TEORÍAS ÉTICAS 1. INTELECTUALISMO ÉTICO: SÓCRATES Y PLATÓN.Teoría moral que consiste en que la razón, el conocimiento, predomina sobre cómo actuamos, sobre la acción moral: “quien conoce el bien, hace el bien”. Y no solo eso, además tampoco puede hacer el mal, aunque quiera. Por tanto, el mayor problema moral para el ser humano es la ignorancia, pues quien no conoce el bien, no puede hacer el bien. Siempre obrará mal, aunque esta ignorancia puede ser remediada a través de la educación. Para Platón (s. IV a.C.), el ser humano está compuesto de “cuerpo” y “alma”. Y el alma se divide en tres partes: a) Racional: se encuentra en la cabeza y es donde están todas las ideas. Debe dominar a las otras partes para que el ser humano actúe correctamente y sea justo. Sus virtudes son la sabiduría y la prudencia. b) Irascible: se encuentra en el pecho y allí están los sentimientos positivos (amor, amistad, protección, etc.). Su virtud es la valentía. c) Sensitiva: se encuentra en el vientre y es la sede de los sentimientos negativos (lujuria, pereza, avaricia, rabia, celos, violencia, etc.). Su virtud es la moderación o templanza. Si un ser humano, en lugar de guiarse por la parte racional, es dominado por las partes inferiores, actuará mal y se dejará llevar por sus pasiones. Para evitar esto, debe cultivar al máximo su parte intelectual a través del estudio y del conocimiento. 1. Alma racional 2. Alma irascible 3. Alma sensitiva 2. EUDEMONISMO ÉTICO: ARISTÓTELES.Es una teoría ética basada en la búsqueda de la felicidad. Según Aristóteles (s. IV. a.C.), para alcanzarla hay que tener en cuenta estos cinco aspectos: 1. La razón como elemento fundamental para la actuación moral. Para Aristóteles el hombre también está dividido en cuerpo y alma. El alma tiene tres partes, con tres funciones distintas: vegetativa (reproducción, nutrición, crecimiento); sensitiva (sensación, movimiento, percepción); y racional. Al ser humano les corresponde actuar según su parte principal, la racional, si quiere ser". 2. Teoría de la “virtud”. La virtud se define como un hábito selectivo que se dirige a alcanzar el bien. Aristóteles distingue entre “virtudes morales” y “virtudes intelectuales”. a) Virtudes morales: se adquieren a través de la práctica, y consisten en escoger un término medio entre dos extremos opuestos, considerados “vicios”. Por ejemplo, la sinceridad se encuentra entre la charlatanería y la falsedad. O la generosidad entre el derroche y la racanería. Ingenuidad Amabilidad Grosería b) Virtudes intelectuales: son las más importantes, y se deben desarrollar al máximo. Hay cuatro principales: conocimiento, sabiduría, ciencia y prudencia (que consiste en saber actuar adecuadamente en un momento dado según las circunstancias, es decir, utilizar las virtudes morales en la medida conveniente). 3. Poseer una cantidad adecuada de bienes materiales. Para Aristóteles no podremos alcanzar la felicidad si no disponemos de los recursos materiales necesarios no solamente para nuestra subsistencia, sino sobre todo para vivir con dignidad. 4. Tener amigos es indispensable para una vida feliz. Según el propio autor, “una vida sin amigos no merece la pena ser vivida”. 5. Participar activamente en la vida pública de la “polis”. Solo aquel ciudadano varón, mayor de 21 años, hijo de padre y madre ateniense (en este caso), está legitimado para participar en los debates y discusiones referentes a las cuestiones fundamentales de su ciudad (economía, guerra, política, justicia, etc.). No así las mujeres, los niños, los jóvenes ni, por supuesto, los esclavos o extranjeros. 3. EL CRISTIANISMO.Nos referiremos en este caso a los aspectos morales que conlleva la religión cristiana. Los primeros principios surgen de los 10 mandamientos presentes en el Antiguo Testamento: 1. Amarás a Dios sobre todas las cosas 4. Honrarás a tu padre y a tu madre 2. No tomarás el nombre de Dios en vano 5. No matarás 3. Santificarás las fiestas 6. No cometerás actos impuros 7. No robarás 8. No dirás falso testimonio ni mentirás 9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros 10. No codiciarás los bienes ajenos Estos mandamientos encuentran su plenitud en el Nuevo Testamento, con Jesucristo. En algunos pasajes del “Sermón de la Montaña” (Mt. 5-7) podemos verlo reflejado: “Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la Tierra. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. (Mt. 5, 3-10) Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán “los Hijos de Dios”. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. “Habéis oído que se dijo: ojo por ojo y diente por diente. Yo, en cambio, os digo: No os resistáis al mal. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; al que te pida caminar una milla, acompáñale dos, a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas. Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hacer salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia a justos e injustos.” (Mt. 5, 38-45) La base del cristianismo se funda en el AMOR, entendido como entrega absoluta al otro, y en el PERDÓN (una autora contemporánea judía, Hannah Arendt, ha valorado su importancia en las relaciones humanas a nivel individual y colectivo). Como ejemplos podemos encontrar a muchos personajes a lo largo de la historia. La vida de San Agustín nos muestra varias de las características que hemos comentado. Él mismo dice: “Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”. Aunque para vivir de esta manera hace falta una gracia especial, sobrehumana, la fe, que la da la Iglesia y se manifiesta y desarrolla a través de los sacramentos y las festividades. 4. HEDONISMO Y UTILITARISMO.El “hedonismo” es una teoría ética que consiste en alcanzar la felicidad a través del placer. Uno de los primeros autores en desarrollar estas ideas fue Epicuro, en el s. III a.C. Decía que todos los seres vivos buscan el placer y huyen del dolor. Pero distinguía entre dos tipos de placeres distintos: a) Catastemáticos: consisten en la ausencia de dolor tanto en el cuerpo como en el alma. b) Cinéticos: se relacionan con el cuerpo y consisten en la satisfacción (moderada) de una necesidad natural –comer, beber, dormir, …-. Para él, la razón es la capacidad que nos ayuda a escoger entre los diversos tipos de placeres, y a satisfacerlos con moderación. También afirma que, en ocasiones, es necesario no rechazar un “dolor”, si después vamos a obtener una satisfacción o un placer mayor. Hay que buscar antes los placeres del alma (amor, amistad, compasión, solidaridad, justicia…) que los del cuerpo, pues los primeros son más duraderos y estables, mientras que los segundos son momentáneos y fugaces. El “utilitarismo” es una doctrina moderna, basada en el “hedonismo” pero con unas características propias que la hacen distinguirse de la anterior en varios aspectos. Una acción es buena o mala según la utilidad, el beneficio que proporciona a una persona o a un grupo. Su representante más destacado fue James Stuart Mill, en el s. XIX d.C. Defendía que cada individuo tiene derecho a hacer su voluntad mientras ésta no perjudique a otros. Uno debe actuar siempre con el fin de producir la mayor felicidad para el mayor número posible de personas, dentro de lo razonable. Sostenía que los placeres morales e intelectuales son superiores a los físicos. Los utilitaristas intentaron en su época llevar a la práctica en la sociedad sus ideas, sobre todo en tres campos fundamentales: en educación (promovieron la creación de escuelas y fomentaron la alfabetización); en sanidad (desarrollaron campañas de higiene y establecieron medidas novedosas en infraestructuras y medicina); y en trabajo (organizaron comedores sociales y ayudas para los desempleados, jubilados y enfermos). 5. DEONTOLOGISMO: I. KANT.La teoría desarrollada por Kant (s. XVIII d.C.) se centra en el “deber”. Para él, todas las teorías éticas anteriores se centraban en la búsqueda de la felicidad, a través de un elemento externo al ser humano (placer, bienes materiales, conocimiento, Dios, etc.). Son las llamadas “éticas materiales”. En cambio, la ética de Kant no va a buscar la felicidad, sino la manera, la forma en que el ser humano se desarrolla al máximo en su dignidad, como persona (ética formal). Para ello, Kant distingue entre tres formas de actuación: a) Contrariamente al deber: se trata de actuar sin seguir las normas establecidas, esto es, hacer lo que no se debe llevar a cabo en un momento dado. Ejemplo: comer chicle en clase, pegar a alguien, saltarse un semáforo en rojo, etc. b) Conforme al deber: consiste en actuar haciendo lo que toca hacer en un momento dado pero por motivos externos. Ejemplo: atender en clase para aprobar; poner la mesa o arreglar la habitación para que me den la paga, etc. c) Por deber: es hacer lo que se debe hacer en un momento determinado porque uno está internamente convencido que es lo mejor para su vida. Ejemplo: ayudar a alguien sin esperar nada a cambio. Los principios morales se formulan como imperativos. En las éticas materiales nos encontramos con imperativos hipotéticos: “Si quieres ser feliz, entonces busca el conocimiento (o la virtud, o a Dios, o el placer, etc.).” La ética de Kant trata de imperativos categóricos, incondicionales: “Haz esto”. Se expresan así: 1. Actúa de tal forma que la máxima de tu acción pueda servir como ley universal, es decir, que antes de hacer algo tienes que plantearte si querrías que todos los demás te hicieran lo mismo a ti. 2. Obra de tal manera que trates a los demás siempre como un fin, jamás como un medio. 3. Obra de tal manera que tu voluntad sea autónoma. Como vemos, Kant no nos dice qué tenemos que hacer para ser felices, sino la forma como hemos de comportarnos para desarrollarnos al máximo como personas. Hemos de buscar las normas dentro de nosotros mismos, en nuestra conciencia, y hacerlo con autonomía, sin depender de nadie y sin tener en cuenta las consecuencias. Es una ética que exige una gran madurez por parte del sujeto y también fuerza de voluntad. Para poder llevarla a cabo es necesaria la libertad, ya que sin ella no podríamos llevar a cabo nuestra voluntad ni se realizaría el deber. 6. IRRACIONALISMO: F. NIETZSCHE.Nietzsche (s. XIX d.C.) está influido por la teoría de la “selección natural” de Darwin, según la cual hay especies poderosas y débiles, es decir, aquellas que se adaptan al medio ambiente en el que están y logran sobrevivir, y aquellas que no lo consiguen. Así pues, él afirma que todos los seres actúan movidos por la “voluntad de poder”, un instinto biológico, irracional, activo, que nos lleva a dominar sobre los demás. Ésta se da de dos maneras diferentes según las personas: a) “Moral de señores”: son los que tienen una voluntad de poder fuerte, activa, poderosa. Buscan satisfacer siempre sus instintos y deseos sin utilizar la razón ni pensar en los demás. b) “Moral de rebaño”: son la mayoría, aquellos cuya voluntad de poder es débil, se someten a los poderosos y son vengativos y rencorosos. Según Nietzsche, en la historia de la humanidad ha habido una transvaloración (cambio de valores), ya que con la aparición del cristianismo los valores de los poderosos han pasado a considerarse como negativos y, en cambio, los de los débiles ahora son los positivos, los correctos. Él busca volver a los valores tradicionales a través de la “muerte de Dios” y la negación de la religión y la moral occidental. Con ello, se dará paso al “superhombre”, aquél que está más allá del bien y del mal, que vive irracionalmente, como quiere, es solitario, egoísta y se identifica con un niño. 7. ÉTICA DEL DISCURSO: J. HABERMAS y J. RAWLS.Habermas (s. XX d.C.) es un autor actual, que plantea su teoría tras la II Guerra Mundial. Los seres humanos casi siempre han intentado solucionar sus problemas con la fuerza, la violencia, y les ha ido de mal en peor, como se puede comprobar tristemente analizando el s. XX. Él considera que lo más propio del ser humano es la comunicación entre los individuos, ya que somos seres sociales. Comportarse moralmente va a significar dialogar, es decir, tener en cuenta los planteamientos de todas las personas afectadas en un problema para buscar una solución e intentar llegar a un acuerdo. Así, plantea una situación ideal de comunicación, que se caracterizaría por el interés de unos y otros por escuchar y entender; la libertad para exponer lo que uno piensa; y la búsqueda de intereses que sean aceptables por todos. Rawls se centra más en el concepto de “justicia”. Sostiene que antes de empezar a dialogar sobre cualquier asunto todos debemos situarnos en el mismo punto de partida, en una posición de neutralidad: cada persona debe dialogar como si no supiera cuál va a ser su papel dentro del problema que se está analizando. Así se garantiza la imparcialidad, dado que cada uno ya no intentará defender sus intereses sino tratará de establecer unos acuerdos, unas leyes lo más justas posibles. Estas leyes deben garantizar las mismas libertades básicas para todos los afectados, y definir qué desigualdades pueden ser aceptadas.