EL EROTISMO 1 Roger Dadoun El erotismo da a conocer y hace explotar la sexualidad en todas sus dimensiones, la obscena y la sublime. Picasso proclama: “el arte y el sexo es la misma cosa”. Duchamp construye insólitas posturas al desnudo bajo el signo de Rrose Sélavy (Eros es la vida). Jérôme Bosch exalta y tortura el cuerpo para componer un arte de amar edénico. Ingres, Bonnard, MichelAnge y otros cantan a una carne que Schiele descarna hasta los huesos y que Klimit cubre de oro... Sade empuja a Eros hacia el horror, Fourier promete un Nuevo mundo amoroso donde “cada uno tiene razón de ser en el amor”, Le Surmâle de Jarry se quema de amor y Kubrick dice su última palabra: “Fuck!” (coger). De las hermosas nalgas de Venus hasta la bajeza de la pornografía, Roger Dadoun manifiesta la paradoja de un erotismo universal que hace de cada individuo un ser único. ¿El siglo XXI será del erotismo? El erotismo encuentra su exhibición, su fuente y sus recursos, su primordial sustancia y su mirada dominante, confesada o secreta, en la sexualidad. (7) En todos estos dominios, constitutivos del ser mismo del hombre, el erotismo trata y pone en escena, bajo múltiples formas y transformaciones, los objetos irrecusables como son el cuerpo, percibido como una realidad unitaria y global, los órganos, examinados en sus límites, funciones y roles distintivos, la libido energía sexual que irriga la totalidad del campo humano y, el deseo, conformando según un consenso casi universal, como la fuente esencial de las actividades humanas. Estos cuatro factores – cuerpo, órganos, libido y deseo- tejen entre ellos lazos íntimos, de variable geometría que compone la textura misma del erotismo. (7) 1 Roger Dadoun, Paris PUF, 2003. contraportada. Los números entre paréntesis corresponden a la página de donde son tomadas casi textualmente estas notas. La traducción es de quien escribe estas notas. I. – Cuerpo El cuerpo se ofrece, en la percepción que de él tiene el sujeto, como forma erótica, el cuerpo es en sí la cosa erótica, sustancia, satélite, cara del erotismo. El Eros es cuerpo a cuerpo y trabajo del cuerpo, acumulación, estratificación, tejido y mestizaje de imágenes del cuerpo con el cual todo individuo se construye, se prueba y se piensa (...) el erotismo no deja de aproximarse al cuerpo como “oscuro objeto del deseo”, al cual se agarra hasta discurrir, agitar, explorar por todos los caminos inimaginables. (8) Firme y de visible opacidad, el misterio del cuerpo se desdobla en un espejo: misterioso es el cuerpo visto desde el exterior, el cuerpo del otro, fuente de promesas y de amenazas, de angustia y de felicidad, que monopoliza, tiránico o mesiánico, el espacio y el tiempo, cuyo exceso lo sumerge y la ausencia mortifica y no es menos misterioso el propio cuerpo, su percepción interna, la forma orgánica del yo, de la conciencia y de la identidad del sujeto, pero también dejado al inconsciente y agarrado de una interioridad vivida dentro de una sorda e irreducible presencia. En ese misterio y en ese juego de espejos, el erotismo encuentra uno de sus fuentes más potentes. El lleva hacia el apasionamiento el propio cuerpo como material específico y casa de Eros, llevado al calor que divulga sobre los demás cuerpos... (9) Todas las sociedades humanas recorren a medidas y prácticas antieróticas “anerotiques” para domesticar, canalizar o aniquilar el Eros del cuerpo. (10) II. –Órganos El cuerpo como forma global potente y fina cede frente al cuerpo dividido, marquetería o parche de órganos. Un erotismo de los órganos, fragmentando el cuerpo erótico, se apodera del escenario. Dentro de tal percepción “molecular” del cuerpo, el erotismo abandona sus percepciones de totalidad, y no es más que racimo de eremas exprimidos buscando una traviesa borrachera. (11) Pero sabiendo hasta que punto el erotismo tiene que ver con la sensibilidad y que el empuja hacia todas las fuentes posibles e imaginables, concebimos que nada de lo que concierne al cuerpo escapa a los procesos eróticos. (12) Se conoce la dualidad freudiana de la pulsión del yo o de auto conservación, que asegura la sobre vivencia del sujeto individual y, la pulsión sexual, encargada de la continuación de la especie. Sexo, boca y ano forman el triangulo de base del erotismo y su fuente inagotable. Es fuente, sede y objeto de una incesante y viva circulación de la energía sexual llamada libido –nervio-, si se puede decir, de todo erotismo. (13) III. - Libido La libido, nervio del erotismo, o para formular la cosa de una manera más humorista y esponjosa: libido y erotismo, es cuello y camisa. No será, en sus diversas metamorfosis más que mostrador o escaparate de la libido, en todos los sentidos juntos: vitrina, saldo, oferta, demostración, corrupción, farsa, presunción, etc. La solidaridad y la complementariedad entre psicoanálisis y erotismo –ellos se ilustran, se validan, se miden mutuamenteconstituyen un dato característico del reconocimiento de su estatus y de su influencia en la cultura. (13-14) Definiendo la libido como energía sexual, Freud subraya, contra su discípulo Jung en sus Metamorfosis y símbolos de la libido (1911-1913), obra erudita del psiquiatra suizo, la especificidad sexual de esta fuerza interna primordial. “Libido es un termino prestado a la teoría de la afectividad. Nosotros llamamos así la energía (considerada de una grandeza cualitativa que todavía no se puede medir) con las tendencias que se sintetizan en lo que nosotros llamamos con la palabra amor. (15) Tres “tiempos fuertes”, centrados sobre tres zonas erógenas mayores, que califican tres pasajes “críticos” de la libido, marcan esta evolución: libido oral, libido anal, libido fálica. Son estas precisamente, los tres grandes dominios y predilecciones del erotismo, entendiendo que la unión sexual de la que habla Freud, o sea, el coito como relación heterosexual entre adultos que buscan el beneplácito que se corona con el orgasmo y por una eyaculación supuestamente de inseminación. En una palabra, la libido genital, aparece, marca universal y constantemente es puesta en tela de juicio como norma de sexualidad o empujada a la oscuridad. (16) El erotismo, con una connotación positiva, tendría la vocación de manifestarse con una sexualidad plena, teniendo como vector la genitalidad, factor de coherencia, de equilibrio, de valor social y de realización. La pornografía, bajo signo negativo y de desprecio, se quedaría en las fases precoces y buscaría descalificar los valores de la sociedad, de la moral y de la cultura, privilegiando los síntomas y las prácticas agrupadas bajo la rúbrica de “perversión”: sadismo, masoquismo, voyerismo, exhibicionismo, canibalismo, fetichismo, travestismo, coprofilia, etc., la mayor parte del tiempo desacreditada y denunciada bajo la acusación de inmoralidad, fealdad, delincuencia, como también de crimen. (21) IV. – Deseo El termino “libido”, tomado como concepto psicoanalítico, designa la energía sexual y, generalmente pulsional. (22) Haciendo descansar la estructura humana sobre la sexualidad, el psicoanálisis ha cargado la palabra de un fuerte contenido erótico que es equivalente a deseo sexual. (22) “Todo esta en él” en todo lo profundo: el deseo permaneciendo siempre, “en alguna parte”, insatisfecho. Muchas reflexiones sicológicas, morales, filosóficas o místicas hablan en términos de ausencia. Algunos, deseosos de liberar al hombre de esta tara o misterio original, elogiando la extinción del deseo. (23) ... el erotismo es instancia que dura tenaz e intensamente, la pornografía es instante, veloz y fugaz más o menos bien hecho. Arriesguemos este paralelo: la pornografía será neurótica, el erotismo paranoico pero no es allá que sugiere apenas toda su potencia y el arrebato del deseo, fuente viva y vivificante de huellas, imágenes, palabras y visiones. (25) “¿Qué eres tú, ser humano? (118) Bajo diversas formulaciones como ¿qué soy?, ¿qué sé?, ¿de dónde venimos?, ¿a dónde vamos? se constituye el fondo antropológico u ontológico bajo el cual el erotismo inscribe sus figuras concretas, grotescas o admirables, de una manera constante y universal a tal grado que se imponen como expresión de una necesidad vital. (118) Prohibición y trasgresión son los dos principios sobre los cuales Georges Bataille funda su concepción del erotismo. El lazo erótico que él saca a la luz entre sexualidad y procreación, por una parte y, horror y muerte del otro (“hasta llegar al fin del éxtasis, donde nos perdemos en la felicidad, es necesarui poner de inmediato un límite: el del horror). Bataille retoma, bajo el signo de sexo y angustia, con imágenes y relatos (Les larmes d’Eros, L’Anus solaire, L’Abbé du ciel, Histoire de l’aeil), las violentas dualidades – nacimiento y muerte (Goethe), pulsión de vida y pulsión de muerte (Freud)en donde se encuentra atrapado el ser humano. (118-119) Pero el riesgo es perder de vista, de disminuir la mirada vital y primordial del erotismo es su doble salida: de un lado exploración sistemática, experimental y vivencial de las posibilidades y singularidades del cuerpo sexual y, por el otro, acoso no menos sistemático de la emoción primordial de la vida en el hombre que lleva la felicidad a su punto extremo del estallido, el orgasmo que es el principio de base del psicoanálisis de Reich que afirma en su estudio, La función del orgasmo (1947) que: “La potencia orgásmica es la función biológica primaria y fundamental que posee el hombre en común con todos los organismos vivos. Todos los sentimientos sobre la naturaleza, surgen de esta función, del deseo ardiente de reencontrarla” (119) En la construcción de sí mismo del sujeto, en sus implicaciones con el otro, la sociedad, el mundo y la muerte, se impone el erotismo para cernir y poner la medida de lo humano, para construir la subjetividad en tanto “imperio” entre el ángel y la bestia. Entre esos bloques aplastantes contra los cuales se encarna el erotismo, como forma concreta de un humanismo, es aprendizaje de lo humano bajo riesgos y peligros, en la aventura de la humanidad. (120) Más que la expresión de una sexualidad que, ferozmente es reivindicación pero que puede ser domesticada o desviada, es el sentimiento de potencia orgastica como nudo vital del ser humano que suscita las acciones más represivas, las prohibiciones y persecuciones de las instancias del poder. George Orwell nos muestra el principio, en 1984, poniendo en la boca del Jefe del Partido totalitario esta tajante formula: “El instinto sexual será suprimido... Aboliremos el orgasmo!”. Con el peligro de dar realidad a tal delirio mortífero, que exigiría nada menos que suplicios y campos de concentración, es la represión la que constituye la práctica sicopolítica más constante. (120-121)