Caricatura contemporánea de Picheta (Mérida) de una «indiera», que vende a Cuba rebeldes mayas prisioneros (La Burla, Mérida, 1860, entrega quinta, p. 21) En Cuba esta inmigración forzada fue muy bien recibida, ya que los tratados entre los gobiernos de Inglaterra y España de 1817 y 1835 prohibían el tráfico de esclavos. No obstante, los cubanos no tuvieron escrúpulos en tratar como tales a trabajadores contratados en China, incluso llegaron a ofrecerlos abiertamente como «esclavos» en anuncios de periódicos. Como traficantes de esclavos destacaron algunos yucatecos, un coronel del ejército mexicano y hasta el cónsul del Reino de Baviera en Cuba, Tito Visino. Este, por encargo de una casa de comercio establecida en Cuba, gestionó con el Secretario de Relaciones Exteriores de México, Manuel Díez de Bonilla, la importación de hasta 20,000 mayas, que eufemísticamente fueron definidos como ‹colonos›. El hecho de que por fin no se realizara la «venta» de una cantidad tan grande de esclavos mayas no se debe a una falta de entusiasmo del cónsul bávaro sino a un cambio de régimen en México. Este tuvo como consecuencia la sustitución del personal de la Secretaría de Relaciones Exteriores, el fin de las actividades del célebre coronel Jiménez, pero en particular la prohibición formal de la exportación de rebeldes mayas por el decreto del presidente Benito Juárez del 6 de mayo de 1861. 13