Oración de las primeras focolarinas en la fiesta de Cristo Rey

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Centro Chiara Lubich
Movimiento de los Focolares
www.centrochiaralubich.org
Viena, 5 de noviembre 2001
Oración de las primeras focolarinas en la fiesta de Cristo Rey
(…)
Ustedes conocen el episodio de aquellos primeros tiempos bajo la guerra, cuando nosotras
primeras focolarinas nos encontramos en un refugio para repararnos de las bombas, y allí teníamos el
Evangelio en mano, y lo hemos abierto; estaba todo oscuro y a la luz de una vela leímos el testamento de
Jesús. Lo hemos abierto al azar y lo hemos leído desde el principio hasta el final, para nosotros era un
texto difícil, porque éramos jóvenes, preparadas sí, pero hasta un cierto punto; sin embargo tuvimos la
impresión que aquellas palabras se nos iluminaban, una a una. Ahora comprendemos que era efecto del
carisma que había venido, que da una luz nueva al alma que lo recibe, en beneficio de todos los demás a
quienes les llega.
Sobre todo lo que hemos comprendido es que Jesús pidió la unidad: “Que todos sean uno como yo
y tú, Padre” Que sean uno. Y comprendimos fuertemente que aquella página del Evangelio era la magna
charta del Movimiento que estaba naciendo. Naturalmente enseguida nos dimos cuenta que no era fácil
hacer la unidad; no sabíamos cómo hacer. Y nos pusimos nosotros las siete u ocho primeras focolarinas,
entorno a un altar, recuerdo que era la fiesta de Cristo Rey – en nuestro pequeño misal era esa fiesta,
ahora cambió un poco la liturgia – y allí le pedimos a Jesús: “Nosotros nos sentimos llamadas a realizar lo
que tú has pedido: la unidad, pero no sabemos cómo hacer. Si tú lo crees así haznos instrumentos de
unidad”. Y luego, sabiendo que era la fiesta de Cristo Rey, recordábamos que en la Misa esta escrito:
“Pedid y os daré en herencia todas las gentes hasta los confines de la tierra”.
Y recuerdo que nosotras, jóvenes, pero llenas de fe creyendo en lo que Dios podía hacer, le
pedimos, si era posible, servirlo hasta los últimos confines de la tierra. Ahora, después de 50 años de vida
vemos que Él esto lo ha oído, porque, como ustedes saben, nuestro Movimiento, que es católico,
ecuménico, tiene relación con fieles de 350 Iglesias y con numerosísimos jefes de las Iglesias. Antes le
comentaba a Su Excelencia, que yo conocí a Athenágoras, después conocí a Demetrio, y más tarde conocí
a Bartolomeo. Le comentaba a la señora anglicana que conocí muy bien a carey, pero que también conocí
a Runcie, a Coggan, y también a Ramsey, el primero; para decir que hemos estado en contacto incluso
con personalidades, no sólo con el pueblo, pero sobre todo con el pueblo.
Ahora vemos que aquella oración que hicimos siendo jóvenes, el Seños la ha escuchado
llevándonos de este modo a desarrollar este Movimiento entre Iglesias, entre otras religiones e incluso
entre personas de otras confesiones1, hasta los últimos confines de la tierra: prácticamente en todas las
naciones del mundo.
(…)
Chiara Lubich
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De otras convicciones
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