Hebreos 4:14-16 El entorno del pasaje de reflexión en este día nos presenta la realidad que caracterizaba al culto prescrito en el antiguo pacto, en el que el sumo sacerdote debía ofrecer sacrificios y ofrendas a Dios por los pecados del pueblo y por los suyos propios. El texto nos presenta a un pueblo que no había entrado en el reposo de Dios por falta de fe y a causa de su desobediencia (4:2,11), junto a un sumo sacerdote que estaba “rodeado de debilidad” (5:2). El énfasis es entrar en el reposo de Dios, donde hay paz, bendición, perdón y socorro; pero las condiciones mencionadas arriba son el estorbo. Tal panorama no es diferente hoy, pues la falta de fe, el pecado y la desobediencia nutren el alma de debilidad, por lo que muchos no alcanzan el reposo de Dios. Es aquí cuando se yergue una nueva realidad: No tenemos un sumo sacerdote rodeado de debilidad, sino a Uno que, incluso, traspasó los cielos: JESÚS EL SEÑOR. EL, presentándose como sacerdote y cordero, entró al lugar santísimo una vez y para siempre (7:27; 9:12), ofreciéndose como sacrificio perfecto para quitar el pecado. Su presencia y Su obra estimulan la fe, la avivan, por causa de la perfección con que fue hecho todo. JESÚS, nuestro Sumo Sacerdote, ingresó al lugar santísimo, al mismo cielo, presentándose como propiciación, como ofrenda satisfactoria por nuestros pecados; EL Se compadece de nuestras debilidades habiendo pasado por nuestra realidad al hacerse hombre, pero venciendo toda tentación y manteniéndose sin pecado. Note usted la clara enseñanza: “Por cuanto padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados” (2:18). La excitativa, el estímulo, la exhortación que se nos hace a continuación tiene, pues todo lugar: “Acerquémonos confiadamente al trono de la gracia”. La búsqueda del reposo de Dios está amparada y garantizada por Uno que no está rodeado de debilidad, y que no tiene que ofrecer sacrificio por sus propios pecados, pues EL nunca pecó. JESÚS es plenamente competente para darle acceso al trono de la gracia, donde usted puede “alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”. Por eso dice: “confiadamente”; esto es, la fe tiene lugar, tiene un firme aval, que es JESÚS, nuestro Sumo Sacerdote. Neyo Pin Rodríguez