Son trabajadores los forjadores de Gate of Creation

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universidaD de monterrey
Comunicado de prensa
Son trabajadores los forjadores
de Gate of Creation
Más allá del genio y el prestigio que envuelve la figura del arquitecto
japonés Tadao Ando, el proceso de construcción del Centro Roberto
Garza Sada de Arte, Arquitectura y Diseño requirió del talento,
el oficio y la imaginación de profesionistas y trabajadores del ramo,
quienes han tenido menos reflectores, pero tienen parte del mérito
de este proyecto
El edificio del Centro Roberto Garza Sada
de Arte, Arquitectura y Diseño de la
Universidad de Monterrey está destinado
a ser un ícono de la arquitectura y de las
instituciones de educación superior en
toda Latinoamérica.
Además de que está diseñado
por un arquitecto de gran prestigio
internacional, el japonés Tadao Ando,
es un proyecto de muchos retos que
cambió la vida de todos los que tuvieron
la oportunidad de trabajar en este magno
edificio. Aquí, algunas de las historias.
“A diario puedo ver la obra
y me sigue impresionando”
Jesús Salvador Banda Rocha
Jesús Salvador Banda Rocha, de 39
años, de la Constructora Garza Ponce, es
un ingeniero residente de instalaciones
que actualmente trabaja en el Centro
Roberto Garza Sada.
Él ha tenido la oportunidad de
participar en otros proyectos de
construcción en la ciudad de Monterrey,
como el Puente Solidaridad o las siete
estaciones del metro, pero esta obra
rebasa todo lo que él ha realizado porque
fue necesario que aprendiera a realizar
los trabajos específicos que se requerían
para este recinto.
A Banda Rocha le fascina su trabajo,
por lo que tuvo la oportunidad de
estar tres años en esta magnífica obra,
realizando las instalaciones mecánicas,
incluyendo el drenaje pluvial, los
sanitarios, lo hidráulico, los condensados
y las instalaciones embebidas en los
muros, instalaciones eléctricas y de
sistemas especiales de los muros
aparentes.
“Estas instalaciones eran muy
delicadas por el detalle que estaba
pidiendo el diseño que quedara; por
ejemplo, la tapa metida en el muro, eso
no se había hecho y fue un detalle en
el que se batalló para lograr lo que se
requería, pero al final sí se pudo.
“Se tenía que cuidar mucho lo que
son los cruces de muro aparente, por lo
especial de los muros… por lo que había
que estar muy coordinado con todos los
equipos de trabajo, en especial los de
obra civil y la supervisión”.
Comentó que en un inicio él pensó
que este proyecto se trataba de un
edificio común, como cualquier otro,
pero cuando fue conociendo un poco
más los requerimientos que se pedían, la
complejidad que iba a tener y todo lo que
se necesitaba para realizarlo, fue cuando
comprendió que era muy diferente e
inédito.
A Jesús le tocó vivir varias
experiencias en los años en que trabajó
en el Centro Roberto Garza Sada, desde
las pesadas jornadas de trabajo hasta
cómo un muro le llevaba tres o cuatro
días en preparar un colado.
“Era muy meticuloso, era un material
diferente, el acabado aparente es difícil,
no creo que haya otros muros como
estos”, agregó.
Recordó que en 2010 trabajó en
la obra tras los estragos que dejó a su
paso el huracán “Alex”, pues por estar
en una caída natural de agua el pozo de
la cimentación se llenó y tuvo que ser
vaciado del líquido.
“En esta, se ve algo especial por
el tiempo que se invirtió, por todo el
esfuerzo, fue muy complejo, nunca
habíamos hecho algo así, todo es muy
impresionante; ahorita ves la obra y yo la
veo hermosa, a diario la puedo ver y me
sigue impresionando”.
“Fue un honor compartir
esta experiencia”
Mario Eduardo Álvarez López
Mario Eduardo Álvarez López, de 37
años, arquitecto y residente civil en la
Constructora Garza Ponce, empezó en la
obra desde abril de 2011, por lo que dijo
que el Centro Roberto Garza Sada fue de
grandes retos y que es una experiencia
inolvidable.
“Se me hacía muy complicado por la
cuestión de que eran muy estrictos para
la revisión de los muros, era un temor
que íbamos poco a poco venciendo,
de tratar de hacer bien las cosas a la
primera y fuimos perdiendo el temor
hasta que se logró la calidad que pedía la
supervisión”.
Cuando llegó a la parte de la
elaboración de “La Vela”, ese temor se
redobló y se fue venciendo poco a poco
desde el trazo, los montajes, los colados,
la colocación de los soportes que iba a
sostener el concreto en esta parte y la
descimbrada.
“A ‘La Vela’ la íbamos estudiando
poco a poco, porque sí era algo que
nunca habíamos hecho y los programas
se desfasaban un poco por lo mismo y
cambiaban los procesos”.
A pesar de todo lo tenso y complicado
que fueron las jornadas de trabajo y
la construcción de esta gran mole de
concreto aparente, platicó que entre
ellos siempre bromeaban para sacar el
estrés que tenían.
Entre gestos, risas y recordando
cosas, mencionó que “La Vela” se
construyó de mayo a noviembre de
2012 y que el nombre es porque en los
planos parecía la vela de un barco o de
un velero.
El arquitecto comentó que el haber
participado en la construcción del
Centro Roberto Garza Sada por dos
años, aproximadamente, fue un honor
porque los logros a los que llegaron
fueron excelentes, porque fue una obra
diferente y complicada.
“La satisfacción de haber
estado aquí, de haber vivido esta
experiencia con mis compañeros, los
de instalaciones y trabajadores, que
siempre estuvieron al tanto de qué
había que sacar… Fue un honor el
haber compartido esta experiencia, el
habernos tomado en cuenta para un
proyecto; así que la obra está realmente
a nivel mundial y me llevo la satisfacción
de haber estado trabajando para la
UDEM”.
“Me hizo crecer como profesionista
y como persona”
Sara Abigail Jiménez Robledo
Sara Abigail Jiménez Robledo, arquitecta
de profesión, fue una de las encargadas
de la certificación LEED, la cual fue
diferente para ella, porque pudo
apreciar otro panorama del proceso de
construcción y aprender con el proceso.
“Es un edificio que todo mundo
conoce, sobre todo uno que es
arquitecto, pues sí es diferente a todos,
porque es de un diseñador”.
Con 29 años de edad y dos años en
la construcción de la obra, consideró
que el proceso de certificación para una
construcción sostenible es algo nuevo
para muchos, por lo que se les dificulta
la adaptación.
“Con lo que me enfrenté fue discutir
con mis propios compañeros, porque
ellos traen el ritmo de ejecución de
‘tengo que hacer esto’, pero yo trataba
de que vieran qué era lo que estaban
utilizando y todo eso era como parar su
ritmo.
“Les es muy difícil el
aprovechamiento de los materiales,
pero al final se logró que sí se hiciera;
el separar todos los materiales, el
aprovechamiento, el lugar limpio, fue
difícil, pero se logró llevar a cabo”.
Dejó entrever que para un arquitecto
siempre es una satisfacción el ver crecer
poco a poco un proyecto, por lo que al
admirar terminado este gran recinto es
una gran satisfacción.
“Es un valor curricular muy grande
y, sobre todo, llevar el área de la
certificación, pues sí fue diferente.
Como oigo que lo de ahora es la
sustentabilidad, esto me hace crecer
como profesionista, aunque como
persona también, porque te mentaliza a
lo del reciclado y todo eso; yo no lo hacía
en mi casa y ahora ya lo trato de hacer: sí
impacta”.
La arquitecta explicó que, siendo una
obra mundialmente reconocida, tiene
sentimientos de orgullo y satisfacción,
porque puede decir que ella fue parte de
este enorme proyecto.
Fabricante de “concreto aparente
arquitectónico estilo Tadao Ando”
Francisco Javier Ramírez López
Francisco Javier Ramírez López,
arquitecto de 30 años, platicó que a él
le emocionaba mucho trabajar en esta
obra por el renombre que tiene Tadao
Ando y porque iba a ser una obra muy
interesante tanto para Monterey como
para la Constructora Garza Ponce,
empresa en la que él trabaja.
Muy sonriente y entre diferentes
gestos y movimientos de manos, dejó
entrever que conocía las obras de Ando y
que le fascina su arquitectura, pues era
una de las referencias en sus proyectos
de estudiante y, en general, tiene mucha
influencia de arquitectos japoneses.
“Tuve la oportunidad de ver los planos,
entonces vi la magnitud y la complejidad
en cuanto a formas; yo todavía no
estaba enterado del nivel de exigencia
del concreto, solo de la forma, pero me
pareció muy interesante lo de los dobles
y triples alturas, y la geometría de ‘La
Vela’”.
Relató que, ya en la obra, el mayor
reto al que se enfrentó a sus 28 años
fue quitarse la idea de “localista”
y convencerse de que arquitectos,
ingenieros, técnicos y mano de obra en
México pueden hacer un proyecto de
estas características.
“La exigencia que nos transmitió
el cliente y la supervisión que traía
estándares de calidad muy elevados en
cuanto a la obra y seguridad, sí nos dejó
bastante sabiduría y responsabilidad,
porque los requisitos para estar aquí
a uno como profesionista me los
plantearon al principio”.
Haciendo comparaciones del
concreto aparente que él ha utilizado en
otras obras, dice que este es diferente
porque influye mucho la temperatura
y son muchas cosas que se tienen que
revisar.
“Realmente, la especificación del
concreto debe ser ‘concreto aparente
arquitectónico estilo Tadao Ando’, él
ya vino marcando una especificación
para el concreto, porque no es concreto
aparente, es algo 10 veces más
complicado de lo que yo conocía como
concreto aparente”.
Mencionó que la gente que trabajó
en la obra nunca perdió el buen humor,
ya que los considera personas nobles,
alegres y trabajadoras; más del 85
por ciento eran de Chiapas, Estado de
México, Oaxaca y Tabasco.
Con tres años en la construcción de la
obra, Francisco siente al Centro Roberto
Garza Sada como su casa, ya que vivió
lluvias, sol, heladas con él, pero lo ve
además como un gran logro.
“Un sistema diferente de trabajo”
José Noé Hernández Hernández
José Noé Hernández Hernández,
carpintero de obra civil, participó en el
proyecto desde septiembre de 2010
hasta este año.
“Aprendí un sistema diferente de
trabajo, aprendí a operar maquinas
eléctricas que comúnmente no
trabajamos nosotros; y en cuestión de
seguridad un poco más”.
Quien realiza carpintería negra indicó
que sentía mucha presión, porque
no estaba acostumbrado a este tipo
de proyectos ni a tantas reglas, pero
ahora que ya terminaron se siente muy
satisfecho.
“Aprendí a trabajar más en equipo,
el unirte desde los arquitectos como
con los compañeros y todos, porque
en otras obras no: cada quien ve por lo
suyo y todos queremos ser mejor que los
demás; aquí no, aquí tenemos que ser
parejos todos. Y, profesionalmente, aquí
aprendí a trabajar con más exactitud,
y a usar herramienta que nunca había
usado”.
Además de hacer grandes amistades
con sus colegas, destacó que en
estos tres años tuvo la oportunidad de
trabajar muy de la mano con arquitectos
o ingenieros de prestigio, como el
arquitecto Mario Álvarez, sin tener un
intermediario y poder exponer sus ideas.
“Las jornadas de trabajo eran
pesadas porque había hora de entrada y
no había hora de salida, incluso en varias
ocasiones me tocó quedarme aquí,
porque salíamos a las tres, cuatro de la
mañana, entonces mejor me quedaba
aquí”.
Siendo el reto más grande que él
ha tenido, expresó que se siente muy
satisfecho de ser parte de la historia del
Centro Roberto Garza Sada, por la talla
del arquitecto Tadao Ando y porque
no todos tienen la oportunidad de ser
partícipes.
“Sí, me gustaría seguir en alguna
otra obra así de este tipo, porque, pues
ya llevamos la idea y juntar otra vez a la
gente que estaba conmigo… Yo creo que
esa experiencia no se nos va a olvidar
nunca”.
Las pruebas personales:
la distancia con la familia
Rafael García Mirasol
Proveniente del Estado de México,
Rafael García Mirasol, “El Pollo”, como
lo conocen sus compañeros de trabajo,
de 32 años de edad, involucrado desde
el inicio de la construcción, no tiene
palabras para describir cómo fue su
experiencia en este proyecto del Centro
Roberto Garza Sada, ya que resultó algo
nuevo para él.
Al inicio de la construcción a él le
tocó trabajar en las pruebas de los
muros de concreto aparente, pero
en la obra estuvo trabajando en todo,
desde carpintería y albañilería hasta los
vaciados.
“No creemos que hayamos hecho
esto nosotros. Nos dieron un lugar muy
importante en la obra, desde gente de
aquí de la UDEM, como de la compañía
y siempre nos llamaron para las cosas
importantes que hacíamos ahí, en lo que
fueron las muestras, las pruebas y pues
todo el proceso”.
Gracias a su destacada participación
en esta obra, actualmente está
trabajando en la construcción del Museo
Papalote Verde, en el Parque Fundidora.
“Dentro de nuestro oficio, de lo que
nosotros hacemos sí nos superamos
mucho, en cuestiones de conocimiento
y pues también la forma de ser nos
cambió mucho, más que nada en tomar
las cosas más en serio en lo que estamos
haciendo, con más responsabilidad”.
El hecho de ser foráneo, la distancia
con la familia y el no ir tan seguido a
visitarlos fue algo con lo que Rafael
batalló mucho, ya que este proyecto le
consumía todo el tiempo y duró un año
ocho meses sin sábados ni domingos.
Vivió de todo en estos tres años en la
obra, tristezas y alegrías, pero siempre
estable en lo económico porque no le
faltó trabajo.
“Todos los arquitectos e ingenieros
nos tuvieron la confianza necesaria y eso
es muy grande para nosotros: el que nos
sepan reconocer, porque creo que eso
es lo que nos hace echarle más ganas y
ser mejores.
Rafael cuenta con muchas
experiencias, ya que pasaba mucho
tiempo en la obra, por lo que conoció
a mucha gente y de ahí salieron muy
buenas amistades.
“Todos los muros tienen una historia,
todos para nosotros que los hicimos y
estuvimos en cada uno de ellos, nos
traen recuerdos”.
“El Pollo” mencionó que fue algo
fuera de lo común, pues fue como un
sueño el poder participar en una obra de
esta magnitud.
“Es una obra muy distinta
a todas las demás”
Felipe Gonzaga Antonio
Felipe Gonzaga Antonio, originario
del Estado de México pero radicado
desde hace años en Monterrey, tiene
31 años de edad, se superó a sí mismo
en materia de seguridad, ámbito en el
que contaba con experiencia y que fue
prioritaria en la obra.
“Prácticamente, toda la obra me
llama la atención, porque es una obra
muy distinta a todas las demás: el
concreto es aparente, muy distinto a
como se está trabajando en otras obras;
el edificio nomás está sostenido de dos
lados y, básicamente, los edificios que
hemos hecho no están así, es nuevo”.
Mencionó que aprendió más la
alineación de los trabajos y que hubo
mucho apoyo y amistad entre los
compañeros.
“Todo fue trabajar en equipo. Yo
nunca había visto una obra así, todo lo
que hice en ‘La Vela’ y los anfiteatros es
diferente y algo que nunca había visto.
He estado haciendo otros edificios y este
es muy diferente”.
Conocido como “El Fierros”, por
desarrollarse en todo lo que es el acero
estructural, armados y varilla, dijo
que se siente muy orgulloso de haber
participado en este gran proyecto.
“Hubo apoyo y convivencia entre todos”
Hidelberto Guerra López
Hidelberto Guerra López es un
trabajador de la Constructora Garza
Ponce que participó en la edificación
del Centro Roberto Garza Sada. A él lo
cambió el reto de mejorar en la calidad
del trabajo y la concentración con la que
se estuvo trabajando por varios años en
esta gran mole de concreto aparente.
“Fue una gran experiencia y tal vez
en mi vida no se va a repetir, pero ahorita
me siento orgulloso de eso. Me gustó
trabajar ahí, por lo diferente y por los
retos, aprendí a hacer las cosas con
calidad”.
Con casi tres años en la obra, lo que
más recuerda es el montaje de “La Vela”,
porque era muy complicada y había que
estar concentrado siempre.
“El trabajo fue muy delicado, y
más que nada fue la concentración
que tuvimos en el material con el que
está hecho el muro, la cimbra, tener el
cuidado de que no se vaya a rayar, que
no se maltratara”.
Mencionó que, a pesar de las largas
y pesadas jornadas de trabajo, hubo una
buena convivencia y apoyo.
“En lo general, es la gente que nos
estuvo apoyando mucho, tanto los
trabajadores como los arquitectos y
supervisores; convivían mucho con
nosotros, hacían reuniones y nos
animaban, porque sabían que era
pesado y complicado”.
“Eddy”, como le dicen, con 31 años
edad, disfrutaba haciendo los muros y
trataba de hacerlos con la mejor calidad
posible. Para él fue una experiencia
“fantástica” porque fue un proyecto
complicado.
El CRGS fue un “promotor de cambios”
David Salinas Martínez
David Salinas Martínez forma parte
de la Gerencia de Proyectos de Lend
Lease, tiene 35 años de edad y es una
de las personas que estuvo más tiempo
involucrado en el Centro Roberto Garza
Sada. Su experiencia, en general,
fue de cambios en todos los niveles,
principalmente en la forma de trabajo.
“Me refiero a la forma de trabajar,
incluso interna de nosotros, para cómo
abordar un proyecto de esta magnitud;
de cambios personales, de las cosas
que tuve que dejar para poder participar
en el proyecto y porque el edificio
también tiene certificaciones que no se
buscaban en otros proyectos. Fue como
un promotor de cambios en todos los
equipos que participaron”.
Comentó que tuvo que investigar cuál
iba a ser la magnitud de este proyecto,
por lo que él supo que lo importante
no era implantar sus experiencias, sino
aprender de esta y de lo que Tadao Ando
ha hecho en otras obras.
Él llevó toda la parte de los equipos de
diseño, es decir, lo que hizo posible crear
los documentos para después construir
este edificio, pero tenía que estudiarlo
antes para saber cómo solucionar el
proyecto.
“En el plano es mucho más difícil
verlo a como está ahorita y no se
alcanzaba a distinguir, y una cosa que
les dije a los equipos fue que la mejor
forma era ver el plano y recorrerlo con la
mente para poder entenderlo”.
De pronto, a David Salinas lo invadió
la tristeza, porque recordó el sacrificio
en una etapa importante de su vida: no
poder estar con su hijo, que nació en
diciembre de 2009.
“Si me dices qué significa el edificio
para mí, es todo el sacrificio que hice
por no estar con mi hijo. Pero la primera
vez que lo traje a ver el edificio fue un
pequeño alivio”.
Salinas compartió que el Centro
Roberto Garza Sada fue un reto en el
que se demostró que se pueden hacer
en México proyectos como este de corte
internacional.
Coordinación entre las empresas,
para “no construir algo que no es”
José Adrián Ramos Contreras
Para José Adrián Ramos Contreras,
ingeniero civil, el Centro Roberto Garza
Sada es una gran satisfacción, porque
será una casa para los estudiantes a fin
de que se desarrollen como grandes
artistas, pero fue un reto para todos en
muchos aspectos.
“Fue un reto por la calidad esperada,
por la complejidad misma, todo lo que
está ahí en el edificio tiene un por qué,
todo tiene una razón de ser; aparte,
viendo cosas ya más ingenieriles, el
proceso constructivo no fue nada
sencillo. ‘La Vela’ misma fue un reto para
construirla, porque bien pudo haber sido
prefabricada, por así decirlo, pero se
decidió hacerla en el sitio”.
Ramos Contreras está contento de
haber participado, porque es el primer
edificio del arquitecto japonés Tadao
Ando en Latinoamérica y eso es algo que
siempre se va a recordar.
“Cada que paso me impresiona
como está construido, como puede
estar parado, como está estable, como
está sostenido; para mí, eso es lo más
impresionante”, reflexionó.
Sin conocer a fondo qué tan
complicado iba a ser el edificio, Ramos
Contreras no dudó en participar, ya que
sabía que era una excelente oportunidad
para ganar más experiencia y aprender
mucho, por lo que ahora está satisfecho.
“Todos los días sigues aprendiendo
algo nuevo, creciendo, y como persona
tienes el trato con la gente que está
directamente trabajando con toda
la mano de obra y con los demás
contratistas, con el propio cliente, con
la UDEM. Tienes mucha plática y vas
aprendiendo cómo tratar a la gente en
diferentes ámbitos profesionales”.
Algo que recuerda este profesional
de la construcción es el trabajo duro y
el tiempo invertido, más de 10 horas
al día, pero también las amistades
y experiencias que obtuvo y que le
quedarán de por vida.
“Te cambia la visión del detalle”
Gala Paola Montenegro Bueno
Gala Paola Montenegro Bueno es una de
las mujeres que tuvo la oportunidad de
participar en la construcción del Centro
Roberto Garza Sada como parte de
Lend Lease, enfocada en el proceso de
certificación de sostenibilidad.
Ingeniera civil originaria de
Guadalajara, con 28 años de edad,
aseguró que el respeto y el compañerismo
le facilitaron en cierto modo su trabajo,
pues a ella le tocó uno de los principales
retos: la certificación LEED.
“La certificación que quieren
lograr en el edificio fue lo que más me
llamó la atención, porque uno puede
ver tal vez en otro tipo de edificios
que también pueden ser de Tadao el
tema de la arquitectura de concreto
aparente, pero ya el hecho de ‘La
Vela’, ver la modulación de la cimbra,
el tipo de cimbra para que tenga el
acabado que él quiere, ver el armado
de toda esa estructura, eso fue lo
más impresionante, porque no es el
número de pisos, sino en cómo está
conformado”.
Montenegro Bueno compartió que,
después de haber participado en dos
construcciones de edificios en su natal
ciudad, esta obra la consideró muy
completa.
“Como profesionista, te cambia la
visión del detalle, porque el arquitecto
pide cierta alineación con todos los
elementos; entonces, un ingeniero a
veces no percibe tanto el detalle de
alineaciones y aquí todo mundo tenía
que tener ese concepto”.
En lo personal, dijo haber
experimentado un crecimiento gracias al
apoyo conjunto y a la organización entre
los involucrados en el proyecto.
“Mi mayor reto fue tratar de
concientizar a todas las empresas o a
todo el personal involucrado, desde el
que ponía un clavo, hasta el calculista
o hasta los que estaban en la parte de
dirección, y saber qué es lo que conlleva
el proceso de certificación LEED, que
todos estuvieran involucrados”.
Para Montenegro Bueno, el Centro
Roberto Garza Sada puede ser descrito
en cinco palabras: “reto, diseño, ícono,
único, pieza ejemplar”.
Consideró que Tadao Ando ha de
estar muy contento de ver su obra ya
terminada, después de haberla tenido en
un boceto, ya que nunca pensó en tanta
complejidad y es como un sueño hecho
realidad.
“Siento una gran satisfacción de
ver que estuve trabajando en conjunto
con otras personas en esto y verlo ahí
parado; es una gran experiencia que se
puede transmitir y, sobre todo, que sea
un proyecto de un arquitecto de gran
renombre.
“Levantar un muro es algo más
sencillo, creo que mucha gente lo puede
hacer, pero hacer la estructura de ‘La
Vela’ no cualquiera lo hace”, concluyó.
Acerca del Centro Roberto Garza Sada
Nuevo recinto de la Universidad de
Monterrey dedicado a la producción,
conservación y consolidación del talento
creativo de alumnos y de la comunidad,
que cuenta con herramientas
educativas, infraestructura y tecnología
de nivel mundial.
Actualmente, en este espacio
académico se imparten la Maestría
en Diseño Gráfico y la Especialidad
en Diseño Editorial, así como las
licenciaturas en Arquitectura, Artes,
Diseño Gráfico, Diseño Industrial, Diseño
de Interiores y Diseño Textil y de Modas.
Acerca de Tadao Ando
El trabajo de Tadao Ando es uno de los
más representativos y premiados en el
mundo de la arquitectura y las artes.
Su esencia creativa con raíces en su
natal Japón, así como su maestría al
emplear formas geométricas simples, le
han valido galardones como el Premio
Pritzker en 1995; la Medalla de Oro de
Arquitectura, entregada por la Academia
Francesa de Arquitectura; el premio
anual del Ministerio de Educación de
Japón, y el premio Arnold W. Brunner de
la Academia Estadounidense de Artes y
Letras.
Entre los edificios diseñados por
el arquitecto autodidacta, quien
actualmente es profesor invitado en la
Universidad de Harvard y catedrático
en las universidades de Tokio y Yale,
destacan la Iglesia sobre agua, ubicada
en Tomamu, Hokkaido
Acerca de don Roberto Garza Sada
Empresario y filántropo mexicano
cuya participación fue fundamental
en la fundación y el desarrollo de
Grupo Cervecería, Hojalata y Lámina,
Empaques de Cartón Titán y Compañía
Financiera General de Aceptaciones.
Además, fue un gran promotor
del arte, la educación y la cultura al
considerarlos como un camino para la
superación personal y social de México.
Entre los grandes proyectos que
impulsó don Roberto Garza Sada,
destacan los edificios de la Sociedad
Cuauhtémoc y Famosa, el Centro
Cultural Alfa y el propio campus de la
Universidad de Monterrey.
Acerca de la UDEM
La Universidad de Monterrey es una institución de inspiración católica,
abierta a todo credo y condición, que se distingue por ofrecer un Plan Personal
de Formación único para cada estudiante de acuerdo con sus características
personales e intereses profesionales, a fin de que alcance su máximo potencial,
en un entorno de alto rigor académico y visión internacional. Actualmente,
la UDEM tiene 12 mil alumnos y ofrece 39 carreras profesionales, 10 programas
de maestría, 5 especialidades de posgrado y 35 especialidades médicas.
La Universidad de Monterrey está acreditada por la Commission on Colleges
de la Southern Association of Colleges and Schools (1866 Southern Lane, Decatur,
Georgia 30033-4097: Telephone number 3 404-679-4501) para impartir
programas de licenciatura y maestría.
Coordinación de Relaciones con Medios de Comunicación
8215-1000 Ext. 1671 / Celular: (044) 81-8020-8270
www.udem.edu.mx/saladeprensa
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