Reconstrucción de piezas cerámicas pertenecientes a los períodos Neolítico y Calcolítico por metodología experimental Enrique Moral 1 Índice 1. Introducción: La cerámica. Propósito del trabajo. 2. Componentes principales para la fabricación de la cerámica en época neolítica. 3. Método y desarrollo del trabajo. 4. Obras reproducidas y contexto de las mismas: Neolítico. (alto-bajo) Calcolítico. (culturas) 5. Conclusiones. (desgrasante/aligerador de peso, uso de un tazón a modo de ampoyo) 6. Bibliografía. 2 1. Introducción. La Cerámica. Uno de los mayores avances acaecidos durante el neolítico es la invención de la cerámica, que permite el almacenamiento de líquidos, cereales y grano, hecho clave en el camino hacia la producción y la sedentarización. Es algo común a casi todas las poblaciones después de esta época, y existen restos de su origen en China y Japón que datan de fechas tan antiguas como 12000 BP. Técnicamente la cerámica es arcilla calentada a una temperatura superior a los 450ºC, que permite la completa deshidratación del barro y cristalización del mismo. Desde el punto de vista arqueológico es de suma importancia ya que se trata del material que aparece en mayor porcentaje en los yacimientos, debido a que su fabricación es relativamente simple, barata en cuanto a materias primas y esfuerzos, y a su gran utilidad. Propósito del trabajo. El objetivo del trabajo presente no es otro que el de reproducir piezas cerámicas pertenecientes a distintas fases de las épocas neolítica y calcolítica con el fin de aprender la evolución de las distintas técnicas de tratamiento de la arcilla, moldeado, decoración y cocción. Para ello jugaremos con distintos materiales y procesos hasta dar con los que nos parezcan más adecuados y coherentes con respecto al periodo y cultura sobre los que estemos trabajando. Durante toda la labor iremos planteando hipótesis acerca de los distintos elementos que vamos a utilizar, el resultado que esperamos tras su uso y el verdadero aspecto de la obra una vez terminada, con el fin de determinar para qué utilizaban cada material y si verdaderamente éste desempeña la labor que creíamos. Tras explicar detalladamente el proceso de creación de las piezas, presentaremos un catálogo de las que consideramos definitivas (no todas las que intentamos reproducir acabaron correctamente, muchas se fragmentaron o deshicieron, especialmente tras la cocción) con su correspondiente contexto cronológico y cultural, para acabar con las conclusiones obtenidas a lo largo de todo el trabajo. 3 2. Componentes y procesos principales para la fabricación de la cerámica en época neolítica. La fabricación de la cerámica requiere varios elementos, aunque el principal es la arcilla, un tipo de barro de partículas muy finas y superficie lisa, rico en sílice, que constituye la materia plástica y moldeable que compone la pieza. Existen muchos tipos de arcilla, casi tantos como suelos arcillosos hay en el mundo, ya que su composición depende de diversos factores que varían enormemente con la distancia. De entre esos factores, los que más llaman la atención son los que dotan de cierta coloración a la arcilla, que suelen ser los óxidos e hidróxidos de hierro (componentes de la arcilla roja) o el manganeso, que la dota de un color oscuro. A lo largo del desarrollo tecnológico de la fabricación de la cerámica van surgiendo y evolucionando varios útiles, que podemos dividir entre pasivos, encargados del soporte y montaje de la pieza, y activos, empleados durante el moldeado, alisado y durante la decoración. De entre los pasivos o inmóviles los más importantes son los moldes y los elementos de apoyo, tales como losas (que pueden ser planas o ahuecadas) o tablas de madera. Los móviles se subdividen en muchas más categorías, según la función, martillos, tampones, ésteques, punzones, cuchillos, paletas para el alisado y raspado, etc. En nuestro caso, hemos empleado como objetos pasivos un tazón de porcelana, con el fin de sujetar la base de las piezas de fondo cóncavo, y como elementos activos un punzón, para las incisiones, una concha de Cardium edule con el mismo fin (añadiendo el estampillado), una paleta dentada para alisar y realizar incisiones, un tenedor y una cuchara para bruñir. El proceso de moldeado puede desempeñarse de cinco formas distintas: el martillado sobre una superficie cóncava, con el fin de adelgazar las paredes (el más rudimentario de todos), el moldeado sobre una forma convexa, el vaciado de una bola de arcilla sostenida en la mano, el moldeado de una forma cóncava con la ayuda de una torneta y por último la más avanzada de las técnicas de moldeado a mano, la superposición de anillos. Como la aparición del torno es muy posterior, no mencionaremos nada acerca de él a lo largo del trabajo ni lo emplearemos a la hora de fabricar las piezas. Dependiendo del recipiente, emplearemos una técnica u otra, siendo las principales el vaciado de una bola de arcilla sostenida en la mano, el moldeado sobre una forma convexa (el cuenco antes mencionado) y la superposición de anillos. En ocasiones se utilizará una combinación de varias de ellas, como es el caso de los vasos campaniformes, cuya base se realiza mediante el moldeado sobre una forma convexa y el cuello con la superposición de los anillos. 4 3. Método y desarrollo del trabajo. Para explicar tanto la obtención del material como la fabricación de las piezas, utilizaremos una de ellas como ejemplo, cuyo proceso de creación fotografiamos con detalle (por desgracia, tras la cocción esta pieza se fragmentó, quedando inservible). El primer paso para comenzar el proceso de fabricación es la obtención y preparación de la arcilla. Aunque fue difícil encontrar un emplazamiento donde la arcilla propiamente dicha no estuviera muy mezclada con la arena ni con pequeñas piedras, al final dimos con uno, el que aparece en las fotografías: Tras raspar la superficie con cuidado de eliminar sólo la fina capa superior, llena de impurezas, sin llegar a extraer demasiado barro para no toparnos con la arena de abajo, extrajimos pequeñas pellas que amasamos in situ con el fin de dotarlas de mayor plasticidad. Una vez recogidas, dividimos las pellas en dos grupos para aplicar procesos diferentes sobre ellas, con el objetivo de depurarlas. El primero que llevamos a cabo fue el llamado “decantación”, que consiste en mezclar removiendo bien el barro con agua en un bol, y dejarlo reposar toda la noche. A la mañana siguiente, extrajimos el agua del cuenco y observamos que las partículas se habían ordenado según su densidad: en una capa superior se encontraban los sedimentos más finos, la arcilla usada para hacer el engobe sobre la pieza una vez terminada. Justo bajo esa capa se encontraba el barro que empleamos para hacer los recipientes, y debajo de éste quedaron las piedras de mayor tamaño. Esta técnica tiene varios inconvenientes: requiere mucho esfuerzo, ya que es complicado separar capa por capa sin que haya mezclas, y es por tanto no del todo efectiva, ya que siempre se acaba colando alguna piedra del fondo en la masa de arcilla definitiva. Con el otro grupo de pellas probamos otra técnica, el tamizado; 5 empleando una redecilla a modo de colador, y mediante la aplicación de agua, el barro atravesó la malla hasta quedar en un recipiente que colocamos abajo. Esta práctica es mucho más rápida y eficaz, tras el tamiz sólo hay que dejar secar el barro en el recipiente hasta que pierde gran parte del agua empleada para colar y adopta la plasticidad óptima para su amasado. Una vez tuvimos la arcilla lista, decidimos aplicar algún tipo de desgrasante. Habíamos leído que los primeros desgrasantes consistían en paja y pelos introducidos en la masa de barro, así que probamos con la paja, esperando que diera solidez a la pieza. No obstante, a la hora de la cocción de está, se fragmentó en tantos pedazos que fue imposible recomponerla. Es por ello que creemos que dichos elementos no se incluían realmente en la masa con la finalidad de otorgarle consistencia, sino más bien para aligerarla, ya que las paredes de los recipientes de esta época eran toscos y gruesos, con mucho peso. A continuación probamos con usar minerales pulverizados a modo de desgrasante, como cuarzo, y en este caso sí dio resultado. Probamos también a crear un recipiente con arcilla sin desgrasante, ya que pensamos que en un principio esta técnica debería de desconocerse, y aún así la cerámica se fabricaba, pero nos fue imposible; la base se rajaba continuamente, ya no en la cocción, sino en la elaboración propia de la pieza y durante su secado, estaba demasiado plástica. Tras estas pruebas decidimos realizar la primera pieza bajo seguro, fotografiando su proceso de fabricación. Para la base empleamos dos técnicas de las mencionadas en el apartado anterior: el vaciado de una bola de arcilla sostenida en la mano, introduciendo el pulgar en la esfera y creando un hueco que fuimos abriendo poco a poco, procurando que las paredes del recipiente quedaran siempre uniformes, y el moldeado en una forma cóncava, empleando un tazón, con el fin de darle mayor consistencia a la base para que no se desmoronase según aplicábamos la parte superior y el cuello: A continuación, aplicamos la técnica de superposición de anillos y alisado del interior y de la superficie. 6 Hay que tener en cuenta, al realizar este proceso, que si el cuello del recipiente ha de cerrarse (como es el caso de la pieza ejemplo), los anillos han de colocarse en los extremos por el interior de la vasija, mientras que si lo que se desea es que se abra, como ocurre con los campaniformes, han de unirse por fuera. Una vez terminada la base, mediante anillos más pequeños insertamos el cuello. Hay que asegurarse de alisar bien las paredes, tanto internas como externas, ya que al dejar alguna grieta a la hora de la cocción la pieza entera puede fragmentarse. Por último, una vez la estructura del recipiente está definitivamente terminada (tras la colocación de las asas) se realiza la decoración. En el caso de esta pieza, decidimos aplicar una decoración cardial, por lo que hicimos incisiones y estampados empleando una concha de Cardium edule. 7 Una vez aplicada toda la decoración a la pieza, se deja secar, lejos de la incidencia del sol, para evitar que se agriete. Si decidimos bruñirla por alguna parte, antes de que esté completamente seca, cuando alcance lo que los alfareros llaman la “textura del cuero” o “textura del queso”, se presiona la superficie con el dorso de una cuchara, realizando movimientos circulares hasta que la superficie adopte un cierto brillo. Si se quiere destacar las incisiones realizadas, se puede bañar la pieza con una pasta blanca muy diluida en agua, que más tarde se deja secar y se lija, quedando sólo en los surcos del recipiente, antes de la cocción. Para la cocción existen varios métodos, que dan lugar a distintos resultados; la cocción aerobia, en presencia de oxígeno, que da lugar a cerámicas oxidantes o rojas, la anaerobia, sin oxígeno, que crea cerámicas de superficie ennegrecida o reducidas y prácticas mixtas, aplicando las anteriores en distintos momentos de cocción. Ésta se puede llevar a cabo en un horno, en un agujero propiamente dicho o en un horno-vasija; nos decantamos por la idea del agujero. Por lo tanto, practicamos un hoyo en la tierra, donde enterramos los recipientes (hubo que hacer dos tandas, ya que si metíamos todos a la vez la cocción no iba a ser óptima, no había espacio) entre ascuas, paja, hojas secas y tierra. 8 Pasada una semana, desenterramos las piezas. Para nuestra sorpresa, la mayoría de ellas, especialmente las que estaban en superficie, se habían fragmentado y/o su interior aún no estaba cocido del todo. Por suerte, las que se encontraban al fondo del agujero se encontraban en perfecto estado y totalmente cocidas. 4. Obras reproducidas y contexto de las mismas. Neolítico. La primera pieza que reprodujimos con éxito fue una con decoración cardial. Es característica del Neolítico antiguo mediterráneo (VI milenio a.C.) que se decora con la impresión sobre el barro fresco del extremo dentado de una concha (el berberecho, Cardium edule). 9 La cerámica cardial es una de las más importantes dentro de las cerámicas con decoración impresa; se cree que la cerámica impresa pudo ser la primera que apareció en el Neolítico mediterráneo occidental y en la Península Ibérica. En las costas del sur (Andalucía) no se encuentra este tipo de cerámica. Puede que su origen estuviera en el Levante mediterráneo y su influencia llegara hasta la costa atlántica. Toma su nombre del “Cardium edulis”, el molusco marino cuya concha se utiliza para realizar las impresiones. En el Neolítico se utilizan las impresas cardiales, cardialoides, incisas, acanaladas, grabadas, peinadas, de relieves o plásticas, con cordones o mamelones, a la almagra y pintadas. Existen dos núcleos con abundante cerámica cardial: en Levante, en la comarca de Alcoy y en el Macizo de Montserrat, conocida como cerámica montserratina. Los motivos decorativos de las cerámicas cardiales tienen la característica de poseer elementos barrocos, variados y muy bien tallados en simetría, motivos de paralelas rellenas, inclinadas, triángulos y zigzags, entre otras cosas. La cerámica cardial occidental tenía la característica de poseer un fondo de forma redonda. La decoración presenta formas diversas en materiales en el barro fresco como de conchas, dedos, uñas y sobre todo punzones, triángulos y chevrones. Neolítico medio. La cerámica decorada de este periodo se hacía con tecnica grabada, los cordones verticales sobrepasando el borde del vaso, formando realces, la tecnica impresa cardial o no basculante o pivotante y los motivos incisos acanalados esteliformes. Es una evolución de las cerámicas del neolítico antiguo, pero tiene mayor cantidad de elementos, como el vaso de fondo convexo con paredes entrantes cóncavas, los bordes con realces u ondulaciones verticales, los mamelones geminados en el labio del vaso superpuestos a otro junto al borde, las asas perforadas, las asas de cinta, las asas o mamelones originando decoración curva de cordones, incisos, impresiones, denominados “bigotti”, la cerámica a la almagra generalmente decorada, la cerámica cardialoide como una versión de la cerámica cardial, las decoraciones de relieves, los cuencos con borde dentado, la decoración de puntillado inscrita en motivos incisos geométricos (sobre todo el triángulo). En este periodo comienza a haber cerámicas pintadas, aunque son muy escasas. 10 Es el momento del auge de las cerámicas lisas sin decorar pero muchas veces pintadas en rojo (cerámica a la almagra, de gran presencia en Andalucía) que conviven, en áreas en las que el Neolítico llegó más tarde, con las cardiales. También se incorporan ahora cerámicas de influjo francés tipo Montboló: vasos cerámicos sin decoración, con superficies espatuladas y bruñidas de tonalidad oscura, formas globulares o de suaves carenas, etc., y sobre todo las asas tubulares verticales. Además de las cerámicas decoradas con incisiones, acanalados y cordones, que con frecuencia presentan las superficies con engobe rojo o almagra, también son especialmente abundantes en los contextos del neolítico medio los vasos con asapitorro (en Almería por ejemplo). En la segunda mitad del quinto milenio a.C. comienza la Cultura de los sepulcros de fosa en los que se encuentran también recipientes cerámicos que pudieron contener ofrendas, por lo general con las superficies bruñidas y sin decoración, con formas globulares, hemisféricas o con fuerte carena, además de los característicos vasos de boca cuadrada, La característica principal del neolítico medio valenciano sería la desaparición de la cerámica cardial, al tiempo que las cerámicas incisas, acanaladas e impresas con instrumento se convierten ahora en las más representativas la técnica del peinado, será una técnica predominante. La Cultura de la Cerámica Cordada se asocia al Neolítico Final, con mayor exactitud, al período Calcolítico y comienzos de la Edad de Bronce. Esta etapa que abarcaría aproximadamente del 3000a.C. al 2400a.C., ha sido denominada de diversas maneras, ya que durante dicha época aparecen otros dos elementos de gran importancia para sus miembros: las hachas y los sepulcros. Tanto las cerámicas cordadas, como las hachas están íntimamente ligadas a los sepulcros individuales. Las hachas de combate o de guerra, como se las conoce, eran meros objetos simbólicos, puesto que estaban elaboradas con piedra, un material poco eficiente para la lucha en una comunidad con unos recursos tecnológicos bastante más desarrollados. Éstas se han hallado en grandes cantidades dentro de tumbas funerarias a modo de ofrenda, al igual que la cerámica cordada. Dichos enterramientos eran, en su mayoría, inhumaciones individuales que disponían de un ajuar muy variado pero con unos cánones establecidos en función de si el 11 difunto era hombre o mujer. En el caso de los varones, cuyos cuerpos yacían sobre el lado derecho, aparecen cerámicas junto a las cuales se depositaban ofrendas procedentes del mundo de la guerra, como son las hachas de piedra pulida. Mientras, las mujeres, recostadas sobre su costado izquierdo, eran enterradas junto con el mismo ajuar cerámico completo (vaso, ánfora, etc.) acompañado por objetos suntuarios en sustitución de las armas. Con respecto al ajuar que aparece en todas las tumbas, es decir, el formado por la cerámica cordada, también llamada de cuerdas, cabe decir que se distingue por su singular decoración consistente en la impresión de cordeles de diverso grosor sobre el barro húmedo. Este estilo aparece también en la Cultura de los vasos campaniformes, con la que convivió en tiempo, pero no tanto en espacio. Pese a su contemporaneidad, se dieron diferencias tecnológicas, ya que la posición más occidental de la Cultura del vaso campaniforme facilitó su acceso a los cauces de agua y al mar, de modo que pudieron desarrollar un comercio que les proporcionó riquezas de las cuales la Cultura de cerámica cordada careció. Sin embargo, distintos estudios indican que esta última fue la causante de la introducción de la metalurgia en las zonas nortes de Europa. Lo que parece quedar claro por el análisis de los pocos hallazgos relativos a sus lugares de hábitat, es la práctica constante de la agricultura y el pastoreo, y la cría de caballos que se habría empleado como fuerza de tiro para los carros de cuatro ruedas. La máxima expansión de la Cultura de la cerámica cordada, muy asociada a los pueblos kurganos, se dio desde el Caúcaso hasta la cuenca del Danubio durante el Calcolítico. 12 Calcolítico: Cultura de los Millares (2500-1800 a.C.). El yacimiento de Los Millares, en Almería, es considerado un hallazgo clave de la Edad del Cobre, no sólo a nivel nacional, sino europeo. Se sitúa sobre una meseta en el municipio de Santa Fe de Mondújar cercana al río Andarax y a la Rambla del Huéchar. Se trata, pues, de una posición estratégica que da muestras de un contexto bélico. Esta hipótesis queda reforzada por el hallazgo de potentes murallas rodeando el poblado, junto a las cuales se disponían las viviendas. Unas viviendas circulares que abarcaban en torno a los cinco o seis metros de diámetro y que estaban construidas sobre zócalos de piedra que se cubrían con elementos vegetales. Dentro de las cabañas se han identificado huellas de hogares, molinos de mano y diversos objetos cerámicos, por ejemplo platos, fuentes, ollas, etc. El crecimiento poblacional supuso la expansión territorial y, por lo tanto, la ampliación de los límites de la muralla. Este aumento demográfico fue propiciado por el bienestar económico que se sustentaba sobre la explotación de las minas de cobre en las inmediaciones del poblado, en la Sierra de Gádor. Su materia prima era trabajada con el fin de obtener diversos objetos decorativos, útiles o armamentísticos, con los que también se comerciaba vía terrestre y fluvial (por aquel entonces el río Andarax era navegable). La metalurgia suponía, por lo tanto, la adquisición de grandes riquezas, por lo que no sorprende el hecho de que se sucediesen constantes enfrentamientos entre los grupos humanos por hacerse con el poder de las minas. A pesar de la importancia económica de la metalurgia, la actividad principal de los habitantes de Los Millares fue la agricultura, complementada por la ganadería y la caza. Dichas actividades eran también muy fructíferas, gracias a que el emplazamiento estratégico del poblado no sólo facilitaba su defensa, sino que también aseguraba la presencia de campos fértiles plagados de fauna que acudía a los cauces de los ríos para abastecerse. Pese al evidente éxito de Los Millares, en torno al año 1900a.C. (Edad del Bronce) el surgimiento de una cultura conocida como El Argar, supuso más que su desaparición, su sustitución. 13 Cultura del vaso campaniforme (2200-1700 a.C.). Son recipientes de perfil en 5, normalmente de tamaño pequeño/mediano, con borde exvasado, panza esférica de perfil variable, entre suave y casi carenado según cada caso; fondo plano o con umbo, tanto plano como marcado y que tienden a la proporción 1:1 entre el diámetro de boca y la altura. Buena parte de las cerámicas campaniformes presentan una serie de cualidades (buen modelado, acabado y ejecución cuidada de la decoración, etc.) que sugieren una gran inversión de energía y tiempo. Sin embargo, hay otras que reciben un tratamiento mucho menos esmerado, en cuyo caso cabe hablar más bien de recipientes de uso doméstico o almacenaje, cuando sus dimensiones así lo sugieren. No obstante, el análisis visual proporciona una información más imperfecta e inexacta que la que nos ofrecen los análisis de pastas. Al examinar los recipientes completos disponibles hasta el momento en la meseta, no se aprecian, en principio, diferencias morfológicas entre los ejemplares pertenecientes a cada estilo. Salvo tres de ellos mucho mayores, procedentes de contextos domésticos. Las formas más comunes son las de cazuela y cuenco (según el tamaño se pueden diferenciar 2 tipos), en algunos casos pero mucho más raros también se han hallado copas. 14 5. Conclusiones. Del proceso de fabricación de las piezas, podemos extraer varias conclusiones: en cuanto a los desengrasantes vegetales, es muy probable que su verdadera función fuera la de aligerar el peso del recipiente, no tanto darle consistencia (ya que muchas de las pajitas acaban carbonizadas). En cuanto a las técnicas de filtración del barro, el tamizado es un proceso mucho más óptimo que la decantación, es más rápido y no necesita tanto esfuerzo. Es necesario un desgrasante, como partículas muy finas de algún mineral molido, que aporte algo de consistencia a la pieza o ésta se vendrá abajo. Para aquellas con fondo esférico, ha de colocarse un cuenco cóncavo bajo la base, por el mismo motivo. Durante la cocción, en el caso en que ésta se realice en un agujero practicado en el suelo, no conviene dejar piezas muy en la superficie, puesto que se agrietan. Por último, mencionar que durante el desarrollo de este trabajo, no sólo hemos aprendido mucho sino también disfrutado, cumpliendo por una vez en nuestra vida los roles del alfarero prehistórico. Creemos que puede ser una forma bastante atrayente a la hora de difundir la arqueología entre la sociedad actual, especialmente entre los más jóvenes. 15 6. Bibliografía: - Rojo Guerra, Garrido Peña, Martínez de Lagrán, 2005, El campaniforme en la península ibérica y si contexto europeo, PeI Editorial, Valladolid. - López, P., 1988, El neolítico en España, Cátedra, Madrid. - Harding, A.F., Sociedades europeas en la edad del bronce, Ariel Prehistoria, Barcelona. - Apuntes tomados durante el curso “Cerámica Prehistórica” impartido por el Taller escuela de Arqueología y Rehabilitación de Alcalá de Henares, en el año 1994. - Bulletin de la Société Préhistorique Fraçaise, 107, Outils de potier néolithiques: traditions techniques et organisation des productions. - http://revistas.ucm.es/ghi/11316993/articulos/CMPL9595120123A.PDF - http://www.artecreha.com/Miradas_CREHA/vaso-campaniforme.html - http://www.arqhys.com/arquitectura/ceramica-cardial.html - http://www.bookrags.com/wiki/Cardium_Pottery - http://perso.wanadoo.es/s915083000/tecnologia/ceramica.htm - http://www.extensionuned.es/archivos_publicos/qdocente_planes/37628/ 13neoliticopiberica.pdf This work is licensed under the Creative Commons Attribution-NonCommercialShareAlike 3.0 Unported License. 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