“La bicicleta de Anacleto” Semblanza incompleta sobre la escuela del Niño Jesús Andrés Padilla Cerón <<Anacleto posee una hermosa bicicleta. Es una bicicleta que le ha regalado su abuelito...>>. Wenceslao Ezquerra, Nuevas Letras. Cartilla Quinta L os que hemos nacido en los años sesenta de la pasada centuria, fuimos los primeros en experimentar el cambio de modelo educativo que se produjo en España durante todo ese tiempo. Sin embargo y pese a los avances que se empezaban a vislumbrar, la enseñanza preescolar aun no estaba regulada y el aprendizaje de las primeras letras corría a cargo de los propios padres o de una serie de colegios privados que, con mayor o menor fortuna, inculcaban a los infantes los primeros conocimientos. Es decir, las tradicionales escuelas de párvulos de las que había varios tipos: Primero estaban los parvularios privados de cierta calidad, pero cuyo coste era muy elevado para las clases bajas, a las que por aquel tiempo pertenecíamos casi todos. A continuación, las escuelas regentadas por alguna maestra no profesional y que, más que enseñar, se dedicaban a entretener a los pequeños. La calidad de estos parvularios era bastante mediocre ya que en algunos (como el que estaba en la calle Sagunto) los niños se tenían que llevar hasta la sillita de su casa. Por último, estaban aquellas escue- las de párvulos que impartían una enseñanza de cierta calidad y cuyos honorarios eran asequibles o en muchos casos casi gratuitas. A este tipo de parvulario pertenecía la Escuela del Niño Jesús, que estaba ubicada en la calle Cervantes, 19 y a cuyas aulas tuvieron mis padres el gran acierto de enviarme. Lo primero que llamaba la atención de los niños y niñas de este parvulario del Niño Jesús era el personal que lo atendía: unas señoras vestidas con largas sayas negras o grises y a las que se las trataba por el apelativo de «hermana» seguido de su apellido. Las que estaban al cuidado del parvulario por los años 1966-68 eran la hermana Padilla, la hermana Ruf y la entrañable hermana Pérez a la que todos los niños queríamos, por su dulzura y bondad. Por lo tanto, y en las siguientes líneas, se tratará de contar algo de la historia de esta institución, así como de las aventuras y desventuras de un niño de 4 a 5 años en el proceloso mundo de las primeras letras. Gran parte del material que se ha podido consultar ha sido aportado por la familia Oñoro Blesa a la que agradezco “La bicicleta de Anacleto” Apostolado Infantil que está recogido en un pequeño librito. las facilidades dadas para su consulta y el entusiasmo con el que han colaborado. Este reglamento es una especie de declaración de intenciones, en lugar de un compendio de normas, y además redactado con más entusiasmo que cabeza. De todos modos, su estudio nos proporciona muchas claves para entender esta singular institución, a medio camino entre la orden religiosa y la simple asamblea de seglares. El «reglamentito» está dividido en tres capítulos y contiene un total de 16 artículos redactados de forma un tanto desordenada. <<Anacleto posee una hermosa bicicleta. Es una bicicleta nueva que le ha regalado su abuelito. Muchos días por la tarde nos deja un ratito su bicicleta a los amigos y todos pasamos un buen rato. Yo quisiera tener una bicicleta como la de Anacleto...>> Los fines del Apostolado Infantil eran: • La enseñanza del Catecismo práctico eucarístico (el principal). • Asistir a misa los días de precepto. • Instrucción elemental y gratuita, tanto de niños como de adultos. • Visita a los enfermos, legalizar documentos, bautismos y demás obras de celo y caridad. • Misa y Comunión mensual en la Capilla de la Institución. • Celebrar solemnemente las fiestas de los cuatro Patronos: Sagrado Corazón de Jesús, La Inmaculada Concepción, San José y San Ignacio de Loyola. Fundación y primer Reglamento Gracias a la carta que la rectora de dicha institución dirigió el 31 de mayo de 1974 al Obispo de Jaén, sabemos algunos detalles de la fundación del Apostolado Infantil. En el año 1921 la virtuosa señora D.ª Dolores Gómez Muñoz, fundó en Linares una institución religiosa denominada «Miembros internos del Apostolado Infantil. Pequeñas catequistas». Dicha institución se ubicaba en una casa, propiedad de la Sra. Gómez Muñoz, que estaba situada en el número 11 de la calle Cervantes de esta ciudad. Los primeros pasos de este apostolado infantil fueron dispuestos por el párroco de la iglesia de San Francisco de Linares; de esta manera, el 25 de julio del año 1921, se recibió en la casa de la calle Cervantes a las primeras niñas para ser catequizadas. Fueron tres los miembros originales de esta entusiasta obra: la propia fundadora y las hermanas Padilla y Argüelles, a las que al poco tiempo debió de unirse la hermana Sánchez. La institución fue fructificando día tras día hasta que en el año 1926 se redacta o aprueba el Reglamento de este 84 Andrés Padilla Cerón • Junta de Señoras Protectoras, Bienhechores y Cooperadores de la Obra. Tenía un carácter consultivo. • Junta Directiva, también denominada Junta de Gobierno o Patronato. Estaba formada por los párrocos de las iglesias de Santa María y San Francisco, así como por una serie de miembros seglares que serían los socios protectores, hasta un total de 18 miembros. Entre los seglares encontramos nombres tan conocidos como Mariano de la Paz Gómez y Rafael Cobo Garzón. Entre las facultades de esta Junta estaba la de convocar a la de Señoras Protectoras y Bienhechores. Además tenía la potestad de intentar valerse de una comunidad religiosa para los fines que perseguían, en caso de que los miembros internos («las hermanas») no fueran aptos para desempeñar los fines del apostolado infantil. No se tiene noticia de que tal circunstancia se llegara a dar. Los medios con los que contaba la institución, se materializaban en una cuota que se exigía a los asociados y que simplemente era «dar su corazón a Dios, Niño y Eucaristía por amor nuestro». Por su parte, las cuotas en efectivo eran voluntarias, aunque se aclaraba que «nunca habían faltado». En cuanto a los miembros que componían este Apostolado Infantil, lo que se ha deducido de la caótica redacción del reglamento es que había de varias clases: • Socios Protectores y/o Bienhechores: Podían asociarse personas de todas clases y estados (entiéndase estado civil) aunque su contribución debía de ser un «acto voluntario». La expresión que realmente se emplea en el texto es la de «protectores y protectoras», que demuestra que el lenguaje no sexista no es sólo patrimonio de las generaciones actuales o de las asociaciones más o menos laicas. • Matriculados: Es decir, los niños, niñas y adultos que «recibirán los beneficios que estén a nuestros pobres alcances», que no solo era la enseñanza sino también la de acoger y auxiliar a hijos de matrimonios en dificultades económicas y otras obras de caridad. Además, se indicaba que dichos beneficios serían prestados de forma gratuita. • Miembros internos: Aquí se refería a las conocidas «hermanas» que prestaban sus servicios en la institución, indicando que se regirían por el «Manual de la Pequeña Catequista», texto que fue aprobado por el Obispo de Jaén. • Cooperadores, que ayudaban a los miembros internos en las tareas de enseñanza o de cualquier otro tipo. En el aspecto económico tampoco se concreta gran cosa, ya que se deja todo en manos de la Providencia Divina, según la curiosa redacción de este artículo: No tema la Junta de Gobierno por la falta de recursos; es un hecho que: «No puede faltar cosa necesaria a los que de corazón sirven con celo y caridad a la causa de Dios…» En lo referente a la propiedad de los bienes de la obra se indica que deberán de estar en posesión «de las almas que en Ella se sacrifiquen». No obstante, también se decide que la obra tenga personalidad jurídica propia para poder recibir donaciones y adquirir bienes, así como relacionarse con las Autoridades. Por último, hay que indicar que el reglamento está suscrito por «Dolores Gómez» y fechado en Linares el 24 de Enero de 1927. El domicilio social es doble: Calle Cervantes, 19, de Linares y la finca San José del municipio de Santa En la amalgama de artículos, se adivinan los siguientes cargos y órganos de dirección: • Presidencia: El Obispo de Jaén. 85 “La bicicleta de Anacleto” Elena (Jaén). Igualmente aparece en el ejemplar impreso la aprobación (Nihil Obstat) del Obispo de Jaén y además, que fue presentado en Jaén el día 8 de mayo de 1928, en cumplimiento de la Ley de Asociaciones vigente. Dicha Ley fue aprobada el 30 de julio de 1887 (Gaceta de Madrid de 12-07-1887) y exigía en su artículo 4º la presentación en los Gobiernos Civiles correspondientes de dos copias de los estatutos de cualquier asociación. Pupitre de una clase de párvulos, propiedad de la familia Blesa ¿Qué era el Apostolado Infantil y por qué se fundó? Los miembros internos del Apostolado Infantil (las hermanas) no tenían la consideración de religiosas ya que no estaban integradas en ninguna orden; por tanto no realizaban ningún voto ante Dios. No obstante, es un hecho que estas hermanas vivían en comunidad, eran pobres y practicaban el celibato, es decir, permanecían solteras. Por lo tanto, es posible que efectuasen unos votos particulares de pobreza, castidad y obediencia, aunque no fuesen reconocidos por el Obispado y en ese sentido, la definición que más se acerca al estado de estas señoras sería el de «beata». Pero no se piense mal, pues este término no se debe de tomar en sentido peyorativo, ya que según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua una de sus acepciones de esta palabra sería: «Mujer que vive con otras en clausura o sin ella bajo cierta regla». Es decir más o menos los miembros internos de este Apostolado Infantil. Su regla, sería el Manual de la Pequeña Catequista a la que se hace referencia en su reglamento. En cualquier caso, hay que aclarar que la Iglesia Católica no reconoce de forma oficial a ninguna beata ni beaterio, ya que esa definición la reserva para aquellas personas que han sido beatificadas por el Papa y que –de momento– no es el caso que nos ocupa. La fundación del Apostolado Infantil se produce en plena dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), régimen que contaba con el apoyo casi total de la jerarquía de la Iglesia y que fomentó el crecimiento de los centros religiosos privados, como este de Linares. Otro ejemplo de este florecimiento espiritual lo tenemos también en nuestra ciudad, donde se fundan cinco nuevas cofradías penitenciales entre los años 1928-1929. Se podría definir a este Apostolado Infantil como una asamblea de piadosas señoras, y se fundó con el objetivo de cubrir una serie de necesidades de las poblaciones de Linares y Santa Elena. Esas necesidades eran las de la enseñanza gratuita del catecismo y primeras letras. Durante los primeros años del siglo XX era frecuente este tipo de asociaciones de seglares que intentaban cubrir determinadas carencias de las poblaciones en donde se radicaban, como por ejemplo pasó en Linares con el llamado «Ropero del Niño Jesús», institución dedicada a vestir a los niños pobres. Dichas asambleas solían ser bien vistas por el Obispado y, por lo general, se les autorizaban sus reglamentos o estatutos, dotándoles de personalidad jurídica. 86 Andrés Padilla Cerón La enseñanza en la escuela del Niño Jesús: «Vences la oezquerra» do hijos de obreros y también niños que estaban bajo la tutela del Auxilio Social. En esos años de posguerra y posteriores, la enseñanza que se impartía era la siguiente: En consonancia con lo expuesto en el reglamento del Apostolado Infantil, las actividades de esta obra no sólo se limitaban a la catequesis sino que también se impartían clases a niños y niñas de entre 3 y 9 años. Es decir, el equivalente al actual preescolar y los primeros cursos de la enseñanza primaria. Durante los años veinte de la pasada centuria y hasta la Guerra Civil, también desarrollaron labores de alfabetización de adultos, según un folleto denominado «Breve Noticia de la Escuela del Niño Jesús». Los alumnos que se acogían en sus aulas eran hijos de obreros de clase media-baja que de esta manera, veían cubiertas sus necesidades de educación y cultura en una época en la que la obligatoriedad de la educación primaría distaba mucho de ser efectiva. • Catequesis previa a la Primera Comunión para niños y niñas de la parroquia de San Francisco, aunque fueran a un colegio distinto al del Niño Jesús. • Dos cursos de preescolar en los que se enseñaba a leer y a escribir. • Curso equivalente al primero de primaria, que también se podía solapar con el de preescolar. • El equivalente al segundo curso de primaria, en el que se realizaba la Primera Comunión, que parecía ser la primera meta a la que se encaminaba el proceso de aprendizaje. Dicho evento tenía lugar a los siete años, edad a la que según decían los mayores ya se tenía «uso de razón». • El equivalente al tercer y cuarto curso de primaria, a partir del cual se daba por finalizada la educación impartida Al concluir la Guerra Civil, el Apostolado Infantil vuelve a ofrecer clases gratuitas a las que seguían asistien- 87 “La bicicleta de Anacleto” en el colegio del Niño Jesús. En ese momento el alumno ingresaba en la escuela primaria, pero la realidad era que muchos alumnos (sobre todo las niñas) abandonaban la escuela en este momento sin ingresar en ninguna escuela reglada, engrosando las filas de la explotación infantil. veles superiores lo tenían mucho más fácil ya que el texto que se llevaba la palma era la famosa Enciclopedia de Álvarez de la editorial Miñón (Valladolid), texto escrito por un autor de nombre infinitamente más pronunciable: Antonio Álvarez Pérez, maestro nacional de Zamora. Durante los años 40, 50 y parte de los sesenta, se practicaba la separación por sexos, sin embargo a mediados de los años sesenta y en los párvulos, los niños y las niñas empezarían a compartir las aulas. En este nivel de enseñanza se llevaba a cabo lo que se entiende por escuela unitaria, es decir alumnos de distintos cursos (sobre todo preescolar) compartiendo la misma aula. De esta manera, mientras que a los mayores se les ponía deberes en la pizarra a los niños pequeños se les tomaba la lección en la cartilla de lectura. Estos libritos tenían por nombre Nuevas Letras y había hasta cinco: desde la Primera Cartilla en la que se aprendían las vocales y el clásico «mi mama me mima» hasta los difíciles textos de la Quinta Cartilla, tales como «La Bicicleta de Anacleto», «Constantino» y otros. El autor de estas obritas era Wenceslao Ezquerra, cuyo nombre figuraba impreso en las portadas, pero para un niño que estaba aprendiendo a leer aquello era demasiado: ¿qué era eso de Wences-la-oEzquerra? Haciendo un ejercicio de elucubración, supuse que se trataba de «Vences la oezquerra», una especie de objetivo que figuraba en la portada de todas las cartillas, pero sin saber muy bien quien era esa «oezquerra» a quién se tenía que vencer. Luego me enteré de se trataba de «Wenceslao Ezquerra», su autor. Y es que cuando se tiene un nombre tan difícil lo más lógico hubiera sido escribir tratados de física cuántica en lugar de cartillas. El aprendizaje de la escritura se basaba en los famosos Cuadernillos de Rubio. Esta serie de cuadernos empezaba por el nº 1 con la escritura de palotes y terminaba en el nº 15 con la escritura inclinada «para mayores». Cada día había que hacer varias «planas» que posteriormente se entregaban al profesor para su evaluación. Estos Cuadernos de Rubio tenían el aliciente de unos dibujitos punteados que debíamos marcar y que cada vez eran más complicados. Entre estas actividades, los rosarios, la catequesis, el reparto de leche en polvo y algunas visitas de representantes de álbumes, se pasaban las horas en esta entrañable clase del Niño Jesús. ¿Cómo era la enseñanza?, pues la mejor posible, teniendo en cuenta los exiguos medios con los que contaba el Apostolado Infantil y la escasa preparación de alguna de las hermanas catequistas. Estas señoras se enfrentaban, con más entusiasmo que conocimientos de pedagogía, a la difícil tarea de enseñar y sobre todo, de dominar a la grey infantil. Es digno recordar dos estilos diferentes de impartir el magisterio: de un lado el de la entrañable y querida hermana Pérez, que a pesar de sus buenas intenciones, más de una vez se veía desbordada por el tumulto infantil. Y en el otro extremo teníamos a la hermana Padilla, rectora de la institución, que a pesar de tener un fuerte carácter, nunca dejaba de demostrar –a su manera– el cariño que sentía por sus alumnos. Afortunadamente también auxiliaban a las Sin embargo, los escolares de los ni- 88 Andrés Padilla Cerón hermanas una serie de señoras o «señoritas» como la maestra Dª Rosario y la popular Srta. Carmina, sobrina de la hermana Padilla y que encarnaba la cara amable y ye-ye de la institución. Gran parte del tiempo que se dedicaba a la enseñanza se consumía en la catequesis y otras prácticas piadosas: unas veces con el rezo del rosario y otras con relatos moralizantes que la hermana Pérez nos solía contar y que resultaban ser más amenos que las interminables letanías del rosario. Curiosamente, uno de los premios que se otorgaba al niño o niña que mejor se portaba o que ganaba algún sorteo, era el de ¡acompañar a la hermana Pérez en el rezo del rosario!, afortunadamente siempre nos quedaba la opción de mover los labios, como si de un play-back se tratase. La niña Isabelita Padilla Martos, vestida de angelito en el patio de la Escuela del Niño Jesús, en 1962 La máxima aspiración del Apostolado Infantil era la de preparar a los niños y niñas para recibir la Primera Comunión y a esta empresa dedicaban gran parte de sus esfuerzos. En este sentido hay que admitir que la estética con la que se rodeaba a este acontecimiento era admirable: había en la capilla de la calle Cervantes una pequeña imagen de la Virgen Niña a la que vestían de Primera Comunión, unas veces «de novia» y otras «de monja». El día en que tenía lugar la Primera Comunión, los niños y niñas se congregaban en la capilla de la calle Cervantes y desde allí partían en diminuta procesión llevando en andas la imagen de la Virgen Niña. La pequeña comitiva, en la que también se integraban algunos niños más pequeños vestidos de angelitos, acababa en la iglesia de San Francisco que era donde tenía lugar la misa. En este mes de mayo (el mes de María) también tenía lugar la ofrenda florar a la imagen de la Virgen Niña que estaba en la Capilla. En este sencillo acto (que rompía algo la monotonía) se cantaba el consabido «Con flores a porfía…» que todos los niños repetíamos como papagayos, sin saber quién era esa «porfía» y sin la menor intención de averiguarlo, la verdad sea dicha. La labor de los miembros internos del Apostolado Infantil (las hermanas) se completaba con el socorro a familias necesitadas de la zona, facilitando el acceso de sus hijos a la escuela y contribuyendo a que tuviesen un traje de primera comunión digno para tal ocasión. Una labor callada, impulsada por la hermana Padilla que, como rectora de la institución, organizaba toda esta obra de apostolado social. El edificio de la calle Cervantes y aquella capilla en donde vivía una tal «Porfía» El inmueble de la calle Cervantes, 19, según una nota del Registro de la Pro- 89 “La bicicleta de Anacleto” y la mesa del profesor estaba situada en una esquina. Las ventanas eran escasas (o al menos eso me parecía a mi) y el mobiliario lo constituían pupitres y sillitas con un cierto grado de modernidad. Además y para desconcierto de algunos, hay que decir que no había retrato de Franco y que nunca nos hicieron cantar el Cara al Sol ni ningún himno pseudo patriótico, lo cual es muy de agradecer. piedad, tenía 13,50 metros de línea de fachada y 25 metros de fondo, resultando una superficie total de 330 metros cuadrados. La casa se distribuía en planta baja, primer piso y buhardilla, así como un patio con varias estancias adosadas al mismo. En un Padrón de vecinos del año 1930 figuran como residentes, además de las hermanas del Apostolado Infantil, un practicante y su familia, así como un carpintero y la suya. Sin embargo, en el Padrón de 1945 ya sólo aparecen las hermanas. Por lo que se supone que esas dos familias vivirían de alquiler en la casa, cuya propiedad ostentaba la fundadora Dolores Gómez. Con el transcurso del tiempo se irían adaptando o adosando nuevas estancias a la casa-escuela, de manera que en la década de los años sesenta su distribución era la siguiente: planta baja, recibidor, despacho para la rectora, un aula para niños pequeños y la capilla que también contaba con acceso directo a la calle. Primer Piso: donde había dos aulas para niños más mayores y la cocina, así como la vivienda de las hermanas residentes. Patio: donde se ubicaban los aseos, que en vez de contar con urinarios para los niños, tenían un pequeño canalillo en donde la puntería era un factor decisivo. También había una pila de agua donde, para desesperación de las hermanas, los niños solíamos aplacar nuestra sed «bebiendo a morro». Este patio contaba con un porche en donde se abría una puerta secundaria para acceder a la capilla, junto a la cual había una pequeña escultura en piedra del Sagrado Corazón de Jesús. Al fondo del patio se disponía la guardería que se estableció en el año 1959 y sobre la que se construyó, en los últimos años de funcionamiento de la escuela, otra clase para los niños de 4 a 5 años a la que tuve ocasión de asistir. La disposición de los pupitres en esta aula era muy curiosa ya que nos sentábamos mirando al lado más largo de la misma La Capilla era de regulares dimensiones puesto que cabían holgadamente de 60 a 80 niños que nos sentábamos en bancos de iglesia corrientes. Además, contaba con un coro elevado al que se accedía desde el primer piso y que era ocupado por las niñas mayorcitas que incluso tenían que ponerse un velo para entrar a la iglesia, en un claro acto de discriminación por razón de sexo. Tenía también una pequeña sacristía en donde se alojaba la imagen de un Niño Jesús que media unos 40 cm. de alto y al que las hermanas vestían de forma similar al Niño Jesús de Praga. En este mismo lugar también estaba la imagen de una Virgen Niña. Como ya se ha dicho, la capilla tenía un acceso directo a la calle y una entrada secundaria por el patio del colegio que era por donde accedíamos cantando eso de «con flores a Porfía…», que era como parecía que se llamaba nuestra madre... aunque luego resultaba que en mitad de la canción se lo cambiaban por el de «María». El Altar Mayor tenía unos cortinajes rojos y unos candelabros dorados, ubicándose en el mismo la efigie del Cristo del Perdón. Esta imagen se sacaba, durante los años sesenta del siglo XX, en un Vía Crucis que todos los martes Santos organizaban los jóvenes de Acción Católica y que tenía su salida precisamente desde esta capilla. En la mesa del Altar Mayor y protegido por 90 Andrés Padilla Cerón Según su reglamento, se deseaba imitar «el ideal del obispo de Málaga», pero ¿quién era ese obispo y qué ideal perseguía? pues nada menos que el actual beato Manuel González García (18771940), también conocido como «Obispo del Sagrario abandonado». Este sacerdote católico llegó a ser obispo de Málaga (1920-1935) y de Palencia (19351940) y fundó varias asociaciones y congregaciones religiosas, siendo beatificado el 29 de abril de 2001 por el Papa Juan Pablo II. Todo este bagaje espiritual nos demuestra la gran visión que tuvo la fundadora, al intentar emular las acciones de un obispo que acabaría siendo beatificado. En la época en la que se fundó el Apostolado Infantil de Linares, nuestro personaje era pastor de la diócesis malagueña y al igual que en anteriores destinos, potenció las escuelas y catequesis parroquiales. una urna de cristal, estaba la figura de un Cristo Yacente que era el que antiguamente procesionaba la cofradía del Santo Entierro. Cuando el nuevo Cristo de Víctor de los Ríos llegó a la ciudad en el año 1959, se debió de pensar que éste era un buen lugar para su ubicación. Por eso pensamos que la imagen del Crucificado también tuvo que depositarse en la Capilla por ese mismo tiempo, ya que hay constancia de que entre 1951 y 1958 salían desde la misma iglesia de San Francisco. El resto de la decoración de la capilla estaba compuesta por unas pequeñas cruces griegas (de brazos iguales) adosadas a la pared y que tenían números romanos, muy del estilo post-conciliar. Un elemento singular de la capilla era la pequeña pila para el agua bendita que había a mano derecha, según se entraba por el patio. La Capilla estaba bajo la advocación del Niño Jesús y dependía directamente de la parroquia de San Francisco. Fue derribada en el año 1975 coincidiendo con la construcción de una nueva guardería. El Cristo fue trasladado a la Iglesia de San Agustín, desde donde siguió presidiendo el Vía Crucis aunque trasladado al miércoles Santo. El Cristo Yacente fue a parar a la casa de hermandad del Santo Entierro y los Ángeles que lo custodiaban al coro de San Francisco, para pasar con el transcurso del tiempo a manos de la cofradía del Nazareno. Del Niño Jesús, Sagrado Corazón y Virgen Niña, nada se supo, aunque pensamos que deben de estar en manos de algún devoto. Las primeras vocaciones con las que contó Dolores Gómez, para dedicarse como «miembros internos» al servicio del Apostolado Infantil debieron de empezar en Santa Elena. El motivo para esta suposición es que, según el Padrón de habitantes de Linares del año 1930, en la casa de la calle Cervantes seguían residiendo solamente las tres hermanas fundadoras ya citadas. No obstante, también figuran en el padrón los nombres de Carmen López Risol y María Manzano Perales de 12 y 9 años de edad y parentesco «pensionistas» que suponemos que estarían acogidas por las hermanas, aunque la de menor edad figuraba como transeúnte. Según algunos testimonios orales, una de las obligaciones de los miembros internos, era la de intentar atraer al Apostolado Infantil a, al menos, una persona y en ese sentido, se explica la presencia de estas dos menores. En los siguientes años se tiene noticia de que se incorporaron a la obra las hermanas Carmen Pérez y Antonia Ruf. Por otra parte, no debieron El apostolado infantil hasta la Guerra Civil. Los primeros años de este Apostolado Infantil se caracterizaron por la entusiasta dedicación de su fundadora Dolores Gómez Muñoz y también por los abundantes frutos que recogieron. 91 “La bicicleta de Anacleto” (Jaén)…». Aunque por el propio título ya se puede intuir la ideología de este cronista circunstancial, lo cierto es que en el contenido de su diario, se puede apreciar cierto grado de objetividad. Si consultamos las citadas Impresiones… de Manuel Mañas Parejo, descubrimos esta referencia al Apostolado Infantil: de faltar las ayudas de los protectores y bienhechores ya que en una lista de esos mismos años se pueden contar hasta 31 nombres entre señoras (suponemos que protectoras) y señoritas que creemos que colaboraban con el apostolado. La labor a la que se dedicó el Apostolado Infantil en aquellos años, era la de enseñanza del catecismo y primeras letras, tanto a niñas como a niños, a juzgar por las grandes listas de alumnos de ambos sexos que se han podido conservar. SABADO DIA 25 [de Julio]: después registran en la calle Cervantes en casa de unas Señoras Catequistas y con las imágenes, libros, etc., etc., que allí encuentran, hacen otra hoguera en medio de la calle. Al estallar la Guerra Civil, tampoco se respetaría esta noble institución, que fue asaltada por los supuestos defensores del pueblo y la cultura. El resultado fue que destruyeron uno de los pocos lugares de Linares en donde se ofrecía enseñanza gratuita y de calidad para el pueblo; ese a quien decían representar y defender. El primer testimonio que nos habla de esta tropelía es la «Causa General Instruida por el Ministerio Fiscal sobre la dominación roja en España» en cuya pieza correspondiente a Linares encontramos un documento denominado: «Estado nº 3: relación de tormentos, torturas,… destrucciones de iglesias… ». En dicho documento aparece esta escueta reseña: «Asalto a la capilla del Niño Jesús…». La fecha de este acto no la detalla, solo indica que fue en agosto de 1936. No se tiene noticia de que las hermanas fueran molestadas y es posible que durante la Guerra Civil siguiesen residiendo en sus casas de Linares y Santa Elena. En esos lugares seguirían con sus piadosas prácticas, aunque suponemos que en secreto, como lo demuestra este poema compuesto por la misma fundadora el 8 de diciembre de 1938 (día de la Inmaculada Concepción) y del que reproducimos algunos fragmentos: El Corazón de Jesús ha de ser nuestra morada y la puerta para entrar nuestra Madre Inmaculada … Ardan siempre nuestras almas en celo del Santo Padre y seamos pequeñitas para que todos se salven … Todo lo alcance María por su Pura Concepción ya que ella es Reina… de los Cielos y de nuestra institución A.M.D.G. Más concreta es otra fuente de incuestionable fiabilidad: la crónica de Manuel Mañas Parejo, director de la sucursal del Banco Hispano Americano en la ciudad. Este testigo involuntario se dedicó a escribir, entre el 17 de julio y el 6 de noviembre de 1936, una completa crónica, en forma de diario, que tituló: «Impresiones relacionadas con el movimiento militar que estalló en España el día 18 de Julio de 1936 relatado por una persona que le sorprendió este glorioso movimiento en la ciudad de Linares El Apostolado Infantil entre la Posguerra y su desaparición. Tras la Guerra Civil, la institución entró en un franco periodo de penurias debido a la disminución de ingresos y a la escasez de vocaciones. España había 92 Andrés Padilla Cerón las dos habitaciones» (10-12-1939), lo que da idea de lo cruda que debió ser la posguerra. quedado destrozada por una Guerra fratricida y había muchas necesidades que atender, de manera que los antiguos bienhechores no podían o no querían seguir prestando el apoyo que antaño le otorgaban. Sin embargo, resulta paradójico que en este periodo sea cuando el Apostolado infantil cuenta con un mayor número de miembros, aunque no los suficientes como para garantizar su continuidad. Según el Padrón de vecinos de Linares del año 1945, las vecinas de la casa de la calle Cervantes eran: la hermana Dolores Gómez (fundadora) las veteranas hermanas Padilla, Argüelles y Sánchez así como las que se habían incorporado en los últimos años, hermanas Pérez y Ruf. Es decir, un total de seis miembros internos (más las que podían residir en Santa Elena) y cuya profesión según el Padrón era la de «apostolado». A estas señoras habría que añadir a Ana Serrano, viuda de 72 años y Antonia Choclán de 16 años, nieta de la anterior. Estas dos personas estaban acogidas en la casa y la muchacha estaba bajo la tutela de la hermana Padilla. Se cuenta que Antonia abandonó la casa cuando contrajo matrimonio. Pero a pesar de todas estas dificultades, las «pequeñas catequistas» seguían desarrollando su labor gracias a que todavía contaban con la ayuda de algunos bienhechores como un tal D. José Ginés y familia a quien la fundadora se refiere en varias cartas y que continuamente les estaba enviando dinero y pertrechos. A estos auxilios se unían algunas ayudas del Ayuntamiento de Linares, según un Oficio de julio de 1944 por el cual se le reclamaba al Apostolado Infantil una póliza de 1,50 pesetas para seguir tramitando una subvención, que esperamos que se concediese. No se quedaba atrás el Ayuntamiento de Santa Elena, que también otorgó alguna subvención y al que Dolores Gómez se dirigió para solicitar que se acelerase el pago de la misma, según una carta de junio de 1948 en el que aparece este tierno pasaje: Suplica: Tengan a bien activar y aumentar la valiosa cooperación de Vds. que debe de ayudar a tantas almas necesitadas que frecuentan esta casa de todos «San José» y a nuestros pobres medios y buena voluntad… Espera agradecida y afma. la más pequeña. (Sic) Pero a pesar de este pequeño repunte vocacional, lo cierto es que las primeras «hermanas» se estaban haciendo mayores y la necesaria renovación no terminaba de llegar, a pesar del empeño de las mismas por acoger a futuras aspirantes. Esta delicada situación se pone de manifiesto en la gran cantidad de correspondencia que se ha podido localizar correspondiente al periodo 19391948. Casi todas las cartas están redactas por la fundadora y en ellas se quejaba, entre otras cosas, de que en la casa de Linares «solo podemos comer caliente al medio día, guisando con tablas y palos…» (21-07-1942) mientras que en otra carta recomendaba para la casa de Santa Elena lo siguiente: «basta una bombilla en el hueco que no tiene puerta y sirve a Pero las ayudas no debían de ser las suficientes, como reconoce la fundadora en varias cartas en las que también informa a sus hermanas de que esperaba que Dios resolviera «en Jaén y en Madrid grandes tribulaciones…» (04-081942) y a los pocos meses confiesa en otra carta: «aquí [en Linares] seguimos con mil apuros, pendientes de este asunto y los demás». ¿Qué tribulación y que asunto sería ese?, probablemente la falta de recursos y la previsible falta de vocaciones, lo que llevaría a la fundadora a emprender varias gestiones, que demuestran que no era una mujer pusilánime. Como consecuencia de todo esto, la fundadora entregó al Obispado de Jaén todos los haberes del Apos- 93 “La bicicleta de Anacleto” nal: una Directora que prestaba sus servicios de forma desinteresada, dos cuidadoras remuneradas y una puericultora con prestación de servicios gratuitos. Los servicios que proporcionaba esta guardería se hacían de forma altruísta, por lo que los medios económicos para su sostenimiento venían de donaciones particulares o de instituciones que en los primeros años de funcionamiento resultaban suficientes. tolado Infantil el día 5 de noviembre de 1945, según figura en la cubierta de un cuaderno de cuentas. Esta medida se completó con la cesión al mismo Obispado del edificio de la Calle Cervantes, 19 de Linares y del que era propietaria la fundadora. Dicha transmisión se consumó mediante escritura de fecha 26 de septiembre de 1945. No obstante en una nota simple del registro de la propiedad de Linares (fechada el 05-12-1974) lo que aparece es que la finca se adquirió por compra a Dª Dolores Gómez Muñoz, es decir, que el Obispado debió de desembolsar alguna cantidad de dinero que serviría para mitigar la preocupante situación del apostolado. Desconocemos los pormenores de esta operación, pero su consecuencia es que el edificio pasó a poder del Obispado, aunque el Apostolado Infantil tenía la obligación de mantener el inmueble y correr con los gastos corrientes del mismo. Durante los años sesenta del pasado siglo prosiguió la actividad del Apostolado Infantil en esta doble vertiente, es decir, en el de la enseñanza de niños y niñas hasta los 8-9 años y en el de la guardería. Sin embargo, el relevo generacional ya no llegaría en esta época porque, según el Padrón de vecinos del año 1965, en ese tiempo ya solo residían en la casa de la calle Cervantes las hermanas Padilla, Ruf y Pérez, puesto que la fundadora habría fallecido hacía algunos años. Suponemos que las hermanas Argüelles y Sánchez también habrían fallecido (habían nacido en 1891 y 1894) o se encontraban en la casa de Santa Elena, en el caso de que aún siguiese funcionando. Así las cosas, en el año 1959 empezó a funcionar una Guardería infantil en la misma casa de la calle Cervantes de Linares, dirigida por mujeres de Acción Católica y bajo el nombre de «Virgen de Linarejos». La fundación de esta guardería (pionera de las de su clase en Linares) estuvo determinada por la imperiosa necesidad social de asistir a los niños menores de seis años, cuyas madres no podían atender por estar trabajando en la industria o en el campo. El Plan Jaén estaba comenzando a dar sus frutos en Linares, con la fundación de varias empresas entre la que se encontraba la Fábrica de Envases «Oleometalgráfica del Sur» que empleó a muchas mujeres. De igual modo, había muchos mineros que se habían jubilado por enfermedades profesionales (silicosis) y sus hijos también necesitaban idénticas prestaciones. El número de niños y niñas que asistían a esta guardería oscilaba entre los 30 y los 50, estando atendidos por el siguiente perso- Pero al iniciarse la década de los años setenta, la situación se empezó a tornar preocupante, como lo pone de manifiesto una carta de fecha 31-05-1974 que la entonces rectora de la institución (la hermana Juana Padilla Vadillo) dirige al Obispado de Jaén. En dicha misiva hace una detallada historia de la obra del Apostolado Infantil y en referencia a la casa de la calle Cervantes, viene a decir que el «vetusto edificio no sólo no reúne las condiciones, sino que además…, se encuentra el inmueble en estado de ruina incipiente». En consecuencia, se indica que en el año 1973 se había redactado un proyecto para hacer un edificio de nueva planta con capacidad para 100 niños para Casa Cuna y Jardín 94 Andrés Padilla Cerón obra y la gratuidad de los servicios que se prestaban. de Infancia, con el objetivo – según la hermana Padilla – de ampliar y adecuar los servicios de la obra de Apostolado y Guardería. Es de-cir, que también se tenía la intención de seguir con las clases de alfabetización a niños y niñas Las obras se valoraban en 3.469.266 pesetas, importe casi im-posible de sufragar por la institución, por lo tanto se solicitaba del Obispado que cediese el solar del edificio de la calle Cervantes en favor de la Obra Social de la Caja de ahorros de Ronda que estaba interesada en ejecutar los obras. Sin embargo, el desarrollo pos-terior de los hechos nos confirma que la Caja de Ahorros de Ronda se desdijo de sus primitivas intenciones, recayendo otra vez en manos del Apostolado Infantil la carga de esta difícil empresa. La escuela del Niño Jesús desapareció por los años 1970-71 y durante un tiempo parece que se estuvieron impartiendo las clases en los nuevos salones parroquiales de la iglesia de San Francisco, para terminar desapareciendo por completo alrededor del año 1975. Durante varios años siguió funcionando la «Guardería laboral infantil Virgen de Linarejos» dependiendo de la parroquia del San Francisco y atendida por las hermanas de la congregación religiosas «Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada». Sin embargo, al finalizar el curso escolar 2000-2001, las religiosas abandonan el edificio, que fue vendido y posteriormente derribado para construir un bloque de pisos en cuyos bajos se ubica actualmente un restaurante chino. Es curioso constatar que una de las condiciones para la concesión de la subvención era que el edificio debía de destinarse a guardería durante 30 años como mínimo, sin embargo se produjo un clamoroso incumplimiento ya que la guardería prestó servicios durante solo 24 años La nueva guardería y el fin del Niño Jesús Tras la espantada de la caja de Ahorros de Ronda, le tocó asumir la construcción de la nueva guardería a la directora de la misma (María Dolores de la Parra Sánchez), así como a la parroquia de San Francisco. Con el incremento de los costes de construcción, el presupuesto de la obra se había elevado hasta los cinco millones y medio de pesetas. En consecuencia, en mayo de 1975 se solicita una subvención por la mitad de ese importe a la antigua a la Dirección General de Asistencia Social que, tras muchos trámites, fue concedida en octubre de ese año. Las obras comenzaron a principios de 1976 y debieron de concluir en el año 1977. La diferencia entre el coste real y la subvención se cubrió a base de cuestaciones y donativos. No obstante, sospechamos que el presupuesto de la obra se debió de «engordar» un poco a fin de conseguir la máxima subvención, cosa disculpable dada la labor social de la 95