TITULO: TRASTORNOS DEL COMPORTAMIENTO. EVALUACION, TRATAMIENTO E INTERVENCION EDUCATIVA. NOMBRE Y APELLIDOS: JOSE JULIO REDONDO RODELAS D.N.I.: 50724964-M ETAPA: EDUCACION SECUNDARIA OBLIGATORIA INTRODUCCION Los problemas de comportamiento constituyen un término de difícil conceptualización, que comprende un conjunto amplio de manifestaciones y que requieren la puesta en marcha desde el centro de un despliegue de medidas con el fin de evitar consecuencias negativas, tanto en el desarrollo del alumno como para sus compañeros y el propio equipo docente. Actualmente, existen diversas alternativas de intervención, cuya elección depende de la visión desde la cual se realice la acción educativa y orientadora. En el presente artículo, analizaremos estos trastornos desde el punto de vista de su conceptualización y causas, para pasar a revisar posteriormente diferentes estrategias y modelos de intervención. DELIMITACION CONCEPTUAL Debido a la variedad de criterios para evaluar la conducta (ideal, frecuencia, adaptación…), existen grandes dificultades para llegar a un acuerdo sobre la conceptualización de estos problemas. Esta situación es debida dos razones: - En primer lugar, la amplitud del termino, ya que la identificación del comportamiento con manifestación externa llevaría a considerar como trastorno de comportamiento toda la psicopatología infantil. - Un segundo motivo, lo constituyen los problemas para diferenciar lo normal de lo patológico, debido por una parte a la relativización de lo patológico, ya que las manifestaciones conductuales de estos trastornos no son patológicas sino que resultan adecuadas en determinados momentos y se consideran problemáticos cuando persisten más allá de los momentos en los que cumplen una funciona adaptativa. Por otra parte, otro aspecto a considerar es la referencia social, implicada en la definición del trastorno, así siguiendo al DSM-IV-R, se definen como un patrón persistente y repetitivo de conducta que destaca la violación de los derechos de los demás. Las dificultades surgen de la subjetividad y carácter situacional de los criterios que a su vez, dependen de la tolerancia o exigencia de los que conviven con el alumno. Podemos establecer por tanto, siguiendo a Brioso, A. y Sarriá, E. (1991), tres criterios que permiten la caracterización de estos trastornos: - Una referencia social, que implica la violación o no adquisición de normas sociales que deberán haber sido adquiridas por el sujeto. - En segundo lugar, suponen la manifestación externa de un trastorno más global de la personalidad o de su relación con el entorno. - Por último, se vincula con las consecuencias negativas para el desarrollo global, afectando a aspectos como el aprendizaje, la adaptación social o desarrollo afectivo. Llegados a este punto, de acuerdo con Brioso, A.; y Sarriá, E. (1991), definimos las alteraciones de conducta como aquellas conductas que afectan a la relación del sujeto con su entorno o interfieren negativamente en su desarrollo, se constituyen en síntomas pero no se organizan en forma de síndrome o lo hacen en combinaciones muy limitadas, y no son manifestaciones patológicas en si mismas, sino que su carácter patológico vienen dado por su persistencia mas allá de las edades en las que tiene un papel adaptativo. CLASIFICACION Desde un punto de vista clínico, el DSM-IV-R incluye las alteraciones del comportamiento en la categoría de trastornos por déficit de atención y comportamiento perturbador diferenciado: - Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, tipo combinado. - Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, con predominio del déficit de atención. - Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, tipo predominio hiperactivo-impulsivo. - Trastorno por déficit de atención con hiperactividad no especificado. - Trastorno disocial. - Negativismo desafiante - Trastorno del comportamiento perturbador no especificado. Por otra parte, desde una perspectiva más cercana a la realidad educativa, nos parece adecuado diferenciar entre conductas inadaptadas por exceso o por defecto (Triana Torres, 1999), así como incluir el fenómeno de maltrato entre iguales, debido a que constituye una problemática relevante en la situación actual. Las primeras, conductas inadaptadas por exceso, se refieren a comportamientos agresivos hacia los iguales y adultos. Estos pueden ser físicos (escupir, tirar del pelo, pegar..) o verbales (insultar, amenazar, burlarse…), y pueden destinarse hacia si mismo (autolesionarse, descuido de la imagen física…); hacia el medio (hurtos, destruir objetos…) o hacia compañeros (empujar, golpear o quitarles cosas). En el caso de las conductas indaptadas por defecto, estos comportamientos se relacionan con aspectos como la pasividad social o al retraimiento, de forma que el alumno no da respuestas suficientes a las demandas de interacción con sus compañeros o adultos. En este caso, los alumnos no muestras problemas de disciplina o desobediencia por lo que pasan más desapercibidos para el profesor, sin embargo, estos muestran una falta de asertividad que les incapacita para defender sus propios derechos y opiniones, y no realizan demandas sociales a sus compañeros evitando los conflictos y manifestando actitudes conformistas. Finamente, decimos que existe maltrato entre iguales (Ortega, 1998) cuando un alumno sufre de forma repetida y durante un tiempo prolongado, acciones tales como insultos, rechazo social, intimidación psicológica y/o agresividad física por parte de algún compañero. Para que hablemos de maltrato entre escolares deben de concurrir dos condiciones: primero, que exista una relación dominio-sumisión; y en segundo lugar, que las agresiones se produzcan durante un tiempo prolongado y de manera reiterada. ETIOLOGIA DE LAS ALTERACIONES DEL COMPORTAMIENTO Actualmente, se asume una perspectiva interactiva en la explicación causal de estos trastornos, considerando los diferentes agentes y contextos de intervención. Con respecto al déficit de atención con hiperactividad, se han tenido en cuenta diversidad de propuestas en cuanto a los factores causales (desesctructuración ambiental, temperamento, disfunción cerebral mínima…), aunque las explicaciones procedentes de los últimos trabajos tienden a atribuir el problema en mayor medida a factores biológicos. En el caso de la conducta social y el negativismo desafiante, también han surgido explicaciones a diferentes niveles. Así, en un primer grupo, encontramos factores individuales (fisiológicos, genéticos, neuroquímicos, neuroanatómicos, neuropsicológicos y caracteriológicos). Una segunda alternativa enfatiza la importancia de factores familiares. En esta línea, se han señalado variables como la desorganización del medio familiar, agresiones físicas entre los padres, discordia, agresiones y déficits emocionales del niño como circunstancias que resultan más frecuentes entre los jóvenes con conducta asocial. Puede concluirse que las experiencias negativas que el niño tiene durante la infancia condicionan el momento de aparición de estas conductas, las circunstancias en que se dan, y la frecuencia con que se presentan. Si embargo, es bastante probable que determinados factores individuales del niño, tanto cognitivos como emocionales, estén también implicados en el tipo de interacción que se establece y, en último termino, en la génesis de la violencia en el medio familiar. Finalmente, se han propuesto factores sociales y en este sentido, aunque se han observado altas tasas de incidencia en concurrencia con factores como el tamaño familiar, una pobre supervisión o enfermedad mental o física asociada, también se han propuesto otras variables como por ejemplo, la exposición a la televisión como factor que predispone a los comportamientos agresivos. En el caso de las conductas inadaptadas por exceso, intervienen también diferentes factores. Entre las variables personales, destaca la ausencia de repertorios de conducta alternativos a la agresión o, aún teniéndolas, su puesta en práctica es escasa al resultar menos eficaz para alcanzar los fines debido a una mayor impulsividad y pobreza de las estrategias alternativas. En cuanto a las variables famiIiares, destacamos la ausencia de modelos en el hogar adecuados en cuánto a la resolución de problemas interpersonales, tensiones en la familia o pautas de crianza inadecuados (control bajo, responsividad baja..) o contradicción entre los valores familiares y los promulgados por la institución escolar. Otro conjunto de variables son las sociales, especialmente la calidad de las relaciones con los iguales en cuanto al grado de aceptación y la disposición de modelos de conductas agresivas entre los compañeros. Por último, en el contexto escolar, además de la influencia de los iguales, puede jugar un papel importante las dificultades de aprendizaje del alumno y la inadecuación de una respuesta de la institución escolar puede conllevar unas bajas expectativas sobre el rendimiento, relaciones conflictivas con el profesor y en definitiva, un trato diferencial que genere actitudes negativas hacia la escuela o los compañeros que de lugar a conductas agresivas. En el caso de la inadaptación social por defecto, este tipo de comportamiento, al igual que los anteriores, no puede explicarse sin recurrir a la interacción del alumno con su entorno. En primer lugar, señalamos características temperamentales innatas que predisponen hacia la introversión o la extroversión y que son mediatizadas por las influencias ambientales. Otro aspecto personal se refiere a la autoestima, que genera inseguridad sobre las propias habilidades interpersonales. Por lo que respecta a factores familiares, encontramos fundamental las pautas de crianza para el desarrollo del niño. En este sentido, una falta de comunicación, no proporcionarle responsabilidades, o no enseñarle las normas de convivencia, resultan factores determinantes en este tipo de conductas. Por último, tenemos variables referentes al contexto escolar y las relaciones del alumno con el maestro e iguales. Así, cualquier conflicto que pueda suscitarse puede favorecer estas conductas estando presentes dos variables: la motivación hacia la participación en actividades escolares, y el propio rendimiento académico. TRATAMIENTO E INTERVENCION EDUCATIVA La intervención ante estos problemas supone un proceso complejo, debido a la variedad de factores que, como hemos visto, inciden en los mismos. Al tratar esta cuestión debemos de tener en cuenta tres dimensiones: - El tipo de problema, según la clasificación anteriormente citada. - Los diferentes niveles de intervención, diferenciando entre individual o grupal - Los diferentes modelos de intervención, según este aspecto, existen diferentes alternativas en función del paradigma o modelo que se tome como referencia. EVALUACION DE LOS PROBLEMAS DE CONDUCTA El punto de partida para la evaluación de estos problemas es la observación sistemática de la conducta del alumno. También resulta de gran valor la recogida de datos sobre el ambiente y desarrollo del alumno. La observación del comportamiento debe de ser detallada y con unas categorías muy bien definidas y operacionalizadas. Tampoco debemos olvidar la recogida de datos fisiológicos y el resultado de pruebas psicológicas. complementar Existen la además información instrumentos recogida estandarizados mediante otras que técnicas. vienen Estas a son principalmente: - Escalas generales de estimación del comportamiento. Ofrecen una visión de la conducta tal y como es percibida por personas significativas con las que interactúa. Proporcionan información cualitativa y tienen un carácter informativo. Entre ellas tenemos la Escala de Problemas de Conducta (Navarro, Peiró, Llacer y Silva, 1993); o el Inventario de Problemas en la Escuela (Miranda, Llacer, Peiró; Mc Shall y Silva, 1993). - Observación destacamos de competencias sociales Entre estos instrumentos la observación directa en situaciones naturales o simuladas y los cuestionarios - Evaluación de la personalidad y ajuste emocional. Constituyen instrumentos de autoinforme que proporcionan información sobre diferentes aspectos (autoconcepto, ansiedad, estilo atribucional…). Entre ellos tenemos: la escala de atribuciones internas (Crandall y Katkotsky, 1965); cuestionario de competencias percibida; cuesitionario de autoevaluación ansiedad-rasgo en niños de Spelberg, Edwards y Coshem; Monotri y Platzek, 1990). INTERVENCION EN PROBLEMAS DE DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD. La selección de las técnicas y la elaboración de programas ha de llevarse a cabo desde una perspectiva comprensiva global tomando como punto de partida la realidad contextual y los recursos disponibles. En cualquier caso, ha de adoptarse un enfoque sistémico, no pudiendo olvidar la coordinación e implicaciones de la familia enmarcada en tres coordenadas: - Potenciar el conocimiento de los padres sobre el problema. - Proporcionar información sobre el problema y las estrategias para abordarlo. - Articular mejoras en el ambiente familiar que favorezcan la capacidad de adaptación del alumno. - Por último, es adecuado promover la metacognición de los niños sobre el problema y favorecer la aceptación de sus potencialidades y debilidades mejorando el control sobre si mismo. PROGRAMAS DE INTERVENCIÓN Los hallazgos mas recientes están poniendo de manifiesto las intervenciones efectivas en clase, aunque los profesores no suelen estar preparados para hacer frente a los problemas de conducta y reaccionan de forma inadecuada ante estas manifestaciones. Por otra parte, los programas de intervención pueden adoptar fórmulas diversas: Desde un modelo conductista se enfatiza el papel de los adultos en el control del proceso de socialización por lo que los programas se dirigen a manipular los estímulos antecedentes y consecuentes asociados a las metas sociales. Por su parte, el modelo cognitivo asigna al niño un rol activo y los programas se orientan hacia la regulación de su propio comportamiento. Según el modelo sociohistórico, se considera que el desarrollo social y personal ocurre durante la participación del alumno en una comunidad de aprendices, por lo que el objetivo es la creación de un clima de colaboración y participación en el que los niños asuman responsabilidades. INTERVENCION Y TRATAMIENTO DESDE LA PERSPECTIVA CONDUCTUAL Estos programas parten de la asunción de que la conducta está determinada por las contingencias ambientales que facilitan la adquisición por parte del niño de un repertorio de comportamientos que contribuyen a su éxito académico y social. Entre las técnicas de modificación de conducta encontramos: Aquellas dirigidas a incrementar las conductas positivas, fundamentalmente el refuerzo positivo, entre los cuales las alabanzas y otras formas de atención se configuran como instrumentos básicos del profesor para afrontar problemas de conducta. Sin embargo, la motivación del alumno con problemas de conducta requiere algo más que elogios, siendo los programas de econcomía de fichas una alternativa eficaz si se aplican de forma sistemática y coherente. Por otra parte, tenemos estrategias para controlar comportamientos inadecuados puesto que en ocasiones, para eliminar las conductas perturbadoras o agresivas, se debe de combinar el refuerzo de conductas incompatibles con técnicas como retirada de atención, tiempo fuera, o costo de respuesta que no dañan la autoestima del niño siempre que la persona productora de consecuencias satisfactorias tenga una relación afectuosa con el educando. Por último, en la línea del aprendizaje por observación, se enfatiza la enseñanza de habilidades sociales, cuya adquisición debe de partir de una evaluación inicial sobre las mismas. Para su enseñanza, seguiremos los siguientes pasos: modelado o presentación de la habilidad social que pretendemos enseñar, moldeamiento o práctica reforzando aquello que el alumno va consiguiendo con el ensayo; retroalimentación sobre la ejecución, modificando aquellos aspectos que practica erróneamente; práctica o generalización de la habilidad en situaciones cotidianas; exposición de la experiencia por parte del alumno. INTERVENCION Y TRATAMIENTO DESDE LA PERSPECTIVA COGNITIVA Desde este enfoque, se pretende mejorar la capacidad del alumno para controlar su conducta, observar su comportamiento, y evaluarlo en relación a las reglas de funcionamiento y captar sus resultados o consecuencias. Algunas de las técnicas más relevantes en esta línea son: - Autoinstrucciones. Consiste en tratar de que el alumno controle su propio comportamiento. Para ello se sigue la siguiente secuencia: el educador proporciona instrucciones; el alumno imita las instrucciones y se las proporciona de modo encubierto; y por último generaliza el tratamiento de autoinstrucción concreta a autoinstrucción conceptual. - Técnica de Inoculación de Estrés. El objetivo es manejar situaciones problemáticas disminuyendo el estrés y la agresividad. Su aplicación supone actuar de acuerdo con el siguiente procedimiento: identificación de la conducta problemática; discriminación de de conductas-problema; y entrenamiento en habilidades alternativas - Entrenamiento en solución de problemas. Supone la enseñanza de una serie de habilidades que ayudan a identificar los componentes de un problema, generar estrategias que faciliten su resolución, explorar alternativas de respuesta y sus consecuencias, y planificar los pasos a seguir para lograr la meta. Todo ello en cuatro fases: reconocimiento e identificación del problema; análisis del problema, mediante la instrucción y el diálogo las razones que inciden en el problema; fomentar soluciones alternativas y valorar consecuencias; y pensamientos medios-fines. De esta forma, mediante juegos de roles, modelado o instrucción directa, los niños adquieren habilidades como cooperar, obedecer, expresar sentimientos…). INTERVENCION Y TRATAMIENTO DESDE EL MODELO SOCIOHISTORICO Esta perspectiva parte de la base de que la comprensión que los niños tienen de los estados mentales de otras personas constituyen la base para predecir y explicar el mundo social. Desde este modelo, se tiene en cuenta la estructuración de las relaciones en el contexto del aula para el desarrollo de competencias sociales y la consolidación de habilidades se considera en función del contexto en el que aparecen las conductas. De ahí que las estrategias empleadas implican la integración de los compañeros de riesgo en grupos que mantienen creencias y conductas prosociales, generando interdependencia entre compañeros con problemas de conducta y aquellos que no los presentan para reducir el rechazo social. Entre éstas técnicas encontramos: Aprendizaje cooperativo. Se trata de formar grupos heterogéneos que trabajan para conseguir una meta común de forma interdependiente. El profesor tiene como papel promover el contacto entre alumnos ofreciendo modelos a imitar y favorecer el desarrollo de nuevos roles fomentando la adquisición de habilidades de comunicación, la capacidad para ponerse en el punto de vista del otro y habilidades para el trabajo grupal. Resolución de conflictos en grupo. El objetivo es desarrollar habilidades constructivas para resolver conflictos en grupo mediante la aplicación de estructuras de aprendizaje cooperativo desarrollando un tipo de interacción que incrementa la capacidad para ponerse en el punto de vista del otro y contrastar opiniones. Esta técnica permite desarrollar la habilidad de negociación, capacita a los alumnos para aplicar este procedimiento a conflictos que surgen en contextos diferentes y mejora el clima de escolar, y la comunicación interpersonal. Tutoría de pares. En este caso, los dos alumnos trabajan juntos en una actividad proporcionándose ayuda mútua, instrucción y feedback sobre la ejecución mientras el profesor controla la conducta de las parejas y proporciona la ayuda necesaria. Resulta muy eficaz en alumnos con problemas de conducta y desatención. Uno de los programas basados en esta técnica es el ADHAD de Kit, Mc Neil y Bahl (1988) en el que se introduce a los compañeros como figuras relevantes en la intervención con dos objetivos: la mejora de la ejecución académica y el funcionamiento social. Los niños trabajan juntos para conseguir un buen clima de clase y cada grupo tiene un líder diferente cada día, que se responsabiliza de motivar al grupo para que siga las reglas y tiene el privilegio de utilizar una señal de aviso cuando un miembro se comporta de forma disruptiva. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS. - Marchesi, A., Coll, C. y Palacios, J. (1991). Desarrollo Psicológico y Educación. VOL III. Necesidades educativas especiales y aprendizaje escolar. Madrid. Ed. Alianza. - Monján Casares, (2000). Programa de enseñanza de habilidades de interacción social (PEHIS). - Ortega Ruiz, R. (1998). Programa Educativo de Prevención de Maltrato entre compañeros y compañeras. Consejería de Educación y Ciencia. Junta de Andalucía. - Triana Torres, Mª V.; de la Morena, Mª L. y Muñoz Sánchez, A. (1999). Relaciones sociales prevención de la inadaptación social y escolar. Archidona. Málaga. Ed. Algibe