Es necesario ser realistas Revista El Rosacruz A.M.O.R.C. Hay un punto de vista falso según el cual mucha gente cree que es imposible reconciliar el idealismo con el realismo. No existe razón alguna para que una persona no pueda tener una filosofía idealista, siendo a la vez realista ante las situaciones ambientales. El idealismo se aplica a los propósitos y objetivos finales, mientras que el realismo se aplica a la situación presente que confrontamos. Podríamos decir que el idealismo es la base de una filosofía de la vida, que forma el fundamento de nuestra actitud general ante la vida y los propósitos por los cuales actuamos. El realismo, por otra parte, es cuestión de procedimiento; es la consideración acerca de cuáles serán nuestras acciones en el momento presente. Descuidar la actitud realista es sumergirse en una vida de ilusiones y de fantasías, porque el idealismo, que se presta a la creencia de que las verdaderas realidades del universo existen en lo inmaterial e intangible más bien que en lo tangible y material, dirige nuestra atención hacia las cosas que están fuera del mundo material. Aunque es importante que comprendamos que el mundo material es secundario cuando nos adherimos a una filosofía idealista, es sin embargo necesario que comprendamos bien, en todo momento, que nuestra existencia en el mundo material requiere, en el momento presente, que hagamos frente a sus exigencias y consecuencias. Por lo tanto, el realismo nos hace equilibrar las perspectivas y nos hace posible considerar plenamente nuestras acciones encaminadas hacia fines que no están en el mundo material, pero que al mismo tiempo incluyen en nuestra actitud una filosofía fundamental de la vida que nos llevara a tomar en cuenta las cosas que surgen en nuestra vida diaria. En la historia del mundo occidental podemos hallar muchos ejemplos de realismo. Ha habido individuos que, por razones políticas, económicas o religiosas, no pudieron llevar una vida satisfactoria, y entonces emigraron hacia el mundo occidental. La historia de los Estados Unidos nos habla de personas que se establecieron en la costa oriental de este país; su razón para establecerse allí era la de que no podían ajustar su pensamiento y sus convicciones con la situación que existía en algunos países europeos de aquella época. Podría decirse que esos individuos eran "escapistas" que huían de los problemas, en lugar de hacerles frente y tratar de resolverlos; sin embargo, esto no seria del todo justo, porque si ellos habían de ajustarse a vivir en el plano económico, social, ético y religioso que estaba de acuerdo con sus esperanzas y convicciones, tenían que apartarse de las cosas que les impedían llevar la vida que deseaban. Debemos considerar que en aquella época existían vastas áreas adonde podían emigrar y establecer nuevos hogares y nuevos ambientes. Igual tendencia observamos en la historia de los últimos dos o tres siglos, es decir: las migraciones hacia nuevas áreas, llevadas a cabo para poder perpetuar ciertos principios. Es cierto que algunas veces esos principios eran estrechos, egoístas en último término; sin embargo, los individuos acudieron a esas nuevas áreas donde pudieran practicar su religión y los demás principios elevados de la vida, libres de toda restricción que pudiera haber existido en los lugares donde anteriormente vivieron. Hoy quedan muy pocas fronteras físicas. Pensar en emigrar, como lo hicieron nuestros antepasados para vivir separados de los problemas del mundo, sería algo muy difícil de realizar. La exploración física y geográfica del mundo está más o menos terminada. Quedan muy pocos lugares que requieren exploración y población. Por lo tanto, si un hombre va a avanzar con sus ideas y a ajustarse a los principios idealísticos que mantiene, comprenderá mediante un somero análisis que las fronteras físicas han desaparecido, pero que existen todavía las fronteras de la mente. El progreso futuro se hará en el reino de la mente. El hombre debe acrecentar su comprensión del mundo, su comprensión de las leyes universales y la aplicación de esos principios a su vida individual. Si bien no podemos apartamos de los problemas capitales de nuestro actual sistema social y político, podemos en cambio dirigir nuestro pensamiento hacia ideales diferentes, hacia aspiraciones más elevadas. Las cosas que antaño pudo realizar el hombre mudándose en sentido físico, puede, realizarlas hoy mediante la exploración del campo de la mente y de sus posibilidades, mediante la aplicación de sus ideales, que son los principios de la justicia, la igualdad y la libertad. Así, pues, la necesidad que hoy tenemos de realismo, consiste en la comprensión de que el progreso del hombre está dentro de él mismo, que el hombre puede hacer frente, de manera realista, a las situaciones que hoy existen y llegar a comprender que si los problemas que están hoy en la mente de todo ser humano pensante han de resolverse, tendrán que ser resueltos en un nivel espiritual y mental. Ya no podemos aislarnos del resto del mundo, e ignorar que existan problemas; tenemos que encajar en el sistema existente y tratar de elevar nuestros propios ideales y los ideales de quienes nos rodean. Está dentro del reino de la posibilidad que nuestro Creador estableció este mundo de manera que pudiéramos vivir en él, y que el hombre pudiera hasta cierto punto resolver muchos de sus problemas mudándose a otros sitios, en ciertos momentos históricos. Pero finalmente debe comprenderse que el hombre llegará a llenar la faz de la tierra, y que cuando haya conquistado todas sus porciones geográficas y físicas, llegará el momento de que el hombre pruebe sus facultades. Cuando el hombre haya agotado las posibilidades de exploración geográfica, tendré que poner a prueba su mente. Si la civilización del hombre ha de progresar, tiene que hacer frente a ese desafío, tiene que hacer frente a las fronteras de la mente; tiene que explorarlas; tiene que usar esas posibilidades, del mismo modo que sus antecesores emplearon las posibilidades del mundo geográfico o físico.