El pecado que lleva a la muerte Hebreos 10:26-31 INTRODUCCIÓN El prejuicio afectará la comprensión de Hebreos 10:26-31. Naturalmente, la persona que cree en la doctrina “una vez salvo, siempre se es salvo” tendrá un verdadero problema con este texto. Algunos dicen que se aplica solamente a judíos conversos del siglo primero, es decir, creen que el que regresaba al judaísmo realmente jamás había sido convertido. Este pasaje no puede tener ese significado. Como vimos en el estudio de Hebreos 6:4-6, incluso los verdaderos convertidos pueden caer. El autor describió el terrible pecado de la apostasía desde tres perspectivas. Considere cuidadosamente cada una de ellas. ¿Hay pecado que lleve a la muerte eterna sin la posibilidad del perdón? ¿Puede un cristiano apartarse de Dios y persistir en el mal a tal punto de no arrepentirse? ¿Puede una persona convertirse en un pecador acabado, llegando a un estado de insensibilidad espiritual al punto de no arrepentirse? I. Un pecado deliberado. EL TEXTO: “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados” (Heb. 10:26). Una persistencia al mal (por descuido, Heb. 2:1-4; 5:11-12). Rechazar la verdad y elegir la mentira (cf. Heb. 6:4-6). La imposibilidad del perdón de los pecados (cf. 1 Jn. 5:16-17). No tenemos que pecar (1 Jn. 2:1; 1 Cor. 10:13). Se puede caer de la gracia (1 Cor. 10:11-12; Rom. 6:1-2; 2 Jn. 9-11). II. Un pecado sin perdón. EL TEXTO: “sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?” (Heb. 10:27-29). Sufrir el celo de Dios como su adversario (Heb. 12:29). La ley mosaica impuso la muerte física (Num. 15:32-36; Deut 13:6-11; 17:2-7). La ley de Cristo impone algo peor (cf. Luc. 12:4-5). Podemos huir de la ira venidera (Rom. 2:5-8; 5:9; 1 Tes. 1:10). III. Un pecado que será castigado. EL TEXTO: “Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” (Heb. 10:30-31). Dios juzgará (2 Tes. 1:7-9). Es horrendo hacerse enemigo de Dios (Mat. 25:46). CONCLUSIÓN El pecado intencional y persistente, cometido por un cristiano (quien ha conocido la verdad y la misericordia de Dios) trae consecuencias terribles y permanentes. El apóstata sabe del gran precio que Cristo pagó por su alma, sin embargo, trata la sangre del Señor con desdén. Por lo tanto, la ira y la venganza de Dios le esperan en el día final. Si usted puede obedecer el evangelio ahora, no espere más. Ahora es el momento para escapar de la condenación del infierno… Por Josué Hernández www.JosueEvangelista.com