referencia al ego en el apocalipsis

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REFERENCIA AL EGO EN EL APOCALIPSIS
E
l Apocalipsis de San Juan es una obra casi incomprensible para el común de las
personas, tal vez se debe a esto, que es el único libro de la Biblia que no ha sido
alterado. Está colmado de imágenes y visiones que podrían parecer hasta extravagantes si
no supiéramos que ocultan tras de sí un sentido alegórico más allá de la interpretación
literal. El Apocalipsis es ciertamente un libro profético que, al igual que su contraparte, el
Génesis, abarca dos aspectos distintos, pero relacionados entre sí: El Individual y el
Colectivo. El enfoque Colectivo se refiere a los procesos por los cuales la humanidad
atravesará al final de los tiempos. En el aspecto Individual, señala procesos iniciáticos que
se verifican o pueden verificarse en nuestro interior
Desde el punto de vista Individual, “la bestia del Apocalipsis” con sus siete horribles
cabezas, lo mismo que la Hidra de Lerna de los mitos griegos, nos recuerda al Ego y las
siete cabezas de Legión que se enseñorean del ser humano: Ira, Orgullo, Lujuria, Codicia,
Pereza, Envidia y Gula. Esta bestia posee además diez cuernos, que como las diez cabezas
del demonio Ravana en el Ramayana, indican que el Ego retorna a nuevos cuerpos a través
de diversas existencias en una rueda de recurrente dolor. “Y yo me paré sobre la arena
del mar, y vi una bestia subir al mar, que tenía SIETE CABEZAS y diez cuernos; y
sobre las cabezas de ella nombre de blasfemia”. (Apocalipsis 13, 1). “... y adoraron a
la bestia, diciendo: ¿Quién es semejante a la bestia y quién podrá lidiar con ella?”
(Apocalipsis 13, 4). “Y le fue dada boca que hablaba grandes cosas y blasfemias... Y
abrió su boca contra Dios, para blasfemar su nombre y su tabernáculo, y a los que
moran en el cielo. Y le fue dado hacer guerra contra los santos y vencerlos. También
le fue dada potencia sobre toda tribu y pueblo y lengua y gente. Y todos los que
moran en la Tierra le adoraron... Si alguno tiene oído, oiga”. (Apocalipsis 13, 5-9).
En el aspecto profético colectivo, este pasaje significa que al final de los tiempos, las
fuerzas del Ego serán más poderosas que nunca y todo el mundo se dedicará al
cumplimiento de sus deseos, siendo desdeñada y hasta perseguida la búsqueda de la
santidad y la auto-realización del Ser. Esta visión de una humanidad degenerada, dedicada
a la satisfacción de sus pasiones, sojuzgada por sus miedos, víctima de sus ambiciones y
esclava de su orgullo, sumida en la lujuria y la fornicación, se vislumbra con mayor
claridad en los siguientes versículos: “Y me llevó en espíritu al desierto: y vi una mujer
sentada sobre una bestia bermeja (rojiza) llena de nombres de blasfemia Y QUE
TENIA SIETE CABEZAS y diez cuernos. Y la mujer estaba vestida de púrpura y de
escarlata, y dorada con oro y ADORNADA con piedras preciosas y de perlas, teniendo
un cáliz de oro en su mano lleno de abominaciones, y de la suciedad de su
fornicación. Y en su frente un nombre escrito: MISTERIO, BABILONIA LA
GRANDE, LA MADRE
DE LAS FORNICACIONES Y DE LAS
ABOMINACIONES DE LA TIERRA. Y vi la mujer embriagada de la sangre de los
santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé maravillado de
grande admiración”. (Apocalipsis 17, 3-6).
En un sentido Individual, la Ramera y la bestia de siete cabezas, no están fuera sino
dentro de nosotros. Babilonia La Grande es una ciudad ubicada en nuestro espacio
psíquico; lo mismo ocurre en las siete Iglesias, los siete Ángeles, el Cordero y otros
símbolos contenidos en las visiones apocalípticas. De la misma manera que Babilonia La
Grande es quemada con fuego para que después pueda surgir, resplandeciente y pura, la
Jerusalén Celestial, así también es necesario que el Fuego Sagrado y la Conciencia de cada
uno de nosotros, terminen con nuestra ciudad infernal para que aparezcan las
construcciones gloriosas de la Jerusalén Interior, desde donde regirá nuestro “Cordero de
Dios”, el Ser.
Tratado desde el ángulo colectivo, el Apocalipsis presenta a la humanidad de los
últimos tiempos bajo la figura de una Ramera ricamente ataviada, apoyada en la bestia de
siete cabezas, y con la insignia de una ciudad: “Babilonia La Grande, la Madre de todas las
Fornicaciones y de las Abominaciones de la Tierra”. Es una humanidad completamente
sometida al Ego, ahogada en la búsqueda de la satisfacción de sus defectos psicológicos,
embriagada de fornicación y ciega a los auténticos Valores del SER.
De acuerdo al Libro de la Revelación, esa Babilonia será destruida y quemada y de
sus cenizas nacerá una nueva humanidad, alegorizada en el símbolo de la Jerusalén
Celestial. Así se cumple aquel principio que dice: “Sólo con la muerte adviene lo nuevo”, o
con las palabras del apóstol Pablo: “Necio lo que siembras no se vivifica, si no muriere
antes”. (1ª: Corintios 15,3)
Así, pues, ¿puede acaso esperarse algo bueno de la perversidad...? Cada cual llevamos
la maldad dentro de sí mismo y el resultado lo tenemos a la vista: Crímenes monstruosos,
hambre, amenazas de guerra, conflictos entre patronos y trabajadores, enfermedades
desconocidas nunca antes vistas, aberraciones sexuales, prostitución, homosexualismo,
lesbianismo y desesperación. La Tercera Guerra Mundial va tomando forma poco a poco y
se acerca peligrosamente. Nadie está contento: Los Zorros de la Diplomacia y de la
Política, con sus sistemas de apaciguamiento quieren solucionar conflictos internacionales,
mas todo es inútil porque los odios continúan socavando las bases de las naciones y
eliminando vidas.
El Apocalipsis nos recuerda que estamos en un momento crítico para todos, en un
instante supremo para todos, nos recuerda que el mundo está en tinieblas, que los tiempos
del fin ya se iniciaron. Y que todos nosotros estamos sometidos en estos momentos al “Yo”
Psicológico y pluralizado, esta es la gran bestia, y cada segundo que pasa se vuelve cada
vez más y más complicado. Así, pues, nos encontramos en el preciso momento en que
nosotros hemos de trabajar muy seriamente en la disolución de este “Yo”; ellos son los
infieles, los demonios, los tenebrosos, los aspectos bestiales de los que hablan todas las
Religiones. El Gnosticismo nos da la Didáctica para realizar este Trabajo sobre sí mismos...
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