IV Congreso Internacional Universitario de Ciencias de la Salud y el

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TRATAR EL CHOQUE FEMOROACETABULAR PUEDE SALVAR MUCHAS
CARRERAS DEPORTIVAS
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Este trastorno se caracteriza por una malformación ósea que impide el movimiento
articular correcto.
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Hasta ahora se ha confundido con osteopatías de pubis, tendinitis y otras
alteraciones indefinidas en la zona de la pelvis.
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Causa dolor, limitación en los movimientos y es el origen de la artrosis prematura.
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Puede corregirse en el quirófano, mediante artroscopia, una técnica mínimamente
invasiva.
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Su eliminación frena el proceso artrósico y puede evitar el 70% de las prótesis de
cadera en pacientes jóvenes.
Madrid, 19 de noviembre de 2010. - El tratamiento del choque femoracetabular, también
conocido como impingement o pinzamiento femoroacetabular, es una patología ósea que, a pesar
de haber existido siempre, ha sido identificada y definida por los especialistas hace menos de una
década. “Hasta el momento, ha pasado casi desapercibido o se ha enmascarado detrás de
supuestas osteopatías de pubis, hernias inguinales, trocanteritis, tendinopatías y toda una suerte
de patologías musculares que afectaban a la zona de la pelvis y la cadera. En no pocas
ocasiones, este trastorno óseo se ha convertido en la cruz de muchos deportistas, que han visto
frenada, e incluso interrumpida, su carrera profesional, por eso es importantísimo que los
profesionales que nos dedicamos a tratar deportistas estemos al tanto de estas cuestiones”,
asegura el doctor Ángel Villamor, USP Hospital San José-director médico de la la clínica iQtra
Medicina Avanzada de Madrid, una de las figuras punteras en la traumatología deportiva de
nuestro país y especialista en el tratamiento integral del choque femoroacetabular.
Villamor moderará mañana la mesa redonda que el IV Congreso Internacional Universitario de
Ciencias de la Salud y el Deporte, que se celebra en Madrid, dedicará monográficamente a este
trastorno en la que varios expertos discutirán sobre los avances en el diagnóstico diferencial, el
tratamiento quirúrgico y la recuperación fisioterápica del impingement. El encuentro contará con la
presencia de uno de los especialistas pioneros en el tratamiento de este trastorno, el cirujano
Marc Philippon, que se trasladará desde el Centro de Investigación que lleva su mismo nombre,
en Colorado (Estados Unidos), para clausurar el congreso con su charla 'Tratamiento quirúrgico de
las lesiones de cadera en deportistas'.
Una malformación que se agrava con la práctica deportiva
Su origen reside en una malformación en la superficie de los huesos que forman la articulación de
la cadera (bien por la presencia de abultamientos en la cabeza del fémur, bien por irregularidades
en el acetábulo de la pelvis) que impide el movimiento rotatorio necesario para articular esta parte
del cuerpo. Su principal manifestación es un dolor agudo y bastante incapacitante que se localiza
en la zona de la ingle, los glúteos o la cadera. Las molestias se agravan con la práctica de
ejercicio físico o con la adopción de posturas que exigen una flexión pronunciada y mantenida de
la articulación de la cadera (artes marciales, conducción de motocicletas, deportes de raqueta,
fútbol...). De ahí que, aunque cualquier individuo es susceptible de padecer esta malformación,
sean los deportistas los que la sufren con mayor intensidad.
Lo más grave de la dolencia es, aparte del dolor, el hecho de que ese roce inadecuado entre los
huesos de la articulación de la cadera van deteriorando el cartílago (la almohadilla que protege
sus extremos), favoreciendo la aparición de un proceso artrósico precoz que culmina en la
necesidad de implantar una prótesis de cadera a una edad temprana.
Teniendo en cuenta que las prótesis de cadera tienen una vida que oscila entre los ocho y los 15
años y que transcurrido ese periodo hay que pasar de nuevo por quirófano para su reemplazo,
disponer de un remedio que prevenga este proceso degenerativo, constituye un avance sin
precedentes.
De hecho, se calcula que la corrección del pinzamiento femoroacetabular podría evitar el 70% de
las prótesis de cadera en pacientes jóvenes; es decir, personas que no han cumplido los cincuenta
años.
Cirugía mínimamente invasiva para evitar la prótesis
Una vez diagnosticado, el choque femoroacetabular se trata eliminando su origen, es decir,
corrigiendo la superficie ósea y dando a la articulación la forma anatómicamente correcta para su
normal funcionamiento. Adicionalmente a la remodelación del hueso, se reparan gran parte de las
lesiones aparecidas en tejidos colidantes, como es el caso del labrum. La manera de hacerlo es
quirúrgica, pero los avances realizados en cirugía en los últimos años permiten llevar a cabo esta
intervención mediante artroscopia, en lugar de tener que recurrir a la cirugía abierta. “La
artroscopia nos permite un tratamiento menos invasivo, lo que repercute en un daño mucho menor
de los tejidos musculotendinosos, menor tasa de sangrado y en una recuperación mucho más
rápida que la que se tiene con una cirugía convencional” argumenta Villamor que, de hecho,
comienza a realizar fisioterapia al día siguiente de haber intervenido a sus pacientes.
Los resultados de la cirugía para tratar el choque femoroacetabular son altamente satisfactorios,
según la opinión de los propios pacientes. El dolor desaparece, la calidad de vida aumenta y la
degeneración del cartílago se para, de manera que se aleja la posibilidad de tener que recurrir a
una prótesis de cadera debido a la artrosis.
De hecho, la mayoría de los deportistas que pasan por la mesa de operaciones para corregir el
trastorno retoma sus entrenamientos y vuelve al nivel de competición que tenía antes de la
intervención. Es más, muchos mejoran su trayectoria una vez que desaparecen las limitaciones
derivadas del choque femoroacetabular.
La importancia de detectar las señales de alerta
El diagnóstico precoz es especialmente importante en lo referente al pinzamiento
femoroacetabular. Sin embargo, el hecho de que su descubrimiento sea relativamente reciente,
hace que algunos especialistas estén poco familiarizados con él. Por este motivo, tanto los
profesionales de la medicina deportiva (traumatólogos, preparadores físicos, fisioterapeutas,
entrenadores) como los propios atletas han de estar 'ojo avizor' para detectarlo.
Los dolores en la zona de la ingle y la cadera después de las sesiones de entrenamiento, o de
gestos tan simples y cotidianos como agacharse o permanecer sentados en la misma posición
(cine, conducción…), así como otros signos como chasquidos al rotar la cadera o la limitación en
la movilidad articular son señales de alerta para rastrear la posible existencia de este problema.
Su diagnóstico, realizado a partir de unas simples radiografías y una exploración sencilla en
consulta, es fundamental para evitar el dolor y la incapacidad progresiva del paciente, las bajas
constantes y, en definitiva, la aparición de la artrosis de cadera.
A pesar de que este trastorno se trata con mayor frecuencia en el entorno deportivo, los expertos
recuerdan que cualquier persona puede sufrirlo. En este sentido, los conocimientos que se han
obtenido a la hora de manejar el choque femoroacetabular en el entorno de los atletas de elite han
permitido ofrecer una solución al problema a la población general. “No sólo los deportistas de elite
están llamados a solucionar el choque femoroacetabular si no quieren poner en peligro su carrera.
Este trastorno también causa dolor, deterioro de la calidad de vida e incapacidad al resto de la
gente y ahora tenemos la suerte de contar con una solución rápida, eficaz y poco invasiva para
eliminarlo”, comenta Ángel Villamor.
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