140 E.I.A.L. 26–1 the constitutions of both Spain and Portugal. Bahia and Goa were not Milan or Genoa. The seventeenth-century Indies were not the equivalent of Valencia, Aragon or Cataluña either. Actually a chapter of the book itself demonstrates that in the 1630s the representative political body of the Indies as a whole, the Council of Indies, was considered to be a peg below that of the council of the recently integrated kingdom of Flanders. No matter how loud creoles protested, the entire continent of America, including the Philippines, could not manage to wrestle from the Crown acknowledgement of equal or superior symbolic authority than one tiny Flanders. Finally, the Eurocentric focus of the volume excludes a plethora of peoples, indigenous, African, and Asian, who were part of this global monarchy. The kingdoms and city states of Africa, India, and the Far East are nowhere to be seen. Paradoxically, this volume does make clear that the mechanism that allowed “Spain” to settle parts of the Americas, Africa, and Asia were fully operative in Europe itself. Spain “occupied” Paris from 1590 to 1594 and negotiated with the various French political fractions in ways similar to those Cortes and his soldiers used to negotiate with Tlaxcala and the members of the Mexican Triple Alliance. By the same token, the story of the Azores under Spanish occupation resembles that of the two Republics of Indians and Spaniards in the Americas. From 1580 to 1640, Spain ruled Terceira, the island of the Azores that was the staunchest stronghold of Portuguese military resistance to Philip II’s new Habsburg dynastic rule. And yet Terceira became fully integrated into the Habsburg monarchy through parallel systems of administration, justice, and fueros, one for the Spanish soldiers at an occupying garrison and another for the local Portuguese vecinos. These two systems blended through marriage: more local Portuguese women married Spanish soldiers and officers rather than local Portuguese men. Polycentric Monarchies can become a useful and vigorous historiography if shorn of its Eurocentrism. Jorge Cañizares-Esguerra University of Texas-Austin JOHN F. CHUCHIAK IV (EDITOR AND TRANSLATOR): The Inquisition in New Spain, 1536-1820: A Documentary History. Baltimore: The Johns Hopkins University Press, 2012 El Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en Nueva España generó durante sus casi tres siglos de existencia documentos que hoy son para nosotros valiosos testimonios de la historia social y religiosa en la sociedad colonial. Los RESEÑAS DE LIBROS / BOOK REVIEWS 141 documentos inquisitoriales recogían tanto los momentos trascendentales como las prácticas rutinarias de la actividad cotidiana; de ahí que permitan una casi perfecta reconstrucción de las dimensiones históricas de la institución y ayuden a iluminar muchos aspectos de la sociedad, sus herejes y sus disidentes. El presente libro del Prof. John F. Chuchiak IV, del Departamento de Historia en Missouri State University, cuyas investigaciones se centran en la historia de la Iglesia colonial en Méjico con especial referencia a las misiones franciscanas, la Inquisición y la Iglesia católica en Yucatán, forma parte de la nueva generación de estudios sobre la Inquisición basados en una lectura rigurosa de los documentos, en este caso los del tribunal de Nueva España. El libro puede considerarse un clásico al menos por tres razones: porque contiene una colección de documentos que dota a estudiantes e investigadores de una nueva y fiable herramienta de estudio y trabajo; porque presenta un estado de la cuestión muy rico sobre el funcionamiento del Santo Oficio de la Inquisición de Nueva España; y porque los documentos publicados reflejan la vida del pueblo y la mentalidad de la sociedad virreinal en las distintas épocas que median entre los años 1536 y 1820. Sin duda alguna los documentos seleccionados, minuciosamente transcritos y traducidos al inglés por el autor, forman parte del remanente más importante de documentos de la Inquisición nacional española ubicados fuera de España. Estos se encuentran en el Archivo Nacional de Méjico, Ramo de Inquisición, como se denomina la sección especial del mismo donde se guardan. A ella pasaron casi íntegramente los fondos del antiguo archivo del Tribunal de Méjico. Estos fondos tienen un valor singular, tanto por corresponder al archivo de un tribunal local, de los que tan pocos se han conservado, como por el peculiar contexto social en que se desenvolvió el tribunal mejicano. El hecho de que los documentos de los otros tribunales americanos se hayan perdido prácticamente, conservándose sólo pequeños restos del de Lima en el Archivo Nacional de Chile y en el Archivo Nacional de Perú, aumenta el valor de estos fondos del Archivo Nacional de Méjico. La documentación inquisitorial editada incluye cincuenta y ocho legajos, cinco de los cuales han sido traducidos de fuentes manuscritas pertenecientes a la colección de Richard E. Greenleaf o a la colección privada del autor; los demás han sido transcritos y traducidos por primera vez en la presente colección, cuyo contenido resulta sumamente sugerente para el investigador. Dicho contenido desborda la mera historia de la institución y proporciona datos fundamentales sobre su entorno social e institucional. Para el lector especialista o simplemente interesado en el tema, estos documentos no solo aportan conocimientos de la actividad procesal, en las distintas fases del juicio, sino que dejan también constancia de las relaciones con los Inquisidores Generales, Consejo y otros 142 E.I.A.L. 26–1 tribunales, y de la supervisión de la situación de los encausados o condenados, así como del control riguroso de la actividad económica de la Inquisición. La mayoría de los documentos editados se refieren a procesos de fe o delitos de herejía, que constituían el objetivo fundamental de la Inquisición mejicana. Se trata de las actas originales de estos procesos, total o parcialmente conservados. Recogidos según un criterio temático y cronológico, los hay representativos de los diferentes delitos más procesados: blasfemias, bigamia, poligamia, criptojudaísmo, hechicerías, curanderismo, idolatrías, supersticiones, denuncias de luteranos, calvinistas e insurgentes y libros prohibidos. La introducción del autor a los documentos suele ser breve, para no influir en el estudio y análisis del lector, al que se le explica la terminología característica de los procesos en las notas o en el glosario al final del volumen. La primera parte del libro abarca una selección de las leyes, manuales y regulaciones más importantes referentes a la Inquisición, incluyendo las instrucciones especiales estipuladas por el cardenal Diego de Espinosa, Inquisidor General, para el establecimiento del Tribunal del Santo Oficio en Nueva España (págs. 55-104). Esta sección también contiene instrucciones emitidas por la Inquisición a sus comisarios que operaban en diferentes puntos del virreinato novohispano, los cuales contaban con la ayuda de familiares, clérigos y religiosos para poder instruir procesos. La segunda parte (págs. 105-203) incluye una selección representativa de edictos de fe, documentos relacionados con las cárceles inquisitoriales y la situación de sus presos, interrogatorios y torturas de los arrestados, y, finalmente, las penas espirituales, corporales y financieras y los autos de fe a que se sometía al penado y que en sí mismas eran consideradas, ante todo, actos de fe y de penitencia. La tercera y última parte (págs. 204-342) comprende los documentos que reflejan los delitos que constituían el objetivo fundamental de la Inquisición. Los procesos son, sin embargo, mucho más ricos en contenido de lo que su etiquetación delictiva pueda indicar, pues se trata de una etiqueta muy convencional, útil quizá para los propios inquisidores pero no tanto para el historiador actual. La actuación inquisitorial desbordó con creces el estrecho marco formal que en principio tenía asignado, el de los delitos de herejía. Al mismo tiempo que los teóricos de la Inquisición justificaban la ampliación de su jurisdicción, ésta se ocupaba de una serie de delitos o problemas nuevos, algunos colindantes con la herejía, pero otros bastante alejados de ella. De ahí la gran variedad y riqueza de temas referentes a la sociedad que aparecen en los documentos editados. A través de su actuación la Inquisición acabó con prácticas sociales, morales y religiosas y favoreció la aparición de otras nuevas. Podríamos seguir enumerando aspectos para resaltar el valor sugestivo de la documentación inquisitorial que nos ofrece John F. Chuchiak IV en el volumen RESEÑAS DE LIBROS / BOOK REVIEWS 143 que presentamos, pero basten las líneas anteriores para ello y para señalar que estos fondos inquisitoriales son una referencia necesaria para quienes se interesen por temas relacionados con la actividad y la importante influencia que ejerció el Santo Oficio en la jurisdicción territorial del actual estado de Méjico. Moisés Orfali Bar-Ilan University