ASOCIACIÓN DE CENTROS DE ESTUDIOS GNÓSTICOS, ANTROPOLÓGICOS, PSICOLÓGICOS Y CULTURALES A. C. Matrícula Cámara de Comercio S0-500484 de 2004 Personería jurídica 1294 de 1990. NIT. 800-160659-0 E-mail: asociaciondeestudiosgnosticos@yahoo.com WEB : www.acegap.org BIENAVENTURADOS LOS MANSOS N osotros, los que estudiamos la Gnosis, practicamos el cristianismo en toda la extensión de la expresión; vivimos en la vida práctica cada una de las Enseñanzas dadas en la Biblia, como por ejemplo, las Bienaventuranzas. La palabra “bienaventuranza” significa “felicidad íntima”, no dentro de mil años, sino ahora, aquí mismo, en el instante que estamos viviendo. El “Sermón del Monte”, conocido como “las bienaventuranzas”, en Mateo 5: 5, dice: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad”. Esto es algo que nadie ha entendido: ¿Quiénes son los mansos? LOS NO RESENTIDOS, porque si uno está resentido, ¿cómo puede ser manso? La persona resentida se la pasa haciendo cuentas psicológicas; dice, por ejemplo, “Ah, pero si yo le hice tantos y tantos favores ese individuo, y mira cómo me paga”, o “Yo que le dí de comer y protección y vea cómo me está tratando”, etc., etc. He ahí las cuentas del resentido… Cuando el Evangelio dice: “Bienaventurados los mansos”, debe traducirse como: “Bienaventurados los no resentidos”. ¿Cómo podría ser uno un manso si está lleno de resentimientos? El que está lleno de resentimientos vive haciendo cuentas psicológicas a todas horas, luego no es manso, entonces, ¿cómo podría ser bienaventurado? Un bienaventurado es un ser feliz. ¿Está bien seguro usted, amable lector (a), que es feliz? ¿Quién es feliz? Algunos dicen: “Yo soy feliz”; otros: “Yo estoy contento con mi vida”; otro expresa: “¿Qué más puedo pedirle a la vida si soy absolutamente dichoso? Pero a estos mismos sujetos se les oye decir: “Me molesta ese fulano de tal”, o “Aquel tipo me cae gordo”, o “Tanto como le pido a Dios ese deseo y no me lo ha concedido”. Entonces no son felices. Lo que sucede es que la gente es hipócrita, uno es un farsante, un mentiroso… Ser feliz es algo muy difícil; se necesita ante todo ser manso. Si nosotros verdaderamente nos tornamos mansos mediante la no-identificación entonces llegaremos a ser felices; pero no sólo es necesario no identificarnos con nuestros pensamientos, rencores, resentimientos, venganzas, sino que hay que eliminar en nosotros los demonios, pecados o agregados psicológicos que nos inducen al resentimiento. ¿Queremos ser felices? Pues, no nos queda más remedio que hacer el estudio, la disección al “Yo” del resentimiento. Uno tiene que llegar a la conclusión que el resentimiento se debe a que poseemos en nuestro interior el “amor propio”, la auto-estima, la auto-consideración, la auto-importancia; uno tiene que eliminar esos “Yoes”. Claro, primero hay que comprenderlos para poderlos eliminar. No podríamos eliminarlos si antes no los hemos comprendido previamente. Y para poder eliminarlos hay que apelar a la Madre de Nuestro Señor el Cristo, es decir, a nuestra Madre Divina particular. Sólo Ella puede eliminar cualquier defecto psicológico o pecado mortal, incluyendo todos esos “Yoes” que nos producen resentimientos. ¿Está usted seguro, amable lector (a) que no está resentido con alguien? Si no eliminamos todos esos “Yoes” que nos llevan al resentimiento, ¿cómo vamos a ser bienaventurados? Los resentidos no pueden recibir la tierra por heredad. Esto hay que entenderlo con toda claridad meridiana. Cuando uno va estudiando esto avanza en el Camino, en la Senda Crística que conduce a la Liberación Final. Sólo extirpando o esos pecados mortales que nos llevan a resentirnos con nuestros semejantes, a odiar a los demás; sólo así, puede la Conciencia comenzar a desenfrascarse, a desembotellarse y ella va quedando despierta. Pero no podemos ser bienaventurados, felices mientras no hayamos despertado; pues así como estamos nos encontramos viviendo en el valle de los sufrimientos, amarguras, penas, desdichas. Afortunadamente tenemos a nuestra Divina Madre que nos puede desintegrar esas abominaciones, después que nos hayamos hecho conscientes de esas entidades tenebrosas.