Salamanca Conjunto histórico El día 19 de abril de 1951 se publicó en el Boletín Oficial del Estado el Decreto de 6 abril que declaraba Conjunto Histórico Artístico el llamado Barrio Catedralicio o Barrio Viejo de la ciudad de Salamanca. En el texto se aludía no sólo a una serie de edificios monumentales que se declaraban sino también al “... recuerdo de haber sido la ruta que frecuentaron, camino del estudio, el Maestro Vitoria, y el escolar Juan de santa María ( San Juan de la Cruz, y la calle del Arcediano, que localiza en Salamanca la tragicomedia de La Celestina...”. No es éste el momento de comentar el texto de la declaración ni la alusión a los valores que se intentaban proteger y menos hablar del barrio Catedralicio tal y como se encontraba entonces. La delimitación excluía zonas tan interesantes e importantes artísticamente como la plaza de San Boal, parte de la plaza de los Bandos, convento de las Isabeles, Campo de San Francisco, capilla de la Vera Cruz, convento de Sancti Spiritus, convento de las Claras, convento de San Francisco y todas las iglesias románicas excepto la de San Martín, incomprensible desde el punto de vista artístico. Por Resolución de 22 de julio de 1982 se ampliaba el Conjunto Histórico Artístico al ámbito que comprendía el antiguo recinto amurallado incluyendo ya todos los monumentos a excepción del monasterio de la Vega, el convento de Jesús, el de premostratenses de San Norberto, el convento de San José de Madres Carmelitas y el Colegio de Huérfanos, pues se encontraban fuera del antiguo recinto de Vista aérea de Salamanca murallas. Esta ampliación fue modificada por Resolución de la Dirección General de Patrimonio y Promoción Cultural haciéndolo coincidir con el ámbito de protección establecido en el Plan Especial de Protección y Reforma del Recinto Histórico de 1984, actualmente vigente. Al día de hoy entiendo que el marco legal de protección es más que suficiente por cuanto muchos monumentos que no se encuentran dentro del recinto han sido declarados Bien de Interés S A L A M A N C A ~ A N T O N I O C A S A S E C A 152 Vista general Cultural y existe una concienciación general, salvo lamentables excepciones, que entiende y comprende que la defensa y conservación del Patrimonio Histórico Artístico debe ser tarea de todos por cuanto constituye un bien intangible que afecta a la memoria histórica de muchas generaciones y a veces los monumentos, en su acepción más amplia, constituyen los únicos testigos de hechos históricos determinantes que han dejado una huella imperecedera de una época y por lo tanto deben ser mantenidos y a ser posible incrementados con nuevas aportaciones, como se ha producido recientemente con la recuperación del convento de San Antonio el Real. Dado que el texto de la Declaración es claro y preciso en la delimitación física, intentaremos ceñirnos al análisis de los espacios y monumentos que se incluyen en él, aunque se hace difícil prescindir de algunos que independientemente de sus valores artísticos tienen un valor histórico excepcional pues en ellos acontecieron episodios o vivieron determinados personajes que conformaron la memoria histórica de Salamanca. en la Historia a partir de los historiadores griegos y latinos, constando el hecho heroico de la defensa de la ciudad frente a Aníbal, antes de caer en poder de los romanos, que la incorporan a la Lusitania. De esta época hay testimonios arqueológicos y uno de los monumentos que desde antiguo la identifica es su Puente Romano, por el que atravesaba la Calzada de la Plata que unía Astorga y Mérida, del que únicamente los quince arcos más próximos al caserío son romanos, construidos en época de Trajano, con sillería granítica almohadillada a la rústica y separados por estribos y asentados sobre pilares con tajamares. Los once arcos restantes se deben a una reconstrución del siglo XVII efectuada tras la riada de San Policarpo, y en el arranque que mira a la urbe estuvo colocado el verraco que figura en el escudo de armas de la ciudad y fue inmortalizado en el Lazarillo del Tormes. Recientemente han aparecido algunos restos de casas romanas en el solar del colegio Trilingüe, cerca de donde se localizaba el Jardín de Hércules, y es posible que algunas hiladas de sillares de la muralla junto a la llamada puerta del Río, conocida como arco de Aníbal, sean de esta época. Los orígenes de la ciudad se vinculan con el asentamiento de la primera Edad del Hierro en el Cerro de San Vicente, donde se han descubierto algunos restos arqueológicos de cabañas circulares. Suena su hombre Muralla. No podía faltar una muralla en una ciudad como Salamanca, descubiertas recientemente partes de un primer recinto defensivo en la cuesta de Carvajal y admitiendo la existencia de restos roma- JARDINES, SITIOS Y CONJUNTOS HISTÓRICOS DE LA PROVINCIA DE SALAMANCA nos, sin embargo los que permanecen en pie son fundamentalmente medievales y se localizan junto a la puerta de San Pablo, en el paseo del Rector Esperabé, paseo de San Vicente y en la zona de la Vaguada de la Palma, junto a la Peña Celestina. De sus múltiples puertas únicamente está en pie la llamada del Río y los restos de la recientemente descubierta junto a la iglesia de Santo Tomás Cantuariense. La ciudad medieval. En 1102, consolidada la frontera entre el Duero y el Tajo, Alfonso VI encarga la repoblación de la ciudad a su yerno Raimundo de Borgoña, quien restablece la sede episcopal siendo su primer obispo el cluniacense don Jerónimo Visque y trae a serranos, castellanos, toreses, francos, bregancianos, portogaleses y mozárabes, que poblarán las distintas zonas de la ciudad levantando las primeras iglesias. La vista de las Catedrales, la Vieja y la Nueva, con sus torres y cimborrios, junto con el Puente Romano, las torres de la Clerecía y el cimborrio de San Esteban constituyen la imagen clásica que tiene el viajero que llega a la ciudad desde la N-620; torres, río y puente constituyen la primera imagen en la que el visitante ve surgir la ciudad monumental entre el caserío, cierto es que cuando pasea por sus calles, donde parece haberse detenido el tiempo, y por plazas como la de San Benito, la de Monterrey o la de los Sexmeros, que han permanecido inalterables desde los siglos XVI y XVII, o se asoma a la calle de las Úrsulas y cree ver aún a don Miguel de Unamuno asomado al balcón de la morada que le vio morir, es cuando capta la monumentalidad con toda intensidad, percantándose que lo visto desde la lejanía no es sino la carta de presentación de una ciudad monumental que ha sabido mantener y ampliar su Patrimonio Histórico Artístico incorporando una arquitectura del siglo XXI o recuperando monumentos ocultos o poco conocidos como ha acontecido en estos días con la recuperación de los pasadizos de la Torre Mocha y de la Torre de Campanas de la Catedral Vieja. Estamos acostumbrados a hacer una lectura descontextualizada de los monumentos viéndolos y analizándolos como hitos más o menos sobresalientes de una época o de un estilo sin analizar ni pensar que fueron levantados en determinados momentos y que su significado entonces era más emblemático que artístico. El viajero que se sitúe hoy al comienzo de la calle de la Compañía se sentirá abru- 153 Muralla al sur de la ciudad mado por los monumentos que contempla: la Clerecía, Casa de las Conchas, palacio de Monterrey, San Benito y las Agustinas, seguramente valorará la importancia artística y la belleza de lo que se le ofrece a la vista pero seguramente ignorará que en esa calle se resume buena parte de la historia de la ciudad en una época, finales de la Edad Media y mediados del XVI, cuando el reparto de solares entre los Maldonado y los Acevedo-Fonseca determinó que la calle estuviese flanqueada por los palacios de una y otra familia y que los dos hitos fundamentales de la arquitectura civil que han llegado en pie hasta nuestros días: la Casa de las Conchas y el palacio de Monterrey son, en realidad, los palacios de los mayorazgos de las dos grandes familias salmantinas en constante enfrentamiento; ambos representan esa rivalidad en un intento de dejar clara la preeminencia familiar. Estas breves líneas no nos permiten extendernos en este aspecto que resulta fundamental para comprender Salamanca y por ello destacaremos aquellos hitos que definen la ciudad, la declarada Conjunto Histórico Artístico. El monumento que mejor representa la época medieval por haber llegado en perfecto estado de conservación es la Catedral Vieja, adjetivada así por contar con dos Catedrales: la Vieja y la Nueva. Fue levantada seguramente sobre el solar de un templo anterior, JARDINES, SITIOS Y CONJUNTOS HISTÓRICOS DE LA PROVINCIA DE SALAMANCA comenzada entre 1140-1150 su construcción, con las dependencias del claustro, se prolongará hasta el siglo XV. Los numerosos privilegios reales y las cuantiosas donaciones privadas permitieron que las obras avanzasen a buen ritmo y que el claustro pudiese iniciarse a finales del siglo XII. La planta responde a un modelo conocido que se resuelve en tres naves de cinco tramos, torres flanqueando el hastial de poniente y tres ábsides semicirculares escalonados en planta precedidos de un transepto sobre el que se alza la llamada Torre del Gallo. Iniciada la obra por la cabecera la evolución hacia las formas protogóticas se hace patente en las distintas soluciones adoptadas en los abovedamientos de las capillas de las naves, en las absidales, cuya cubrición se hizo con bóvedas apuntadas, y en los detalles decorativos de los capiteles y claves, distinguiendo al menos hasta tres etapas y varios estilos escultóricos, aunque la solución adoptada en el crucero, la llamada Torre del Gallo, es el elemento más original, relacionado formalmente con los de la cuenca del Duero donde los plementos gallonados entre nervaduras constituyen soluciones constructivas de raíz árabe. En el transepto, marcado en planta al tener sendas capillas al norte y mediodia, se optó por un abovedamiento de crucería que requirió soluciones no previstas improvisando unos soportes a manera de ménsulas para que descargasen los arcos cruceros. En el cuerpo bajo de la Torre de Campanas se abre la capilla de San Martín, fundada por el obispo Pedro Pérez, de gran interés por las pinturas murales góticas que decoran sus muros. Las del testero, a manera de retablo, con hornacinas de arcos trilobulados que cobijan abajo a San Joaquín y Santa Ana, y arriba a Jeremías e Isaías y Daniel formando pareja. Están fechadas en 1262 y se suponen obra de Antón Sánchez de Segovia, siendo una de las primeras obras firmadas de la Edad Media. Completa el conjunto una representación simulando un tapiz en la que se efigia el Juicio Final con Pantocrátor, figurando la Etimasia, fechable a mediados del siglo XIV. Aquí se encuentra el yacente policromado del obispo don Rodrigo Díaz; la cama presenta en el frente la escena de los funerales bajo arquillos góticos, en tanto que en el frente del arcosolio vemos la escena de la Epifanía. Patio Chico 155 Puerta románica en el claustro de la Catedral Vieja La catedral acoge un magnífico conjunto de sepulcros góticos repartidos por la capilla mayor y brazo sur del transepto. En la costanera de la epístola de la capilla mayor reposan en sarcófagos superpuestos los restos del obispo don Gonzalo Vivero y los de don Sancho de Castilla, prelados que jugaron un papel fundamental en la historia de la ciudad: al primero se debe la reconciliación de los Bandos, y al segundo la presencia en la ciudad de los hermanos Delli y la construcción de otra serie de obras en la capital y provincia. El yacente de don Gonzalo es obra del maestro Enrique, y el de Sancho se atribuye al llamado maestro de los Anaya. Junto a ellos, en otro arcosolio, figuran los restos del arcediano de Toro don Diego Arias, con yacente del siglo XVII. No menos interés tienen los sepulcros de la costanera de la epístola, donde reposa don Fernando Alonso, hijo de Alfonso IV, fallecido en 1279, cuyo tímpano se orna con relieves góticos de gran calidad, como lo son las plañideras que flan- S A L A M A N C A ~ A 156 Claustro. Catedral Vieja quean el túmulo en el que aparece el alma del difunto transportada al cielo por dos ángeles, con razón pensamos que estamos ante un ámbito funerario real. El conjunto de sepulcros del crucero es excepcional y único, fechados en el siglo XIII, salvo el del arcediano de Ledesma que es del XIV. Comenzando por el que se ubica en la capilla absidal que a él se abre, el del obispo Domingo, de tosca factura, no así el de Diego Garci-López, arcediano de Ledesma; el de doña Elena, mecenas de la seo, con interior de plementos gallonados; el del chantre Aparicio Guillén y el de Alfonso Vidal, deán de Ávila, semejante al de la catedral abulense. Lo más espectacular son las pinturas que ornan los arcosolios, con escenas de la Cabalgata de los Reyes Magos, de la Epifanía, la Coronación de la Virgen y los detalles mudéjares en el del deán abulense, pinturas coetáneas, aunque de menor calidad, que las vistas en la capilla de San Martín. A estas pinturas se han venido a añadir las recientemente descubiertas en lo alto de los muros del crucero sur en que se abren los arcosolios comentados, cuyo interés e importancia N T O N I O C A S A S E C A no han sido aún resaltados y queremos hacerlo aquí dedicándoles unas brevísimas líneas. Se pueden clasificar estilísticamente entre el protogótico y el gótico lineal, con al menos la intervención de cuatro pintores diferentes. La iconografía es la que predomina en los ciclos relativos a la Resurrección y al Juicio Final, pues no olvidemos que estamos en un contexto funerario. Su distribución aparece un tanto caótica, organizadas en compartimentos cuadrados o rectangulares distribuyéndose a veces en su sentido narrativo. Sobre el sepulcro de doña Elena vemos la Segunda Parusía, que refiere la visión de Cristo Majestad entre los símbolos del tetramorfos, sin duda la más antigua del conjunto, datable a finales del siglo XIII. Sobre el de don Alonso Vidal aparece el Juicio Final. Sobre la puerta de acceso al claustro y el sepulcro del chantre Aparicio vemos una imagen de un clérigo bajo arquerías con remates acastillados y dos monjes, uno con hábito de color claro y el otro de color azul. En lo alto de la puerta de acceso al claustro se representa el ciclo de las Esposas místicas de Cristo: Santa Catalina, Santa Inés, Santa Margarita y Santa Dorotea, que se encuadra dentro del gótico lineal, y sobre la puerta de la sacristía el ciclo de las Apariciones de Cristo y la Ascensión, donde distiguimos el Noli me tangere, la Incredulidad de Santo Tomás y la Ascensión, que parecen las más tardías. Entre las ventanas situadas sobre la líneas de impostas del muro sur encontramos la escena más monumental: La Virgen de Misericordia, de comienzos del siglo XIV ignorando de quiénes puede tratarse, aunque el tamaño gigantesco nos indica la importancia que tendría dentro del conjunto, máxime porque la inscripción que la acompaña nos permite dar a conocer el hombre de otro artista medieval: M (...) MATEOS LO FIZO. La capilla mayor alberga el conjunto pictórico más importante del siglo XV, pues en cincuenta y tres tablas repartidas en cinco cuerpos y once calles se narra la vida de Cristo y de la Virgen, realizado por los hermanos Delli y otros anónimos pintores en la primera mitad de la centuria. En la hornacina central se ha colocado la Virgen de la Vega, patrona de la ciudad, obra románica del tipo bizantino de Theotocos, de importancia capital pues ilustra la presencia en la ciudad de un taller de orfebres de Limoges que realizan la preciosa imagen, con decoraciones de esmaltes en los laterales y frente del trono y con ojos de azabache La conocida como Casa de la Concordia JARDINES, SITIOS Y CONJUNTOS HISTÓRICOS DE LA PROVINCIA DE SALAMANCA en ambas figuras. En la bóveda del cascarón se pintó el Juicio Final, encargado a Nicolás Florentino por el Cabildo en 1445, comprometiéndose el artista a pintar otra serie de historias en las paredes laterales de la capilla, de las que aún son visibles algunos restos. El claustro es casi contemporáneo de la obra de la iglesia, aunque rehecho en el siglo XVIII tras el terremoto de Lisboa, momento en que se sustituyó su techumbre mudéjar por bóvedas de arista, se tapiaron algunos arcos y parte de los sepulcros antiguos, y se levantó un segundo piso para las salas del archivo y otras dependencias capitulares, obras que dirigió Jerónimo García de Quiñones. Aquí se conservan una serie de epitafios de indudable valor histórico, como el del maestro Randulfo, fundador de la iglesia de Santo Tomás Cantuariense, y el de un Pedro de Aix supuesto maestro de la obra. Las capillas que se abren a él son de muy distinta cronología y de diversa importancia. La primera que encontramos es la llamada capilla de Talavera, la primitiva sala capitular, con una de las bóvedas más originales que evoca soluciones mulsumanas.A comienzos del siglo XVI Rodrigo Arias Maldonado dotó la capilla y la convirtió en su panteón familiar, pues en el centro se alza la excepcional reja que delimita su túmulo y por los muros vemos sus escudos de armas, presidida por el delicioso retablito plateresco con una imagen de la Virgen, obra gótica muy anterior. Contigua se alza la capilla de Santa Bárbara, fundada por el obispo Lucero en 1334, presidida por el yacente del prelado, siendo conocida más que por los sepulcros de sus fa-miliares por celebrarse en ella los grados y la elección del rector. Otras capillas de interés histórico y artístico son las de Santa Catalina y la de San Bartolomé o de Anaya: la primera es del siglo XV, momento en que se amplía la existente para colocar la biblioteca donada por el obispo Vivero, y es 157 Iglesia de San Martín uno de lo pocos ejemplos arquitectónicos del siglo XV que existe en la ciudad y del que conocemos con exactitud el proceso constructivo así como los maestros que la levantaron. Más interés tiene la capilla de Anaya o de San Bartolomé, debida al mecenazgo de don Diego del Anaya y Maldonado, arzobispo de Sevilla y fundador del colegio que lleva su nombre. Su colección de esculturas funerarias es espectacular, están repartidas por los arcosolios de la capilla y corresponden a los familiares del prelado, sobresaliendo los yacentes de don Gutierre de Monroy y de doña Constanza de Anaya, fallecidos, respectivamente, en 1517 y 1504, una de las obras de mayor calidad que ha dado el plateresco local, pero con ser muchos los yacentes que hay ninguno iguala al del fundador, en el centro, de alabastro, protegido por una preciosa reja. El estilo del yacente y de los relieves de los frentes de la cama han dado personalidad al denominado maestro de los Anaya pues a este anónimo escultor de formación renana se atribuyen algunos yacentes. En los arcosolios del claustro vemos el sepulcro de don Gutiérrez de Castro, de Juan de Juni; el de Pedro Xerique, de Juan de Álava, y los de los hermanos S A L A M A N C A ~ A N T O N I O C A S A S E C A del templo, y la Torre de don Enrique de Villena, uniendo en ambas la historia, la magia, la alquimia, y una más que larga tradición de brujería que tanto juego dio a la literatura desde la Baja Edad Media. La calle Tentenecio, donde se ambienta uno de los milagros de San Juan de Sahagún, responde en su trazado a un tramo de la Calzada Romana, que tras atravesar la Puerta del Río ascendía paralela al claustro de la seo para continuar hacia la puerta de Zamora. 158 San Juan de Barbalos Rodríguez de San Isidro, los mecenas que encargaron el retablo de San Miguel a Juan de Flandes y que hoy podemos admirar en el museo. La sala capitular se ha dedicado a museo, exponiéndose en él una colección de pinturas hispanoflamencas y renacentistas, tales las de Fernando Gallego, Pedro Bello y Juan de Flandes, así como dos retablos atribuidos a Martín de Cervera; el la capilla de Santa Catalina y el San Cristóbal, ambos de Fernando Gallego, y el retrato de Fernández de Liébana, fundador de una capilla en la Catedral Nueva, obra de Tristán. En los aledaños de las catedrales se encuentran lugares y espacios de interés que jalonan distintos momentos de la historia local. Sin duda uno de los más evocadores es el denominado Patio Chico, junto a la entonces plaza de los Leones, lugar encantador tantas veces glosado por los amantes de la ciudad, donde se inicia la calle del Arcediano, pues aquí habitó el díscolo arcediano de Ledesma, enterrado en el crucero de la catedral, que finaliza en la casa de don Alfonso González de Paradinas, el copista del Libro del Buen Amor, cuya portada de arco de medio punto, donde vemos sus escudos, es el ingreso al Huerto de Calixto y Melibea en el que supuestamente se ambienta la tragicomedia de la Celestina. A pocos metros, en la Cuesta de Carvajal, se encuentran los restos de la iglesia de San Cebrián, la llamada Cueva de Salamanca, la sacristía Las iglesias levantadas en la época de la repoblación fueron muchas y sus nombres aparecen en el Fuero, aunque no todas están dentro del límite de la declaración les dedicaremos unas líneas pues son parte importante de la historia medieval de la ciudad. Algunas han llegado hasta nuestos días y constituyen un legado artístico de importancia considerable. La de San Martín fue fundada en 1103 por Martín Fernández, caudillo de los toreses, y es la más monumental e históricamente la más importante por el lugar en que se levanta, pues su reloj llamaba a concejo y hasta el siglo XVIII en ella se celebraban innumerables autos sacramentales y en su capilla de San Miguel, fundada en el siglo XV por uno de los Villafuerte, reciben culto los Cinco Mártires salmantinos. Repite la planta de otras iglesias de la época a base de tres naves con ábsides semicirculares y pilares cilíndricos individualizando las naves, modificada en sus partes altas en el siglo XVIII y perdidas muchas obras de arte tras el pavoroso incendio sufrido en el siglo XIX. Conserva un riquísimo conjunto de escultura funeraria que no ha sido valorada en lo que tiene de interés. Sobresalen los colocados en la nave de la epístola, donde vemos los de Andrés de Santisteban, el del bachiller Luis Yáñez y el de Pedro Sánchez, todos del siglo XV; en el sotocoro se colocaron algunos de los que estuvieron en la capilla mayor, como el de don Antonio de Paz y los de Fernández de Rivas y su esposa Inés de Rivas, fechables en el primer tercio del siglo XV. Se han conservado las portadas originales del templo, ocultas la meridional y la del hastial tras otra del siglo XVI y la capilla de la Música, ésta es excepcional por la calidad de los relieves de sus arquivoltas. A la Orden Hospitalaria se deben las iglesias de San Juan y de San Cristóbal. De la primera conservamos la inscripción de su consagración, efectuada por Gonzalo Fernández en la era de MCCXXIX, con la JARDINES, SITIOS Y CONJUNTOS HISTÓRICOS DE LA PROVINCIA DE SALAMANCA presencia de Ovequit, comendador de la Orden del Hospital de Jerusalén. Su interior, de nave única y abside semicircular es de gran sencillez, como lo era su pequeño claustro, donde se veneraba el excepcional Cristo de la Zarza, obra románica del siglo XII. San Cristóbal fue fundada en 1145 por la misma Orden, en territorio de los toreses, conservándose hasta hace unos años el corralillo. Se trata de un templo de nave única y planta de cruz latina y ábside semicircular, conservando los canecillos de la nave y algunos abovedamientos originales en la capilla mayor y crucero. Sufrió algunas reformas en el siglo XV, y en 1624 se realizó el relieve del Santo Entierro que preside la capilla que se abre al brazo meridional del crucero, obra realizada por Pedro Hernández. La parroquia de Santo Tomás Cantuariense, al lado de la puerta de la muralla, recientemente descubierta y excavada, frente al monasterio del Jesús y cerca del monasterio Jerónimo de la Victoria. Consagrada a Santo Tomás Becket, en el barrio de los portogaleses, fue fundada en 1175 por los hermanos Randulfo y Ricardo, cuyo epitafio funerario se puede ver en la catedral. La planta es de nave única y con tres ábsides que se abren al transepto sugiriendo un cambio en el proyecto inicial, destacando el abovedamiento cupuliforme del crucero, con seis nervios sobre repisas relacionándose con la catedral mirobrigense. La torre y otros detalles del interior son de épocas posteSan Julián. Portada románica San Cristóbal riores. El yacente es de don Diego Velasco, obispo de Ávila y fundador del colegio que estaba frente a la iglesia y del que únicamente se conserva un escudo. Al norte de la ciudad se levantó la iglesia de San Marcos, de jurisdicción real pues se atribuye su fundación a don Raimundo de Borgoña y a su esposa doña Urraca, pasando a depender a partir de 1202 de los clérigos de la ciudad y denominarse desde entonces Real Clerecía de San Marcos. Presenta planta circular, con pilares cilíndricos y arcos doblados y apuntados que la dividen en tres naves que rematan en ábsides semicirculares marcados al interior pero no al exterior. Inexplicable es su planta, pero la cronología parece retrasarse hasta el siglo XIII y quizá fue levantada en dos épocas diferentes a las que corresponderían la cabecera y la nave. Aquí se pueden ver pinturas murales del siglo XIII de la misma escuela que las de la capilla de San Martín y algunas del crucero de la Catedral Vieja. El Fuero de Salamanca cita algunas parroquias de mozárabes, de las que únicamente se ha consevado la de Santiago del Arrabal, tan restaurada a mediados del siglo XX que es imposible referirse a ella sin lamentar la intervención que la convirtió en una iglesia anodina e insulsa, aunque las fotografías antiguas nos permiten precisar que tenía tres ábsides de ladrillo, y nos podremos hacer una idea más cabal de su estado prístino si la comparamos con los restos de San Polo, de tres naves y ábsides semicirculares de ladrillo, agradeciendo la recuperación de estas ruinas tras las excavaciones pertinentes y lamentando la restauración de la otra, que se levanta en una zona de la ciudad que está acogiendo algunos edificios de nueva planta y remodelando otros que revitalizarán un barrio que hace unos años estaba en franco abandono y hoy está llamada a ser una de las 159 S A L A M A N C A ~ A 160 Puerta mudéjar del claustro alto. Convento de Las Dueñas más visitadas pues en un radio de cien metros tendremos un Museo de Automoción, un Museo Modernista, un Casino y Museo Industrial de una fábrica de harinas y un Anfiteatro Anatómico del siglo XVI, y todo ello a escasos metros de las catedrales y del Puente Romano y cerca de San Esteban. Las restantes iglesias levantadas en la Edad Media fueron rehechas a lo largo de los siglos XVI y XVIII y en esas épocas deben ser estudiadas y analizadas aunque hay que destacar que San Millán conserva su ábside románico, reformado, y de San Julián nos ha llegado su portada septentrional, el muro y la torre, ésta tan intervenida que se hace díficil rastrear su condición románica. N T O N I O C A S A S E C A El final de la Edad Media y el Renacimiento A finales de la Edad Media la ciudad ha experimentado un crecimiento espectacular que determina un cambio profundo en la imagen de la urbe y en su trama urbana pues desaparecieron muchas calles y casas para levantar ex novo algunos de los monumentos de aquel momento, que ve surgir conventos, iglesias, colegios y una arquitectura doméstica de excepcional interés en torno a las plazas y calles de la ciudad: plazas de San Adrián, de San Benito, de Santo Tomé, de San Agustín, de San Boal y de Santa Eulalia, o las calles de Zamora y de Toro, por citar las más conocidas que han llegado hasta hoy. Pero es esta misma nobleza la que muchas veces levanta ex novo o renueva algunos de nuestros grandes cenobios convirtiéndolos en sus panteones familiares dotándolos de cuantiosas rentas y alhajándolos con innumerables obras de arte. Valgan algunos ejemplos conservados intramuros de la muralla: convento de Corpus, panteón de una rama de los Solís, que reposaban en su capilla mayor; el de Santo Domingo, debida su refundación al hijo del gran duque de Alba el cardenal don Álvarez de Toledo; el de las Isabeles a los Solís, que lo convierten en panteón familiar, y el de las Dominicas, fundación medieval en el palacio mudéjar de Juan Sánchez de Sevilla, Contador Mayor de Castilla en época de Enrique IV, y el de La Anunciación, del patriarca de Alejandría don Alonso de Fonseca, en cuya capilla mayor reposan sus restos y los de algunos de los condes de Monterrey. A la sombra de la Universidad surgen los colegios mayores y menores, fundaciones de prelados que habían estudiado en su Universidad, o del mismo monarca, ofreciendo una imagen desconocida de la ciudad que ve como junto al arroyo de los Milagros nacen grandes edificios como los colegios de Cuenca y de Oviedo y más al oeste el del colegio del Arzobispo, y entre ellos el monumental convento de San Francisco, panteón de parte de la nobleza salmantina hasta el siglo XVI. Pero JARDINES, SITIOS Y CONJUNTOS HISTÓRICOS DE LA PROVINCIA DE SALAMANCA en esta época se levantan la Catedral Nueva y los edificios del Estudio: las Escuelas Mayores y las Menores, que serán en definitiva los que determinen en buena medida la importancia y el interés de la ciudad. La Catedral Nueva. A finales del siglo XV la Catedral Vieja se ha quedado pequeña para una ciudad como Salamanca y se piensa en la construcción de otra. Los trámites hiceron que el proceso fuese largo y lleno de controversias que afectaban a muchos problemas: la ubicación, la necesidad de conservar o no la Catedral Vieja, la cercanía con el edificio del Estudio, llegándose a plantear problemas estéticos, y la importancia de la elección de la planta, con todo lo que ello conllevaba. Solventados estos problemas, en 1513 se iniciaban las obras siguiendo la traza pergeñada en una reunión a la que acuden algunos de los arquitectos más renombrados del momento, que delinearon una planta que respetaba la Catedral Vieja, excepto parte de la nave del evangelio y el brazo septentrional de transepto. Se resolvía en tres naves a distinta altura, con capillas hornacina, girola y crucero marcado en planta y alzado pues se había proyectado un gran cimborrio e integrado la torre de campanas de la Vieja, en definitiva el modelo era el seguido en la catedral de Segovia y respondía a uno muy difundido a finales del siglo XV y comienzos del XVI que constituye el canto del cisne del gótico. Solamente una pequeña reflexión sobre el significado de la construcción de la seo, pues se tuvieron que adquirir muchos solares de casas que la rodeaban; se buscó y consiguió hay muchas alusiones documentales al respecto, que fuese una referencia visual desde el norte de la población, hacia donde se había extendido la ciudad. La historia de la construcción es bien conocida aunque no viene de más recordar algunos momentos. El comienzo se debe al obispo don Diego de Deza, quien a finales del siglo XV contrata a Martín de Solórzano y a Juan de Ruesga, que inician la explanación de la zona y el derribo de las casas sobre las que se alzaría. Problemas con el Cabildo, que motivan la intervención de los Reyes Católicos, y su traslado a la diócesis de Sevilla determinaron la interrupción de las obras, que se reinician con el obispo Bobadilla. Muralla Las catedrales desde Santo Domingo La primera etapa de las obras se inicia en 1513 y concluye en 1566, momento en que por problemas económicos se interrumpen cerrando con un muro la zona construida, que llegaba hasta el crucero, dirigiendo los trabajos Juan Gil de Hontañón, Juan Gil el Mozo, Juan de Álava y Rodrigo Gil de Hontañón, quienes en líneas generales, salvo Rodrigo Gil que modifica el alzado de la nave central, respetaron, más o menos, las trazas originales, debiéndose el diseño del hastial y sus portadas a Juan Gil de Hontañón y el remate del imafronte a su hijo Rodrigo Gil. La segunda etapa de las obras comienza en 1586, cuando se ofrece la dirección de los trabajos a varios arquitectos, haciéndose cargo Juan de Ribero Rada, quien lo primero que plantea y cuestiona es la idoneidad de mantener la traza de 1513, modificando la girola semicircular con sus capillas hornacina por otra rectangular flanqueada por sendas torres, siguiendo así criterios más acordes con lo que se hacía en España e inspirándose quizá en la cercana de Valladolid y dirigiendo los trabajos hasta su muerte en 1600. A partir de este momento las obras se fueron acompasando con las disponibilidades económicas haciéndose notar la profunda crisis económica que vivía el país. Los abovedamientos de las capillas de la cabecera y de las capillas hornacina, por imposición del Cabildo, siguieron siendo góticas aunque levantadas ya en los siglos XVII y XVIII, denotando la decoración abultada y carnosa el cambio estilístico que se había producido, no tanto en las estructuras y en las formas pero sí en los detalles ornamentales. El cimborrio que había sido proyectado, seguramente cuadrado o poligonal, como los que conocemos para Segovia, terminará siendo materializado a finales del 161 S 162 A L A M A N C A ~ A Catedral. Detalle fachada oeste y comienzos del XVIII por J. B. Churriguera, aunque tuvo que ser derrocado ante el peligro eminente de derrumbe y sustituido a mediados del siglo XVIII por el proyectado y ejecutado por Juan de Sagarvinaga, quien sobre las pechinas del antiguo levantó una estuctura cupuliforme cercana a soluciones neoclásicas respondiendo así a criterios más clásicos muy en boga en Europa en aquel momento como lo demuestra el complejo debate suscitado cuando se construyó. Paralelamente se construían la sacristía y la antesacristía, levantadas por el mismo Sagarvinaga, quien se atuvo en todo a los criterios impuestos por el Cabildo, deseoso de que no se rompiese la unidad estílistica del templo, de ahí que veamos bóvedas góticas y una decoración semejante a la de las capillas de la cabecera, aunque es de destacar el precioso e interesante proyecto propuesto por Manuel de Larra Churriguera que se inspiró en la sacristía de la catedral hispalense. XVII Al exterior destaca la torre de campanas, que dada su altura ha llegado a ser uno de los símbolos de la ciudad. La historia nos indica que al iniciar la Catedral Nueva se decidió integrar la torre de la Catedral Vieja, de ahí que los dos cuerpos inferiores, la llamada capilla de San Martín y la sala de la bóveda, sean medievales, y el cuerpo del reloj responda ya a una obra del siglo XVI. Sobre estos cuerpos levantará Pantaleón del Pontón el cuerpo de campanas y el cupulín del remate. Los problemas de estabilidad comenzaron antes del terremoto de Lisboa, cuando por las humedades del pórtico de la Catedral Vieja y el peso de la estructura del cuerpo de campanas se empezaron a cuartear los muros, problemas que se N T O N I O C A S A S E C A acenturaron con el terremoto abriéndose grandes grietas en dos de los lienzos que hicieron pensar en la ruina inmediata, llegando al extremo que Ventura Rodríguez, convencido de la eminencia del desastre, propuso recuperar la idea de Ribero Rada levantando una torre en la cabecera, para lo cual se aprovechaba la estructura del cuerpo bajo. La intervención del maestro Devretón, quien propuso cinchar con hierros el fuste y forrarla con gruesos sillares, se han recuperado todos los dibujos del proyecto, salvó de la ruina este elemento tan característico de la imagen de la ciudad. En la actualidad se han rehabilitado los pasadizos interiores que unían las dos torres que flanqueban la portada del hastial de la Catedral Vieja, macizados en su día para evitar la posible ruina, lo que ha permitido hacernos una idea de cómo se configuraba esta parte de la seo y de su carácter defensivo. Las necesidades funcionales exigían la construcción de un coro, que realizará Alberto de Churriguera, y de una sillería coral, una magnífica obra del barroco Catedral. Fachada oeste JARDINES, SITIOS Y CONJUNTOS HISTÓRICOS DE LA PROVINCIA DE SALAMANCA se venera el Cristo de las Batallas; en otra recibe culto la Piedad de Salvador Carmona, y cerca vemos la Virgen de las Angustias. Sin embargo pasan desapercibidas algunas de las imágenes que presiden los retablos de las capillas del lado del evangelio, de indudable interés por ser de las más antiguas que existen en la ciudad: la Virgen del Pilar y la Virgen de la Cabeza. San Benito donde intervienen algunos de los escultores locales más afamados del momento, que se completaría con los órganos, colocados sobre los muros laterales del coro. Todo ello digno colofón para una obra que se prolongó a lo largo de más de doscientos años. Algunas capillas hornacina se convertirán en panteones funerarios que acogen ricas colecciones de esculturas funerarias, siendo las que se abren hasta el crucero, las más antiguas, la que concentran su mayor interés: la del regidor Azebes, la Capilla Dorada, la de Fernández de Liébana, o la del obispo Corrionero, que lucen obras de indudable valor artístico, sobresaliendo los grandes conjuntos de escultura funeraria de la Capilla Dorada y la del obispo Corrionero, o el magnífico retablo de la de Fernández de Liébana, donde vemos el Santo Entierro de Navarrete el Mudo. Las capillas de la girola, sin tener el interés artístico de las que se abren a la nave, exhiben obras de indudable interés histórico y artístico, pues en una reposan en urna barroca los restos de don Jerónimo Visque y en su altar Algunas iglesias renovaron ahora sus fábricas, como la de San Benito, que lo fue a partir de 1506, con el mecenazgo del patriarca de Alejandría don Alonso de Fonseca, que tenía su palacio, el de los Acevedo, y las casas de sus antepasados enfrente, junto a la de los Maldonado, que aquí levantan su panteón funerario pues sus restos reposan en los arcosolios de la capilla mayor y otros miembros distinguidos de la familia lo hacen en los repartidos por los muros del templo. Su interior y la portada son obras únicas que se relacionan con templos abulenses y nada hay en la capital que se le parezca, pues su única nave, amplia y diáfana, no tiene parangón en la capital, pregonando los escudos de la capilla mayor, tras el retablo, y del exterior quién la reedificó. Cerca se levanta la de Santa María de los Caballeros, consagrada en 1214 con la advocación de Santa María la Nueva, reconstruida a mediados del siglo XVI con trazas de Miguel de Isturizaga y materializada por Domingo de Lasarte siguiendo los esquemas de las iglesias columnarias de tres naves separadas por columnas cilíndricas y volteando su capilla mayor un precioso artesonado realizado por Juan Sotil. Pero es su retablo y los sepulcros conservados en la sacristía los que le confieren gran interés, pues el primero es el único que tenemos de finales del XVI, realizado por Juan de Montejo y Alonso Falcote, y los sepulcros se han atribuido al maestro de Anaya. La iglesia estaba unida al cercano palacio de Monterrey por una galería que desembocaba en la tribuna desde la que la condesa asistía a los oficios divinos. La iglesia de San Julián y Santa Basilisa fue fundada en la época de la repoblación, en el territorio de los toreses, y rehecha a partir de 1582 respetando parte de su portada románica, que se abría en el muro norte, y la maciza torre que se alza a los pies. Su capilla mayor, con bóveda de crucería, y su nave, terminada en 1618 por Juan Moreno, quien levantó una de las portadas 163 S A L A M A N C A ~ A N T O N I O C A S A S E C A Se alza en uno de lugares más emblemáticos de la ciudad, frente a la casa de Unamuno, que le dedicó unas líneas, junto al Campo San Francisco, el palacio de Monterrey, la capilla de la Vera Cruz, monumentos que conforman uno de los espacios más bellos de la ciudad. Las obras se materializaron en vida del arzobispo y fue su hijo homónimo y arzobispo de Toledo quien lo concluyó y se encargó de cumplir las últimas voluntades de su padre, entre ellas la de labrar su yacente y hacer el retablo de la capilla mayor, encargándoselos a los mejores artistas toledanos del momento: Diego de Siloé y Juan de Borgoña. Su yacente, de alabastro, preside la capilla mayor, y las tablas del retablo, sustituido en el siglo XVIII por otro de Miguel Martínez, se encuentran en el museo conventual, clausura y Museo del Prado. 164 Las Úrsulas más interesante del protobarroco. Pero lo más interesante es el sepulcro de don Franciso Rodríguez del Manzano, primer conde de Francos, preceptor de Carlos II, con escultura orante, de gran calidad y uno de los escasos ejemplos que hay en la ciudad. Los grandes conventos del siglo XVI No hay duda que algunos de los conventos levantados a lo largo del siglo XVI consituyen ejemplos excepcionales de la arquitectura renacentista que compiten con la catedral en monumentalidad e interés. Si exceptuamos el de Sancti-Spiritus y el del Jesús, que no están dentro de la zona declarada, los más importantes son los de San Esteban y el de las Dueñas, ambos de la Orden de Santo Domingo, separados por el puente de Santo Domingo, levantado con el importe de venta de las obras de fray Domingo de Soto, y obviamente el de La Anunciación. Importante es el de La Anunciación, las Úrsulas para los salmantinos, fundado en 1480 por doña Sancha Maldonado, sobrina del patriarca de Alejandría don Alonso de Fonseca, quien en 1493 obtiene el breve de Alejandro VI para ampliarlo y convertirlo en su panteón. La iglesia es un gran exponente de la arquitectura gótica, resuelta en nave única y capilla mayor ochavada con lucillos sepulcrales en las costaneras, donde reposaban los restos de los condes de Monterrey. Las bóvedas góticas forman complejos dibujos y los pilares se ornan con los primeros relieves platerescos que aparecen en la ciudad. Con todo son los dos claustros y las dependencias que se abren en el de Flores, el principal, lo más excepcional del conjunto. La sala capitular, con preciosa portada de ingreso y bóveda estrellada, y los antepechos de las arquerías, aprovechados del claustro del siglo XV, son obras preciosas donde las bellas y diferentes tracerías flamígeras nos hacen lamentar que fuese renovado en el siglo XVIII por Jerónimo García de Quiñones. De la época de la fundación conserva una buena colección de obras de arte, como son las sillerías de los coros alto y bajo, o una preciosa colección de pinturas hispanoflamencas y de pintores españoles del siglo XVI de la talla de Juan de Flandes, Luis de Morales y Juan de Borgoña. El convento de San Esteban en uno de los monumentos más importantes de la ciudad cuya historia nos es bien conocida. Se establecen en el actual emplazamiento a partir del siglo XIII, cuando existía una pequeña iglesia dedicada al protomártir San Esteban. Diversos autores han señalado el papel jugado por los dominicos a lo largo de finales del siglo XV y durante el XVI y especialmente en el Concilio de Trento, siendo uno de los pilares de la Contrarreforma. Citemos, aunque sea de paso, JARDINES, SITIOS Y CONJUNTOS HISTÓRICOS DE LA PROVINCIA DE SALAMANCA a los que reposan en el Panteón de Teólogos: Francisco de Vitoria, Domingo Soto, Matias de Paz, Juan de la Peña, Juan Gallo, Mancio de Corpus Christi, Pedro Fernández, Bartolome de Medina, Domingo de Guzmán, Pedro de Ledesma, Melchor Cano, Pedro de Sotomayor, Diego de Deza y un largo etcétera de ilustres personajes que ocuparon cátedras en la Universidad y estuvieron cerca de los monarcas, por no referirnos a la protección prestada a la empresa Colombina; éstas fueron algunas de las razones que motivaron la declaración del Barrio Antiguo como Conjunto Histórico: el deseo de preservar las zonas y calles por donde habían caminado estos prohombres del Renacimiento que tanta gloria y prestigio dieron con sus escritos a la ciudad. La construcción se debe al mecenazgo del cardenal fray Juan Álvarez de Toledo, hijo del segundo duque de Alba. Los planos los delineó Juan de Álava, iniciándose los trabajos en 1524 e interviniendo a partir de 1530 fray Martín de Santiago y más tarde, en 1548, Rodrigo Gil de Hontañón, terminando la obra del crucero en 1610 el maestro Pedro Gutiérrez. La iglesia responde al esquema de planta de nave única con capillas hornacina, coro alto a los pies, crucero marcado en planta y cabecera poligonal, marcándose el estilo de cada uno de los arquitectos que intervino en su materialización. En el brazo norte se abrieron la llamada capilla de los Anaya o del Rosario y el relicario, que no figuraban en la traza original de Álava. El cimborrio sobre crucero es obra de Rodrigo Gil, quien toma por modelo el del cercano colegio del Arzobispo pues San Esteban es, como el colegio, capilla funeraria. Desde la plaza del Concilio de Trento se aprecia la magnitud del convento, con portada plateresca, a manera de gran retablo bajo arco casetonado, y el pórtico, realizado por Ribero Rada en 1599. La capilla mayor luce uno de los mejores retablos del Barroco, obra de José Benito Churriguera, que lo inició en 1691, acogiendo las imágenes de San Francisco y Santo Domingo y un gran lienzo que representa el martirio de San Esteban, obra de Claudio Coello. Otros retablos se encuentran en él y en la capilla del Rosario y son buenos ejemplos del arte de la familia de Churriguera, a los que hay que añadir una magnífica serie de esculturas, algunas de Salvador Carmona y otra de López Reinaldo. El claustro de Reyes se debe San Esteban también al mecenazgo de fray Álvarez de Toledo, dirigido por fray Martín de Santiago, y en él se abren algunas de las puertas que comunican con las dependencias conventuales, sobresaliendo la que da accceso a la escalera de Soto, de Rodrigo Gil, que comunica con el piso alto del claustro. Desde el piso bajo de la caja de la escalera de Soto se accede a la sacristía, costeada por fray Pedro de Herrera, obispo de Tuy, y levantada por Juan Moreno y Alonso Sardiña, una de las dependencias de mayor interés por cuanto arquitectura y decoración se complementan creando un espacio protobarroco de gran prestancia y único en la ciudad, a lo que contribuye la serie de esculturas de Antonio de Paz repartidas por sus muros. La antigua sala capitular se debe al mecenazgo de fray Íñigo de Brizuela, obispo de Segovia, confesor de Felipe IV. Sin duda una de las dependencias que impresiona al visitante es el capítulo antiguo, hoy Panteón de Teólogos, donde reposan algunos de los religiosos insignes que han pasado por el convento y cuyos nombres, ya citados, marcaron una época en la historia de España. Adosada a la crujía meridional del claustro se encuentran una serie de dependencias de gran interés histórico y artístico, pues pertenecieron al convento antiguo. El llamado claustro de Aljibes, el salón de De Profundis y la enfermería son obras que se levantaron a finales del siglo XIV y comienzos del siglo XVI, seguramente con la intervención de Juan de Ruesga en el salón de De Profundis, y con ciertos detalles platerescos en las demás dependencias, seguramente levantadas gracias al mecenazgo del patriarca de Alejandría don Alonso de Fonseca y a una donación del príncipe Juan. La enfermería se abre al llamado Monte Olivete, 165 S A L A M A N C A ~ A 166 San Esteban zona que fue donada a los frailes por los Reyes Católicos. Recientemente se ha recuperado para la ciudad el colegio de Santo Domingo, fundación de doña Teresa de Zúñiga, duquesa de Béjar, de indudable interés planimétrico. N T O N I O C A S A S E C A Estudio General. Las donaciones y privilegios de los papas y monarcas harán que vaya incrementando su prestigio, que alcanza su cenit en el siglo XV con las donaciones de Martín V y Benedicto XIII, cuando se confirman sus constituciones. En poco tiempo la Universidad alcanzó un gran prestigio que unido al incremento de estudiantes hizo que se tuviese que levantar un nuevo edificio más acorde con las necesidades de la institución. El edificio iniciado hacia 1415 y concluido en 1435 por Alfonso Rodríguez tuvo que ser ampliado en torno a 1450, disponiéndose un patio en torno al cual se distribuían los generales. Era de una sola planta, excepto de los lados de poniente y mediodía donde se alzaban dos, que serían completados en el siglo XIX por José Secall, no sin problemas por la intervención de la Academia de Bellas Artes. A esta estructura, plenamente gótica, se le adosó en el primer tercio del siglo XVI la portada plateresca, ante la cual los visitantes muestran su sorpresa e interés, y lo tiene por constituir el ejemplo más claro de exaltación de Carlos V como nuevo César, aludiendo en los motivos decorativos y relieves a la protección prestada a la institución por los Reyes Católicos y el papado. En torno al patio se distribuyen los antiguos generales en los que se impartían las clases, dedicados hoy a acoger ceremonias y actos institucionales y bautizados con Claustro del convento de Las Dueñas El convento de Dominicas. En 1419 doña Juana Rodríguez Maldonado cedió para convento el palacio que había levantado su esposo don Juan Sánchez de Sevilla, contador mayor de Castilla en tiempos de Enrique IV, palacio mudéjar del que nos han llegado algunos restos importantes y que conocemos por las descripciones y fotos antiguas pues se mantuvo en pie hasta no hace muchos años. A este palacio, obra mudéjar excepcional, se le adosó una iglesia, de nave única y cabecera ochavada, y el claustro, levantados ambos a mediados del siglo XVI por fray Martín de Santiago, uno de los conjuntos más visitados de la ciudad por el interés de su claustro, irregular, con arquerías en el piso bajo y adintelado en el superior, ornado con infinidad de medallones y relieves platerescos. La Universidad y los Colegios La Universidad fue creada en 1218 por Alfonso IX, que transformó la antigua escuela catedralicia en Patio de Escuelas