La Responsabilidad Evangelística

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LA RESPONSABILIDAD EVANGELÍSTICA
La Responsabilidad Evangelística
Los predicadores del evangelio podrían llegar a sentirse agobiados por la cantidad de
trabajo que existe en el horizonte de la predicación, y a la vez podrían llegar a experimentar
el descontento con los recursos limitados que tienen para realizar dicha obra.
Hay
pecadores que necesitan urgentemente de la predicación del evangelio (1 Cor. 1:21), hay
desobedientes que necesitan una clara advertencia (1 Tes. 5:14), han hermanos que
necesitan ser restaurados (Gal. 6:1) y otros que necesitan que su fe sea confirmada (Hech.
11:14; 14:22). Todo lo anterior, bien lo aprendemos en la declaración del apóstol Pablo a
los colosenses: “a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo
hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre” (Col.
1:28).
El trabajo se hace aún más difícil con las artimañas de los ministros de Satanás (2
Cor. 11:13-15), quienes siempre están ocupados en la distracción de las cosas espirituales,
con sus variadas doctrinas engañosas y corruptas.
Las falsedades de los malos obreros deben ser expuestas y refutadas por los fieles
predicadores del evangelio (1 Tim. 1:3). El predicador no ha sido llamado a la política, él
está para una labor bien particular: “Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz
obra de evangelista, cumple tu ministerio” (2 Tim. 4:5).
El Peligro
Según el panorama anterior, el predicador del evangelio podría tomar, erróneamente,
un programa de trabajo superior a su capacidad. La abundancia de oportunidades de
enseñanza y el “buen deseo” mal dirigido, podrían evitar comprender que aunque “los
campos… ya están blancos para la siega” (Jn. 4:35) no se puede realizar semejante trabajo
con un método desconocido en el patrón neotestamentario.
Varios predicadores han buscado los “fondos necesarios” para sus ambiciosos
programas evangelísticos de varias fuentes.
No condenamos las motivaciones, estos
hermanos están honestamente equivocados con su comprensión de la obra del predicador, y
de seguro la mayoría ha errado en el juicio. Sus intenciones son buenas, pero no es bueno
su proceder al hacer planes y compromisos que no pueden cumplir dentro de sus
limitaciones. En este caso, el error consiste en hacer una obra superior a lo que Dios
autoriza que el predicador del evangelio realice.
Otros predicadores han sido aún más deliberados en sus prácticas. Ellos tienen una
mala interpretación de la naturaleza del evangelismo, según el patrón neotestamentario.
Sus prácticas ignoran el modelo bíblico, y se apresuran yendo más allá de la doctrina de
Cristo.
Por ejemplo, cierto predicador se esforzó por colectar un inmenso apoyo financiero
para operar su propia Sociedad Evangelística. Otro predicador, en su reporte presentó el
detalle de cierta cantidad que él disponía para sostener a otros predicadores del evangelio.
Lo anterior es muy grave, las iglesias no están autorizadas a enviar un soporte
financiero a algún predicador, para que éste a su vez sostenga a otros predicadores del
evangelio. Semejantes prácticas son totalmente sectarias. El fin no justifica los medios
(Rom. 3:8).
Aun cuando es verdad que “el evangelio está siendo predicado” y muchos se están
beneficiando con la predicación de la verdad, al mismo tiempo el modelo de Dios para la
evangelización es ignorado y traspasado (2 Cor. 11:8). Para más información, lea la obra
“El apoyo monetario a los predicadores del evangelio”.
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Por Josué Hernández
www.JosueEvangelista.com
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LA RESPONSABILIDAD EVANGELÍSTICA
Prácticas Evangelísticas Pecaminosas
Varios predicadores norteamericanos han sido cuestionados por sus “prácticas
evangelísticas” que se conectan con el proceder de predicadores latinos igualmente errados.
Algunos han admitido que la instrucción correctiva es necesaria para solucionar éste
problema. Sin embargo, otros se han negado a condenar estos abusos de la autoridad
bíblica, argumentando que en Latinoamérica “las cosas son diferentes” y que sería necesario
visitar la obra latina para recién “entender las diferencias”. Pero, el patrón de Cristo es
igualmente aplicable en todo lugar, y tales “diferencias” no justifican el pecado. Los mismos
principios bíblicos que se aplican en Estados Unidos y Europa, para la evangelización, deben
ser aplicados, de la misma manera en Latinoamérica.
La Centralización y el
Institucionalismo, está mal no sólo en Estados Unidos y Europa, sino también en
Latinoamérica. Lo malo siempre es malo, sin importar el lugar o cultura donde se practique.
Algunos predicadores han asumido grandes trabajos y esfuerzos evangelísticos
programados, aun sabiendo que son mayores a su capacidad. A pesar de los tales son
“individuos” su proceder es similar al de la Iglesia Patrocinadora, donde una iglesia local
acepta una obra que es mayor a su propia capacidad.
Todos los “individuos” somos responsables de lo que hacemos (2 Cor. 5:10; Rom.
14:12), y los predicadores del evangelio son responsables de se proceder según su
capacidad (2 Tim. 4:2). Dios distribuyó los talentos en base a la capacidad (Mat. 25:15).
Cada uno debe hacer lo que puede hacer según su capacidad (cf. Mar. 14:8), Dios no nos
hace responsables, ni nos autoriza a realizar algo, que supera nuestra propia capacidad.
Este es el error fundamental del liberalismo, en su Iglesia Patrocinadora, lo cual
reconocemos como algo “desconocido en las Escrituras”.
Hace unos años atrás, cierto predicador extendió una solicitud para reunir fondos con
los cuales establecer una “Escuela de Predicadores”. El Nuevo Testamento no autoriza que
se pague un alto salario a un predicador para que éste dirija una “Escuela de Predicadores”.
Cristo, en el Nuevo Testamento, jamás instituyó semejante organización. Por esto, en el
primer siglo, entre los fieles cristianos primitivos, jamás existió semejante “Escuela”.
Sin embargo, es sabio que los predicadores maduros entrenen a otros. Pero esto no
se ha de realizar de una manera corporativa. Pablo dijo a Timoteo: “Lo que has oído de mí
ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar
también a otros” (2 Tim. 2:2). Timoteo debía entrenar a los futuros maestros, sin embargo
él no llamó a Timoteo a instituir una “Escuela de Predicadores” o un “Seminario Religioso”.
Pablo llamó a Timoteo a trabajar en el perfeccionamiento de otros de la misma manera en
que Pablo lo había entrenado a él. Este pasaje no autoriza ninguna organización aparte de
la iglesia local para la evangelización y la edificación.
Es seguro, que todos los futuros predicadores y maestros bíblicos querrán pasar
mucho tiempo aprendiendo de los más experimentados. Tales predicadores deben hacer
todo lo posible por enseñar con palabra y ejemplo, y animar a otros a que sigan adelante en
su servicio en la viña del Señor. Todo esto se hizo en el primer siglo, y se puede hacer
ahora, en total consideración del patrón neotestamentario.
El Nuevo Testamento autoriza, claramente, a las iglesia locales para que paguen
salario a los predicadores del evangelio (1 Cor. 9:14; 2 Cor. 11:8-9; Fil. 1:5; 4:14-17).
Pero no hay permiso bíblico para que un predicador forme su Team Evangelístico o Escuela
de Predicadores.
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Por Josué Hernández
www.JosueEvangelista.com
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LA RESPONSABILIDAD EVANGELÍSTICA
Las Limitaciones Del Predicador
Es bueno que una congregación invite a un predicador a visitarles con la palabra. Los
gastos del viaje pueden ser pagados por la iglesia que invita (1 Cor. 9:11), por otra iglesia
(Hech. 15:3), por el mismo predicador (Hech. 20:34) o por otro individuo (Hech. 20:34).
Pero, la obra evangelística en lugares lejanos no debe salir del patrón del Nuevo
Testamento.
Un evangelista podría viajar a un lugar remoto con la intención de apoyar la
evangelización y predicar a los santos del lugar. Sin duda, en aquel lugar remoto, habrá
muchas almas perdidas que necesitan de Cristo, pero ¿cuántas almas perdidas dejó atrás
aquel predicador en su camino cuando se dirigía hacia aquel remoto lugar? ¿Cuántas almas
perdidas dejó en su localidad inmediata? El predicador fiel debe predicar el evangelio en
todo lugar, pero lo debe hacer de manera responsable con los métodos bíblicos.
El apóstol Pablo dijo “Y de esta manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde
Cristo ya hubiese sido nombrado, para no edificar sobre fundamento ajeno” (Rom. 15:20).
El cumplió la profecía “Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de él, verán; Y los
que nunca han oído de él, entenderán” (Rom. 15:21). Esta fue la razón fundamental por la
cual Pablo demoró su viaje a Roma (Rom. 15:22). Pablo no dijo que no puede existir otra
iglesia de Cristo en una ciudad donde ya hay otra. En Roma había varias congregaciones, y
sin duda una congregación fue establecida primero que las demás (Rom. 16:5, 14, 15).
El propósito apostólico de Pablo fue el de predicar donde Cristo no fue previamente
nombrado. El no viajaría por cielo, mar y tierra para predicar donde el evangelio de Cristo
ya se estaba predicando. Según el mismo principio, vemos en 2 Corintios 10:13-14), que
Pablo se gloriaba en su apostolado conforme a la regla que Dios le dio para determinar su
esfera de operaciones. Al llegar hasta Corinto a predicar el evangelio, Pablo no excedió los
límites de la medida que Dios le dio para predicar. Corinto estaba dentro del campo de
actividad de Pablo en el evangelio. Luego, debido al mismo principio, Pablo dijo a los
corintios “y que anunciaremos el evangelio en los lugares más allá de vosotros, sin entrar en
la obra de otro para gloriarnos en lo que ya estaba preparado” (2 Cor. 10:16). Algunos
falsos maestros acusaron a Pablo de entrometerse en la obra de Corinto. Él se defendió
argumentando que Dios le había asignado Corinto y que no sobrepasaba la obra de otro al
anunciar el evangelio ahí.
Pablo era apóstol inspirado con una comisión especial (Hech. 26:16—18; Gal. 1:1),
así que algunos aspectos de estos pasajes (Rom. 15:20-23; 2 Cor. 10:13-16) tienen una
aplicación única. Sin embargo, el principio básico aún es aplicable.
Algunos predicadores están solicitando y operando un flujo de apoyo financiero cada
vez mayor, con la intención de continuar viajando a lugares muy lejanos donde ya hay
predicadores del evangelio predicando. A su vez, los predicadores del evangelio de aquellos
lugares lejanos están buscando apoyo financiero para ir a otros lugares más lejanos aún,
donde también hay predicadores del evangelio trabajando.
Repetimos, para no ser malinterpretados, se debe aceptar las invitaciones cuando es
posible. Pero en la ausencia de invitación y capacidad de respuesta, el predicador debe
evangelizar su propia región. Dios no llama milagrosamente, a los predicadores del
presente silgo, para que viajen lejos a una localidad particular.
Él espera que los
predicadores hagan lo que sus habilidades y oportunidades les permiten, donde quiera que
estén.
Varios puntos de este artículo, fueron tomados de la obra “Evangelistic Responsibility”
escrita por Tim Haile y Bill H. Reeves.
***
Por Josué Hernández
www.JosueEvangelista.com
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