El retrato de Dorian Gray

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El retrato de
Dorian Gray
Esta producción inglesa, dirigida por
Oliver Parker y protagonizada por Ben
Barnes y Colin Firth, se arriesga con el clásico homónimo de la literatura de Oscar
Wilde, y logra excelentes matices en
puesta en escena (hablando sobre todo de
la fotografía), a pesar de no ser una adaptación rigurosa del libro.
Dorian (Ben Barnes), es un joven aristócrata que regresa del campo a su ciudad
natal, Londres, tras la muerte de su
abuelo, el cual lo atormentaba en su niñez,
pero que al que recuerda y mantiene vivo
como ejemplo de vida. Dorian conoce a
Lord Henry Wottom (Colin Firth), personaje
que le muestra a este hermoso joven, un
Londres desenfrenado y libertino.
Al mismo tiempo conoce por los círculos sociales allegados, a un pintor llamado Basil Hallward (Ben Chaplin),
y este desde el primer momento que lo vio, decidió
pintar un retrato, para inmortalizar la belleza de este
joven. Dorian acepta la propuesta de la pintura, sin llegar
a pensar en su malvado destino. En el momento de ver
su pintura hace un pacto: él se conservará tal cual es en
su pintura y esta será la que soporte la degradación
moral y física a la que Dorian se entregará durante el
resto de su vida. Una vida llena de lujuria, maldad y una
cantidad considerable de asesinatos.
Si los espectadores han leído esta obra cumbre de
Oscar Wilde, saldrán decepcionados por su falta de esencia, no de la historia, sino del personaje principal de
Dorian Gray, ya que en este filme es un personaje mucho
más sexual y pecaminoso, perdiendo muchos detalles del
libro en escenas que se tornan repetitivas en su alusión
al sexo. En este papel hace su ascenso al protagónico
Ben Barnes (príncipe y rey Caspian, en la saga de las
Crónicas de Narnia), que a pesar del esfuerzo histriónico
no deja de ser “una cara bonita”. Tampoco podrán evitar
denunciar la presencia de papeles que obedecen a los criterios narrativos de su director, y no a las propuestas
principales del libro.
En compensación la fotografía y ambientación de la
película le dan fuerza al misterio y a la lujuria a
través de un vestuario y maquillaje excelentes, sin
lugar a dudas. Es gracias a esto que la belleza, exaltada en esta película, consigue bombardear sin compasión a los miles de jóvenes que se obsesionan con
su figura y aspecto, sin importar los límites a los que
se pueda llegar, atentando incluso contra la conservación de la propia vida.
La película nos hace recordar que los defectos que
nos caracterizan son los que nos hacen verdaderamente únicos, y que la personalidad es ese conjunto
de valores que aceptamos y que nos llevan a tratar
de construirnos como mejores personas. Al final,
logra que sus espectadores quieran conservar su
esencia, esa que le roba el cuadro al personaje, para
saberse verdaderos, y en las huellas del paso del
tiempo reafirmar la vida.
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