domingo 25 DE septiembre de 2016 / IDENTIDAD y luego de muchos dibujos, símbolos y jeroglíficos se inventó la escritura. A partir de ahí empezamos a hacer historia. Los escritores transmiten diferentes temas. La letra es infinita. Sin embargo en cada letra que se escribe dejamos un poco de algo de sí mismos mezclado con historias propias o ajenas, reales o falsas. No hay placer más personal y privado de sentarse con lápiz y papel y plasmar nuestras ideas. La palabra escrita marca el inicio de la historia de la humanidad. Cuando escribimos dejamos entrar al mundo en nuestro propio mundo y es por eso que debemos cuidar lo que proyectamos. Cuidar nuestro vocabulario, la ortografía e ideas en un compromiso con nosotros y con los demás. Escribir es una forma de mostrarle al mundo lo mejor de nuestra alma. Ingrid Fonseca escribe que a través de la escritura la persona es capaz de expresar y comunicar aquello que no nos atrevemos a hacer con la palabra. Escribiendo se siente uno más libre y espontáneo, sin inhibición. Se expresa tal y cual somos. Cuando escribimos estamos solos en el silencio en compañía de nosotros mismos. Tenemos tiempo de reflexionar. Escribir es como imprimir nuestras ideas con una pluma en la mano. Es interesante como sin ver algo o alguien podemos sólo al leer una obra tener una idea clara del autor. Por los rasgos de la época, el idioma que emplea, el uso de la gramática, el tema que expone, la ortografía, la caligrafía conocemos su grado de escolaridad y hasta su estado mental, su profesión, si es romántico, religioso, científico o progresista, conservador o soñador. Cuando escribimos somos nosotros mismos, no deseamos caerle bien a nadie, basta expresar nuestras ideas y puntos de vista. Si el autor está lleno de amor eso reflejará en su obra. Según Madelin Arteaga cuando escribimos lo hacemos con el corazón, plasmamos al papel nuestras propias vivencias, experiencias, sueños. Al escribir denunciamos nuestro dolor o compartimos nuestras alegrías. Difícil es escribir sin haber tenido una vivencia, un fracaso, haber escuchado una historia o simplemente un sueño que queremos hacer realidad. Los 12 cuentos peregrinos de Gabriel García Márquez fueron el resultado de sus experiencias vividas a lo largo de 18 años. Pero no basta con escribir solamente los recuerdos, sino antes de publicarlos se dio a la tarea de hacer un viaje para reafirmar o dar valor a sus historias. Cada escritor es peculiar y el contenido de lo que escribe se refleja el estilo propio del emisor. El escritor a través de sus obras va creando su propia identidad lo que hace posible que podamos identificarlo. No importa el género literario en que escriba, siempre hay una conexión entre la obra y el autor. En el contenido de lo que escribe afloran sus vivencias, su imaginación o las referen- 3 La buena escritura es resultado de muchas horas de trabajo, de armar y desarmar, de coser y remendar… cias que tiene sobre el tema. El escritor con su obra permite descubrir su mundo interior como si nos mostrara una huella digital de su alma. Gabriel García Márquez en cada palabra refleja el sello de su ser enmarcando su alma en el papel, llevándonos en sus vivencias y dejándonos conocer cada rincón de su vida. Hay veces que con un solo renglón que leamos podemos determinar el autor por el sello de su personalidad impreso en el papel. Somos lo que escribimos y nos conocerán por ello. En cada trazo o letra se traduce nuestro sentir y se interpreta nuestra personalidad. Al escribir dejamos en evidencia, lo que sentimos, lo que somos y lo que queremos ser. La escritura nos transmite tal cual somos. La escritura refleja trazos de nuestra obra y ésta se nutre de experiencias, temperamento y aprendizaje que son los componentes de nuestra personalidad, que es nuestro sello distintivo. Quien escribe no solo plasma sus ideas, las organiza y las aclara, se plasma a sí mismo. Uno se ve reflejado en lo que escribe. Uno se descubre en el texto que genera. Para Yamilaidy Domínguez escribir es un hobby, un ejercicio para la mente, una forma de desatar demonios, despojarse de toda vestidura, de toda apariencia y mostrar el rincón más profundo del alma. Todos podemos escribir, solo que tenemos que ser persistentes y dejarnos llevar por la inspiración. Para ello hay que practicar una y otra vez. La práctica hace la perfección. Redactar es poner por escrito algo que nos ha sucedido o que queremos comunicar a otros. Para escribir y que nuestra comunicación sea efectiva debemos tomar en cuenta los principios básicos de la redacción. Debemos definir quién o quiénes son nuestros receptores, el código que vamos a usar, el mensaje claro que queremos llevar y el canal o medio que vamos a usar. Igualmente debemos tomar en cuenta las características de la comunicación escrita. Así nuestro trabajo u obra de arte podrá ser aceptada correctamente y al final sentirnos satisfechos con nuestra obra. Escribir es un oficio que debe formalmente hacerse acompañar por la belleza. Escribir es oficio de escritores que han perfeccionado su estilo y siempre tienen algo interesante que contar. Escribir es mirar por dentro, y ver cosas bellas, así como sentir la necesidad de comunicarlas. A través de la escritura se ve el interior del individuo, su identidad, su huella digital. Escribir es una forma que expresa los sentimientos de alegría y de tristeza, dolor, emociones etc. Cuando escribimos dejamos un pedazo del alma. La escritura nos permite expresar lo que sentimos, la forma de liberar nuestros pensamientos que salen de lo más profundo del alma. Como uno escribe dejamos nuestra huella en el mundo. Como uno escribe dice mucho del tipo de persona que somos, las palabras que usa, el tono en el que se escribe, el sentido que le da a las palabras. Todo indica de cómo uno escribe y cómo se define. Se escribe con la ilusión de ser percibido y entendido por otros. Cada persona o autor escribe sobre su propia vida, sobre su propia musa, sobre su propio rollo. Escribir es una experiencia personal, por eso no puede significar lo mismo para todos. Escribir es hablar de frente. No son los escritores esas personas retraídas y solitarias que nos pintan. Todo el que escribe se juega algo en sus palabras. Lo que el poeta, el columnista, el autor de un blog tienen en común es la necesidad de decir lo que piensan o lo que sienten y no pueden ni deben callar. Escribir no sólo es inspiración sino también transpiración. La buena escritura es resultado de muchas horas de trabajo, de armar y desarmar, de coser y remendar, de podar y reescribir no una, sino muchas veces. Faulkner a la pregunta que se necesita para ser un buen escritor, respondió: 99% de talento… 99% de disciplina y 99% de trabajo. Escribir es una aventura fascinante y como toda aventura no sabemos que sorpresas nos esperan ni a donde vamos a llegar. Es una mezcla de terror y fascinación frente a la hoja en blanco. Cuando escribimos la escritura no se deja encerrar en mapas o esquemas mentales. Aún no hemos acabado de escribir unas líneas cuando empiezan aparecer nuevos caminos y senderos inesperados. Imposible es extraviarse por algunos de ellos. A veces la ruta indicada se encuentra en uno de esos desvíos. Otras veces cuando escribimos se nos revela una brillante idea como si alguna vez una voz nos llevara de la mano. No cabe la menor duda que escribir es como dejar plasmado en el papel una huella de nuestras almas.