Aquella que en las aguas turbulentas del mar de la vida se convierte en puerto seguro para descargar sobre él penas y fatigas, fracasos y contrariedades. Recuerdo aquella vieja leyenda de un niño que rechazaba a su madre por las cicatrices en su rostro y porque su cuerpo estaba practicamente vestido por las secuelas de un fuego devastador. Sentía vergüenza aquel hijo de caminar por las calles con su madre. Mucho menos se dejaba acompañar por ella, en sus primeros pasos hacia la guardería, y más tarde siendo niño al colegio. Prefería que su madre le despidiera sobriamente en el interior de la casa y, que incluso, si se topaba con ella en público....le dejara pasar desapercibido. Un día, el niño que se hizo joven y alcanzó la cima universitaria, volvió a su hogar y un vecino le salió al paso diciéndole: “¿por qué tratas así a tu madre?. ¿sabes por qué presenta esas cicatrices en el rostro y por qué su cuerpo está quemado?. El hijo sorprendido y atento a las explicaciones de aquel vecino le contestó: “no; dímelo”. “Tu madre está así porque un día, cuando eras todavía un bebé, estuviste a punto de caer en medio de un gran incendio....ella se puso de cortafuegos entre tú y el fuego”. “Sus cicatrices y sus quemaduras....son las que te pusieron a ti a salvo”. El estudiante, sin pensárselo demasiado, dejando caer la maleta y los libros desparramados por el suelo, subió de cinco en cinco las escaleras y buscando la sala donde estaba su madre le dijo: “¡qué ciego y que cruel he sido contigo madre....perdóname por no haber estado a tu altura...perdóname por no haber conocido ni haber sabido agradecer todo lo que hiciste y haces por mí!”. Tal vez, en nuestra vida de infancia, nos dejamos acompañar fácilmente por María. Pasan los años y, el cristianismo vergonzoso y vergonzante, hace que dejemos “a la Madre” arrinconada en el hogar de la parroquia, del recuerdo, del sentimentalismo o replegada a una simple devoción puntual. La Virgen del Carmen es: Una llamada a redescubrir la figura de una mujer que en la sencillez y con la obediencia.....colaboró por y en nuestra salvación. Es portadora de la Buena Noticia. Es barca que nos adentra para conocer el contenido de la Fe. Es vela sobre la que empuja el viento de la Fe. Es ancla que se incrusta en la tierra firme y segura cuando nos zarandean las olas de las dificultades. Es aquella que se interpone constantemente como un gran escudo entre los peligros y sus hijos e hijas que somos nosotros. Es remo para navegar contracorriente. Es vigía para discernir el horizonte de los caminos a elegir La Virgen del Carmen es: Estrella que guía, en medio del mar turbulento y oscuro, los avatares de nuestra travesía cristiana Es calma en la tempestad producida por los malos entendidos y las divisiones. Es salvavidas cuando todo parece hundirse a nuestro paso Es timón cuando nos falta luz en las decisiones y seguridad en el caminar. Es brújula cuando nos torpedean con multitud de ofertas que nos distraen y nos despistan La Virgen del Carmen, por ser Patrona del mundo del mar, mejor que nadie va desatando esos nudos que nos enredan y nos impiden vivir con cierta libertad y soltura en el día a día. Mejor que nadie, la Virgen del Carmen, va soltando las amarras de nuestra hipocresía y de nuestra infelicidad, de nuestra comodidad y de nuestra falta de horizontes. Pidámosle, en esta jornada, que hagamos lo indecible por mantenernos a flote en ese gran océano embravecido de nuestra existencia. Que sepamos ver a ese Jesús que, hoy más que nunca, necesita hombres y mujeres de fe para surcar el mar de nuestra vida con el timón y la antorcha de la fe y de la esperanza. Feliz día de la Virgen del Carmen Javier