Lectio Divina lunes 22 de julio, décima sexta semana Tiempo Ordinario -Ciclo –CLecturas: Cantar de los cantares 3,1-4; Salmo 62; Juan 20,1.11-18 PALABRA QUE DA VIDA -Reflexionemos- AHÍ VAMOS CON ELLA! 1. Hagamos las LECTURAS El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?» Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.» Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?» Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.» Jesús le dice: «¡María!» Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!» Jesús le dice: «Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre de ustedes, al Dios mío y Dios de ustedes."» María Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto.» 2. MEDITEMOS la lectura a. ¿Qué dice el texto? María Magdalena, una mujer discípula, está vigilante; ha estado ahí, seguramente sufriendo por la muerte de Jesús; pero ella va a ser recompensada, al ser la primera testigo de la resurrección de Jesús y la primera en ser enviada a anunciar que la vida ha triunfado sobre la muerte. Las comunidades cristianas debieron tardar muchos años discutiendo, huyendo, fortaleciéndose, hasta comprender, desde las más profundas convicciones, que el proyecto no terminó en la cruz y que ahora son ellos los responsables de mantenerlo vivo. La nueva profesión de fe en Cristo resucitado es una nueva exigencia del discipulado, es decir, la comunidad se declara en formación a los pies del Maestro resucitado. En este nuevo discipulado también el Maestro pregunta, escucha, consuela y envía para anunciar que el proyecto de Dios no se quedó en el sepulcro. b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? ¡Cuántas cosas se han dicho de ti y se siguen diciendo, María Magdalena! A través de la historia te han nombrado pecadora en el peor de los sentidos, te sindicaron como prostituta, minimizaron la importancia que te dio el Maestro -quizás sólo por el hecho de ser mujer-. Hoy en día hasta tejieron -en nombre de pseudo intereses científico-históricos que sólo esconden un gran negocio editorial- una historia en la cual habías tenido un hijo con Jesús, que eras su pareja, que fundaste un linaje real, que el Grial... Y hemos, por ello, olvidado la Palabra. Esa Palabra que nos cuenta que junto a la Madre del Señor y a la madre de los hermanos Zebedeo, te habías quedado en pie a los pies de la cruz, cuando casi todos se habían escondido por miedo y por espanto. En esa madrugada incierta, en plena oscuridad, fuiste al sepulcro en donde habían dejado el cuerpo de tu Señor muerto, y viste que la gran piedra que lo tapiaba había sido movida. Y corriste, corriste sin parar en búsqueda de Pedro y de Juan, para avisarles que lo habían quitado del sepulcro. Habías visto cómo lo despreciaban, cómo lo injuriaban, cómo lo torturaban, cómo lo humillaban tratándolo como al peor de los criminales, como agonizaba en la cruz... y ahora ni siquiera lo dejaban tranquilo después de muerto. Tu alma transida de dolor es arrasada por ríos de lágrimas. Pero el Padre Dios es Misericordia, Dios de la Vida y de todo Consuelo. No quiere el dolor para ninguno de sus hijos. Y decide intervenir personalmente, y te alivia de tu llanto. Y bastó que pronunciara en voz alta tu nombre, -¡María!- para que lo reconocieras y le dijeras, feliz -¡Rabbuní!- ¡Maestro! – María, reconociste la voz de tu Pastor, y ese reconocimiento que nació en las profundidades de tu alma grande, te hace discípula del Maestro. ¿Es posible permanecer quieto cuando se ha descubierto al Resucitado, María? ¿Es posible callar cuando uno se dá cuenta de que el Maestro está vivo? ¡Jamás! Por eso, María, partiste sin demora a anunciarle a los Once que lo habías visto, y que te había dicho esas cosas. ¡Justamente a ellos, María! Fuiste la primera en enterarte de su Resurrección, y la primera en dar aviso. Y no dudaste, aún cuando pudieran no creerte. 3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón Por una Mujer, María de Nazareth, el Dios del Universo pudo traer y regalar a la Humanidad la Salvación haciéndose uno de nosotros en su Hijo Jesucristo, Dios que se hace un frágil Niño en brazos de su Madre. Por otra mujer, María Madgalena, los discípulos -los apóstoles, todos nosotros- tenemos en nuestras manos el más grande tesoro: Jesús está vivo, resucitó, venció a la muerte y nos rescató para la Vida. 4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios? Señor Resucitado, sabemos por fe que estás allí… pero no te vemos porque nos hemos puesto los anteojos de nuestros propios esquemas; porque preferimos la imagen que nos conviene antes que descubrirte vivo, tal como eres. Vuelve a llamarnos por nuestro nombre, enjuga nuestras lágrimas para que podamos reconocerte y vuelve a enviarnos a anunciar a nuestros hermanos, que tu tumba está vacía y que estás junto al Padre, invitándonos a vivir. Amén. 5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? Motivación: Lo que tenemos que imitar de esta mujer apóstol es el “salir en busca de”… y no quedarnos en el “no sé dónde lo han puesto”. Tenemos que aprender a vivir: ASÍ Señor, ya está… Ya estoy dispuesto; ya están mis puertas y mis ventanas abiertas. Abre las tuyas y entremos en el mundo… Ya estamos dentro los dos. Ya estamos soñando, viviendo, navegando… Ahora, ¡a abrirnos cara al viento! Gritando, pero en silencio; sembrándonos, para ser fecundos; gozando de todo encuentro; respirando, si es posible, al unísono. Así…