El Tratado de Lisboa: la nueva Europa ya está aquí 1. Introducción Hace ya dos años que el Tratado de Lisboa comenzó su andadura por Europa, aunque no ha sido hasta ahora cuando el texto que modifica la arquitectura organizativa de la Unión Europea ha entrado en vigor y se dispone a crear una nueva Unión más sólida y unida. El Tratado de Lisboa modifica los Tratados de la UE y la CE ahora en vigor, pero no los sustituye. El nuevo texto proporcionará a la Unión el marco jurídico y los instrumentos necesarios para hacer frente a los retos del futuro y dar respuesta a las exigencias de los ciudadanos. Hasta el 1 de diciembre de 2009, fecha en que el texto ha entrado oficialmente en vigor, el Tratado ha pasado por un arduo proceso de ratificación, en el que se ha topado con dos referendos en Irlanda y las dudas de la República Checa y Polonia. Sin embargo, finalmente todos los Estados miembros de la Unión ratificaron el Tratado, que ya ha entrado en vigor. Las negociaciones para lograr esta reforma de la UE se han venido desarrollando desde el año 2001, cuando la fallida Constitución Europea empezó a debatirse. Tras el rechazo de Francia y Holanda en 2004, los líderes de la Unión se vieron obligados a trazar otra línea de actuación que se concretó en 2007 bajo la presidencia portuguesa. El nuevo Tratado se firmó el 13 de diciembre de 2007 en Lisboa, y la primera idea era que todos los Estados miembros lo hubieran firmado para finales de 2008, a tiempo para las Elecciones al Parlamento Europeo de 2009. El “no” irlandés frenó ese proceso, que ha retrasado once meses la entrada en vigor del texto. 2. Una Unión Europea más moderna El Tratado de Lisboa moderniza la Unión Europea en su sentido más amplio. A nivel institucional, adapta la toma de decisiones a una Unión Europea ampliada a 27 Estados miembros y pone la visión en futuras incorporaciones, y tiene en cuenta nuevos retos como el cambio climático o la globalización, que no se habían tenido en cuenta en el Tratado de Niza de 2001. El Tratado de Lisboa no cambia básicamente la arquitectura institucional de la Unión, que sigue basada en el triángulo Parlamento–Consejo–Comisión. Ahora bien, para servir mejor al ciudadano europeo, introduce algunos elementos nuevos que aumentan la eficacia, la coherencia y la transparencia de las instituciones. 1 eucyl@jcyl.es El Parlamento Europeo El Tratado de Lisboa aumenta sus poderes en los ámbitos legislativo, presupuestario y de aprobación de acuerdos internacionales. Modifica también su composición: no podrá tener más de 751 diputados (750 más el Presidente) y el reparto de escaños entre Estados miembros se efectuará según un principio de proporcionalidad regresiva, lo que significa que los diputados de los países más poblados representarán a más ciudadanos que los de los menos poblados. Por otra parte, ningún Estado miembro podrá tener menos de 6 diputados ni más de 96. El Consejo Europeo El Consejo Europeo, cuya función es de impulso político, se convierte en una institución de la Unión pero no por ello recibe nuevas atribuciones. Sin embargo, se crea una nueva figura: el Presidente del Consejo Europeo, nombrado por éste para dos años y medio, y con una única renovación del cargo, su misión principal será garantizar la preparación y la continuidad de su labor y favorecer el consenso. Hernan Van Rompuy, que hasta ahora era el primer ministro belga, ha sido el elegido por los líderes europeos para presidir por primera vez el Consejo Europeo. El Consejo El Consejo representa a los Gobiernos de los Estados miembros. En esencia, su función sigue siendo la misma. Seguirá compartiendo las funciones legislativas y presupuestarias con el Parlamento Europeo y ejerciendo un cometido fundamental en la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) y la coordinación de las políticas económicas. La novedad principal se refiere al proceso de decisión. El Consejo decide por mayoría cualificada salvo en los casos en que los Tratados establezcan otro procedimiento, como el voto por unanimidad. En la práctica, a partir de la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, el voto por mayoría cualificada se ampliará a numerosos ámbitos (inmigración o cultura por ejemplo). Además, para aumentar la transparencia y la eficacia, se introducirá en 2014 la votación por doble mayoría de Estados (55%) y población (65%), que refleja la doble legitimidad de la Unión. Este nuevo método se completará con un mecanismo similar al llamado “compromiso de Loannina”: cuando haya un número reducido de Estados miembros (cercano a la minoría de bloqueo) que se oponga a una decisión, podrá manifestarlo, y el Consejo deberá hacer cuanto esté en su mano para conseguir una solución satisfactoria para ambas partes en un plazo razonable. 2 eucyl@jcyl.es La Comisión Europea Su misión principal es la defensa del interés público europeo, sigue siendo responsable ante el Parlamento Europeo y es la única institución de la UE que tiene la facultad general de iniciar propuestas legislativas. El nuevo Tratado otorga a cada Estado miembro un Comisario, mientras que según los Tratados actuales el número de Comisarios debería reducirse y ser inferior al de Estados miembros. Otra novedad importante es que el Tratado de Lisboa introduce una relación directa entre los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo y la elección del candidato a la Presidencia de la Comisión. Este presidente tendrá una función reforzada, ya que podrá cesar a los Comisarios. El Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y Vicepresidente de la Comisión Europea La creación del cargo de Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad es una de las principales innovaciones institucionales del Tratado de Lisboa. Esto dará a la actuación exterior de la Unión una única voz, lo que aumentará su coherencia en la escena internacional. Catherine Ashton, la británica que hasta ahora ostentaba el cargo de comisaria europea de Comercio, será la encargada de la política exterior europea tras su elección por parte de los líderes europeos. La Alta Representante tendrá una doble competencia: será a la vez representante del Consejo para la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) y Vicepresidenta de Relaciones Exteriores de la Comisión. Responsable de la política exterior y la política de defensa común, presidirá la Formación de Asuntos Exteriores del Consejo. Además representará a la Unión en la escena internacional en asuntos relacionados con la PESC y estará asistida por un servicio europeo de acción exterior compuesto por funcionarios del Consejo, la Comisión y los servicios diplomáticos nacionales. Las demás instituciones Las disposiciones de los Tratados actuales referentes al Banco Central Europeo (BCE) y el Tribunal de Cuentas se mantienen sin cambios significativos. Pero el Tratado de Lisboa amplía el ámbito de intervención del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, en concreto en materia de cooperación en materia penal y cooperación policial, e introduce algunas modificaciones de procedimiento. 3 eucyl@jcyl.es Los Parlamentos Nacionales Aunque los parlamentos nacionales no formen parte de las instituciones oficiales de la UE, desempeñan una función esencial en su funcionamiento. El Tratado reconoce y consolida esa función. Por ejemplo, si un número suficiente de parlamentos nacionales está convencido de que sería mejor adoptar una iniciativa legislativa en el ámbito local, regional o nacional, la Comisión debe retirarla o justificar claramente por qué no cree que la iniciativa contraviene el principio de subsidiariedad. Comité de las Regiones El Tratado también afectará al Comité de las Regiones. Además de ampliar el mandato de los miembros del Comité de cuatro a cinco años, y fijar el número de miembros en un máximo de 350, el Tratado reconoce el derecho de este organismo a recurrir ante el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas para salvaguardar sus prerrogativas, así como el principio de subsidiariedad. Por tanto, esta atribución reforzará el papel político del Comité al permitirle actuar de manera más eficaz en favor de los entes territoriales en el ámbito europeo. 3. La Europa de los ciudadanos Además de las reformas en la organización institucional, la nueva Europa que dibuja el Tratado de Lisboa da un protagonismo mucho mayor a los que realmente constituyen la Unión: los ciudadanos. Prueba de ello son tanto la “iniciativa ciudadana” como la carta de derechos fundamentales, algo que ya estaba en el proyecto de Constitución Europea y ahora adopta un carácter vinculante. El Tratado de Lisboa establece la iniciativa ciudadana, gracias a la cual, presentando un millón de firmas, nacionales de varios Estados miembros podrán sugerir a la Comisión que presente una propuesta en los ámbitos de competencia de la Unión. Los ciudadanos tienen así la posibilidad de unir sus voces para llegar a lo más alto de las instituciones comunitarias, sin necesidad de intermediación de sus Estados de procedencia. Las normas prácticas del ejercicio de la iniciativa ciudadana se precisarán próximamente en un acto legislativo. En cuanto a los derechos de los ciudadanos y Carta de los Derechos Fundamentales, el Tratado de Lisboa conserva los derechos ya existentes e introduce otros nuevos. En particular, garantiza las libertades y los principios enunciados en la Carta de los Derechos Fundamentales, cuyas disposiciones pasan a ser jurídicamente vinculantes. Por otra parte, la UE tendrá más actuación en el campo de la justicia, la libertad y la seguridad, en beneficio de la lucha contra la delincuencia y el terrorismo, que unido a las nuevas disposiciones sobre protección civil, ayuda humanitaria y salud pública, fortalecerán la capacidad de la UE para enfrentarse a las amenazas contra la seguridad. Dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho y respeto de los derechos humanos son los valores fundamentales proclamados al comienzo del Tratado de Lisboa. Los comparten todos los Estados miembros y tiene que respetarlos cualquier país que desee incorporarse a la Unión. 4 eucyl@jcyl.es Otras novedades destacables son la creación de un Servicio de Acción Exterior que prestará asistencia diplomática y consular eficaz a los ciudadanos que viajen fuera de la UE, y la mención expresa relativa a que la UE garantiza el buen funcionamiento del mercado energético (suministro de energía, rendimiento, ahorro energético y desarrollo de nuevas energías renovables). También hay que subrayar que con el Tratado se abren nuevas posibilidades de actuación transfronteriza en las materias de salud pública, la protección civil y el deporte. 4. Conclusión En definitiva, con el Tratado de Lisboa comienza una nueva etapa en la historia de la Unión Europea. Las nuevas normas definen una Europa del siglo XXI, preparada para las posibles ampliaciones, concienciada con retos como la globalización o el cambio climático, más fuerte en la escena exterior y en la que los ciudadanos ven reforzado su papel y sus derechos. Una Europa, en definitiva, capaz de afrontar los retos que se plantean a su futuro y lista para ocupar la posición internacional que merece. 5 eucyl@jcyl.es