1 Homilía de Mons. Oscar Julio Vian Morales, sdb Arzobispo Metropolitano de Santiago de Guatemala Memoria de Nuestra Señora del Carmen Cerrito del Carmen - 16 de julio de 2015 Saludo muy cordialmente a Fray Bruno Frisón, Rector de esta bella ermita de nuestra Señora del Carmen, a los sacerdotes aquí presentes, a los medios de comunicación y a todo el pueblo de Dios que hoy se ha congregado para celebrar esta fiesta en honor a la Santísima Virgen María. Hermanos y hermanas: Hoy aclamamos a la santa Madre de Dios, porque nos ha dado al Salvador, y Él ha querido dejárnosla como Madre llena de amor y de gracia. Con gran alegría nos reunimos para celebrar a nuestra Madre bajo la advocación de nuestra Señora del Carmen, quien ha tenido una profunda tradición de veneración en nuestra ciudad de Guatemala. Acompañamos hoy a esta comunidad que está bajo su patrocinio, y también nos unimos a quienes celebran esta fiesta en otras comunidades. Según la tradición carmelitana, el día de Pentecostés, ciertos hombres piadosos, que habían seguido la traza de vida de los Profetas Elías y Eliseo (1Re 19, 16-46), abrazaron la fe cristiana. Se adhirieron a la fe por el testimonio que habían recibido de tan grandes profetas, estos hombres fueron los que edificaron un templo consagrándolo a la Virgen María, en el Monte Carmelo, lugar desde donde el Profeta Elías vio la nube como prefiguración de la fecundidad de María la Madre de Dios. Esta comunidad de hermanos fue llamada desde el principio “hermanos de Santa María del Carmelo”. 2 Siguiendo esta misma tradición, el 16 de julio de 1225, la Virgen María se apareció para ofrecer a la comunidad carmelitana, incipiente, el escapulario como distintivo propio. Toda esta tradición religiosa la hemos recibido nosotros, y muchos hermanos y hermanas han optado por un estilo de vida consagrada: son ellos los religiosos y religiosas carmelitas. En este día especialmente, oremos por la comunidad carmelita en nuestra Arquidiócesis. Los textos sagrados de la Liturgia de la Palabra nos presentan la figura de la Virgen María, en la escucha y obediencia fiel al plan de Dios. El Apóstol San Juan en la primera lectura nos presenta una visión, donde aparece en el cielo una figura prodigiosa: “una mujer vestida de sol”, que en una primera interpretación se refiere a la Virgen María, victoriosa al triunfar sobre las fuerzas del mal; y una segunda interpretación se refiere a la Iglesia que vence a las fuerzas imperiosas del mal, porque Dios ha enviado a su Mesías para instaurar su reino (Ap 11,10), y someter todo bajo sus pies (1Cor 15, 26). Hermanos, al dirigir hoy nuestra mirada a la contemplación de la Virgen María, vemos en ella desvelada la intención de Dios al crearnos, el destino final de los cristianos. Ella es la estrella matinal, signo que manifiesta la acción de Dios actuando, porque no solo creyó en el primer anuncio, sino que lo hizo obra en su vida, y por eso salió victoriosa al fin de la carrera. Todo el simbolismo de belleza que nos ha presentado el apóstol: el sol, la luna, las estrellas, son singo de victoria; frente al simbolismo del mal: el dragón, el fuego, los cuernos, que simbolizan la intriga del enemigo sobre los elegidos de Dios. 3 El Evangelio, nos relata la visitación de María a su prima Isabel, en las montañas de Judea (Cf Lc 3,39-56). María recién había recibido el anuncio del Ángel para ser la madre del Salvador, e Isabel ya con seis meses de haber concebido al profeta que prepararía el camino del Mesías. Este acontecimiento expresa el encuentro entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, del cual las dos mujeres serán testigos creíbles. Al celebrar hoy a nuestra Madre la Virgen del Carmen, nos quedamos admirados de su docilidad al Espíritu Santo, porque antes de dar el sí al anuncio de la Encarnación, lo había concebido en su corazón. Y lo que refleja esta actitud es que todo lo que creyó y guardo en su corazón lo puso por obra, un ejemplo de ello es la visita que hace a su prima ya anciana, para ayudarla. Esto manifiesta que la vivencia de la caridad, su fe y sus obras están en íntima relación. A todos los que hoy participamos de esta celebración, nos queda la tarea de imitar constantemente sus virtudes, su modo de vivir el Evangelio, su testimonio constante de fidelidad a Dios que la llamó y la consagró para ser su Madre. Los cristianos católicos estamos urgidos de creyentes ejemplares, y hoy María es una gran novedad, nos cautiva y nos impulsa a vivir como ella vivió. . Nuestra devoción a la Virgen, no puede ser sólo de unos momentos o de unos días, debe ser de todos los días de nuestra vida, porque ella es el ejemplo y modelo de santidad, de obediencia y de oración. No tengamos miedo de ser descaradamente marianos. Sigamos celebrando esta fiesta, teniendo presente que toda fiesta mariana tiene como centro a Cristo nuestro Señor, que luego de alimentarnos con su palabra, se hará presente en el Altar para alimentarnos con su Cuerpo y con su Sangre.