B uenos días/tardes/noches. Espero que todos esté bien por allá donde lean esto. Este correo es para pedirles que me tomen en cuenta para asistir a la Escuelita zapatista en alguna de las dos próximas fechas. Yo sé que los lugares están muy peleados y que ya leyeron/están leyendo/van a leer montones de correos como éste provenientes de todo el mundo y todos los mundos y seguramente l@s compañer@s que los mandan tendrán muy buenos motivos y razones para querer acudir, pero quisiera contarles los míos también para que ya ustedes vean si alcanzo lugar o no. Yo estudié ciencias políticas con la idea de aprender para mejorar el funcionamiento del gobierno porque, si para algo no es necesario estudiar, es para darse cuenta que en el mundo los gobiernos no funcionan como deberían y no cumplen con sus obligaciones de garantizar trabajo, salud, hogar, libertad y justicia a la población. Yo estaba seguro que mas de uno habría llegado más o menos a la misma conclusión y que los grupos iban a estar llenos de compañer@s dispuestos a aportar su granito de arena para construir un mundo mejor, pero la vida te da sorpresas y acabó resultando que no era así el asunto. Las razones para entrar a la carrera eran de lo más diversas: había quien ya tenía asegurada su "palanca" o su "contacto" dentro de algún partido o gobierno o asociación o lo que fuera y sólo "necesitaban el papelito", o sea el título para empezar a trabajar. Había quienes querían ocupar un cargo de elección popular, unos para tratar de hacer bien las cosas y otros, más bien, para tener harta lana, codearse con "la alta", jugar chueco y colocar a sus parientes y amigos en la nómina. Unos pocos no querían seguir estudiando o querían estudiar pero otra cosa y estaban ahí, en ciencias políticas, porque sus papás les habían exigido "un título de verdad" (y la verdad es que nunca entendí bien que querían decir con eso). Y buscando bien, sí hubo un grupo pequeño de compañeros y compañeras que también apuntaban alto en esto de cambiar el mundo, y felizmente varios de sus esfuerzos han ido dando resultado. Pero si conocer al resto de los estudiantes fue un poco frustrante, el cuerpo docente, es decir los profesores y profesoras, en algún punto, fue decepcionante. Varios (no todos ni la mayoría, aunque casi) decían que estaba bien ser rebelde "ahora que están jóvenes" pero insitían en que eventualmente nos alinearíamos y tendríamos una vida "normal" y capitalista como la que siempre nos han dicho que debemos querer. "El sistema te absorberá mientras tratas de cambiarlo" era una de las frases más escuchadas y lo peor es que es posible constatar que en algunos casos de verdad pasa así. Nos enseñaron a cometer los mismos errores que se vienen cometiendo desde hace mucho, pero eso sí, con calidad y apegados a derecho. Nos enseñaron que las grandes autoridades teóricas ya explicaron, más allá de cualquier duda, que las cosas son así y así van a seguir, y que las personas somos ahora insignificantes ante las instituciones, los partidos, los gobiernos, los bancos... Pero como no hay noche sin día había también mastros y maestras que nos enseñaron a pensar por cuenta propia, a no creer todo lo que nos llega sólo porque quien lo dice tiene títulos de universidades extranjeras o una banda tricolor sobre el pecho o suficiente dinero para vivir varias vidas sin trabajar. "La construcción colectiva del conocimiento" como llama a sus clases el profesor Rodolfo, uno de los mejores académicos de la UNAM, no se trata de llegar y aprender de memoria eso que nos dice la persona que está frente al grupo, sino de que cada quien aporte sus ideas, lo que ya sabe, sus dudas y experiencias para tratar de entender no una realidad chiquita y cuadrada como la que nos ofrecen desde arriba, sino más bien la real realidad, esa que formamos todos y todas desde nuestras perspectivas. Otros nos recordaron que "ciencia" implica conocer y comprender para transformar, por lo que entender todos los problemas del mundo y no hacer nada para cambiarlos, aceptarlos de brazos cruzados porque "así funciona el mundo" equivale a vivir en la peor ignorancia, porque se ignora también la lucha y el sufrimiento de otros seres humanos. Y entonces aparecen l@s zapatistas invitándonos a su escuelita, y dicen que en esta escuelita van a enseñar que sí es posible hacer las cosas de otro modo, aprender de otra forma y para otros fines, nos van a enseñar cómo ha sido su lucha y me parece que eso es algo realmente importante de saber; porque en el último rincón del país los más pequeños le hicieron frente a la Máquina, a aquellos que insisten en que sin su presencia no hay nada y que mucho menos puede ser posible que unos indios mugrosos sean capaces de sobrevivir sin la ayuda de sus programas sociales y políticas públicas. Y ahora hasta nos invitan a ver que sí es cierto, que no se necesita a los gobiernos de siempre para vivir y menos aún para vivir dignamente. Me acuerdo que yo al EZLN no lo conocí por un comunicado, una declaración o en las noticias. Cuando era yo un niño, un día llegó a mi casa un libro llamado "Cuentos para una soledad desvelada" que son cuentos escritos por el Sub Marcos, y aunque ya no recuerdo bien todos los cuentos (me resultaba algo difícil entender a esa edad la literatura del sup, que parece carretera de Oaxaca de tantas vueltas que da) me acuerdo de la moraleja de mi favorito, el cuento del Caballo Bayo, que era bayo como los frijoles bayos y para evitar que sus dueños se lo comieran escapó hacia otro cuento. Pues algo así pasa con nosotros: la historia que se ha venido contando por los poderosos sólo tiene un final, que es que nos coman y dejemos de ser. Y por eso es que debemos cambiar la Historia y escribir nuestro propio cuento con un final (y un comienzo y un enmedio) que nos guste a todos, y si no es así pues buscamos otro cuento y otro y otro hasta que nos encontremos en el mejor cuento posible, que es el que escribimos entre todos. Debemos aprender de los mundos para cambiar el Mundo, y como veo que las niñas, niños, hombres, mujeres y ancianos del EZLN son expertos en eso de crear cuentos para irse a vivir a ellos pues me gustaría aprender de primera mano cómo ha sido su experiencia y su lucha para después aplicarlo en la vida. Porque a eso se va a la escuela (o escuelita), a aprender para cambiarnos y cambiar nuestro mundo. Espero pues que alcance lugar todavía en estos dos nuevos ciclos de la escuelita. Un abrazo fraterno a quienes lean esto y la mejor de las vibras para que todo salga muy bien en este primer curso. Desde Azcapotzalco, Cd. de México, planeta Tierra. Arturo España