universidaD de monterrey Comunicado de prensa Son trabajadores los forjadores de Gate of Creation Más allá del genio y el prestigio que envuelve la figura del arquitecto japonés Tadao Ando, el proceso de construcción del Centro Roberto Garza Sada de Arte, Arquitectura y Diseño requirió del talento, el oficio y la imaginación de profesionistas y trabajadores del ramo, quienes han tenido menos reflectores, pero tienen parte del mérito de este proyecto El edificio del Centro Roberto Garza Sada de Arte, Arquitectura y Diseño de la Universidad de Monterrey está destinado a ser un ícono de la arquitectura y de las instituciones de educación superior en toda Latinoamérica. Además de que está diseñado por un arquitecto de gran prestigio internacional, el japonés Tadao Ando, es un proyecto de muchos retos que cambió la vida de todos los que tuvieron la oportunidad de trabajar en este magno edificio. Aquí, algunas de las historias. “A diario puedo ver la obra y me sigue impresionando” Jesús Salvador Banda Rocha Jesús Salvador Banda Rocha, de 39 años, de la Constructora Garza Ponce, es un ingeniero residente de instalaciones que actualmente trabaja en el Centro Roberto Garza Sada. Él ha tenido la oportunidad de participar en otros proyectos de construcción en la ciudad de Monterrey, como el Puente Solidaridad o las siete estaciones del metro, pero esta obra rebasa todo lo que él ha realizado porque fue necesario que aprendiera a realizar los trabajos específicos que se requerían para este recinto. A Banda Rocha le fascina su trabajo, por lo que tuvo la oportunidad de estar tres años en esta magnífica obra, realizando las instalaciones mecánicas, incluyendo el drenaje pluvial, los sanitarios, lo hidráulico, los condensados y las instalaciones embebidas en los muros, instalaciones eléctricas y de sistemas especiales de los muros aparentes. “Estas instalaciones eran muy delicadas por el detalle que estaba pidiendo el diseño que quedara; por ejemplo, la tapa metida en el muro, eso no se había hecho y fue un detalle en el que se batalló para lograr lo que se requería, pero al final sí se pudo. “Se tenía que cuidar mucho lo que son los cruces de muro aparente, por lo especial de los muros… por lo que había que estar muy coordinado con todos los equipos de trabajo, en especial los de obra civil y la supervisión”. Comentó que en un inicio él pensó que este proyecto se trataba de un edificio común, como cualquier otro, pero cuando fue conociendo un poco más los requerimientos que se pedían, la complejidad que iba a tener y todo lo que se necesitaba para realizarlo, fue cuando comprendió que era muy diferente e inédito. A Jesús le tocó vivir varias experiencias en los años en que trabajó en el Centro Roberto Garza Sada, desde las pesadas jornadas de trabajo hasta cómo un muro le llevaba tres o cuatro días en preparar un colado. “Era muy meticuloso, era un material diferente, el acabado aparente es difícil, no creo que haya otros muros como estos”, agregó. Recordó que en 2010 trabajó en la obra tras los estragos que dejó a su paso el huracán “Alex”, pues por estar en una caída natural de agua el pozo de la cimentación se llenó y tuvo que ser vaciado del líquido. “En esta, se ve algo especial por el tiempo que se invirtió, por todo el esfuerzo, fue muy complejo, nunca habíamos hecho algo así, todo es muy impresionante; ahorita ves la obra y yo la veo hermosa, a diario la puedo ver y me sigue impresionando”. “Fue un honor compartir esta experiencia” Mario Eduardo Álvarez López Mario Eduardo Álvarez López, de 37 años, arquitecto y residente civil en la Constructora Garza Ponce, empezó en la obra desde abril de 2011, por lo que dijo que el Centro Roberto Garza Sada fue de grandes retos y que es una experiencia inolvidable. “Se me hacía muy complicado por la cuestión de que eran muy estrictos para la revisión de los muros, era un temor que íbamos poco a poco venciendo, de tratar de hacer bien las cosas a la primera y fuimos perdiendo el temor hasta que se logró la calidad que pedía la supervisión”. Cuando llegó a la parte de la elaboración de “La Vela”, ese temor se redobló y se fue venciendo poco a poco desde el trazo, los montajes, los colados, la colocación de los soportes que iba a sostener el concreto en esta parte y la descimbrada. “A ‘La Vela’ la íbamos estudiando poco a poco, porque sí era algo que nunca habíamos hecho y los programas se desfasaban un poco por lo mismo y cambiaban los procesos”. A pesar de todo lo tenso y complicado que fueron las jornadas de trabajo y la construcción de esta gran mole de concreto aparente, platicó que entre ellos siempre bromeaban para sacar el estrés que tenían. Entre gestos, risas y recordando cosas, mencionó que “La Vela” se construyó de mayo a noviembre de 2012 y que el nombre es porque en los planos parecía la vela de un barco o de un velero. El arquitecto comentó que el haber participado en la construcción del Centro Roberto Garza Sada por dos años, aproximadamente, fue un honor porque los logros a los que llegaron fueron excelentes, porque fue una obra diferente y complicada. “La satisfacción de haber estado aquí, de haber vivido esta experiencia con mis compañeros, los de instalaciones y trabajadores, que siempre estuvieron al tanto de qué había que sacar… Fue un honor el haber compartido esta experiencia, el habernos tomado en cuenta para un proyecto; así que la obra está realmente a nivel mundial y me llevo la satisfacción de haber estado trabajando para la UDEM”. “Me hizo crecer como profesionista y como persona” Sara Abigail Jiménez Robledo Sara Abigail Jiménez Robledo, arquitecta de profesión, fue una de las encargadas de la certificación LEED, la cual fue diferente para ella, porque pudo apreciar otro panorama del proceso de construcción y aprender con el proceso. “Es un edificio que todo mundo conoce, sobre todo uno que es arquitecto, pues sí es diferente a todos, porque es de un diseñador”. Con 29 años de edad y dos años en la construcción de la obra, consideró que el proceso de certificación para una construcción sostenible es algo nuevo para muchos, por lo que se les dificulta la adaptación. “Con lo que me enfrenté fue discutir con mis propios compañeros, porque ellos traen el ritmo de ejecución de ‘tengo que hacer esto’, pero yo trataba de que vieran qué era lo que estaban utilizando y todo eso era como parar su ritmo. “Les es muy difícil el aprovechamiento de los materiales, pero al final se logró que sí se hiciera; el separar todos los materiales, el aprovechamiento, el lugar limpio, fue difícil, pero se logró llevar a cabo”. Dejó entrever que para un arquitecto siempre es una satisfacción el ver crecer poco a poco un proyecto, por lo que al admirar terminado este gran recinto es una gran satisfacción. “Es un valor curricular muy grande y, sobre todo, llevar el área de la certificación, pues sí fue diferente. Como oigo que lo de ahora es la sustentabilidad, esto me hace crecer como profesionista, aunque como persona también, porque te mentaliza a lo del reciclado y todo eso; yo no lo hacía en mi casa y ahora ya lo trato de hacer: sí impacta”. La arquitecta explicó que, siendo una obra mundialmente reconocida, tiene sentimientos de orgullo y satisfacción, porque puede decir que ella fue parte de este enorme proyecto. Fabricante de “concreto aparente arquitectónico estilo Tadao Ando” Francisco Javier Ramírez López Francisco Javier Ramírez López, arquitecto de 30 años, platicó que a él le emocionaba mucho trabajar en esta obra por el renombre que tiene Tadao Ando y porque iba a ser una obra muy interesante tanto para Monterey como para la Constructora Garza Ponce, empresa en la que él trabaja. Muy sonriente y entre diferentes gestos y movimientos de manos, dejó entrever que conocía las obras de Ando y que le fascina su arquitectura, pues era una de las referencias en sus proyectos de estudiante y, en general, tiene mucha influencia de arquitectos japoneses. “Tuve la oportunidad de ver los planos, entonces vi la magnitud y la complejidad en cuanto a formas; yo todavía no estaba enterado del nivel de exigencia del concreto, solo de la forma, pero me pareció muy interesante lo de los dobles y triples alturas, y la geometría de ‘La Vela’”. Relató que, ya en la obra, el mayor reto al que se enfrentó a sus 28 años fue quitarse la idea de “localista” y convencerse de que arquitectos, ingenieros, técnicos y mano de obra en México pueden hacer un proyecto de estas características. “La exigencia que nos transmitió el cliente y la supervisión que traía estándares de calidad muy elevados en cuanto a la obra y seguridad, sí nos dejó bastante sabiduría y responsabilidad, porque los requisitos para estar aquí a uno como profesionista me los plantearon al principio”. Haciendo comparaciones del concreto aparente que él ha utilizado en otras obras, dice que este es diferente porque influye mucho la temperatura y son muchas cosas que se tienen que revisar. “Realmente, la especificación del concreto debe ser ‘concreto aparente arquitectónico estilo Tadao Ando’, él ya vino marcando una especificación para el concreto, porque no es concreto aparente, es algo 10 veces más complicado de lo que yo conocía como concreto aparente”. Mencionó que la gente que trabajó en la obra nunca perdió el buen humor, ya que los considera personas nobles, alegres y trabajadoras; más del 85 por ciento eran de Chiapas, Estado de México, Oaxaca y Tabasco. Con tres años en la construcción de la obra, Francisco siente al Centro Roberto Garza Sada como su casa, ya que vivió lluvias, sol, heladas con él, pero lo ve además como un gran logro. “Un sistema diferente de trabajo” José Noé Hernández Hernández José Noé Hernández Hernández, carpintero de obra civil, participó en el proyecto desde septiembre de 2010 hasta este año. “Aprendí un sistema diferente de trabajo, aprendí a operar maquinas eléctricas que comúnmente no trabajamos nosotros; y en cuestión de seguridad un poco más”. Quien realiza carpintería negra indicó que sentía mucha presión, porque no estaba acostumbrado a este tipo de proyectos ni a tantas reglas, pero ahora que ya terminaron se siente muy satisfecho. “Aprendí a trabajar más en equipo, el unirte desde los arquitectos como con los compañeros y todos, porque en otras obras no: cada quien ve por lo suyo y todos queremos ser mejor que los demás; aquí no, aquí tenemos que ser parejos todos. Y, profesionalmente, aquí aprendí a trabajar con más exactitud, y a usar herramienta que nunca había usado”. Además de hacer grandes amistades con sus colegas, destacó que en estos tres años tuvo la oportunidad de trabajar muy de la mano con arquitectos o ingenieros de prestigio, como el arquitecto Mario Álvarez, sin tener un intermediario y poder exponer sus ideas. “Las jornadas de trabajo eran pesadas porque había hora de entrada y no había hora de salida, incluso en varias ocasiones me tocó quedarme aquí, porque salíamos a las tres, cuatro de la mañana, entonces mejor me quedaba aquí”. Siendo el reto más grande que él ha tenido, expresó que se siente muy satisfecho de ser parte de la historia del Centro Roberto Garza Sada, por la talla del arquitecto Tadao Ando y porque no todos tienen la oportunidad de ser partícipes. “Sí, me gustaría seguir en alguna otra obra así de este tipo, porque, pues ya llevamos la idea y juntar otra vez a la gente que estaba conmigo… Yo creo que esa experiencia no se nos va a olvidar nunca”. Las pruebas personales: la distancia con la familia Rafael García Mirasol Proveniente del Estado de México, Rafael García Mirasol, “El Pollo”, como lo conocen sus compañeros de trabajo, de 32 años de edad, involucrado desde el inicio de la construcción, no tiene palabras para describir cómo fue su experiencia en este proyecto del Centro Roberto Garza Sada, ya que resultó algo nuevo para él. Al inicio de la construcción a él le tocó trabajar en las pruebas de los muros de concreto aparente, pero en la obra estuvo trabajando en todo, desde carpintería y albañilería hasta los vaciados. “No creemos que hayamos hecho esto nosotros. Nos dieron un lugar muy importante en la obra, desde gente de aquí de la UDEM, como de la compañía y siempre nos llamaron para las cosas importantes que hacíamos ahí, en lo que fueron las muestras, las pruebas y pues todo el proceso”. Gracias a su destacada participación en esta obra, actualmente está trabajando en la construcción del Museo Papalote Verde, en el Parque Fundidora. “Dentro de nuestro oficio, de lo que nosotros hacemos sí nos superamos mucho, en cuestiones de conocimiento y pues también la forma de ser nos cambió mucho, más que nada en tomar las cosas más en serio en lo que estamos haciendo, con más responsabilidad”. El hecho de ser foráneo, la distancia con la familia y el no ir tan seguido a visitarlos fue algo con lo que Rafael batalló mucho, ya que este proyecto le consumía todo el tiempo y duró un año ocho meses sin sábados ni domingos. Vivió de todo en estos tres años en la obra, tristezas y alegrías, pero siempre estable en lo económico porque no le faltó trabajo. “Todos los arquitectos e ingenieros nos tuvieron la confianza necesaria y eso es muy grande para nosotros: el que nos sepan reconocer, porque creo que eso es lo que nos hace echarle más ganas y ser mejores. Rafael cuenta con muchas experiencias, ya que pasaba mucho tiempo en la obra, por lo que conoció a mucha gente y de ahí salieron muy buenas amistades. “Todos los muros tienen una historia, todos para nosotros que los hicimos y estuvimos en cada uno de ellos, nos traen recuerdos”. “El Pollo” mencionó que fue algo fuera de lo común, pues fue como un sueño el poder participar en una obra de esta magnitud. “Es una obra muy distinta a todas las demás” Felipe Gonzaga Antonio Felipe Gonzaga Antonio, originario del Estado de México pero radicado desde hace años en Monterrey, tiene 31 años de edad, se superó a sí mismo en materia de seguridad, ámbito en el que contaba con experiencia y que fue prioritaria en la obra. “Prácticamente, toda la obra me llama la atención, porque es una obra muy distinta a todas las demás: el concreto es aparente, muy distinto a como se está trabajando en otras obras; el edificio nomás está sostenido de dos lados y, básicamente, los edificios que hemos hecho no están así, es nuevo”. Mencionó que aprendió más la alineación de los trabajos y que hubo mucho apoyo y amistad entre los compañeros. “Todo fue trabajar en equipo. Yo nunca había visto una obra así, todo lo que hice en ‘La Vela’ y los anfiteatros es diferente y algo que nunca había visto. He estado haciendo otros edificios y este es muy diferente”. Conocido como “El Fierros”, por desarrollarse en todo lo que es el acero estructural, armados y varilla, dijo que se siente muy orgulloso de haber participado en este gran proyecto. “Hubo apoyo y convivencia entre todos” Hidelberto Guerra López Hidelberto Guerra López es un trabajador de la Constructora Garza Ponce que participó en la edificación del Centro Roberto Garza Sada. A él lo cambió el reto de mejorar en la calidad del trabajo y la concentración con la que se estuvo trabajando por varios años en esta gran mole de concreto aparente. “Fue una gran experiencia y tal vez en mi vida no se va a repetir, pero ahorita me siento orgulloso de eso. Me gustó trabajar ahí, por lo diferente y por los retos, aprendí a hacer las cosas con calidad”. Con casi tres años en la obra, lo que más recuerda es el montaje de “La Vela”, porque era muy complicada y había que estar concentrado siempre. “El trabajo fue muy delicado, y más que nada fue la concentración que tuvimos en el material con el que está hecho el muro, la cimbra, tener el cuidado de que no se vaya a rayar, que no se maltratara”. Mencionó que, a pesar de las largas y pesadas jornadas de trabajo, hubo una buena convivencia y apoyo. “En lo general, es la gente que nos estuvo apoyando mucho, tanto los trabajadores como los arquitectos y supervisores; convivían mucho con nosotros, hacían reuniones y nos animaban, porque sabían que era pesado y complicado”. “Eddy”, como le dicen, con 31 años edad, disfrutaba haciendo los muros y trataba de hacerlos con la mejor calidad posible. Para él fue una experiencia “fantástica” porque fue un proyecto complicado. El CRGS fue un “promotor de cambios” David Salinas Martínez David Salinas Martínez forma parte de la Gerencia de Proyectos de Lend Lease, tiene 35 años de edad y es una de las personas que estuvo más tiempo involucrado en el Centro Roberto Garza Sada. Su experiencia, en general, fue de cambios en todos los niveles, principalmente en la forma de trabajo. “Me refiero a la forma de trabajar, incluso interna de nosotros, para cómo abordar un proyecto de esta magnitud; de cambios personales, de las cosas que tuve que dejar para poder participar en el proyecto y porque el edificio también tiene certificaciones que no se buscaban en otros proyectos. Fue como un promotor de cambios en todos los equipos que participaron”. Comentó que tuvo que investigar cuál iba a ser la magnitud de este proyecto, por lo que él supo que lo importante no era implantar sus experiencias, sino aprender de esta y de lo que Tadao Ando ha hecho en otras obras. Él llevó toda la parte de los equipos de diseño, es decir, lo que hizo posible crear los documentos para después construir este edificio, pero tenía que estudiarlo antes para saber cómo solucionar el proyecto. “En el plano es mucho más difícil verlo a como está ahorita y no se alcanzaba a distinguir, y una cosa que les dije a los equipos fue que la mejor forma era ver el plano y recorrerlo con la mente para poder entenderlo”. De pronto, a David Salinas lo invadió la tristeza, porque recordó el sacrificio en una etapa importante de su vida: no poder estar con su hijo, que nació en diciembre de 2009. “Si me dices qué significa el edificio para mí, es todo el sacrificio que hice por no estar con mi hijo. Pero la primera vez que lo traje a ver el edificio fue un pequeño alivio”. Salinas compartió que el Centro Roberto Garza Sada fue un reto en el que se demostró que se pueden hacer en México proyectos como este de corte internacional. Coordinación entre las empresas, para “no construir algo que no es” José Adrián Ramos Contreras Para José Adrián Ramos Contreras, ingeniero civil, el Centro Roberto Garza Sada es una gran satisfacción, porque será una casa para los estudiantes a fin de que se desarrollen como grandes artistas, pero fue un reto para todos en muchos aspectos. “Fue un reto por la calidad esperada, por la complejidad misma, todo lo que está ahí en el edificio tiene un por qué, todo tiene una razón de ser; aparte, viendo cosas ya más ingenieriles, el proceso constructivo no fue nada sencillo. ‘La Vela’ misma fue un reto para construirla, porque bien pudo haber sido prefabricada, por así decirlo, pero se decidió hacerla en el sitio”. Ramos Contreras está contento de haber participado, porque es el primer edificio del arquitecto japonés Tadao Ando en Latinoamérica y eso es algo que siempre se va a recordar. “Cada que paso me impresiona como está construido, como puede estar parado, como está estable, como está sostenido; para mí, eso es lo más impresionante”, reflexionó. Sin conocer a fondo qué tan complicado iba a ser el edificio, Ramos Contreras no dudó en participar, ya que sabía que era una excelente oportunidad para ganar más experiencia y aprender mucho, por lo que ahora está satisfecho. “Todos los días sigues aprendiendo algo nuevo, creciendo, y como persona tienes el trato con la gente que está directamente trabajando con toda la mano de obra y con los demás contratistas, con el propio cliente, con la UDEM. Tienes mucha plática y vas aprendiendo cómo tratar a la gente en diferentes ámbitos profesionales”. Algo que recuerda este profesional de la construcción es el trabajo duro y el tiempo invertido, más de 10 horas al día, pero también las amistades y experiencias que obtuvo y que le quedarán de por vida. “Te cambia la visión del detalle” Gala Paola Montenegro Bueno Gala Paola Montenegro Bueno es una de las mujeres que tuvo la oportunidad de participar en la construcción del Centro Roberto Garza Sada como parte de Lend Lease, enfocada en el proceso de certificación de sostenibilidad. Ingeniera civil originaria de Guadalajara, con 28 años de edad, aseguró que el respeto y el compañerismo le facilitaron en cierto modo su trabajo, pues a ella le tocó uno de los principales retos: la certificación LEED. “La certificación que quieren lograr en el edificio fue lo que más me llamó la atención, porque uno puede ver tal vez en otro tipo de edificios que también pueden ser de Tadao el tema de la arquitectura de concreto aparente, pero ya el hecho de ‘La Vela’, ver la modulación de la cimbra, el tipo de cimbra para que tenga el acabado que él quiere, ver el armado de toda esa estructura, eso fue lo más impresionante, porque no es el número de pisos, sino en cómo está conformado”. Montenegro Bueno compartió que, después de haber participado en dos construcciones de edificios en su natal ciudad, esta obra la consideró muy completa. “Como profesionista, te cambia la visión del detalle, porque el arquitecto pide cierta alineación con todos los elementos; entonces, un ingeniero a veces no percibe tanto el detalle de alineaciones y aquí todo mundo tenía que tener ese concepto”. En lo personal, dijo haber experimentado un crecimiento gracias al apoyo conjunto y a la organización entre los involucrados en el proyecto. “Mi mayor reto fue tratar de concientizar a todas las empresas o a todo el personal involucrado, desde el que ponía un clavo, hasta el calculista o hasta los que estaban en la parte de dirección, y saber qué es lo que conlleva el proceso de certificación LEED, que todos estuvieran involucrados”. Para Montenegro Bueno, el Centro Roberto Garza Sada puede ser descrito en cinco palabras: “reto, diseño, ícono, único, pieza ejemplar”. Consideró que Tadao Ando ha de estar muy contento de ver su obra ya terminada, después de haberla tenido en un boceto, ya que nunca pensó en tanta complejidad y es como un sueño hecho realidad. “Siento una gran satisfacción de ver que estuve trabajando en conjunto con otras personas en esto y verlo ahí parado; es una gran experiencia que se puede transmitir y, sobre todo, que sea un proyecto de un arquitecto de gran renombre. “Levantar un muro es algo más sencillo, creo que mucha gente lo puede hacer, pero hacer la estructura de ‘La Vela’ no cualquiera lo hace”, concluyó. Acerca del Centro Roberto Garza Sada Nuevo recinto de la Universidad de Monterrey dedicado a la producción, conservación y consolidación del talento creativo de alumnos y de la comunidad, que cuenta con herramientas educativas, infraestructura y tecnología de nivel mundial. Actualmente, en este espacio académico se imparten la Maestría en Diseño Gráfico y la Especialidad en Diseño Editorial, así como las licenciaturas en Arquitectura, Artes, Diseño Gráfico, Diseño Industrial, Diseño de Interiores y Diseño Textil y de Modas. Acerca de Tadao Ando El trabajo de Tadao Ando es uno de los más representativos y premiados en el mundo de la arquitectura y las artes. Su esencia creativa con raíces en su natal Japón, así como su maestría al emplear formas geométricas simples, le han valido galardones como el Premio Pritzker en 1995; la Medalla de Oro de Arquitectura, entregada por la Academia Francesa de Arquitectura; el premio anual del Ministerio de Educación de Japón, y el premio Arnold W. Brunner de la Academia Estadounidense de Artes y Letras. Entre los edificios diseñados por el arquitecto autodidacta, quien actualmente es profesor invitado en la Universidad de Harvard y catedrático en las universidades de Tokio y Yale, destacan la Iglesia sobre agua, ubicada en Tomamu, Hokkaido Acerca de don Roberto Garza Sada Empresario y filántropo mexicano cuya participación fue fundamental en la fundación y el desarrollo de Grupo Cervecería, Hojalata y Lámina, Empaques de Cartón Titán y Compañía Financiera General de Aceptaciones. Además, fue un gran promotor del arte, la educación y la cultura al considerarlos como un camino para la superación personal y social de México. Entre los grandes proyectos que impulsó don Roberto Garza Sada, destacan los edificios de la Sociedad Cuauhtémoc y Famosa, el Centro Cultural Alfa y el propio campus de la Universidad de Monterrey. Acerca de la UDEM La Universidad de Monterrey es una institución de inspiración católica, abierta a todo credo y condición, que se distingue por ofrecer un Plan Personal de Formación único para cada estudiante de acuerdo con sus características personales e intereses profesionales, a fin de que alcance su máximo potencial, en un entorno de alto rigor académico y visión internacional. Actualmente, la UDEM tiene 12 mil alumnos y ofrece 39 carreras profesionales, 10 programas de maestría, 5 especialidades de posgrado y 35 especialidades médicas. La Universidad de Monterrey está acreditada por la Commission on Colleges de la Southern Association of Colleges and Schools (1866 Southern Lane, Decatur, Georgia 30033-4097: Telephone number 3 404-679-4501) para impartir programas de licenciatura y maestría. Coordinación de Relaciones con Medios de Comunicación 8215-1000 Ext. 1671 / Celular: (044) 81-8020-8270 www.udem.edu.mx/saladeprensa