ELEMENTOS BÁSICOS A CONSIDERAR EN LA RELACIÓN TERAPÉUTICA EN LA TERAPIA CONGNITIVA Elaborado por: Ana Cristina Umaña Mata Máster en Educación (U.C.R.) Licenciada en Psicología (U.C.R.) INTRODUCCIÓN Es indiscutible que para el éxito de los objetivos de la terapia, la relación entre consultante y terapeuta es de gran importancia. En este sentido, es que me ha parecido fundamental mencionar algunas consideraciones importantes en relación con el tema, de manera que las mismas sirvan para propiciar algún tipo de reflexión que retroalimente en la práctica diaria de la terapia. EL artículo presenta primeramente algunas características básicas que el terapeuta es deseable que posea, continuando luego con la descripción de los componentes propios de la relación terapéutica, finalizando el mismo con el tema relacionado con la resistencia al cambio terapéutico y la actitud del terapeuta en dicha situación. I. CARACTERÍSTICAS DEL TERAPEUTA Básicamente estaríamos hablando de tres características básicas que debe tener el terapeuta: Aceptación, Empatía y Autenticidad. Este conjunto de características tal como se puede notar, se orientan muy enfáticamente al plano de la interacción, aspecto que ya había sido destacado por Rogers (1951). Antes de proceder a la exp licación de cada una de ellas, es importante mencionar que Beck (1979), planteaba que si bien las competencias en mención son necesarias, quien trabaje desde la propuesta cognitiva tendrá necesariamente que tener un panorama más amplio que le permita integrar otros elementos en su quehacer. ACEPTACIÓN El concepto refiere a todas aquellas acciones que lleva a cabo el terapeuta, para dejar claro el interés que tiene por la problemática del/la consultante y de su persona en sí. Sin embargo, y a pesar de que la terapia cognitiva está influenciada por la propuesta humanista de Rogers, en el caso que aquí nos compete, ese interés tiene que quedar clarificado para el consultante, como un interés que se encuentra orientado dentro del marco terapéutico, con ello se busca evitar la creación de relaciones de dependencia y sobreprotección, entre otras que resultan contraproducentes en la terapia. Se sugiere que una estrategia para valorar la percepción que la persona consultante tiene del terapeuta, puede ser por medio de preguntas de Feedback que lo intentan es utilizar las respuestas del/la consultante para modular aquellas expresiones de aceptaciones. A la vez, se busca que el terapeuta promueva en el cliente su autoaceptación de forma incondicional, de manera que no luchen y que se modulen resistencias. En este sentido, la propuesta de Ellis (1981) desde la TREC, plantea que la autoaceptación debe promover el antiperfeccionismo, pues con ello lo que las personas logran es generar mayor culpa y autoagresión. Dentro de la aceptación, también habría que tener en cuenta que el consultante acepte su realidad, para lo cual el terapeuta puede hacer uso del humor y presentarles sus situaciones de manera irrisoria (sin perder las líneas de respeto), con lo cual se busca aumentar en las personas el bajo nivel a la tolerancia a la frustración que en el proceso terapéutico se convierte en una gran barrera a derribar. Resulta entonces fundamental que el individuo se valore a sí mismo, en lugar de denigrarse, aspecto que de acuerdo a Ellis (1981) constituye “uno de las funciones principales de la psicoterapia es aumentar la dignidad y autoestima del individuo (...), para que así pueda solucionar los problemas de valoración” (p.106). EMPATÍA Consiste en aquella habilidad del terapeuta para penetrar en el espacio físico-temporalemocional y cognitivo de quien consulta, entendiendo lo que éste hace y por qué lo hace. El trabajo en este nivel implica el planteamiento de hipótesis que posteriormente serán contrastadas en un espacio de discusión y reflexión donde participa tanto terapeuta como consultante. En este proceso hay de parte del terapeuta una indagatoria que tiene como objetivo el encuentro con la realidad del consultante tal como la piensa, percibe y siente, de allí que no se hacen juicios valóricos ni tampoco cualquier comentario que desacredite el pensar o el sentir del/la consultante. Una de las técnicas que puede ser utilizada en este sentido, la constituyen los ensayos cognitivos en relación con las actitudes pueden crear nuevas opciones al respecto. y emociones del paciente, de esta manera se AUTENTICIDAD Refiere al manejo claro, real y franco con que el terapeuta atiende al consultante. Para ello el terapeuta toma en cuenta que tiene al frente una persona que sufre, razón por la cual habría que buscar la manera más adecuada para exponerle aquellas situaciones y observaciones que ha logrado detectar. La autenticidad también conlleva al manejo de situaciones de manera contextualizada según cada caso, por lo que no existen manuales ni instructivos que orienten el proceso terapéutico según la problemática presentada. Además de estas características, Ellis (1981), enfatiza en la prudencia al mostrar cordialidad hacia quien consulta, pues se convierte en un arma de doble dilo, ya que al principio podría constituirse en un elemento que promueve la mejoría a corto plazo, pero que también podría reforzar aquellas creencias, irracionales que tienen que ver con dependencia, frustración, baja tolerancia etc. Otro elemento a considerar en relación con este tema es el manejo del “humor” por parte del terapeuta, pues la excesiva seriedad es inadecuada en la medida en la que el consultante la puede percibir como una reacción a su problema. En relación con el tema del humor, según Ellis (1981), “La perturbación emocional en gran parte consiste en tomar la vida demasiado en serio, en exagerar la importancia de las cosas, en lo que he llamando, con humor premeditado, la sensación de catástrofe, de honor y atrocidad de todo lo que ocurre en la vida” (p. 276) Para finalizar este primer apartado, no se puede olvidar que la flexibilidad y amplitud de criterios ante cada caso son fundamentales para el apoyo terapéutico, tal como menciona Beck (1979), no se puede trabajar de forma directiva y como ya se indicó con un mismo manual para todas las personas. II. LA INTERACCIÓN TERAPÉUTICA En la psicoterapia cognitiva existen tres elementos que ayudan a mantener la relación terapéutica que ya se ha iniciado. Tales factores deben propiciar cada vez más el ambiente terapéutico que se requiere. En este apartado se detalla cada uno de ellos, entendiendo que se conciben como procesos que se generan debido a las características particulares de la intervención. Según Beck (1979), existen tres factores básicos que son esenciales para el mantenimiento de la relación terapéutica: confianza básica, rapport y colaboración terapéutica. CONFIANZA BÁSICA Este elemento refiere a la confianza que desarrolla el consultante en cuanto a que su relación con el terapeuta es segura y que no le implica ningún riesgo, es decir que se siente seguro y en un ambiente psicológicamente adecuado, de manera que le permite expresarse sin temores ni inhibiciones. Generalmente en las primeras sesiones es necesario favorecer la empatía, aceptación y autenticidad, de manera que se logre la generación de las condiciones mencionadas, para posteriormente iniciar un trabajo donde se oriente más bien a la generación de procesos de autonomía con la persona, allí es donde se inicia el trabajo planificado de tareas. Si bien es cierto que en la primera etapa de la intervención se favorece la confianza básica, la misma no debe descuidarse durante todo el proceso, por lo cual el terapeuta debe mantenerse en constante vigilancia. RAPPORT El rapport está orientado específicamente al trabajo en el cual tanto consultante como terapeuta se ponen de acuerdo en las metas, objetivos y aquellos procedimientos terapéuticos a utilizar. El establecimiento del rapport implica que el análisis de todas aquellas expectativas e intereses que trae la persona que consulta, tanto en relación con la terapia como con respeto a lo que espera conseguir como logros personales y solución de sus problemas, de allí que el debate y la discusión de esos temas es fundamental que se lleve a cabo en las primeras sesiones, de manera que se logren generar acuerdos en común. En relación con este tema, también es necesario señalar debe concretarse en un acuerdo en relación con las expectativas del/ la consultante, enfatizándose en la viabilidad o no de las misma, en resumidas cuentas estamos hablando de lo razonable o lo inadecuado que puedan ser las mismas, estrategias terapéuticas y todos aquellos aspectos particulares en cada caso. LA COLABORACIÓN TERAPEUTICA La colaboración terapéutica implica el trabajo en conjunto entre terapeuta y consultante con el objetivo de detectar aquellos pensamientos negativos e irracionales, los supuestos personales que han funcionado como justificantes para los mismos en el consultante, lo mismo que el posterior trabajo en la modificación de conductas. En este sentido, cada uno de los participantes tiene funciones específicas que están en relación directa con las que su contraparte efectúa. Según Beck (1979), terapeuta y consultante trabajan como un equipo en donde cada cual tiene trabajos asignados a realizar, según como lo presenta en el siguiente cuadro: LA COLABORACIÓN TERAPÉUTICA TRABAJO D EL PACIENTE TRABAJO D EL TERAPEUTA Manifiesta sus pensamientos, emociones y Enseñar al paciente la relación entre conductas referentes a sus dificultades. pensamientos, afectos, conductas y cómo registrar esas relaciones. Registrar eventos que proporcionen Enseñar al paciente a modificar sus relaciones entre pensamientos, afectos y pensamientos automáticos a través de conductas. habilidades cognitivas-conductuales. Programar tareas para casa para su puesta en práctica. Aplicar tareas para casa del tipo cognitivo- Revisar con el paciente mesas tareas y conductuales para contrastar pensamientos automáticos. sus desarrollar sus habilidades con ellas. Recoger datos sobre hipótesis de supuestos personales. Proponer al paciente su revisión mediante experimentos personales. Aplicar experimentos personales. Revisar los experimentos personales. Prepara al paciente para el alta, lo mismo que organiza el trabajo del seguimiento. Expresar preocupaciones respecto al alta y Alternativas a esas preocupaciones. posibles recaídas. Prevención de recaídas. Acuerdo sobre el alta. Acuerdo sobre el alta. Resumen de la terapia. Resumen de la terapia. (To mado de Ruiz y Sá nc he z, 2004 ) A pesar de la claridad del esquema, y que a simple vista pareciera muy claro y fácil de ejecutar, lo cierto en que en la práctica no resulta tan sencillo. (Beck, 1979; Ellis, 1981), puesto que en muchas ocasiones se derivan procesos de transferencia y contratrasferencia que obstaculizan el desarrollo del trabajo terapéutico. Desde la propuesta de los autores mencionados en el párrafo anterior, existe el consenso de que estos problemas son producto de las cogniciones irracionales o inadecuadas de la percepción del consultante en relación con la figura del terapeuta. En igual caso la contratrasferencia es resultado de la percepción inadecuada del terapeuta de quien consulta. Lo más significativo del tema, es que el terapeuta pueda darse cuenta a tiempo y les trate con la atención del caso, pues como se ha indicado son obstáculos para el desarrollo adecuado de la terapia. III. RESISTENCIA AL CAMBIO TERAPEUTICO Desde la terapia cognitiva, las resistencias surgen producto de conductas que van en detrimento del logro de los objetivos terapéuticos, y que además no facilitan que se lleve a cabo la colaboración terapéutica necesaria para las modificaciones conductuales y cambios de esquemas mentales que requiere llevar a cabo quien consulta. Las resistencias es una temática que debe ser resulta de forma inmediata cuando aparece, ya que de no ser así, se corre el riesgo de que el proceso se quede truncado y no avance. Para la resolución de las mismas, se ha ideado diversas estrategias de enfrentamiento, incluso Ruiz y Sánchez (2004), plantean el posible uso de intervenciones paradójicas en donde se buscaría reformular la resistencia de forma positiva. Desde la terapia cognit iva y también en la terapia racional emotiva, se plantean estrategias como la modificación, que consiste en detectar las cogniciones y conductas inadecuadas desde su origen y a la vez ofrecer alternativas para su cambio. Otra estrategia consiste en la detección de tales cogniciones y conductas y en este caso se trataría de ofrecer una explicación que sea aceptada por el consultante de modo que se cambie de visión sin entrar en un proceso de conflicto, en este caso estaríamos hablando de reformulaciones positiva. IV. CONSIDERACIONES FINALES Tal como se indicó al inicio de este artículo, la relación terapéutica, es fundamental para el logro de los objetivos planteados, los cuales se encuentran en relación directa con las posibilidades de éxito en la intervención. Sin embargo esta relación se ve permeada por cualidades que el terapeuta debe desarrollar y poner en práctica durante su intervención, de manera que se evidencien tanto trasferencia como contratrasferencia y resistencia al cambio, procesos en los que aún sin quererlo el terapeuta participa. Sin embargo, el trabajo va más allá de identificación, sino que implica intervención para modificar cogniciones y conductas que entorpecerán el proceso, de allí que considero que a pesar de que es indiscutible el dominio teórico y práctico del modelo terapéutico, hay elementos de fondo y que son de gran peso como los que se han hablado aquí, que de no ser atendidos con las consideraciones del caso, pondrán en riesgo cualquier tipo de práctica terapéutica. Quisiera concluir con el papel tan relevante que desde al terapia cognitiva se le asigna al rol del terapeuta, así como a la relación terapéutica, lo cual evidencia la preocupación por el intercambio social que se da en el proceso, así como la toma en cuenta de un contexto interrelacional que se genera entre las dos personas que interactúan en la psicoterapia. V. BIBLIOGRAFÍA Beck, A.; Rush, A. y otros. (1979). Cognitive Therapy of depression. New York: Guilford Press. Ellis, A.; Grieger, R. (1981). Manual de Terapia Racional Emotiva. España: Editorial Descleé De Brower, S.A. Rogers, C. (1951). Client-centered therapy. Boston: Houghton-Mifflin. Ruiz, J.; Sánchez, I. (2004). Manual de Terapia Cognitiva Conductual. En: http://www.psicologia-online.com