MEDITAR “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.” Josué 1:8 “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará.” Salmo 1:1-3 MEDITAR según el Diccionario de la Real Academia Española, significa: Aplicar con profunda atención el pensamiento a la consideración de algo y, por su parte la palabra CONSIDERAR el mismo Diccionario nos dice que significa: Pensar, meditar, reflexionar algo con atención y cuidado. Por ello cuando en Josué 1:8 se le mandaba a Josué a meditar “el libro de la ley” “de día y de noche”, se le ordenaba APLICAR CON PROFUNDA ATENCIÓN EL PENSAMIENTO A REFLEXIONAR CON CUIDADO Y DETENIDAMENTE LA PALABRA DE DIOS, LO CUAL DEBÍA HACER EN FORMA CONSTANTE DURANTE TODO EL TRANSCURSO DEL DÍA. Este hábito o disciplina espiritual, como tal, debe ser una constante en nuestra vida ya que produce un efecto poderosamente bueno en extremo en ella. ¿Por qué ocurre esto? Ello debido a que la meditación constante durante el día y la noche ( es decir a lo largo del todo el día en el horario occidental) de las Escrituras, produce el que la Palabra pase a formar parte de nosotros en lo más profundo de nuestro ser, ya que al tratarse de una disciplina espiritual, la meditación, va más allá de una simple memorización de datos en el cerebro humano, pues llega directamente al espíritu de la persona y lo impregna de ella. Si te fijas, Josué 1:8 no dice “memorizaras” de día y de noche la ley ( es decir, la Palabra de Dios, las Escrituras), dice “meditarás” en ella. Nuestro “ser” se integra de tres elementos a saber, el “cuerpo” el “alma” y el “espíritu”, el “cuerpo” se refiere al cuerpo físico del cual forma parte, por ejemplo, el cerebro humano, el “alma” lo componen la memoria, el temperamento, la personalidad, los sentimientos, las emociones y la conciencia, y el “espíritu” es el ser vivo creado por Dios a su imagen y semejanza (Dios es espíritu) y que habita en el cuerpo humano formado por el Señor en el seno materno. Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. 1Tesalonicenses 5:23 Ahora, si bien la Palabra de Dios, pasa por el “cuerpo” ya que las neuronas del cerebro registran los recuerdos, y pasan a formar parte del “alma” como memoria, como lo podrían ser igualmente el recuerdo y la memoria de las tablas de multiplicar, las cuales se aprenden a través de la repetición, es el caso que la meditación de la Palabra de Dios, y no sólo su registro como recuerdo y memoria (en el cerebro y alma humanas), es lo que hace que ésta llegue al espíritu del hombre y pase a forma parte de él y pueda interactuar y ser determinado por ella a nivel espiritual. Lo transforma, lo cambia y vivifica y lo lleva a actuar en consecuencia; es decir, a vivir conforme a ella porque ha pasado a formar parte de su espíritu, y afectando con ello el alma y el cuerpo del hombre, dando origen a una nueva criatura, a un nuevo ser transformado, renovado y que lo capacita para vivir su nueva vida en santidad. Por qué el cristiano falla; la respuesta es sencilla, porque la Palabra de Dios sólo la registra en su cerebro o en su alma, más no así en su espíritu; cuando mucho llega a obedecer porque “sabe” que debe hacerlo, porque “es” lo que tiene que hacer o porque “se le ha dicho” que se debe comportar en una determinada forma. Por qué el cristiano falla, simplemente porque NO MEDITA LA PALABRA DE DIOS y, por lo tanto, la Palabra no forma parte de su espíritu y, en consecuencia, no ha transformado su espíritu al no estar impregnado de ella. ¿Por qué hay hombres inconstantes, hombres de doble ánimo en la iglesia?, por que la Palabra de Dios a veces se registra como un recuerdo en su cerebro, o como memoria en su alma y, en ocasiones (curiosamente cuando medita en ella) en su espíritu. En los dos primeros casos resulta ser insuficiente y tropieza, pero cuando la porción de las escrituras ha pasado a su espíritu, el hombre, con toda probabilidad, vivirá y obedecerá esa porción de las escrituras, pues ello afectará su alma y su cuerpo y, en consecuencia, su proceder y actuar externos. Pero cuando no, las probabilidades son casi nulas o meramente temporales, al estar sustentadas en simples buenas intenciones y fuerza de voluntad humanas. Por eso es necesario que desempolvemos esta disciplina espiritual fundamental, básica, que es LA MEDITACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS. Porque la meditación de la palabra de Dios une tu espíritu con el Espíritu de Dios. “Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él.” 1Corintios 6:17 Mira el efecto y las consecuencias de la MEDITACIÓN DE LAS ESCRITURAS en un hombre de Dios: “Mem ¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, Porque siempre están conmigo. Más que todos mis enseñadores he entendido, Porque tus testimonios son mi meditación. Más que los viejos he entendido, Porque he guardado tus mandamientos; De todo mal camino contuve mis pies, Para guardar tu palabra. No me aparté de tus juicios, Porque tú me enseñaste. ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca. De tus mandamientos he adquirido inteligencia; Por tanto, he aborrecido todo camino de mentira.” Salmo 119:97-104 Quieres ser sabio, entendido, contener de todo mal camino tus pies, no apartarte de los mandamientos, adquirir inteligencia, aborrecer todo camino de mentira; bueno, como verás, la clave está en MEDITAR LA PALABRA DE DIOS. “Se anticiparon mis ojos a las vigilias de la noche, Para meditar en tus mandatos.” Salmo 119:148 “En tus mandamientos meditaré; Consideraré tus caminos.” Salmo 119:15 “Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amé, Y meditaré en tus estatutos.” Salmo 119:48 Hazlo, y todo tu ser (cuerpo, alma y espíritu) y toda tu vida, cambiará….¡radicalmente!