ALELUYA DE GERINELDO Durante el pasado mes de mayo los grupos de 1° y 2° ESO han participado en el concurso “¿Te atreves a hacer una aleluya?” Se trataba de transformar un romance, el romance de Gerineldo, en unas aleluyas sobre ese mismo texto. Para ello, tenían que adaptar el texto, en versos pareados, y hacer una viñeta que ilustrara cada par de versos. A continuación te presentamos el romance original y en la página siguiente la aleluya que hemos elegido como ganadora. 5 10 15 20 25 30 35 - Gerineldo, Gerineldo, mi camarero pulido, bien te quisiera tener esta noche a mi servicio. - Como soy vuestro criado, señora, burláis conmigo. - No me burlo, Gerineldo, que de veras te lo digo. - ¿Y cuándo, señora mía, cumpliréis lo prometido? - Entre las doce y la una, que el Rey estará dormido. A eso de la medianoche, Gerineldo se ha vestido. zapatos calza de seda, para andar sin ser sentido. 40 Con el frío del acero la dama se ha estremecido. 45 50 - ¿Quién sois vos, el caballero, que llamáis a mi postigo? - No os turbéis, señora mía, que soy vuestro dulce amigo. Le ha tomado de la mano y a su lecho le ha subido, y entre juegos y deleites la noche se les ha ido. Despertado había el Rey de un sueño, despavorido. - Despiértate Gerineldo, despiértate, dueño mío, que la espada de mi padre entre los dos ha dormido. - Y adónde iré yo, señora, que del Rey no sea visto. - Donde quiera que tú vayas, te he de seguir, amor mío. Gerineldo va a su estancia, le sale el Rey de improviso. 55 60 - O me roban a la Infanta, o traicionan el castillo. ¡Gerineldo, Gerineldo, el mi paje más querido! Por tres veces le ha llamado, ninguna le ha respondido. Coge la espada en la mano, de gran cólera encendido, y en el cuarto de la Infanta los ha encontrado dormidos. - No te mato, Gerineldo, que te crie desde niño; y si matase a la Infanta, dejo mi reino perdido. Meto la espada por medio, que les sirva de testigo. 65 - ¿Dónde vienes, Gerineldo, tan mustio y descolorido? - Del jardín vengo, señor, de ver cómo ha florecido. La fragancia de una rosa la color me ha desvaído. - De esa rosa que has cortado mi espada será testigo. - ¡Matadme, señor, matadme! bien lo tengo merecido. Ellos en estas razones, la Infanta a su padre vino. - Rey, mi señor, no le mates y dámelo por marido.