Los Cuartetos de ñrriaga

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que lleva luz á los detalles y a! caos musical, privado de forma plástica. La música
de Strauss carece siempre de plasticidad. No h^y un punto de reposo, una gradación
ascendente, una economía en contrastes y armonías. El oído se atiborra de notas que
no le llenan á uno, hay pormenores característicos, pero los caractereres como conjunto no convencen musicalmete.
Compárese una figura como la «Armida», de Qluck, sencillamente soberbia, plástica, convincente, con una de Strauss, plagada de oropel y lentejuelas brillautes, juegos malabares y fuegos artificiales. Gran peligro para la plasticidad de la característica musical hay en la manera como Strauss maneja las voces, como si fueran instrumentos, fundiéndose en la orquesta, en vez de resaltar sobre ella corporal y musicalmente. En ese océano de música moderna está uno afanoso de hallar el don de inventiva verdadera, de melodía plástica. Comparado con Strauss, Wagner es sencillo,
natural y comprensible. La nueva producción confirma de nuevo que Strauss trabaja
con la cabeza, con el entendimiento; que sigue siendo el eterno tecnicista, y que carece de la verdadera dote inventiva. El arte musical, criado con el desarrollo severp y
consecuente de sus formas, corre hoy peligro de resultar un juego con figuras sin
contenido. Que esto no puede seguir así, lo reconocen hasta los mismos modernistas.
Ni la técnica de un Strauss, ni la música amorfa de un Debussy, vivirán en lo futuro.
Lo que la música necesita hoy día, es volver á la sencillez, á la naturalidad, á la forma
clara y severamente plástica, y sobre tado á la inventiva melódica sana. Que á pesar
del arte que encierra «Elektra», significa ésta la bancarrota de la escuela modernista,
no puede negarse, por muchas salidas á escena que haya habido.
Los Cuartetos de ñrriaga
I
De muy joven había comenzado Juan Crisóstomo Arriaga el cultivo del arte
del cuarteto con dos obras escritas á los 14 y 16 años de edad: un tema variado
obra 17, y unas variaciones sobre el tema de <tLa Húngara», obra 23, compuestas en 1822, poco antes de emprender su viaje á París.
Allí continuó con Baülot el estudio del violín, con Fetis el de la armonía y el
contrapunto, y tales fueron sus progresos, tal el aprecio y la estima de sus profesores, que en 1823, cuando apenas contaba 17 años, fué nombrado repetidor de
la clase de Fetis.
De ese año deben datar sus tres cuartetos dedicados á su padre y publicados
en París por Ph. Petit en 1824, con el títiilo de /.e^' Livre de Quatuors, revelador, sin duda, del propósito que Arriaga abrigaba de seguir componiéndolos.
La edición debió agotarse muy pronto. En el libro de Antoine Vidal Les instruments á xírcliet, publicado en 1878, se dice hablando de estos cuartetos:
«...únicas obras de este compositor que han sido grabadas, son de una rareza
extrema; nosotros no hemos podido descubrir más que un sólo ejemplar en la
colección de Mr. Louis Labitte de Reims». El elogio y la recomendación de Fetis no debieron de influir poco en el éxito de estos cuartetos. «Es imposible», dice
en su diccionario, «imaginar nada más original, ni más elegante, ni más puramen-
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