Idealismo práctico Por Jeannette M. Hervin Revista El Rosacruz A.M.O.R.C. ¿Qué cosa es idealismo práctico? Al considerar esto por primera vez, el término parece ambiguo y contradictorio. Sería mejor decirlo de esta manera: ¿Puede el idealismo ser práctico? Lo práctico tiene su lugar, y en verdad es prudente y necesario ser prácticos y ordenados en nuestra vida diaria. ¿Acaso no opera el universo de manera ordenada, de acuerdo a leyes fijas definidas, y no depende en parte el entonamiento universal del firme manejo de los asuntos diarios? Sin embargo, hay muchos que consideran el idealismo como un conjunto de principios de naturaleza puramente esotérica, que han de contemplarse bajo esa luz, pero que no pueden reducirse o moldearse a la vida diaria. Constantemente se dejan a un lado los ideales como cosas nobles y elevadas pero inaplicables a la existencia cotidiana. ¿Podemos ser a la vez prácticos e idealistas? ¿Podemos combinar lo práctico con el ideal y usar esto cada día de manera compatible? Mientras estamos en este plano material hay muchas cosas de naturaleza práctica que debemos llevar a cabo. Pero al mismo tiempo no debemos olvidar nuestros ideales. Todo lo que hacemos debe tener una base fundamental de idealismo. El ideal de la vida varía en cada individuo. Algunos hacen de las riquezas y posesiones materiales su ideal; otros lo cifran en la amistad y en el amor, o bien en un empleo más conveniente, en una casa amplia, en poseer "más" cosas. Y muchos otros idealizan lo que popularmente se conoce como "buena vida," aunque esto también consiste en concepciones vagas y diversas de la mente. En nuestro continuo ajetreo, cálculos, materialismo y comercialismo, ¿cuál es la idealización fundamental? En cuanto a la riqueza material, con frecuencia se dice que “no puede uno llevársela consigo”. Pero si puede llevarse su idealismo, pues si hemos trabajado sinceramente en el plano práctico hacia un ideal valioso podemos llevarnos esos esfuerzos, así como toda recompensa cosechada, para hacer uso de todo ello en la siguiente existencia. Nada de esto quedará perdido. Habrá una razón futura para estas cosas y más vasta utilidad para ellas. Sin embargo, deben haber jugado su parte, aun al parecer pequeña, en auxiliar a la humanidad y a si mismo. Si, por ejemplo, usted puede llevar a cabo el ideal de poseer una casa mejor para compartirla con su familia, el resultado consistirá en tener mayor comodidad y que un grupo de personas se sientan más felices y satisfechas por estar mejor alojadas. Nada se pierde jamás en el plano universal. Trabajar prácticamente en esta existencia para alcanzar los ideales capacita al individuo para ayudarse a sí mismo, tanto ahora como en futuras encarnaciones. Hágase a usted mismo algunas preguntas prácticas: ¿Cuál es mi ideal? ¿Qué planes hago para llevarlo a cabo? ¿Podría esto causar daño a otros? ¿Beneficiará a los demás de alguna manera, quizá en mayor escala, al igual que a mí mismo? No piense, por ejemplo, que porque usted sólo es un ser entre millones nada puede hacer para ayudar a estabilizar la paz del mundo, a liberarlo de necesidades y destrucción. Sus esfuerzos individuales no quedan nunca sin recompensa. Si usted es una persona humilde colocada en una posición mediocre en la vida, quizá le parezca inútil su esfuerzo en lograr la pacificación del mundo. No obstante, pongamos por caso que su ideal sea trabajar por la paz del mundo. Una manera práctica de llevar esto a cabo sería crear a su derredor una atmósfera de paz y de contento. Esto emana del interior de usted mismo. Busque el lugar que le corresponde. Trabaje y esfuércese en obtener ese empleo o ese lugar usando el material que tenga a la mano en el plano físico, manteniendo siempre el ideal de paz en su mente. Una persona que ha alcanzado su propia satisfacción interior irradia paz. Esta radiación se comunica a los demás. Si usted puede crear esto dentro de su círculo personal ha comenzado a dar los primeros pasos sobre bases prácticas para fomentar el idealismo de paz mundial. ¡Cuánto más cerca estaríamos de alcanzar la paz si algunos centenares de personas llevaran esto a la práctica! Todos podemos ser idealistas prácticos. Sólo debemos estar atentos a los necesarios cambios que deben operarse en nuestro modo de pensar, en nuestro trabajo, esfuerzo y conducta, y encauzarlos en esa dirección. Quizá muchos de nuestros objetivos en la vida no sean tan imposibles de realizar como nos imaginamos. Si usted trata de alcanzar una estrella, un ideal, no debe escoger una demasiado remota, demasiado lejana. En vez de esto busque la estrella amigable y familiar en su propia órbita, la que le corresponda, y trate de alcanzarla. Así tendrá mayores probabilidades de obtenerla. Puede haber otras después de haberse esforzado con la más cercana. Se pueden alcanzar las otras cuando ya este listo para ello, tal como va colocando las piedras cuando hay que cruzar un arroyuelo para llegar a la orilla opuesta. Afírmese en su propia órbita al perseguir su ideal. Si no puede pintar con el genio de un Van Gogh o con el más sutil y complejo de Paul Klee aún puede derivar placer, y darlo, trabajando en acuarelas o con el lápiz carboncillo, diseñando, quizá, un sencillo panorama o un grupo de montañas que le agradó, cautivando su imaginación. El genio, en su mayor parte por lo general representa los resultados que se van acumulando en muchas encarnaciones de esfuerzo y trabajo, cuyo comienzo fue un ideal sencillo, ejecutado en el plano material. Debemos tener ideales, hemos de elegir los que puedan aplicarse prácticamente. De lo contrario, son inútiles las causas y empeños y no tendrán resultados reales y tangibles. El idealismo, entonces, puede y debe ser práctico. Es en vano tener ideales y conservarlos sólo en la mente. Primero, el ideal debe traerse a la consciencia. Tiene que formularse concreta y definitivamente. Luego, cuando ya está claro y bien visualizado, es el momento preciso para comenzar a tornarlo en realidad. Esto se consigue siendo uno práctico en el plano material. Para que el ideal se realice, no importa cual sea, hay que trabajar y esforzarse. Ese afán será de por si remunerativo y le enseñará mucho de lo que viene aparejado a la consumación actual. Sustentar meramente un ideal en la mente, hablar sobre ello de vez en cuando sin intentar ponerlo en práctica, es un sueño inútil. El idealismo práctico es una forma de vivir, una manera de ayudar en la obra que se realiza en el mundo. Benjamín Franklin, siendo aún muy joven, se fijó ciertas metas que debía alcanzar y poco se apartó de ellas. Tenía ideales. Trabajó por ellos en el plano material, en sus talleres de imprenta, en sus experimentos con la electricidad y aún más en el planeamiento de un sistema para limpiar calles. Continuamente empleó y desarrolló sus ideales hacia propósitos prácticos, y todos sus numerosos logros fueron en beneficio de la humanidad. No es necesario que usted sea un Benjamín Franklin para llevar a feliz término sus propios ideales. No olvide que a pesar de la grandeza que él alcanzó en su larga vida de realizaciones los comienzos fueron extremadamente humildes, y sencillos y prácticos sus ideales tempranos. Principie desde ahora a analizar su ideal. Comience por pensar que es posible volverlo realidad. Después busque y haga uso de lo que está a su alcance en la existencia material para llevarlo a efecto. Si usted está en armonía con el universo, si es sincero en su propósito y se esfuerza dentro de su idealismo práctico por ayudar a otros a la vez que a sí mismo, podrá lograr la positiva realización de sus designios.