Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 133.289 NOTA CLÍNICA Síndrome catatónico: a propósito de dos casos M. Anguita-Romeroa, M. Ruiz-Veguillab, M.L. Barrigón-Estéveza, A. Fontalba-Navasa y L. Gomis-Fletchera aServicio bMédico de Psiquiatría. Hospital Clínico Universitario San Cecilio. Granada. España. especialista en psiquiatría. Hospital Universitario Neurotraumatológico. Jaén. España. El síndrome catatónico es una forma de presentación o evolución de diversas entidades nosológicas en psiquiatría, aunque desde la aparición del concepto de dementia praecox se ha asociado a la esquizofrenia como un subtipo de ésta. Sin embargo, se debe tener en cuenta la posibilidad de presentación en el contexto de psicosis afectivas. A través de la exposición de 2 casos de pacientes que presentaron el síndrome catatónico en el contexto de trastornos afectivos, se realiza una revisión de la bibliografía, y se destaca la importancia del diagnóstico adecuado del síndrome de cara a su tratamiento precoz. Catatonic syndrome: apropos of two cases Catatonic syndrome is a form of presentation or progression of several nosologic entities in psychiatry, although since the development of the concept of dementia praecox it has been associated with schizophrenia, as a subtype of this disease. Nevertheless, the possibility of presentation in the context of affective psychoses should be considered. Through presentation of the cases of two patients who showed catatonic syndrome in the context of affective disorders, we review the literature on this topic and emphasize the importance of an accurate diagnosis to initiate early treatment of this syndrome. Palabras clave: Síndrome catatónico. Trastornos afectivos. Manía. Terapia electroconvulsiva (TEC). Key words: Catatonia. Affective disorders. Mania. Electroconvulsive therapy (ECT). INTRODUCCIÓN del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV) para trastorno bipolar, depresión mayor, esquizofrenia y delirium. Kraepelin, seguido por Bleuler, incluye las descripciones de Kahlbaum en el concepto de dementia praecox, como una fase del deterioro afectivo y cognitivo de dicho cuadro. Esta visión es la que predomina en las modernas clasificaciones: Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10) y DSM-IV2. Sin embargo, en los últimos años, varios autores abogan por la vuelta a la definición primitiva del síndrome catatónico3-7, con esfuerzos dirigidos a la delimitación de la psicopatología y patofisiología de éste, así como a la consecución de criterios diagnósticos operativos desde el punto de vista clínico y del tratamiento. El presente trabajo trata de poner de manifiesto la importancia, de cara al diagnóstico y tratamiento, de los síntomas catatónicos a través de la exposición de 2 casos clínicos, en los cuales éstos resultaron muy evidentes. Ambos casos pertenecen al espectro de los trastornos afectivos. Los síntomas catatónicos se engloban en un síndrome constituido por diversas alteraciones de la psicomotricidad que aparece asociado a desórdenes del humor, del afecto, del pensamiento y de la cognición. Los signos motores son múltiples, entre los que destacan mutismo, estupor, negativismo, catalepsia, flexibilidad cérea, estereotipias, obediencia automática, ambitendencia, ecofenómenos y manierismos1. Kahlbaum (Die Katatonie oder das Spannungsirresein, 1878) describió su experiencia con 26 pacientes de las formas excitada y estuporosa de la enfermedad, definió 17 signos entre los que se encuentran rigidez, mutismo, negativismo, catalepsia, estereotipias, verbigeración y excitación como parte de un síndrome complejo de varias formas de enfermar. Sus pacientes admiten criterios Correspondencia: Dr. M. Ruiz-Veguilla. Hospital Neurotraumatológico de Jaén. Servicio de Psiquiatría. Correo electrónico: mruizveguilla@yahoo.com CASOS CLÍNICOS Caso 1 Varón de 46 años, remitido a la Unidad de Agudos su hospital de referencia desde el dispositivo para psicodeficientes en que reside, para filiación y tratamiento de un cuadro estuporoso de instauración progresiva y que ha resultado resistente a tratamiento con antidepresivos ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina) y clomipramina intravenosa (i.v.). La enfermedad actual se inicia 20 días antes de su derivación al hospital como un cuadro de “sedación”, que motiva la retirada de la olanzapina que el paciente tomaba como parte del tratamiento del trastorno bipolar que presenta y que a los pocos días Psiq Biol. 2006;13(1):35-7 35 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Anguita-Romero M, et al. Síndrome catatónico: a propósito de dos casos evolucionó hacia el polo depresivo, por lo que se instaura tratamiento con escitalopram, sin observarse mejoría sino empeoramiento de la bradipsíquia y bradicinesia, junto con negativismo alimentario. Este hecho obliga a colocarle sonda nasogástrica (SNG) y vía venosa para administrar fluidoterapia y clomipramina i.v. Ante la no mejoría del cuadro se decide su derivación hospitalaria. Como antecedentes personales somáticos cabe destacar un parto distócico con sufrimiento fetal agudo, parálisis infantil, hemorragia digestiva alta (1988), infección respiratoria (1996). El paciente presenta oligofrenia moderada y trastorno bipolar II. Otros antecedentes destacables son síndrome neuroléptico maligno intercurrente en el ingreso del año 1996 y un trastorno del movimiento diagnosticado como de probable origen iatrogénico, así como un cuadro autolimitado de mutismo y rigidez (ambos en 1997). No hay abuso de tóxicos. Los antecedentes familiares no son conocidos. A la exploración psicopatológica en el servicio de urgencias, el paciente se encontraba consciente, estuporoso, en un estado de total inhibición psicomotriz (aunque seguía con la mirada al examinador), mutista, presentaba rigidez moderada y flexibilidad cérea, catalepsia (que incluía el signo de la “almohada psicológica”), negativismo alimentario (permanecía con SNG) y retención de orina que precisó sondaje uretral. Las constantes vitales (pulso, presión arterial [PA] y temperatura [T]) se mantenían dentro de la normalidad, aunque el paciente se encontraba sudoroso y taquipneico. Presentaba preescara talar sin signos de infección. Al aplicar la Bush and Francis Catatonia Rating Scale (BFCRS)8 daba una puntuación de 26 puntos. Exploraciones complementarias: hemograma normal; bioquímica con LDH 524 UI/l; sedimento urinario compatible con infección urinaria; radiografía simple de tórax, electrocardiograma [ECG], electroencefalograma [EEG] y tomografía computarizada [TC] craneal sin alteraciones significativas; punción lumbar con presión de 19 cmH2O y líquido de aspecto normal, cultivo y tinción para gramnegativos, serología y citología negativas. Se trató con 30 mg/día de diazepam, 30 mg/día de mirtazapina y 4 sesiones de terapia electroconvulsiva (TEC); asi como profilaxis antibiótica, antitrombótica y fluidoterapia i.v.-nutrición enteral. La evolución tras la segunda sesión de TEC fue hacia la mejoría, con desaparición progresiva de los síntomas catatónicos y retirada de la fluidoterapia y nutrición enteral, por lo que se cursó el alta médica a las 2 semanas del ingreso, con diazepam 30 mg/día y valproato 1 g/día como tratamiento de mantenimiento. Diagnóstico CIE-10: trastorno bipolar, episodio depresivo con estupor (F 31,5)9. Caso 2 Varón de 38 años, que acude a urgencias acompañado por su mujer y fuerzas de orden público tras evaluación esa misma mañana en su equipo de salud mental por un cuadro de heteroagresividad en el medio familiar. La esposa señala como posible comienzo del cuadro una temporada que pasó en Galicia hacía año y medio, donde le destinó la empresa para organizar cuadrillas de limpieza en la catástrofe del Prestige. Desde su vuelta lo notó apático, desilusionado, ganó peso debido a un interés compulsivo por la comida, aunque él decía sentirse feliz y tranquilo. En enero del presente año, el paciente comienza a mostrarse inquieto e hiperactivo, desarrolla diversas actividades, disminuye las horas de sueño (unas 4 h diarias) y presenta sensación de euforia. Dicho estado finaliza bruscamente 36 Psiq Biol. 2006;13(1):35-7 un mes antes con una “crisis de bloqueo y confusión” por la cual consultan en urgencias, y se le prescribieron ansiolíticos y escitalopram, se dio de baja laboral y, al reincorporarse la semana anterior a la consulta, comienza el cuadro actual. Como antecedentes personales somáticos destacan 2 traumatismos craneoencefálicos con estado conmocional posterior en la infancia. En cuanto a los antecedentes psiquiátricos sólo cuenta con un episodio mixto ansioso-depresivo tratado ambulatoriamente (1990). Con respecto a los antecedentes familiares, su hermano presentó epilepsia en la infancia y una tía se trató por un síndrome distímico de larga evolución. El paciente no presenta hábitos tóxicos. A la exploración inmediata en urgencias, destaca un estado de distimia perpleja fluctuante, con importante desorganización cognitiva y afectiva; no se constatan contenidos delirantes del pensamiento ni alucinaciones, aunque sí un temple desconfiado y suspicaz. En los primeros días del ingreso destaca en la exploración la desorientación auto y alopsíquica, la perplejidad, el negativismo alimentario y el abandono de los hábitos de higiene, que alterna con la pasividad, la presencia de posturas forzadas (repetidamente se le observa adoptando la postura del Sagrado Corazón de Jesús), con un rictus facial como de beatífica satisfacción, estereotipias motoras, verbigeración y rigidez, aunque no hay flexibilidad cérea. A lo largo del ingreso del paciente, los síntomas catatónicos fluctuaron y mostraron una gran plasticidad. Las constantes vitales (pulso, PA, T) se mantuvieron dentro de la normalidad aunque, como en el primer caso, se le observó sudoroso y taquipneico en varias ocasiones. Exploraciones complementarias: hemograma, bioquímica y ECG dentro de la normalidad, examen de tóxicos en orina negativo, TC craneal normal y EEG con aumento de ritmos rápidos sin otras alteraciones valorables. Recibió tratamiento con risperidona (hasta 12 mg/día), mirtazapina (30 mg/día), lorazepam (10 mg/día), biperideno, cloracepato dipotásico (hasta 75 mg/día), profilaxis antitrombótica y 4 sesiones de TEC. El cuadro inicial fue remitiendo parcialmente, con fases transitorias de desorientación, sin constatarse contenidos delirantes ni alucinatorios; pero a las 3 semanas del ingreso, presenta un episodio en el cual agrede con graves consecuencias al compañero de habitación (el paciente refiere “que estaba invadiendo su espacio de trabajo”). Al día siguiente se comienzan a aplicar las sesiones de TEC y a los pocos días vuelve a protagonizar un episodio similar, así como una fuga de la unidad en la que roba un coche del aparcamiento del hospital para desplazarse al servicio de urgencias del mismo en donde solicita atención médica. Dichos episodios responden a los síntomas catatónicos “impulsividad” y “combatividad” de la escala BFCRS. Tras finalizar la tanda de TEC desaparecen los síntomas catatónicos, aunque sigue mostrando síntomas motores acinéticos, como facies poco expresiva y cierta rigidez, sin constatarse contenidos delirantes o alucinatorios. Se encuentra eutímico y con humor reactivo, por lo que se cursa alta médica para continuar su recuperación de forma ambulatoria. Diagnóstico CIE-10: episodio depresivo grave con síntomas psicóticos (F 32,3)9. DISCUSIÓN La importancia del tema que nos ocupa radica en las consecuencias negativas del infradiagnóstico del síndro- Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Anguita-Romero M, et al. Síndrome catatónico: a propósito de dos casos me catatónico, el cual si se diagnostica y se trata convenientemente suele ser de curso benigno. La frecuencia de la catatonia no es nada desdeñable, supone el 6-9% de los ingresos en unidades de agudos, según Fink y Taylor1. El diagnóstico de catatonia como tal no está recogido en las modernas clasificaciones, y el DSM-IV admite el subtipo catatónico de la esquizofrenia (295,20) y los desórdenes catatónicos asociados a otras condiciones médicas o a efectos adversos de la medicación (293,89)10. La CIE-10 es similar, e incluye los diagnósticos esquizofrenia catatónica (F20,2) y trastorno catatónico orgánico (F06,1). Ello se debe en parte a la inspiración de las modernas nosologías en el concepto de catatonia kraepeliniana, lo cual ha condicionado la disminución a lo largo del siglo XX del diagnóstico de dicho síndrome, ciñéndose los diversos estudios de cambio de prevalencia al subtipo catatónico de la esquizofrenia2. Asimismo, se separan como entidades independientes los casos inducidos por fármacos de los que aparecen espontáneamente. Dicha visión se critica en trabajos de autores como McKeena et al6, los cuales se replantean la hipótesis del conflicto de paradigmas, y critican la diferenciación entre síntomas extrapiramidales inducidos por antipsicóticos y síntomas catatónicos en pacientes esquizofrénicos. En este sentido, Peralta y Cuesta7 estudian la interrelación entre síntomas negativos, depresivos, catatónicos y parkinsonianos en la esquizofrenia, y encuentran una fuerte relación entre síntomas catatónicos, parkinsonianos y negativos, mientras que los síntomas depresivos son relativamente independientes de los otros 3 complejos sindrómicos. Fink y Taylor1 abogan por la vuelta al concepto original de catatonia, que la definen como un solo síndrome con diversas variantes, entre las cuales incluyen la catatonia como tal, la catatonia maligna, la catatonia periódica, la manía delirante o excitación catatónica, el síndrome neuroléptico maligno, el síndrome tóxico serotoninérgico, el estupor benigno, el mutismo acinético y la manía con ciclación rápida. La importancia para estos autores de la identificación del síndrome radica en que, independientemente del subtipo, en un alto porcentaje se puede tratar exitosamente con la administración de benzodiazepinas o la aplicación de TEC. De cara al diagnóstico operativo del síndrome, son varios los trabajos que han intentado desarrollar criterios operativos, en concreto, para Peralta y Cuesta5 son suficientes 3 o más de los síntomas motores clásicos para diagnosticar el síndrome. Bush et al8 reducen el número a 2 de entre los primeros 14 ítems que componen su escala (BFCRS). Según la escala de catatonia de Northoff2, que distingue 3 categorías de síntomas, a saber: motores, conductuales y afectivos, es necesaria una puntuación ≥ 7 para diagnosticar el síndrome. En los 2 casos que nos ocupan, se observa cómo el diagnóstico final al alta de la unidad de agudos en am- bos es de episodio depresivo; sin embargo, en el caso 2 este diagnóstico plantea dudas debido al antecedente inmediato de clínica maniforme, que desemboca en el cuadro descrito de mutismo, negativismo, etc., y que a lo largo de la evolución en el ingreso rompe en 3 episodios de agitación que podrían hacer pensar en una manía delirante. Los autores de este trabajo nos inclinamos hacia el diagnóstico de episodio maníaco con evolución hacia un cuadro confusional agudo, y la presencia de ambos complejos sindrómicos justifica el diagnóstico de manía delirante1. Con respecto al caso 1, el diagnóstico es más claro en el cuadro actual, no así en los 2 episodios anteriores que figuran en la historia del paciente; el primero catalogado como síndrome neuroléptico maligno, aun cuando se había suspendido el neuroléptico semanas antes, y con un diagnóstico primario de infección respiratoria por la leucocitosis y la fiebre, que se podrían explicar mejor en el contexto de una catatonia maligna. Con respecto al tratamiento, cabe destacar la resolución de ambos cuadros tras la aplicación de TEC; sin embargo, no se debe obviar lo inadecuado del uso de risperidona en el caso 2, probablemente influenciado por la sospecha diagnóstica inicial de episodio psicótico agudo. Los síntomas motores residuales descritos (rigidez y facies poco expresiva) se interpretan de esta forma como parte de los efectos adversos de la risperidona a altas dosis. Independientemente del diagnóstico final, la identificación del síndrome catatónico junto con su tratamiento precoz redundaría en una más pronta resolución de la clínica de este tipo de pacientes. BIBLIOGRAFÍA 1. Fink M, Taylor MA. The many varieties of catatonia. Eur Arch Psychiatry Clin Neurosci. 2001;251 Suppl 1:I/8- 13. 2. Northoff G, Koch A, Wenke J, Eckert J, Böker H, Burkhard P, et al. Catatonia as a psychomotor syndrome: a rating scale and extrapyramidal motor symptoms. Mov Disord. 1999;14:404-16. 3. Northoff G. Catatonia and neuroleptic malignant syndrome: psychopathology and pathophysiology. J Neural Transm. 2002;109:1453-67. 4. Peralta V, Cuesta MJ. Motor features in psycotic disorders. I factor structure and clinical correlates. Schizophr Res. 2001;47:107-16. 5. Peralta V, Cuesta MJ. Motor features in psycotic disorders. II Development or diagnostic criteria for catatonia. Schizophr Res. 2001;47:117-26. 6. McKeena PJ, Lund CE, Mortimer AM, Biggins CA. Motor, volitional and behavioural disorders in schizophrenia 2: The “Conflict or Pradigms” hypothesis. Br J Psychiatry. 1991;158:328-36. 7. Peralta V, Cuesta MJ. Negative, parkinsonian, depressive and catatonic symptoms in schizophrenia: a conflict or paradigms revisited. Schizophr Res. 1999;40:245-53. 8. Bush G, Fink M, Petrides G, Dowling F, Francis A. Catatonia. I. Rating scale and standardized examination. Acta Psychiatr Scand. 1996;93:129-36. 9. OMS. Guía de bolsillo de la clasificación CIE-10. Clasificación de los trastornos mentales y del comportamiento. Madrid: Editorial Médica Panaméricana; 2000. 10. APA. Committee on Nomenclature and Statistics. Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders. 3rd ed rev. 4th ed. Washington, DC: American Psychiatric Press; 1994. Psiq Biol. 2006;13(1):35-7 37