Proyecto de Investigación Cotidianidades y diversiones en la ciudad de Mérida, siglo XIX Responsable: Dr. Pedro Miranda Ojeda Resumen Las diversiones públicas por supuesto son parte fundamental de la identidad de un pueblo porque en ellas se expresa su representación del mundo moral y social. La importancia de lo lúdico en la vida cotidiana ha sido desde tiempos inmemoriales una esfera fundamental de las sociedades. El examen de las fiestas y las diversiones contribuye a la comprensión de las formas de sociabilidad aprehendidas de modos distintos en el tiempo. Esto quiere decir que según sea la representación de los rasgos históricos, florecen ciertas particularidades comunes que producen las formas de diversión y las maneras distintivas de usar el tiempo libre. Al mismo tiempo, abre un inmenso campo de análisis que permite un mayor acercamiento a las concepciones culturales, a las costumbres, a los usos del espacio y del tiempo. Asimismo, las diversiones constituyen una respuesta a las necesidades sociales de una sociedad debido a que ésta es parte inherente a la cultura de los pueblos. De igual manera, la comprensión de lo lúdico representa un escaparate capital de la mentalidad de una época. Si bien en la fiesta suelen advertirse rupturas de la cotidianidad y el ocio cristaliza la antítesis del trabajo, el juego ejerce una seducción irresistible sobre la mayoría de los individuos, la tríada concierne al universo de la sociabilidad. De ahí la importancia de los estudios sobre la sociabilidad. Introducción Desde su aparición, la historia sociocultural ha vivido una época de profundas transformaciones a propósito de sus contenidos y de sus temas de investigación. En efecto, cuando en la década de 1960 comenzaron a proliferar los estudios relativos a la cotidianidad, a las costumbres, a los hábitos alimenticios, a las maneras de vestir, a las fiestas, a la sociabilidad, a las diversiones, etc. los historiadores descubrieron un inmenso escaparate de oportunidades para aprovechar la riqueza de los documentos archivísticos y hemerográficos. 2 Las nuevas tendencias de la historia orillaron a una revisión más exhaustiva de las fuentes. Las novedades historiográficas sin embargo no pertenecían sólo a este campo pues la historia social británica y la historia de las mentalidades ya habían catapultado el florecimiento de esta clase de investigaciones aunque, a menudo, eran rehusadas en la investigación. El desarrollo de los nuevos temas de estudio impulsó de manera espectacular el conocimiento de las realidades cotidianas que antes solían escapar de la atención de los estudiosos. Desde la historia social hubo un esfuerzo muy importante por tratar de comprender los comportamientos cotidianos o las relaciones sociales vinculadas al poder. Estos trabajos procuraron la comprensión más protagónica de la sociedad. En la historia de las mentalidades, en cambio, las energías se concentraron en el análisis de los comportamientos cotidianos asociados con el universo mental de la sociedad. La cercanía de esta práctica historiográfica con la psicología social estimuló agudas críticas que, por lo común, tienden a enfatizar la subjetividad de los resultados. En efecto, la interpretación realizada según tales planteamientos coincide con los procesos o prácticas potenciales, sin ninguna oportunidad de demostración científica. De ahí que el entendimiento de las mentalidades de una sociedad, ante la fragmentación documental, sea uno de los principales obstáculos para analizar las realidades ejercidas y no las reconocidas en un espacio y en un tiempo determinado. La crisis de la historia de las mentalidades, los llamados Terceros Annales, favoreció la aparición de la historia sociocultural. En esta ruptura con el modelo annalista también se inscribe el surgimiento de la microhistoria italiana. El acercamiento del estudio de las mentalidades con la antropología, la historia cultural y la historia social cristalizó en la historia sociocultural. La investigación histórica reformuló así una historia con indicios de antropología histórica, historia de las mentalidades, historia social, sociología histórica, etc. Al mismo tiempo, hubo una insistencia por la fragmentación en dos niveles. En el primer nivel se restringieron las investigaciones a particularidades y a ciertos problemas, sin tratar de abarcar múltiples tópicos. El objetivo de esta práctica respondió a la idea de materializar investigaciones más profundas que proporcionaran un conocimiento más positivo y comprensivo de aspectos bien precisos. El segundo nivel obedeció a limitar el espacio de análisis. Los trabajos orientados a ocupar límites geográficos muy extensos tienden a mostrar muchas generalizaciones que a veces no corresponden con ciertas realidades particulares y, 3 por este motivo, la concentración de los estudios en fronteras más abreviadas también favoreció un mayor grado de conocimiento. Esto no significa que los estudios se localicen en pequeñas localidades, pueblos o ciudades sino que la tendencia radica en definir los espacios según sean los propósitos de la investigación. Este escenario historiográfico, sin embargo, casi ha estado ausente en México. Salvo la amplia producción del Seminario de Historia de las Mentalidades, perteneciente al Instituto Nacional de Antropología e Historia, de la ciudad de México, las investigaciones de esta naturaleza han sido poco importantes en el país. Aun así, los trabajos de este seminario permanente no son estrictamente de mentalidades porque en muchos casos se observa una inclinación por analizar estudios de caso, una propuesta en absoluto contradictoria con la idea de las mentalidades. Además, cuando a menudo limitan las investigaciones a tiempos más o menos cortos ultrajan el principio braudeliano de que las mentalidades son prisiones de larga duración. A pesar de tales inconvenientes, desde hace varias décadas, las investigaciones relativas al mundo sociocultural, en sus distintas modalidades, han tenido un campo fértil. Se puede considerar que el estudio de las formas de divertimento es una de las parcelas de esta nueva historia social. En México, los trabajos de esta calidad han sido favorecidos desde el decenio de 1990 y en su novel historiografía ha tenido algunos éxitos. Las investigaciones socioculturales o de las mentalidades en Yucatán, en cambio, hasta el momento no han disfrutado del interés de los historiadores. La tradición historiográfica yucateca ha descuidado la parte tocante a la vida cotidiana, a las diversiones, etc. El fortalecimiento de la historia sociocultural de los años recientes tampoco motivó la aparición de una producción dedicada a esta tendencia. Por esta razón, este trabajo pretende llenar un vacío en la historia de Yucatán y explicar un proceso que transformó las costumbres lúdicas heredadas de la época colonial. Planteamiento del problema La investigación se acerca a una historia sociocultural que estudia un problema muy preciso: el progreso de las diversiones en la ciudad de Mérida durante el siglo XIX. En efecto, la ciudad de Mérida se convierte en la unidad de análisis porque durante este período ahí pueden comprenderse con exactitud las múltiples transformaciones ocurridas en las ideas acerca de las diversiones. Al margen de los problemas económicos y convulsiones político-militares, 4 como la guerra de castas, las autoridades decimonónicas tuvieron la preocupación por incorporar un discurso progresista y moralista. Las diversiones y las fiestas fueron, sin duda alguna, los ejes donde este discurso se manifestó de manera más notoria. La débil práctica discursiva y legislativa, no obstante, no tuvo el éxito esperado por la resistencia del mundo social. La sociedad meridana, antes bien, era celosa de sus añejos usos carnavalescos, de los juegos de azar, de sus fiestas populares y callejeras. Por este motivo, los cambios que el Estado procuró establecer fracasaron en sus primeros intentos. El gradual afianzamiento del poder de la autoridad –desde mediados del siglo XIX hasta su culminación en el porfiriato– fue sinónimo de cambio, y comienzo del lento progreso del modo de entender las diversiones. Es un estudio limitado a esta ciudad, sin atención en los pueblos del territorio departamental o estatal puesto que ahí los cambios y las aplicaciones de los modelos culturales no tuvieron efecto. Por otra parte, hay indicios de una historia de las mentalidades porque a lo largo del siglo XIX se pueden matizar los cambios en las ideas, en la mentalidad de los hombres que fueron labrando el concierto cultural y lúdico de la ciudad. En el mismo sentido puede decirse que es un estudio de larga duración porque únicamente con el examen de un siglo, el XIX pueden comprenderse las transformaciones y las permanencias lúdicas. El siglo XIX mexicano, no obstante, posee ciertas particularidades. Los límites cronológicos definidores del siglo no revelan en ningún momento la precisión de un problema histórico. Los historiadores están de acuerdo en señalar que dicho siglo, por circunstancias de un proceso histórico común, comienza en 1822 y termina en 1910 con la derrota del régimen de Porfirio Díaz. En efecto, en la inteligencia de que las costumbres y las prácticas culturales adquiridas durante años no pueden ser aniquiladas de inmediato por un conjunto de leyes o decretos, muchas de éstas permanecieron casi inamovibles hasta la segunda mitad del siglo XIX. La culminación de este largo proceso se sitúa hasta el final del periodo conocido como porfiriato, a principios del siglo XX. Esta es la causa que determina la definición temporal de la investigación. Marco referencial En todas las culturas, en todos los tiempos, las sociedades han practicado rituales de carácter festivo. Las diversiones, por lo tanto, lejos de constituir un fenómeno marginal desempeña un papel fundamental en la vida de los hombres. Las diferentes maneras de 5 apropiación de las estrategias lúdicas de los pueblos son procesos pertenecientes al orden de las mentalidades, de la visión del mundo social, de la cultura y del desarrollo histórico. Los símbolos o representaciones de la diversión no son sucesos azarosos o celebraciones manufacturadas con la intención de conservar una tradición que perdura por inercia sino que, al contrario, éstas responden a las realidades particulares reconocibles que revelan preocupaciones, conflictos sociales, relaciones de poder, jerarquías, etc. El genérico de la fiesta, la diversión, el juego y el ocio, en sus distintas expresiones, son una manifestación de hechos culturales de primer orden cuyo conocimiento es fundamental para aprehender el pasado de los pueblos. La tarea del historiador es precisamente penetrar en el complejo mundo del desciframiento de los secretos ocultos en los documentos escritos por las sociedades pasadas. En el concepto de sociabilidad se inscriben los trabajos relativos a las diversiones. A partir de su análisis es posible comprender usos, tendencias y modelos de diversión en el periodo estudiado. La antigua aplicación que la autoridad hacía de la máxima “pan y circo” para organizar el complejo lúdico del mundo colonial –la satisfacción de los pueblos radica exclusivamente en subsanar sus necesidades alimenticias y en la procuración de fiestas–, se disipa en el siglo XIX. La fiesta colonial puede en un sentido amplio observarse como una concesión del poder que pretende animar el espíritu de los hombres y, así, poder controlar el descontento social. Las diversiones, por supuesto, son una necesidad cultural de los pueblos donde se intima con las diversas maneras de alteración del ritmo habitual de la vida ordinaria. Las expresiones de las realidades humanas a menudo son de formas muy particulares, dependiendo de las condiciones ideológicas, morales, socioculturales o económicas. Desde el inicio de la vida independiente comenzó a constituirse un nuevo orden moral y público que pretendía cultivar los valores de la civilidad y las buenas costumbres. Con el propósito de enmendar y encauzar a la sociedad rumbo hacia la modernidad, esta regla poco a poco fue haciéndose general en el trato y en el comportamiento de las élites, como representante del ideal social. Las diversiones fueron, en consecuencia, uno de los renglones sociales que mayor interés despertó para aplicar este modelo. Los resultados fueron distintos según se tratara de una u otra clase de diversión. Esta variación en la práctica se debió a varios factores sociales. La resistencia popular fue un instrumento 6 eficaz que sin duda repercutió en la conservación de las tradiciones populares porque desafió el poder de las normas. La no-ruptura con la práctica convencional pese a las sanciones, la incapacidad de combatirla en lo privado, la corrupción y la misma tutelapráctica de las autoridades, contribuyeron a la permanencia de algunas diversiones populares. En este proceso lo popular e incivilizado no desapareció totalmente del espacio público en virtud de que su control a menudo escapaba de la rigurosa persecución. Este efecto fue debido a que el hombre común diseñó estrategias para mantener su ejercicio en el ámbito privado y público o en las áreas de menor vigilancia, incluso por la corrupción que siempre empañó a las administraciones meridanas. En este nuevo orden moral y civilizatorio de diversión, el modelo se arrogó sobre todo en el teatro y en el carnaval, logrando alcances quizá insospechados hasta para la misma autoridad. La férrea voluntad autoritaria para desplegar en estos espacios una política gradual y casi inflexible de imposición del nuevo espejo lúdico se observa en la aplicación legislativa hasta sus últimas consecuencias. El control estuvo directamente relacionado con el interés de fomentar en Mérida la imagen de modernidad y en el presunto compromiso social con las masas para incorporarlas en el proyecto colectivo de cultivar en ellas el gusto por las artes, la estética y las tendencias culturales de moda. Los esfuerzos por cambiar las maneras de ver un mundo saturado de tradiciones lúdicas hacia un orden sancionado por las reglas de la diversión progresista y moderna implicaron una ruptura de los diseños lúdicos conocidos y, en consecuencia, la búsqueda de los instrumentos que aislasen la contradicción comportamental se convirtió en una tarea trascendente para las autoridades decimonónicas. Los negativos efectos de los años iniciales sin embargo poco a poco lograron cristalizar en ciertas prácticas que solían considerarse contrarias a los cánones de las sociedades cultas. La oposición de los principios: progreso versus costumbres bárbaras e incivilizadas (fiestas de toros, carnaval, diversiones callejeras; los vicios y la inclinación por los juegos ilícitos y de azar), son la principal preocupación que pretende desprenderse de la cotidianidad. La campaña consiste pues en la proyección de una empresa por elitizar las fiestas populares (el carnaval) y a cultivar el gusto por las artes consideradas civilizadas y progresistas (teatro, música, danza). Las diversiones populares inmorales, por obvias razones, son intoleradas y el objetivo consiste en transformarlas en diversiones nobles y meritorias de una sociedad culta. Los estándares de esta elitización son 7 aquellos vigentes en las ciudades europeas y norteamericanas que representan la modernización y el desarrollo. La fijación de un modelo contra las costumbres bárbaras, incivilizadas y ajenas a la sociedad moderna son el objetivo central de proceso lúdico. De ahí que tratara de fortalecerse un proyecto de control y de disciplinamiento social que lubricara las mentalidades y las maneras de comprender la realidad social. El reemplazo de las antiguas costumbres se volvió una tarea imprescindible que trató de zanjarse a través de la construcción de un aparato discursivo que comprendía: aspectos ideológicos (educación, manuales de buenas costumbres, prensa), conductuales (trabajo, sociabilidad, formas de diversión) y materiales (ciudad); aspectos educativos (remedio de la sociedad ociosa, proclive a los juegos y a las diversiones). Al mismo tiempo se procuró impulsar la imagen de la ciudadanía en la utilidad social (sujeto laborioso y comprometido con alguna actividad) versus inutilidad social (vagos, jugadores, ociosos). De ahí la relevancia del forjar en el hombre decimonónico una conciencia por reglas éticas y virtudes individuales (trabajo, progreso). Por tales razones, el análisis de las diversas políticas es de capital importancia porque contribuye a explicar las tendencias y los grados de transformación hacia la elitización y/o moralización. De igual modo es trascendente examinar el grado de resistencia de la sociedad y cómo ésta repercutió en la permanencia y continuidad. La reconstrucción del aparato político, económico, social y cultural de principios del México Independiente identificó la imagen del progreso con el reacomodo del sistema de valores sociales, económicos y culturales. Por lo tanto, pueden conocerse los efectos del nuevo modelo de sociedad, su lenta transformación de la cotidianidad y, particularmente, cómo las diversiones a pesar de las resistencias, poco a poco perdieron la hegemonía del espacio popular. Objetivo general Analizar la importancia de las diversiones públicas en el ámbito de la vida colonial para comprender el proyecto del progreso y la modernización de la sociedad decimonónica de la ciudad de Mérida. Objetivos específicos 8 Analizar el binomio barbarie-civilización, según el concepto lúdico Explicar el papel político en la incorporación del progreso en el modelo lúdico Destacar la evolución de las diversiones en el proyecto de modernización decimonónica Describir la importancia de las diversiones en la vida cotidiana La pregunta ¿cómo se divierte la sociedad meridana en el siglo XIX? podría explicarse a partir del análisis de las políticas morales, culturales y elitizantes instrumentadas por las autoridades políticas. Sin embargo, también puede reconocerse mediante las resistencias del pueblo por consolidar sus antiguas maneras de entender la diversión. La diversión meridana sin embargo es muy compleja. No puede ceñirse a un mero discurso político, cultural o moral. Lo discursivo no es una representación de la realidad, son los entendidos de la sanción en el orden. La sociedad y, en general, el individuo, sin distinción según su posición en la escala social, aprehende el discurso de modo muy diverso, lo interpreta y lo reproduce. Las transgresiones son un común denominador del siglo XIX en todos los estratos sociales y, por ende, no es posible hacer coincidir en la definición de la élite como el estrato que reproduce en absoluto el modelo de sociedad. La diversión cotidiana es muy amplia y varía según las circunstancias, anhelos o intereses, y puede responder al modelo o rehusar incorporarse a las medidas demandadas. Metodología El proceso lúdico no puede explicarse únicamente a partir de las fuentes de archivo. Las explicaciones de la investigación histórica, a partir del análisis de ciertos conceptos, permiten una comprensión más precisa de la documentación y del proceso en estudio. Esto no significa que se olvide el factor clave de los conceptos históricos. Es decir, de ninguna manera determinados conceptos o ideas propias del siglo XIX pueden adaptarse a las concepciones o definiciones actuales; de otro modo, la unidad de análisis se diluiría en los anacronismos provocando interpretaciones equivocadas. La vida cotidiana de las ciudades coloniales es una historia de las diversiones. Las imágenes de la vida cotidiana a menudo son el retrato de las diversiones coloniales. La reconstrucción de la historia lúdica de los siglos XVI, XVII y XVIII es una tarea compleja porque 9 las imágenes conocidas a través de los documentos pocas veces descubren asuntos de la cotidianidad. El trazado público de los quehaceres se materializa gracias a la riqueza de los materiales y registros históricos, sin embargo, su omisión constituye un obstáculo muy difícil de sortear. Los problemas metodológicos son de primer orden debido a los escasos expedientes conocidos y a la ausencia de archivos especializados concernientes a Yucatán. Así, la fragmentación documental es el mayor reto en la historia de las diversiones. Los problemas que el historiador enfrenta en la reconstrucción del universo lúdico son, por este motivo, la mayor complicación. Por tanto, la historia cotidiana constituye uno de los mayores desafíos del pasado. En el Archivo General de la Nación, México (AGNM) y en las colecciones locales existen algunos expedientes y manuscritos que contienen algunas cuestiones importantes del período colonial, aunque con frecuencia hay enormes lagunas. El historiador debe tener la capacidad de reconstruir el complejo universo lúdico a partir de diversos fragmentos documentales. Uno de los objetivos de la historia es la interpretación de los procesos a partir de la suficiencia de fuentes; empero, como la pobreza de los legajos no contribuye a la recuperación del conocimiento pasado, la comprensión lúdica únicamente puede ser observada de lejos. Esto quiere decir que el retrato de las diversiones meridanas de la época colonial dista mucho de ser el más detallado posible. Las prácticas cognoscibles del divertimento público meridano sólo pertenecen a las últimas décadas del siglo XVIII. A pesar de que la reconstrucción de la vida festiva puede reproducirse el análisis de las reales cédulas, bandos, decretos, actas de cabildo, circular, etc., éstas existen en un número restringido. Las fuentes de información para la reconstrucción de la vida cotidiana y lúdica del siglo XIX, en cambio, son de una riqueza excepcional. Los diccionarios, los periódicos, los diversos tipos de bandos, las copiosa folletería, la numerosa colección de libros de actas de cabildo, las diferentes clases de expedientes, los pleitos criminales y civiles, los diarios personales, los múltiples reglamentos, las instrucciones y ordenanzas políticas, etc., son algunas de las fuentes que ofrecen un inmenso caudal de datos que permiten la recreación satisfactoria del ambiente predominante de esta época. Aun cuando la oferta documental brinda un panorama general de las diversiones, gracias a éstas pueden inferirse cuáles eran las fórmulas lúdicas más socorridas en la Mérida colonial. Las mentalidades colectivas y los comportamientos, como lo sugiere la propia historia de las mentalidades, son las representaciones sociales 10 que mayor resistencia ofrecen al cambio. En efecto, el conocimiento de las maneras de divertirse a finales del dieciochesco es una descripción y una experiencia transmitida del lúdico cotidiano de los siglos precedentes. El armado de las diferentes partes del esqueleto decimonónico puede hacerse gracias a distintos tipos de fuentes. La revisión de los archivos es fundamental para reconstruir una parte del rompecabezas de este largo proceso. Si bien existen numerosas fuentes de información, por lo general, éstas no están inscritas en un ramo concreto sino que se hayan dispersas en innumerables fondos documentales que, además, pertenecen a una variedad muy amplia de temas. El historiador de las diversiones entonces tiene que hacer una búsqueda exhaustiva de los expedientes que potencialmente puedan brindar noticias o información. Así, la investigación se convierte en una interminable revisión de legajos. Aun cuando en el Archivo General del Estado de Yucatán (AGEY), los fondos Poder Ejecutivo, Justicia y Congreso del Estado se descubrieron importantes datos, los problemas de clasificación del archivo después de la segunda mitad del siglo XIX complicaron mucho el trabajo de investigación. La fecundidad de los documentos suele perderse debido a que no es posible que el historiador haga un reconocimiento detallado de todos los expedientes, pues lo miles de datos concentrados en los voluminosos fondos no pueden ser inspeccionados con el empeño que se desea. Los registros del Centro de Apoyo a la Investigación Histórica de Yucatán (CAIHY), en cambio, se caracterizan por una concienzuda clasificación que facilita el reconocimiento de los documentos; sin embargo, tampoco puede decirse que se identifiquen por un orden lúdico sino que el historiador debe tener el juicio suficiente para determinar en qué expedientes es posible encontrar información pertinente. Salvo la riqueza de las Actas de cabildo de Mérida donde prolifera un vasto repertorio lúdico, en los restantes fondos la búsqueda es muy compleja. En el Archivo Histórico del Arzobispado de Yucatán (AHAY) ofrecen interesantísimos documentos aunque también están desperdigados en varios fondos, tales como Oficios y decretos, Asuntos Terminados, Cuentas de Fábrica, etc. La desconfianza de sus administradores también es uno de los principales obstáculos que enfrenta el investigador porque algunos fondos no pueden consultarse por razones desconocidas. En el Archivo Notarial del Estado de Yucatán (ANEY) ocurre el mismo problema 11 porque los copiosos libros de protocolos están identificados por notarios y años, sin que exista un índice de contenidos. La revisión pormenorizada de cada registro es indispensable para que el historiador tenga éxito en la búsqueda de algunas referencias importantes. La fuente de mayor riqueza, sin duda alguna, es la prensa. Los numerosos periódicos publicados constituyen la principal fuente de información lúdica principalmente a partir de la segunda mitad del siglo XIX. La aparición de una prensa comercial en esta época sorteó muchos de los inconvenientes documentales ausentes en los archivos y de esta manera se llenaron las lagunas existentes. Los anuncios publicitarios, las noticias, la publicación de decretos y leyes, la crítica social, los editoriales, etc. son testigos envidiables de una cultura lúdica de primer orden. Ante la presunta crítica de la subjetividad, de los intereses políticos y de las tendencias ideológicas de este tipo de fuente, es preciso enfatizar que las descripciones de fiestas o la publicidad no reflejan esta clase de prejuicios. En la crítica social y en los editoriales, en cambio, sí destaca un punto de vista particular según las inclinaciones de sus editores; de ahí que se haya insistido en una crítica de fuentes que procurara disipar o rehusar tomar en consideración las opiniones particulares y subjetivas que distanciaran los hechos de las realidades construidas por los juicios de valor o por la intencionalidad valorada de acuerdo a determinada posición ideológica o política. Bibliografía Agulhon, Maurice. Historia vagabunda. Etnología y política en la Francia contemporánea. México, Instituto Mora, 1994. Bauman, Zygmunt. “Modernidad y ambivalencia”, en Josetxo Beriain (comp.). Las consecuencias perversas de la modernidad. Barcelona, Anthropos, 1996, pp. 73-119. Beezley, William. “El estilo porfiriano. Deportes y diversiones de fin de siglo”, en Cultura, ideas y mentalidades. México, El Colegio de México, 1992, pp. 219-238. Enríquez Solano, Francisco. “Reflexiones sobre las diversiones públicas y la sociabilidad rural, a partir de una localidad costarricense. El caso de Morovia entre 1890 y 1930”, en Cuadernos digitales. Publicación electrónica en historia, archivística y estudios sociales, núm. 7, 2001. Escalante Gonzalbo, Fernando. Ciudadanos imaginarios. Memorial de los afanes y desventuras de la virtud y apología del vicio triunfante en la República Mexicana –Tratado de moral pública–. México, El Colegio de México, 1998. 12 Gayol, Sandra. Sociabilidad en Buenos Aires. Hombres, honor y cafés, 1862-1910. Buenos Aires, Ediciones del Signo, 2000. Giddens. Anthony. “Vivir en una sociedad tradicional”, en Modernización reflexiva. Política, tradición y estética en el orden social moderno. Madrid, Alianza Editorial, 1997, pp. 75-136. González Alcantud, José Antonio. Tractatus ludorum. Una antropológica del juego. Barcelona, Anthropos, 1993. González Bernaldo, Pilar. Vida privada y vínculos comunitarios, formas de sociabilidad popular en Buenos Aires, primera mitad del siglo XIX. Buenos Aires, Taurus, 2002. González Bernaldo de Quirós, Pilar. Civilidad y política en los orígenes de la Nación Argentina. Las sociabilidades en Buenos Aires, 1829-1862. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica de Argentina, 2001. Miranda Ojeda, Pedro. Diversiones públicas y privadas. Cambios y permanencias lúdicas en la ciudad de Mérida, Yucatán, 1822-1910. Hannover, Verlag für Ethnologie, 2004. Muñoz, Fanni. “Las diversiones y el discurso modernizador en la Lima finisecular”, en Historias, núm.37, marzo 1997, pp. 121-135. Myers, Jorge. Una revolución en las costumbres, las nuevas formas de sociabilidad de la elite porteña, 1800-1860. Buenos Aires, Taurus, 2002. Nisbet, Robert. Historia de la idea del progreso. Barcelona, Gedisa, 1981. Purcell Torretti, Fernando. Diversiones y juegos populares. Formas de sociabilidad y crítica social. Colchagua, 1850-1880. Santiago, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, 2000. Ramos Smith, Maya. Los artistas de la feria y de la calle. Espectáculos marginales en la Nueva España 81539-1822). México, Centro de Investigación Teatral Rodolfo Usigli, Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2010. Ribera Carbó, Eulalia. “Segregación y control, secularización y fiesta. Las formas del tiempo libre en una ciudad mexicana del siglo XIX”, en Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, núm. 36, 1999. Río, María José del. “Represión y control de fiestas y diversiones en el Madrid de Carlos III”, en Madrid y la Ilustración. Madrid, Siglo XXI de España Editores, 1988, pp. 299-329. Rodríguez Ostria, Gustavo. “Fiestas, poder y espacio urbano en Cochabamba (18801923)”, en Siglo XIX. Sociabilidad y cultura, Segunda época, núm. 13, enero-junio 1993, pp. 95-118. 13 Sánchez Menchero, Mauricio. “Hacia una historia cultural de las diversiones públicas. Estudios culturales sobre el juego, la risa y el sobrecogimiento”, en Estudios sobre las Culturas Contemporáneas, época II, vol. XIII, núm. 26, diciembre 2007, pp. 25-45. Scott, James C. Los dominados y el arte de la resistencia. Discursos ocultos. México, Era, 2000. Vázquez Mantecón, Álvaro. “La república ludens”, en La rueda del azar. Juegos y jugadores en la historia de México. México, Pronósticos para la Asistencia Pública, 2000, pp. 93-137. Viqueira Albán, Juan Pedro. ¿Relajados o reprimidos? Diversiones públicas y vida social en la ciudad de México durante el Siglo de las Luces. México, Fondo de Cultura Económica, 1995.