“La bicicleta de Anacleto” Semblanza incompleta sobre la escuela

Anuncio
“La bicicleta de Anacleto”
Semblanza incompleta sobre la escuela del Niño Jesús
Andrés Padilla Cerón
<<Anacleto posee una hermosa bicicleta.
Es una bicicleta que le ha regalado su abuelito...>>.
Wenceslao Ezquerra, Nuevas Letras. Cartilla Quinta
L
os que hemos nacido en los
años sesenta de la pasada centuria, fuimos los primeros en experimentar el cambio de modelo educativo que
se produjo en España durante todo ese
tiempo. Sin embargo y pese a los avances que se empezaban a vislumbrar, la
enseñanza preescolar aun no estaba regulada y el aprendizaje de las primeras
letras corría a cargo de los propios padres o de una serie de colegios privados que, con mayor o menor fortuna,
inculcaban a los infantes los primeros
conocimientos. Es decir, las tradicionales escuelas de párvulos de las que
había varios tipos: Primero estaban los
parvularios privados de cierta calidad,
pero cuyo coste era muy elevado para
las clases bajas, a las que por aquel
tiempo pertenecíamos casi todos. A
continuación, las escuelas regentadas
por alguna maestra no profesional y
que, más que enseñar, se dedicaban a
entretener a los pequeños. La calidad
de estos parvularios era bastante
mediocre ya que en algunos (como el
que estaba en la calle Sagunto) los niños
se tenían que llevar hasta la sillita de su
casa. Por último, estaban aquellas escue-
las de párvulos que impartían una enseñanza de cierta calidad y cuyos honorarios eran asequibles o en muchos
casos casi gratuitas. A este tipo de parvulario pertenecía la Escuela del Niño
Jesús, que estaba ubicada en la calle Cervantes, 19 y a cuyas aulas tuvieron mis
padres el gran acierto de enviarme.
Lo primero que llamaba la atención
de los niños y niñas de este parvulario
del Niño Jesús era el personal que lo
atendía: unas señoras vestidas con largas sayas negras o grises y a las que se
las trataba por el apelativo de «hermana» seguido de su apellido. Las que
estaban al cuidado del parvulario por los
años 1966-68 eran la hermana Padilla, la
hermana Ruf y la entrañable hermana
Pérez a la que todos los niños queríamos, por su dulzura y bondad. Por lo
tanto, y en las siguientes líneas, se tratará de contar algo de la historia de esta
institución, así como de las aventuras y
desventuras de un niño de 4 a 5 años en
el proceloso mundo de las primeras
letras. Gran parte del material que se ha
podido consultar ha sido aportado por
la familia Oñoro Blesa a la que agradezco
“La bicicleta de Anacleto”
Apostolado Infantil que está recogido en
un pequeño librito.
las facilidades dadas para su consulta y
el entusiasmo con el que han colaborado.
Este reglamento es una especie de
declaración de intenciones, en lugar de
un compendio de normas, y además
redactado con más entusiasmo que
cabeza. De todos modos, su estudio nos
proporciona muchas claves para entender esta singular institución, a medio
camino entre la orden religiosa y la simple asamblea de seglares. El «reglamentito» está dividido en tres capítulos
y contiene un total de 16 artículos redactados de forma un tanto desordenada.
<<Anacleto posee una hermosa bicicleta. Es una
bicicleta nueva que le ha regalado su abuelito.
Muchos días por la tarde nos deja un ratito su
bicicleta a los amigos y todos pasamos un buen
rato. Yo quisiera tener una bicicleta como la de
Anacleto...>>
Los fines del Apostolado Infantil eran:
• La enseñanza del Catecismo práctico
eucarístico (el principal).
• Asistir a misa los días de precepto.
• Instrucción elemental y gratuita,
tanto de niños como de adultos.
• Visita a los enfermos, legalizar documentos, bautismos y demás obras de
celo y caridad.
• Misa y Comunión mensual en la
Capilla de la Institución.
• Celebrar solemnemente las fiestas de
los cuatro Patronos: Sagrado Corazón de
Jesús, La Inmaculada Concepción, San
José y San Ignacio de Loyola.
Fundación y primer Reglamento
Gracias a la carta que la rectora de
dicha institución dirigió el 31 de mayo
de 1974 al Obispo de Jaén, sabemos
algunos detalles de la fundación del
Apostolado Infantil.
En el año 1921 la virtuosa señora D.ª
Dolores Gómez Muñoz, fundó en
Linares una institución religiosa denominada «Miembros internos del Apostolado Infantil. Pequeñas catequistas».
Dicha institución se ubicaba en una
casa, propiedad de la Sra. Gómez Muñoz, que estaba situada en el número 11
de la calle Cervantes de esta ciudad. Los
primeros pasos de este apostolado infantil fueron dispuestos por el párroco
de la iglesia de San Francisco de Linares;
de esta manera, el 25 de julio del año
1921, se recibió en la casa de la calle
Cervantes a las primeras niñas para ser
catequizadas. Fueron tres los miembros
originales de esta entusiasta obra: la
propia fundadora y las hermanas
Padilla y Argüelles, a las que al poco
tiempo debió de unirse la hermana
Sánchez. La institución fue fructificando
día tras día hasta que en el año 1926 se
redacta o aprueba el Reglamento de este
84 Andrés Padilla Cerón
• Junta de Señoras Protectoras, Bienhechores y Cooperadores de la Obra.
Tenía un carácter consultivo.
• Junta Directiva, también denominada Junta de Gobierno o Patronato. Estaba formada por los párrocos de las iglesias de Santa María y San Francisco, así
como por una serie de miembros seglares que serían los socios protectores,
hasta un total de 18 miembros. Entre los
seglares encontramos nombres tan conocidos como Mariano de la Paz Gómez y
Rafael Cobo Garzón. Entre las facultades de esta Junta estaba la de convocar a
la de Señoras Protectoras y Bienhechores. Además tenía la potestad de intentar valerse de una comunidad religiosa
para los fines que perseguían, en caso de
que los miembros internos («las hermanas») no fueran aptos para desempeñar
los fines del apostolado infantil. No se
tiene noticia de que tal circunstancia se
llegara a dar.
Los medios con los que contaba la
institución, se materializaban en una
cuota que se exigía a los asociados y que
simplemente era «dar su corazón a Dios,
Niño y Eucaristía por amor nuestro».
Por su parte, las cuotas en efectivo eran
voluntarias, aunque se aclaraba que
«nunca habían faltado». En cuanto a los
miembros que componían este Apostolado Infantil, lo que se ha deducido de
la caótica redacción del reglamento es
que había de varias clases:
• Socios Protectores y/o Bienhechores:
Podían asociarse personas de todas
clases y estados (entiéndase estado civil)
aunque su contribución debía de ser un
«acto voluntario». La expresión que
realmente se emplea en el texto es la de
«protectores y protectoras», que demuestra que el lenguaje no sexista no es
sólo patrimonio de las generaciones actuales o de las asociaciones más o menos
laicas.
• Matriculados: Es decir, los niños,
niñas y adultos que «recibirán los
beneficios que estén a nuestros pobres
alcances», que no solo era la enseñanza
sino también la de acoger y auxiliar a
hijos de matrimonios en dificultades
económicas y otras obras de caridad.
Además, se indicaba que dichos beneficios serían prestados de forma gratuita.
• Miembros internos: Aquí se refería a
las conocidas «hermanas» que prestaban
sus servicios en la institución, indicando
que se regirían por el «Manual de la
Pequeña Catequista», texto que fue
aprobado por el Obispo de Jaén.
• Cooperadores, que ayudaban a los
miembros internos en las tareas de enseñanza o de cualquier otro tipo.
En el aspecto económico tampoco se
concreta gran cosa, ya que se deja todo
en manos de la Providencia Divina, según la curiosa redacción de este artículo:
No tema la Junta de Gobierno por la
falta de recursos; es un hecho que: «No
puede faltar cosa necesaria a los que de
corazón sirven con celo y caridad a la
causa de Dios…»
En lo referente a la propiedad de los
bienes de la obra se indica que deberán
de estar en posesión «de las almas que
en Ella se sacrifiquen». No obstante,
también se decide que la obra tenga
personalidad jurídica propia para poder
recibir donaciones y adquirir bienes, así
como relacionarse con las Autoridades.
Por último, hay que indicar que el
reglamento está suscrito por «Dolores
Gómez» y fechado en Linares el 24 de
Enero de 1927. El domicilio social es
doble: Calle Cervantes, 19, de Linares y
la finca San José del municipio de Santa
En la amalgama de artículos, se
adivinan los siguientes cargos y órganos de dirección:
•
Presidencia: El Obispo de Jaén.
85 “La bicicleta de Anacleto”
Elena (Jaén). Igualmente aparece en el
ejemplar impreso la aprobación (Nihil
Obstat) del Obispo de Jaén y además,
que fue presentado en Jaén el día 8 de
mayo de 1928, en cumplimiento de la
Ley de Asociaciones vigente. Dicha Ley
fue aprobada el 30 de julio de 1887
(Gaceta de Madrid de 12-07-1887) y
exigía en su artículo 4º la presentación
en los Gobiernos Civiles correspondientes de dos copias de los estatutos de
cualquier asociación.
Pupitre de una clase de párvulos,
propiedad de la familia Blesa
¿Qué era el Apostolado Infantil y
por qué se fundó?
Los miembros internos del Apostolado Infantil (las hermanas) no tenían
la consideración de religiosas ya que no
estaban integradas en ninguna orden;
por tanto no realizaban ningún voto
ante Dios. No obstante, es un hecho que
estas hermanas vivían en comunidad,
eran pobres y practicaban el celibato, es
decir, permanecían solteras. Por lo tanto,
es posible que efectuasen unos votos
particulares de pobreza, castidad y
obediencia, aunque no fuesen reconocidos por el Obispado y en ese sentido,
la definición que más se acerca al estado
de estas señoras sería el de «beata». Pero
no se piense mal, pues este término no
se debe de tomar en sentido peyorativo,
ya que según el Diccionario de la Real
Academia de la Lengua una de sus
acepciones de esta palabra sería: «Mujer
que vive con otras en clausura o sin ella
bajo cierta regla». Es decir más o menos
los miembros internos de este Apostolado Infantil. Su regla, sería el Manual
de la Pequeña Catequista a la que se
hace referencia en su reglamento. En
cualquier caso, hay que aclarar que la
Iglesia Católica no reconoce de forma
oficial a ninguna beata ni beaterio, ya
que esa definición la reserva para aquellas personas que han sido beatificadas
por el Papa y que –de momento– no es
el caso que nos ocupa.
La fundación del Apostolado Infantil se produce en plena dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), régimen que
contaba con el apoyo casi total de la jerarquía de la Iglesia y que fomentó el
crecimiento de los centros religiosos privados, como este de Linares. Otro ejemplo de este florecimiento espiritual lo
tenemos también en nuestra ciudad,
donde se fundan cinco nuevas cofradías
penitenciales entre los años 1928-1929.
Se podría definir a este Apostolado
Infantil como una asamblea de piadosas
señoras, y se fundó con el objetivo de
cubrir una serie de necesidades de las
poblaciones de Linares y Santa Elena.
Esas necesidades eran las de la enseñanza gratuita del catecismo y primeras
letras. Durante los primeros años del
siglo XX era frecuente este tipo de
asociaciones de seglares que intentaban
cubrir determinadas carencias de las poblaciones en donde se radicaban, como
por ejemplo pasó en Linares con el llamado «Ropero del Niño Jesús», institución dedicada a vestir a los niños
pobres. Dichas asambleas solían ser bien
vistas por el Obispado y, por lo general,
se les autorizaban sus reglamentos o estatutos, dotándoles de personalidad jurídica.
86 Andrés Padilla Cerón
La enseñanza en la escuela del Niño
Jesús: «Vences la oezquerra»
do hijos de obreros y también niños que
estaban bajo la tutela del Auxilio Social.
En esos años de posguerra y posteriores,
la enseñanza que se impartía era la siguiente:
En consonancia con lo expuesto en el
reglamento del Apostolado Infantil, las
actividades de esta obra no sólo se limitaban a la catequesis sino que también
se impartían clases a niños y niñas de
entre 3 y 9 años. Es decir, el equivalente
al actual preescolar y los primeros cursos de la enseñanza primaria. Durante
los años veinte de la pasada centuria y
hasta la Guerra Civil, también desarrollaron labores de alfabetización de
adultos, según un folleto denominado
«Breve Noticia de la Escuela del Niño
Jesús». Los alumnos que se acogían en
sus aulas eran hijos de obreros de clase
media-baja que de esta manera, veían
cubiertas sus necesidades de educación
y cultura en una época en la que la
obligatoriedad de la educación primaría
distaba mucho de ser efectiva.
• Catequesis previa a la Primera Comunión para niños y niñas de la parroquia
de San Francisco, aunque fueran a un
colegio distinto al del Niño Jesús.
• Dos cursos de preescolar en los que se
enseñaba a leer y a escribir.
• Curso equivalente al primero de
primaria, que también se podía solapar
con el de preescolar.
• El equivalente al segundo curso de
primaria, en el que se realizaba la
Primera Comunión, que parecía ser la
primera meta a la que se encaminaba el
proceso de aprendizaje. Dicho evento
tenía lugar a los siete años, edad a la que
según decían los mayores ya se tenía
«uso de razón».
• El equivalente al tercer y cuarto curso
de primaria, a partir del cual se daba
por finalizada la educación impartida
Al concluir la Guerra Civil, el
Apostolado Infantil vuelve a ofrecer clases gratuitas a las que seguían asistien-
87 “La bicicleta de Anacleto”
en el colegio del Niño Jesús. En ese momento el alumno ingresaba en la escuela
primaria, pero la realidad era que muchos alumnos (sobre todo las niñas)
abandonaban la escuela en este momento sin ingresar en ninguna escuela reglada, engrosando las filas de la explotación infantil.
veles superiores lo tenían mucho más fácil ya que el texto que se llevaba la
palma era la famosa Enciclopedia de
Álvarez de la editorial Miñón (Valladolid), texto escrito por un autor de nombre infinitamente más pronunciable:
Antonio Álvarez Pérez, maestro nacional de Zamora.
Durante los años 40, 50 y parte de
los sesenta, se practicaba la separación
por sexos, sin embargo a mediados de
los años sesenta y en los párvulos, los
niños y las niñas empezarían a compartir las aulas. En este nivel de enseñanza
se llevaba a cabo lo que se entiende por
escuela unitaria, es decir alumnos de
distintos cursos (sobre todo preescolar)
compartiendo la misma aula. De esta
manera, mientras que a los mayores se
les ponía deberes en la pizarra a los
niños pequeños se les tomaba la lección
en la cartilla de lectura. Estos libritos
tenían por nombre Nuevas Letras y había
hasta cinco: desde la Primera Cartilla en
la que se aprendían las vocales y el
clásico «mi mama me mima» hasta los
difíciles textos de la Quinta Cartilla,
tales como «La Bicicleta de Anacleto»,
«Constantino» y otros. El autor de estas
obritas era Wenceslao Ezquerra, cuyo
nombre figuraba impreso en las portadas, pero para un niño que estaba
aprendiendo a leer aquello era demasiado: ¿qué era eso de Wences-la-oEzquerra? Haciendo un ejercicio de elucubración, supuse que se trataba de
«Vences la oezquerra», una especie de
objetivo que figuraba en la portada de
todas las cartillas, pero sin saber muy
bien quien era esa «oezquerra» a quién
se tenía que vencer. Luego me enteré de
se trataba de «Wenceslao Ezquerra», su
autor. Y es que cuando se tiene un nombre tan difícil lo más lógico hubiera sido
escribir tratados de física cuántica en
lugar de cartillas.
El aprendizaje de la escritura se basaba en los famosos Cuadernillos de Rubio. Esta serie de cuadernos empezaba
por el nº 1 con la escritura de palotes y
terminaba en el nº 15 con la escritura
inclinada «para mayores». Cada día
había que hacer varias «planas» que
posteriormente se entregaban al profesor para su evaluación. Estos Cuadernos de Rubio tenían el aliciente de unos
dibujitos punteados que debíamos marcar y que cada vez eran más complicados. Entre estas actividades, los
rosarios, la catequesis, el reparto de leche en polvo y algunas visitas de representantes de álbumes, se pasaban las
horas en esta entrañable clase del Niño
Jesús.
¿Cómo era la enseñanza?, pues la
mejor posible, teniendo en cuenta los
exiguos medios con los que contaba el
Apostolado Infantil y la escasa preparación de alguna de las hermanas catequistas. Estas señoras se enfrentaban,
con más entusiasmo que conocimientos
de pedagogía, a la difícil tarea de enseñar y sobre todo, de dominar a la grey
infantil. Es digno recordar dos estilos
diferentes de impartir el magisterio: de
un lado el de la entrañable y querida
hermana Pérez, que a pesar de sus buenas intenciones, más de una vez se veía
desbordada por el tumulto infantil. Y en
el otro extremo teníamos a la hermana
Padilla, rectora de la institución, que a
pesar de tener un fuerte carácter, nunca
dejaba de demostrar –a su manera– el
cariño que sentía por sus alumnos. Afortunadamente también auxiliaban a las
Sin embargo, los escolares de los ni-
88 Andrés Padilla Cerón
hermanas una serie de señoras o «señoritas» como la maestra Dª Rosario y la
popular Srta. Carmina, sobrina de la
hermana Padilla y que encarnaba la cara
amable y ye-ye de la institución.
Gran parte del tiempo que se dedicaba a la enseñanza se consumía en la
catequesis y otras prácticas piadosas:
unas veces con el rezo del rosario y otras
con relatos moralizantes que la hermana
Pérez nos solía contar y que resultaban
ser más amenos que las interminables
letanías del rosario. Curiosamente, uno
de los premios que se otorgaba al niño o
niña que mejor se portaba o que ganaba
algún sorteo, era el de ¡acompañar a la
hermana Pérez en el rezo del rosario!,
afortunadamente siempre nos quedaba
la opción de mover los labios, como si
de un play-back se tratase.
La niña Isabelita Padilla Martos, vestida de angelito en el
patio de la Escuela del Niño Jesús, en 1962
La máxima aspiración del Apostolado Infantil era la de preparar a los
niños y niñas para recibir la Primera
Comunión y a esta empresa dedicaban
gran parte de sus esfuerzos. En este
sentido hay que admitir que la estética
con la que se rodeaba a este acontecimiento era admirable: había en la
capilla de la calle Cervantes una pequeña imagen de la Virgen Niña a la que
vestían de Primera Comunión, unas
veces «de novia» y otras «de monja». El
día en que tenía lugar la Primera Comunión, los niños y niñas se congregaban
en la capilla de la calle Cervantes y
desde allí partían en diminuta procesión
llevando en andas la imagen de la Virgen Niña. La pequeña comitiva, en la
que también se integraban algunos
niños más pequeños vestidos de
angelitos, acababa en la iglesia de San
Francisco que era donde tenía lugar la
misa. En este mes de mayo (el mes de
María) también tenía lugar la ofrenda
florar a la imagen de la Virgen Niña que
estaba en la Capilla. En este sencillo acto
(que rompía algo la monotonía) se cantaba el consabido «Con flores a porfía…» que todos los niños repetíamos
como papagayos, sin saber quién era esa
«porfía» y sin la menor intención de
averiguarlo, la verdad sea dicha.
La labor de los miembros internos
del Apostolado Infantil (las hermanas)
se completaba con el socorro a familias
necesitadas de la zona, facilitando el
acceso de sus hijos a la escuela y contribuyendo a que tuviesen un traje de primera comunión digno para tal ocasión.
Una labor callada, impulsada por la
hermana Padilla que, como rectora de la
institución, organizaba toda esta obra de
apostolado social.
El edificio de la calle Cervantes y
aquella capilla en donde vivía una
tal «Porfía»
El inmueble de la calle Cervantes,
19, según una nota del Registro de la Pro-
89 “La bicicleta de Anacleto”
y la mesa del profesor estaba situada en
una esquina. Las ventanas eran escasas
(o al menos eso me parecía a mi) y el
mobiliario lo constituían pupitres y
sillitas con un cierto grado de
modernidad. Además y para desconcierto de algunos, hay que decir que
no había retrato de Franco y que nunca
nos hicieron cantar el Cara al Sol ni
ningún himno pseudo patriótico, lo cual
es muy de agradecer.
piedad, tenía 13,50 metros de línea de fachada y 25 metros de fondo, resultando una
superficie total de 330 metros cuadrados. La casa se distribuía en planta baja,
primer piso y buhardilla, así como un
patio con varias estancias adosadas al
mismo. En un Padrón de vecinos del
año 1930 figuran como residentes,
además de las hermanas del Apostolado
Infantil, un practicante y su familia, así
como un carpintero y la suya. Sin
embargo, en el Padrón de 1945 ya sólo
aparecen las hermanas. Por lo que se
supone que esas dos familias vivirían de
alquiler en la casa, cuya propiedad
ostentaba la fundadora Dolores Gómez.
Con el transcurso del tiempo se irían
adaptando o adosando nuevas estancias
a la casa-escuela, de manera que en la
década de los años sesenta su distribución era la siguiente: planta baja, recibidor, despacho para la rectora, un aula
para niños pequeños y la capilla que
también contaba con acceso directo a la
calle. Primer Piso: donde había dos
aulas para niños más mayores y la cocina, así como la vivienda de las hermanas residentes. Patio: donde se ubicaban los aseos, que en vez de contar
con urinarios para los niños, tenían un
pequeño canalillo en donde la puntería
era un factor decisivo. También había
una pila de agua donde, para desesperación de las hermanas, los niños
solíamos aplacar nuestra sed «bebiendo
a morro». Este patio contaba con un
porche en donde se abría una puerta
secundaria para acceder a la capilla,
junto a la cual había una pequeña escultura en piedra del Sagrado Corazón
de Jesús. Al fondo del patio se disponía
la guardería que se estableció en el año
1959 y sobre la que se construyó, en los
últimos años de funcionamiento de la
escuela, otra clase para los niños de 4 a 5
años a la que tuve ocasión de asistir. La
disposición de los pupitres en esta aula
era muy curiosa ya que nos sentábamos
mirando al lado más largo de la misma
La Capilla era de regulares dimensiones puesto que cabían holgadamente
de 60 a 80 niños que nos sentábamos en
bancos de iglesia corrientes. Además,
contaba con un coro elevado al que se
accedía desde el primer piso y que era
ocupado por las niñas mayorcitas que
incluso tenían que ponerse un velo para
entrar a la iglesia, en un claro acto de
discriminación por razón de sexo. Tenía
también una pequeña sacristía en donde
se alojaba la imagen de un Niño Jesús
que media unos 40 cm. de alto y al que
las hermanas vestían de forma similar al
Niño Jesús de Praga.
En este mismo lugar también estaba
la imagen de una Virgen Niña. Como ya
se ha dicho, la capilla tenía un acceso directo a la calle y una entrada secundaria
por el patio del colegio que era por
donde accedíamos cantando eso de «con
flores a Porfía…», que era como parecía
que se llamaba nuestra madre... aunque
luego resultaba que en mitad de la
canción se lo cambiaban por el de
«María».
El Altar Mayor tenía unos cortinajes
rojos y unos candelabros dorados,
ubicándose en el mismo la efigie del
Cristo del Perdón. Esta imagen se sacaba, durante los años sesenta del siglo
XX, en un Vía Crucis que todos los
martes Santos organizaban los jóvenes
de Acción Católica y que tenía su salida
precisamente desde esta capilla. En la
mesa del Altar Mayor y protegido por
90 Andrés Padilla Cerón
Según su reglamento, se deseaba imitar
«el ideal del obispo de Málaga», pero
¿quién era ese obispo y qué ideal perseguía? pues nada menos que el actual
beato Manuel González García (18771940), también conocido como «Obispo
del Sagrario abandonado». Este sacerdote católico llegó a ser obispo de Málaga (1920-1935) y de Palencia (19351940) y fundó varias asociaciones y congregaciones religiosas, siendo beatificado el 29 de abril de 2001 por el Papa
Juan Pablo II. Todo este bagaje espiritual
nos demuestra la gran visión que tuvo la
fundadora, al intentar emular las acciones de un obispo que acabaría siendo
beatificado. En la época en la que se
fundó el Apostolado Infantil de Linares,
nuestro personaje era pastor de la diócesis malagueña y al igual que en anteriores destinos, potenció las escuelas y
catequesis parroquiales.
una urna de cristal, estaba la figura de
un Cristo Yacente que era el que antiguamente procesionaba la cofradía del
Santo Entierro. Cuando el nuevo Cristo
de Víctor de los Ríos llegó a la ciudad en
el año 1959, se debió de pensar que éste
era un buen lugar para su ubicación. Por
eso pensamos que la imagen del Crucificado también tuvo que depositarse
en la Capilla por ese mismo tiempo, ya
que hay constancia de que entre 1951 y
1958 salían desde la misma iglesia de
San Francisco. El resto de la decoración
de la capilla estaba compuesta por unas
pequeñas cruces griegas (de brazos
iguales) adosadas a la pared y que
tenían números romanos, muy del estilo
post-conciliar. Un elemento singular de
la capilla era la pequeña pila para el
agua bendita que había a mano derecha,
según se entraba por el patio.
La Capilla estaba bajo la advocación
del Niño Jesús y dependía directamente
de la parroquia de San Francisco. Fue
derribada en el año 1975 coincidiendo
con la construcción de una nueva guardería. El Cristo fue trasladado a la
Iglesia de San Agustín, desde donde
siguió presidiendo el Vía Crucis aunque
trasladado al miércoles Santo. El Cristo
Yacente fue a parar a la casa de hermandad del Santo Entierro y los Ángeles
que lo custodiaban al coro de San Francisco, para pasar con el transcurso del
tiempo a manos de la cofradía del Nazareno. Del Niño Jesús, Sagrado Corazón
y Virgen Niña, nada se supo, aunque
pensamos que deben de estar en manos
de algún devoto.
Las primeras vocaciones con las que
contó Dolores Gómez, para dedicarse
como «miembros internos» al servicio
del Apostolado Infantil debieron de
empezar en Santa Elena. El motivo para
esta suposición es que, según el Padrón
de habitantes de Linares del año 1930,
en la casa de la calle Cervantes seguían
residiendo solamente las tres hermanas
fundadoras ya citadas. No obstante,
también figuran en el padrón los nombres de Carmen López Risol y María
Manzano Perales de 12 y 9 años de edad
y parentesco «pensionistas» que suponemos que estarían acogidas por las
hermanas, aunque la de menor edad
figuraba como transeúnte. Según algunos testimonios orales, una de las obligaciones de los miembros internos, era
la de intentar atraer al Apostolado Infantil a, al menos, una persona y en ese
sentido, se explica la presencia de estas
dos menores. En los siguientes años se
tiene noticia de que se incorporaron a la
obra las hermanas Carmen Pérez y
Antonia Ruf. Por otra parte, no debieron
El apostolado infantil hasta la Guerra Civil.
Los primeros años de este Apostolado Infantil se caracterizaron por la
entusiasta dedicación de su fundadora
Dolores Gómez Muñoz y también por
los abundantes frutos que recogieron.
91 “La bicicleta de Anacleto”
(Jaén)…». Aunque por el propio título
ya se puede intuir la ideología de este
cronista circunstancial, lo cierto es que
en el contenido de su diario, se puede
apreciar cierto grado de objetividad. Si
consultamos las citadas Impresiones… de
Manuel Mañas Parejo, descubrimos esta
referencia al Apostolado Infantil:
de faltar las ayudas de los protectores y
bienhechores ya que en una lista de esos
mismos años se pueden contar hasta 31
nombres entre señoras (suponemos que
protectoras) y señoritas que creemos
que colaboraban con el apostolado.
La labor a la que se dedicó el Apostolado Infantil en aquellos años, era la
de enseñanza del catecismo y primeras
letras, tanto a niñas como a niños, a
juzgar por las grandes listas de alumnos
de ambos sexos que se han podido conservar.
SABADO DIA 25 [de Julio]: después
registran en la calle Cervantes en casa
de unas Señoras Catequistas y con las
imágenes, libros, etc., etc., que allí encuentran, hacen otra hoguera en medio
de la calle.
Al estallar la Guerra Civil, tampoco
se respetaría esta noble institución, que
fue asaltada por los supuestos defensores del pueblo y la cultura. El resultado fue que destruyeron uno de los pocos lugares de Linares en donde se
ofrecía enseñanza gratuita y de calidad
para el pueblo; ese a quien decían representar y defender. El primer testimonio
que nos habla de esta tropelía es la
«Causa General Instruida por el Ministerio Fiscal sobre la dominación roja en
España» en cuya pieza correspondiente
a Linares encontramos un documento
denominado: «Estado nº 3: relación de
tormentos, torturas,… destrucciones de
iglesias… ». En dicho documento aparece esta escueta reseña: «Asalto a la capilla del Niño Jesús…». La fecha de este
acto no la detalla, solo indica que fue en
agosto de 1936.
No se tiene noticia de que las hermanas fueran molestadas y es posible
que durante la Guerra Civil siguiesen
residiendo en sus casas de Linares y
Santa Elena. En esos lugares seguirían
con sus piadosas prácticas, aunque suponemos que en secreto, como lo demuestra este poema compuesto por la
misma fundadora el 8 de diciembre de
1938 (día de la Inmaculada Concepción)
y del que reproducimos algunos fragmentos:
El Corazón de Jesús
ha de ser nuestra morada
y la puerta para entrar
nuestra Madre Inmaculada
…
Ardan siempre nuestras almas
en celo del Santo Padre
y seamos pequeñitas
para que todos se salven
…
Todo lo alcance María
por su Pura Concepción
ya que ella es Reina… de los Cielos
y de nuestra institución
A.M.D.G.
Más concreta es otra fuente de
incuestionable fiabilidad: la crónica de
Manuel Mañas Parejo, director de la
sucursal del Banco Hispano Americano
en la ciudad. Este testigo involuntario se
dedicó a escribir, entre el 17 de julio y el
6 de noviembre de 1936, una completa
crónica, en forma de diario, que tituló:
«Impresiones relacionadas con el movimiento militar que estalló en España el
día 18 de Julio de 1936 relatado por una
persona que le sorprendió este glorioso
movimiento en la ciudad de Linares
El Apostolado Infantil entre la Posguerra y su desaparición.
Tras la Guerra Civil, la institución
entró en un franco periodo de penurias
debido a la disminución de ingresos y a
la escasez de vocaciones. España había
92 Andrés Padilla Cerón
las dos habitaciones» (10-12-1939), lo
que da idea de lo cruda que debió ser la
posguerra.
quedado destrozada por una Guerra
fratricida y había muchas necesidades
que atender, de manera que los antiguos
bienhechores no podían o no querían
seguir prestando el apoyo que antaño le
otorgaban. Sin embargo, resulta paradójico que en este periodo sea cuando el
Apostolado infantil cuenta con un mayor número de miembros, aunque no los
suficientes como para garantizar su continuidad. Según el Padrón de vecinos de
Linares del año 1945, las vecinas de la
casa de la calle Cervantes eran: la
hermana Dolores Gómez (fundadora)
las veteranas hermanas Padilla, Argüelles y Sánchez así como las que se habían incorporado en los últimos años,
hermanas Pérez y Ruf. Es decir, un total
de seis miembros internos (más las que
podían residir en Santa Elena) y cuya
profesión según el Padrón era la de
«apostolado». A estas señoras habría
que añadir a Ana Serrano, viuda de 72
años y Antonia Choclán de 16 años,
nieta de la anterior. Estas dos personas
estaban acogidas en la casa y la muchacha estaba bajo la tutela de la hermana
Padilla. Se cuenta que Antonia abandonó la casa cuando contrajo matrimonio.
Pero a pesar de todas estas dificultades, las «pequeñas catequistas»
seguían desarrollando su labor gracias a
que todavía contaban con la ayuda de
algunos bienhechores como un tal D.
José Ginés y familia a quien la fundadora se refiere en varias cartas y que
continuamente les estaba enviando dinero y pertrechos. A estos auxilios se
unían algunas ayudas del Ayuntamiento de Linares, según un Oficio de
julio de 1944 por el cual se le reclamaba
al Apostolado Infantil una póliza de 1,50
pesetas para seguir tramitando una subvención, que esperamos que se concediese. No se quedaba atrás el Ayuntamiento de Santa Elena, que también
otorgó alguna subvención y al que Dolores Gómez se dirigió para solicitar que
se acelerase el pago de la misma, según
una carta de junio de 1948 en el que aparece este tierno pasaje:
Suplica: Tengan a bien activar y aumentar la valiosa
cooperación de Vds. que debe de ayudar a tantas almas
necesitadas que frecuentan esta casa de todos «San
José» y a nuestros pobres medios y buena voluntad…
Espera agradecida y afma. la más pequeña. (Sic)
Pero a pesar de este pequeño repunte vocacional, lo cierto es que las primeras «hermanas» se estaban haciendo
mayores y la necesaria renovación no
terminaba de llegar, a pesar del empeño
de las mismas por acoger a futuras aspirantes. Esta delicada situación se pone
de manifiesto en la gran cantidad de
correspondencia que se ha podido localizar correspondiente al periodo 19391948. Casi todas las cartas están redactas
por la fundadora y en ellas se quejaba,
entre otras cosas, de que en la casa de
Linares «solo podemos comer caliente al
medio día, guisando con tablas y palos…» (21-07-1942) mientras que en otra
carta recomendaba para la casa de Santa
Elena lo siguiente: «basta una bombilla
en el hueco que no tiene puerta y sirve a
Pero las ayudas no debían de ser las
suficientes, como reconoce la fundadora
en varias cartas en las que también informa a sus hermanas de que esperaba
que Dios resolviera «en Jaén y en Madrid grandes tribulaciones…» (04-081942) y a los pocos meses confiesa en
otra carta: «aquí [en Linares] seguimos
con mil apuros, pendientes de este
asunto y los demás». ¿Qué tribulación y
que asunto sería ese?, probablemente la
falta de recursos y la previsible falta de
vocaciones, lo que llevaría a la fundadora a emprender varias gestiones,
que demuestran que no era una mujer
pusilánime. Como consecuencia de todo
esto, la fundadora entregó al Obispado
de Jaén todos los haberes del Apos-
93 “La bicicleta de Anacleto”
nal: una Directora que prestaba sus servicios de forma desinteresada, dos
cuidadoras remuneradas y una puericultora con prestación de servicios gratuitos. Los servicios que proporcionaba
esta guardería se hacían de forma altruísta, por lo que los medios económicos para su sostenimiento venían de
donaciones particulares o de instituciones que en los primeros años de funcionamiento resultaban suficientes.
tolado Infantil el día 5 de noviembre de
1945, según figura en la cubierta de un
cuaderno de cuentas. Esta medida se
completó con la cesión al mismo Obispado del edificio de la Calle Cervantes,
19 de Linares y del que era propietaria
la fundadora. Dicha transmisión se consumó mediante escritura de fecha 26 de
septiembre de 1945. No obstante en una
nota simple del registro de la propiedad
de Linares (fechada el 05-12-1974) lo que
aparece es que la finca se adquirió por
compra a Dª Dolores Gómez Muñoz, es
decir, que el Obispado debió de desembolsar alguna cantidad de dinero
que serviría para mitigar la preocupante
situación del apostolado. Desconocemos
los pormenores de esta operación, pero
su consecuencia es que el edificio pasó a
poder del Obispado, aunque el Apostolado Infantil tenía la obligación de
mantener el inmueble y correr con los
gastos corrientes del mismo.
Durante los años sesenta del pasado
siglo prosiguió la actividad del Apostolado Infantil en esta doble vertiente, es
decir, en el de la enseñanza de niños y
niñas hasta los 8-9 años y en el de la
guardería. Sin embargo, el relevo generacional ya no llegaría en esta época
porque, según el Padrón de vecinos del
año 1965, en ese tiempo ya solo residían
en la casa de la calle Cervantes las hermanas Padilla, Ruf y Pérez, puesto que
la fundadora habría fallecido hacía algunos años. Suponemos que las hermanas
Argüelles y Sánchez también habrían
fallecido (habían nacido en 1891 y 1894)
o se encontraban en la casa de Santa Elena, en el caso de que aún siguiese funcionando.
Así las cosas, en el año 1959 empezó
a funcionar una Guardería infantil en la
misma casa de la calle Cervantes de Linares, dirigida por mujeres de Acción
Católica y bajo el nombre de «Virgen de
Linarejos». La fundación de esta guardería (pionera de las de su clase en
Linares) estuvo determinada por la imperiosa necesidad social de asistir a los
niños menores de seis años, cuyas
madres no podían atender por estar
trabajando en la industria o en el campo.
El Plan Jaén estaba comenzando a dar
sus frutos en Linares, con la fundación
de varias empresas entre la que se encontraba la Fábrica de Envases «Oleometalgráfica del Sur» que empleó a muchas mujeres. De igual modo, había
muchos mineros que se habían jubilado
por enfermedades profesionales (silicosis) y sus hijos también necesitaban
idénticas prestaciones. El número de
niños y niñas que asistían a esta guardería oscilaba entre los 30 y los 50, estando atendidos por el siguiente perso-
Pero al iniciarse la década de los
años setenta, la situación se empezó a
tornar preocupante, como lo pone de
manifiesto una carta de fecha 31-05-1974
que la entonces rectora de la institución
(la hermana Juana Padilla Vadillo) dirige al Obispado de Jaén. En dicha misiva
hace una detallada historia de la obra
del Apostolado Infantil y en referencia a
la casa de la calle Cervantes, viene a decir que el «vetusto edificio no sólo no
reúne las condiciones, sino que además…, se encuentra el inmueble en estado de ruina incipiente». En consecuencia, se indica que en el año 1973 se había
redactado un proyecto para hacer un
edificio de nueva planta con capacidad
para 100 niños para Casa Cuna y Jardín
94 Andrés Padilla Cerón
obra y la gratuidad de los servicios que
se prestaban.
de Infancia, con el objetivo – según la
hermana Padilla – de ampliar y adecuar
los servicios de la obra de Apostolado y
Guardería. Es de-cir, que también se
tenía la intención de seguir con las
clases de alfabetización a niños y niñas
Las obras se valoraban en 3.469.266
pesetas, importe casi im-posible de
sufragar por la institución, por lo tanto
se solicitaba del Obispado que cediese el
solar del edificio de la calle Cervantes en
favor de la Obra Social de la Caja de
ahorros de Ronda que estaba interesada
en ejecutar los obras. Sin embargo, el
desarrollo pos-terior de los hechos nos
confirma que la Caja de Ahorros de
Ronda se desdijo de sus primitivas
intenciones, recayendo otra vez en
manos del Apostolado Infantil la carga
de esta difícil empresa.
La escuela del Niño Jesús desapareció por los años 1970-71 y durante un
tiempo parece que se estuvieron impartiendo las clases en los nuevos
salones parroquiales de la iglesia de San
Francisco, para terminar desapareciendo
por completo alrededor del año 1975.
Durante varios años siguió funcionando
la «Guardería laboral infantil Virgen de
Linarejos» dependiendo de la parroquia
del San Francisco y atendida por las
hermanas de la congregación religiosas
«Misioneras del Santísimo Sacramento y
María Inmaculada». Sin embargo, al
finalizar el curso escolar 2000-2001, las
religiosas abandonan el edificio, que fue
vendido y posteriormente derribado para construir un bloque de pisos en cuyos
bajos se ubica actualmente un restaurante chino. Es curioso constatar que
una de las condiciones para la concesión
de la subvención era que el edificio
debía de destinarse a guardería durante
30 años como mínimo, sin embargo se
produjo un clamoroso incumplimiento
ya que la guardería prestó servicios
durante solo 24 años
La nueva guardería y el fin del
Niño Jesús
Tras la espantada de la caja de
Ahorros de Ronda, le tocó asumir la
construcción de la nueva guardería a la
directora de la misma (María Dolores de
la Parra Sánchez), así como a la parroquia de San Francisco. Con el incremento de los costes de construcción, el
presupuesto de la obra se había elevado
hasta los cinco millones y medio de
pesetas. En consecuencia, en mayo de
1975 se solicita una subvención por la
mitad de ese importe a la antigua a la
Dirección General de Asistencia Social
que, tras muchos trámites, fue concedida en octubre de ese año. Las obras
comenzaron a principios de 1976 y
debieron de concluir en el año 1977. La
diferencia entre el coste real y la
subvención se cubrió a base de cuestaciones y donativos. No obstante, sospechamos que el presupuesto de la obra
se debió de «engordar» un poco a fin de
conseguir la máxima subvención, cosa
disculpable dada la labor social de la
95 
Descargar