XXV Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar) Introducción a la Semana Retornamos al Antiguo Testamento durante unas semanas. En ésta, leemos algunos pasajes del libro de Esdras, del profeta Ageo y de Zacarías. Estas tres series de textos hablan del mismo hecho histórico: el retorno del exilio en Babilonia. El pueblo ha vuelto a su patria y todo se orienta a la restauración de sus principales tradiciones, comenzando por la reconstrucción del templo, símbolo por excelencia de su identidad y unidad. El edicto de Ciro, que reconoce al Dios de Israel, favorece oficialmente esta iniciativa. Dios ha vuelto a acordarse de su pueblo, después del castigo medicinal que le infligió con el destierro por sus graves pecados. Es, pues, necesario restaurar el templo y el culto; así, el Señor hará resplandecer de nuevo a Jerusalén en medio de las naciones. Esta prioridad cultual era característica de aquel pueblo eminentemente religioso. Los textos de Lucas hablan de diversos aspectos del mensaje y de la persona de Jesús. Se prevé el éxito de la expansión del Evangelio, a pesar del poco eco que suscita la palabra de Jesús. Se insinúa un nuevo parentesco entre las personas, que surge precisamente de la escucha de esa palabra, por encima de los lazos de la sangre. Se inculca a los discípulos el estilo austero y misericordioso que ha de acompañar a la predicación y, ante la confusión que reina acerca de su identidad, Jesús advierte ya de que su mesianismo incluirá el sufrimiento y la muerte. Celebra la Iglesia esta semana a los mártires de Corea, cuya vida cristiana se inició (s. XVIII) y se mantuvo vigorosa por obra de los laicos, antes de que los misioneros sacerdotes pudieran llegar al país.- El apóstol y evangelista Mateo manifiesta en su persona la llamada de Jesús a los publicanos y pecadores a su seguimiento, para escándalo de aquellos que no comprenden que “no necesitan médico los sanos, sino los enfermos”.- El humilde capuchino san Pío de Pietrelcina es un ejemplo sorprendente en nuestros días de místico estigmatizado, de hombre de oración incesante y de pastor y consejero espiritual a través de su intensísima actividad de confesor durante más de cincuenta años. Fray Emilio García Álvarez Convento de Santo Domingo. Caleruega (Burgos) Con permiso de dominicos.org