde enriquecerse mientras arruinaban a sus empresas hasta ocultar información a los inversores, lo que podría tener consecuencias penales. Martin J. Sullivan y Robert B. Willumstad, los últimos ejecutivos de AIG, se enfrentaron durante cinco horas a los reproches de los congresistas, encabezados por el demócrata de California Henry Waxman, jefe del comité y gran inquisidor del proceso, que hace seis años ya participó en los interrogatorios por el escándalo Enron. Aunque ni en el caso de Lehman Brothers ni en el de AIG las remuneraciones de los directivos fueron el detonante de la crisis, es lo que más irritación ha suscitado entre los estadounidenses de a pie, que temen una recesión profunda. Tanto las remuneraciones como la semana de reposo de los ejecutivos de AIG en California plantean interrogantes. ¿Puede recompensarse el fracaso? ¿Podrán las empresas fichar a los mejores si no les ofrecen incentivos? c 7 8 10.055,39 -6,93% TRIBUNA Miguel Trias Sagnier Catedrático por Esade. Cuatrecasas Reyes sin trono C MARC BASSETS Nueva York. Corresponsal Cierre a las 22 h de ayer Anterior 10.803,40 Un escándalo en AIG deteriora aún más la imagen de Wall Street Ejecutivos del grupo gastan 323.000 euros en lujos tras el rescate TORONTO Octubre 6 8 Anterior 44.517,30 20.737,78 2.262,02 -13,25% Cierre a las 22 h de ayer Octubre 7 6 Anterior 10.325,40 8 Anterior 22.989,50 A las 22 h NUEVA YORK ada crisis nos hace entrar en un trance de autoanálisis en el que nos preguntamos cómo es posible lo que ha sucedido. En esta nos sorprenden los niveles de riesgo que fueron capaces de asumir los bancos de inversión y otras entidades financieras estadounidenses. Un fenómeno de las dimensiones del que estamos viviendo no tiene una única explicación y son muchos los ángulos desde los que hay que observarlo para ir poco a poco entendiendo sus diferentes causas. Quiero llamar aquí la atención sobre el sistema de incentivos de los directivos de las compañías que cotizan en bolsa en Estados Unidos. El puesto de primer ejecutivo –chief executive officer (CEO)– es probablemente el más codiciado que hay por los ingentes beneficios económicos que otorga y la notoriedad pública que atribuye a quien lo ocupa. El CEO estadounidense se caracteriza por una fuerte concentración de poder, ya que las más de las veces desempeña al mismo tiempo el cargo de presidente del consejo de administración y dirige con amplia autonomía los destinos de una empresa de dimensión y relevancia planetarias. Se trata de un poder omnímodo y, en gran medida, incontrolado. Las muchas reformas adoptadas en materia de gobierno corporativo durante los últimos años no han logrado todavía establecer un sistema de contrapesos eficiente para supervisar su labor. En este contexto, el CEO tiene normalmente un amplísimo margen de actuación. Pero no está exento de presión. Esta rara vez viene del consejo de administración, que no goza aún de la deseada independencia y de suficiente información para ejercer su función de la manera esperada. El severo tutor que tiraniza al CEO es el mercado de valores. Las sociedades cotizadas deben dar avances trimesEl ciclo de vida trales de sus redel primer ejecutivo sultados y los mercados entiende Estados Unidos den mal que las es cada vez más corto empresas no ofrezcan datos cada vez mejores. Dos trimestres con decepciones pueden suponer un claro aviso para la continuidad del CEO. Porque, siendo como es una persona poderosa, ocupa una posición tan volátil como la bolsa. Cada vez es más corto el ciclo de vida del primer ejecutivo norteamericano, en la actualidad menos de tres años de promedio. En este contexto, la presión por ofrecer resultados positivos significa una marcada propensión al riesgo. El sistema de retribución, frecuentemente ligado a la evolución de la acción, suele exacerbar esa tendencia. La presión que el CEO recibe de los mercados se capilariza a toda la organización, a la que se pide que cumpla con los presupuestos como sea. Cuando la burbuja inmobiliaria empieza a pinchar, afloran todos los excesos cometidos, pero el CEO no pierde lo que ya ganó cuando dio buenas noticias al mercado. Ahora se evidencia el cóctel explosivo. De nuevo se demuestra que el gobierno corporativo sigue siendo una asignatura pendiente.