c Cuando Caifas te acusaba llevabas tensa tu vela. N a v e g a b a s , navegabas ocasos que amanecían. La mano sobre el tim ó n enfilaba tu bajel entre islotes de rencor. •Jiras '.©sabré, y eran hombres los que a ú n te acompañaban. Rasgadas las vestiduras la b a r c a se te encalló ©n la dureza rocosa del hebreo corazón. A ú n no a s o maban los peces para tus redes de amor y la bar c a quedó aislada, p e r o eran odios ruma n o s los que a ú n te acompañaban. Cantó el gallo y la p u n z a d a descolgó tu corazón, lo diste en u na m i r a d a y el apóstol recordó, P e dro llox'aba, lloraba, la soldadesca e s c u p í a ..... N e g a c i o n e s , salivazos, aún, aún te acompañaban. Pero l u e g o ..... A herrojado on la mazmorra, — •pulsos colgados y tensos, — miraste al cielo y sin él todo se te hizo silencio. Y a no m ordía tu p e n a ni la m a l i c i a ni el o d i o / cuatro paredes de roca sobre el temblor de tu angustia im •.-ub i --------- te subieron a Xa boca el sabor del abandono. Y a no sonaban los pasos del amigo j del aposto! en la empedrada vereda, ni el tth o s s a n a ,f de los rasos ni al fervor de geate b u ana* Ui la sombra del olivo te daba la 'bienvenidat ni las aguas de los posos para tus Sa.maritaa.as, ni la cabellera triste de haría de :,apclüla* ■ue aunque c a n t a s e n .l o s ■gallos .su canto se perdería sobre el pencar de los hombros “O í O s da arriba. f u rebaño disgpafgaóo, tu fl negada y nogada' y en cercana perspectiva una crus sobre una. cima* ¿Donde ©ataxia tu madre? B» ninguna parte estaba* Las horas nudas, sin tiempo, sobro tu cuerpo dormían, y una humanidad d® siglos desfilaba con sus lacras* ¿Sondo estaría tu ¿lacre? Aunque estuviese no estaba*** ?u soledad, absoluta.**».,.* Y a diodo» Bada importaba*