EDITORIALES Una Europa más democrática JUAN RAMÓN FERREIRA DÍAZ PRESIDENTE DE LA ASAMBLEA DE EXTREMADURA Con la entrada en vigor, desde hoy, del Tratado de Lisboa, los ciudadanos comunitarios, a través de sus legítimos representantes, adquieren un mayor protagonismo en la toma de decisiones dentro de la Unión Europea ESPUÉS de meses de idas y venidas, peticiones, negociaciones, fallos de tribunales y demás obstáculos que se han conseguido salvar, podemos decir que ‘habemus tratado. Tras el voto a favor en el referéndum irlandés y la ratificación del texto por parte de los presidentes polaco y checo, el Tratado de Lisboa entrará en vigor el próximo 1 de diciembre. Es hora, por lo tanto, de plantearnos qué puede aportarnos este tratado en términos de democracia y, sobre todo, por qué es importante para los extremeños, en tanto que ciudadanos europeos. En primer lugar, el Tratado de Lisboa dota al Parlamento Europeo de un peso político en el proceso de toma de decisiones europeo que lo equipara, prácticamente, al del Consejo de la Unión Europea. En este sentido, no debemos olvidar que hablamos de la única institución europea cuyos representantes son elegidos por sufragio universal directo, con lo que esto conlleva desde el punto de vista democrático. En lo que respecta al proceso de codecisión entre ambas instituciones, el Parlamento verá ampliada su facultad legislativa en más de cuarenta materias nuevas. De esta manera, vemos cómo el Parlamento Europeo ha evolucionado como institución a lo largo del proceso de integración europea, comenzando como actor secundario, hasta situarse en el corazón de la actividad de Bruselas. No obstante, podemos encontrar en el tratado un elemento aún más democratizador: la iniciativa legislativa ciudadana. En efecto, a partir de la entrada en vigor del nuevo tratado, los ciudadanos europeos provenientes de un número significativo de Estados miembros que alcancen un millón de firmas, pueden convertirse en protagonistas del proceso legislativo europeo, instando a la Comisión Europea a que elabore una propuesta legislativa sobre una determinada materia. Otro aspecto innovador del tratado que me gustaría resaltar aquí es la presencia de nuevas figuras institucionales. Me refiero al presidente permanente del Consejo Europeo y al alto representante para la política exterior, cuyas funciones han sido ampliadas y que ha de ser, a su vez, vicepresidente de la Comisión Europea. La creación de estos cargos es una oportunidad de dotar a la Unión de una mayor coherencia en política exterior y, quién sabe, de aportar liderazgo político y dar un impulso mayor al proceso de inte- D Edita: Corporación de Medios de Extremadura Director General: Antonio Pitera Corraliza gración europeo. Ya podemos ponerles nombres a estos cargos: Herman Van Rompuy y Catherine Ashton, respectivamente. El primero ostentará el mandato durante dos años y medio, pudiendo renovarlo una vez, y tendrá como objetivo coordinar la acción de los Estados miembros, buscar consensos, acercar posturas. Una vez vistos los cambios institucionales más relevantes, me gustaría centrar mi atención ahora en el impacto regional del Tratado de Lisboa. En primer lugar, es destacable la referencia explícita que hace el tratado a la autonomía local y regional. Se reconoce, por lo tanto, la importancia de las autoridades locales y regionales en el seno de la Unión Europea. Pero si hablamos del papel de las regiones en Europa, es imposible referirse al Tratado de Lisboa sin mencionar el protocolo sobre la aplicación de los principios de subsidiariedad y proporcionalidad. La subsidiariedad, que es el principio por el cual las decisiones se han de tomar lo más cerca posible del ciudadano, ganará protagonismo gracias a los mecanismos que establece el nuevo tratado. En la práctica, funcionará así: la Comisión Europea tras redactar una propuesta legislativa, la enviará con un cuestionario adjunto a los parlamentos nacionales. Éstos, a su vez, consultarán a los parlamentos autonómicos (en aquellas materias en los que sean :: JESÚS FERRERO competentes), los cuales remitirán una opinión acerca de si se respeta o no el principio. A día de hoy, el Congreso de los Diputados ya ha remitido dos ensayos piloto recabando el parecer de la Asamblea de Extremadura al respecto y que están siendo objeto de consideración en el seno de la misma. Para terminar, me gustaría destacar el papel del parlamento extremeño en Europa, que se hace efectivo a través de nuestra participación en la Red de Seguimiento de la Subsidiariedad del Comité de las Regiones, en la Conferencia de las Asambleas Legislativas Regionales de Europa (CALRE) y en la Conferencia de Presidentes de Parlamentos Autonómicos de España (COPREPA), cuya presidencia ostenta actualmente la Asamblea de Extremadura. El Tratado de Lisboa, cuya puesta en funcionamiento coincidirá con la presidencia española del Consejo, supone, en definitiva, una oportunidad para la Unión Europea de ser más democrática, más transparente y más cercana a sus ciudadanos.