Unión Nacional de Contribuyentes “Atlas” AC (UNACON) www.unionatlas.org 19 de octubre de 2009 ¡NO MÁS IMPUESTOS!, ¡EL GOBIERNO A DIETA! Ante la pretensión del gobierno y la clase política de crear nuevos impuestos y elevar las tasas de los ya existentes, los contribuyentes debemos decir ¡No!, debemos movilizarnos y derrotar este nuevo asalto contra nuestro patrimonio Pero no solamente debemos resistirnos a dar un peso más al fisco, sino que además debemos exigir que el Estado sea puesto a dieta, que reduzca su gasto y deje de sabotear el esfuerzo de los productores de la riqueza. Mientras más se reduzca el gasto público y mientras más se adelgace al Estado, menos tardará la superación de la crisis y habrá mayor crecimiento económico y menos pobreza. Y aun si se aprueba un aumento a la carga de los contribuyentes cualquiera que éste sea, como parece inminente, podemos y debemos buscar revertirlo, como primer paso de un proceso sistemático e implacable de reducción del gasto público y de los impuestos. Si todo impuesto es injusto en sí mismo, pues es un despojo de riqueza y que se hace mediante el uso de la fuerza, el alza de impuestos en las condiciones actuales es todavía más inadmisible por las siguientes razones: 1) El país vive la peor crisis económica desde hace 77 años y el alza de impuestos no hará sino agravarla. Las pequeñas y medianas empresas – las principales creadoras de empleo - serán las más afectadas. Contra ellas, al acoso permanente y creciente por el menor retraso en el pago de cuotas al seguro social y otras obligaciones, la enorme dificultad de la tributación y las engorrosas y costosas regulaciones que no cesan de aumentar, vendrá a sumarse mayor carga fiscal. 2) En los 10 últimos años la economía creció en poco más de 23% en términos reales, pero el gasto del gobierno creció tres veces más que la economía: en un 73%. Mientras que desde finales de 2008 los particulares debimos reducir nuestros gastos y en general apretarnos el cinturón como consecuencia de la crisis económica, el Estado mexicano se dio para 1 2009 un presupuesto 14% superior al de 2008, en términos reales. Para los gobernantes y los políticos no ha habido crisis económica, ellos han preservado y hasta incrementado sus prebendas y privilegios. 3) Se busca despojar a los contribuyentes de una mayor parte del producto de su esfuerzo, cuando el gobierno ha fracasado rotundamente en su función primordial, si no es que la única legítima: dar seguridad a los gobernados. México vive la peor crisis de inseguridad de su historia en tiempos de paz. Gobierno y hampa actúan al unísono: más de nuestro dinero para ellos, menos seguridad para nosotros. 4) El gobierno alega con falsedad que el aumento de carga fiscal obedece a la necesidad de compensar la baja en los ingresos del Estado. En realidad lo que el gobierno quiere es gastar más, para cumplir compromisos políticos, como el aumento de los salarios de los burócratas en 2010, el cual significaría una erogación de 180 mil millones de pesos adicionales, poco más de la mitad del supuesto “boquete” en las finanzas públicas. 5) El gobierno simula un esfuerzo de austeridad al proponer la desaparición de tres secretarías de Estado, cuando en realidad lo que se propone es integrar esas secretarías en otras y ahorrarse los sueldos de tres secretarios…a los que ahora se les pagará como subsecretarios. 6) Otro argumento falaz del gobierno es que el redoblado ataque contra el patrimonio de los contribuyentes (y de los consumidores) tiene por propósito aumentar los subsidios para las personas más pobres del país. Esta falacia cae por su propio peso. Por un lado, el gasto extra para “combatir la pobreza” que pretende el gobierno, apenas representa el 12% de lo que busca obtener con el nuevo atraco fiscal. Por otro lado, en los últimos 10 años ingresaron adicionalmente al fisco 1.2 billones de pesos (de 1993 o 12 billones de pesos corrientes) en comparación con el nivel de ingreso de 1998. Frente a ese enorme ingreso extra, si al gobierno tanto le interesaban “los pobres” ¿por qué en lugar de aumentar en forma estratosférica los sueldos de la alta burocracia del Estado o sostener a la Compañía de Luz que gastaba el doble de lo que ingresaba, no aumentaron las erogaciones de “Oportunidades”? Pero si el pretexto para elevar impuestos era la supuesta necesidad de elevar el subsidio de “Oportunidades”, ese pretexto ha desaparecido con la liquidación de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, al quedar librados los recursos suficientes para duplicar la ayuda a los más pobres. Y en un mismo golpe ha quedado invalidado cualquier otro pretexto para aumentar impuestos, pues hay muchos otros “agujeros negros” presupuestales como la Compañía de Luz a los cuales liquidar de inmediato. Basten solo algunos ejemplos: la Comisión Federal de Competencia (la acérrima enemiga de la empresa privada y de la creación de empleos), los salarios estratosféricos y privilegios de la alta burocracia del Estado (de los tres poderes y de los tres niveles de gobierno), el subsidio a los partidos políticos y la infinidad de prebendas para los grupos de interés con las que los políticos compran apoyo político. 7) Este nuevo atraco fiscal es el nuevo inicio de un esfuerzo de la clase política por imponer en México cargas fiscales similares a las de la mayoría de las naciones desarrolladas, con el argumento implícito (y cada vez más explícito) de que para alcanzar sus niveles de bienestar debemos igualar su expolio fiscal. El discurso neo-estatista, en que se apoya este programa incautatorio es puro sofisma: 2 Se miente cuando se presenta a México como si fuera casi un paraíso fiscal, al no incluir en las cuentas de la carga tributaria la renta petrolera que es patrimonio de los mexicanos y no del gobierno y cuando se presentan como “no tributarias” exacciones que no son sino impuestos mal disfrazados. No se dice que en el resto de países y sobre todo los industrializados contribuye una proporción mucho mayor de los habitantes que en México, donde sobre las espaldas de poco más de 4 millones de contribuyentes cautivos recae más de las tres cuartas partes de la carga fiscal. Se ignora o se pretende ocultar que ninguna nación pasó de subdesarrollada a desarrollada elevando los impuestos. Todos los países ricos para llegar a serlo se basaron en bajos impuestos, entre otras medidas. Ya en la opulencia han podido darse el lujo de los altos impuestos, que no han redundado sino en menores tasas de crecimiento económico y de la prosperidad, que habrían sido mayores de haberse mantenido los bajos impuestos. Las naciones que recientemente han accedido al desarrollo y aquellos que más han más han progresado en reducir la pobreza, son aquellas que han mantenido su gasto público por debajo del 15% como proporción del PIB. La razón es muy simple: los altos impuestos obstaculizan o impiden la formación e incremento del capital, sin lo cual no se puede generar más riqueza. La diferencia entre los países ricos y los pobres es precisamente esa: la magnitud de formación de capital. Es falso que el mero “gasto”, y sobre todo el público, genere riqueza. El gasto público atenta contra la formación del capital, porque los recursos no son erogados con criterios de rentabilidad económica, sino de rentabilidad política, con lo que se destruye en lugar de formar capital. Se ignora o se pretende ocultar la propia experiencia de México. Entre finales de los años treinta y hasta 1970, México tuvo los mejores índices de crecimiento económico gracias a que en promedio el gasto público no superó el 13% como proporción del PIB y por ende los impuestos eran relativamente bajos. Si los apologistas del vampirismo fiscal tuvieran razón, bajo la administración archi-estatista de Miguel de la Madrid, cuando el gasto público llegó hasta 40% como proporción del PIB, tendría que haber habido el mayor crecimiento económico y del bienestar, cuando que la realidad ocurrió exactamente lo contrario. Los bajos impuestos permitieron el “milagro económico mexicano”. De haberse mantenido ese esquema (aunado a mayor libertad económica), a estas alturas México estaría a punto de volverse una nación desarrollada. Pero al optar la clase política por más gasto público y más carga fiscal y el impuesto disfrazado que es la inflación, se impidió la debida formación de capital y que México superara la pobreza. Si en los últimos años ha habido un bajo crecimiento económico es porque - luego de que en 1998 el gasto público llegó a 22% como proporción del PIB - la burocracia y la clase política en lugar de reducir han escalado el gasto público hasta alcanzar poco más del 26% como proporción del PIB en 2008 y probablemente el 27% en 2009. Si el gobierno se sale con la suya, de 2010 en adelante la proporción del gasto público podría llegar al 30% y el crecimiento económico será más exiguo y habrá más pobreza. 8) El resurgimiento del estatismo en México no se limita al asalto en contra de los contribuyentes. Por un lado tenemos el crecimiento explosivo de las regulaciones que estrangulan la iniciativa 3 privada y por otro la pretensión de que el Estado disponga de los ahorros para el retiro. Gobernantes y políticos proceden como si el dinero en general y esos recursos en particular, les pertenecieran. Ya sabemos como terminará – si lo permitimos – la disposición estatal de los fondos para el retiro: en un colosal despojo. 9) Ni el partido en el poder (el PAN) ni la principal fuerza opositora (el PRI) presentaron en las contiendas electorales de 2006 o de 2009 la oferta de aumentar el expolio fiscal o despojar de sus fondos para el retiro a sus legítimos propietarios. Si estas pretensiones prosperan, los legisladores de estos partidos estarán actuando en contra del mandato de quienes los eligieron. Esto es un fraude político, peor que un fraude electoral. Recordemos el ofrecimiento que el entonces candidato presidencial Felipe Calderón, hizo en el debate televisado del 25 de abril de 2006: “Voy a reducir los impuestos a trabajadores y empresas para que haya más inversión y más empleo.” Por eso fue electo por la mayoría de los votantes, no por lo que ahora hace. 10) En esa misma ocasión, el entonces candidato presidencial se comprometió a simplificar el pago de los tributos. Pero en lugar de honrar la palabra empeñada, el titular del Ejecutivo Federal propuso medidas para endurecer el terrorismo fiscal y violar garantías individuales. Aunque ha habido reservas de los diputados a tal pretensión, no tenemos la seguridad de que las reformas al Código Fiscal no mantengan la esencia de la carga persecutoria original. Los contribuyentes y en particular aquellos que hacen la mayor aportación al fisco, son el verdadero ATLAS que sostiene con su esfuerzo al monstruo burocrático, devorador y destructor de riqueza que eufemísticamente se conoce como “administración pública”. Pero este Atlas ha estado dormido y carece de representación. Los políticos profesionales, sin excepción, representan exactamente el interés contrario: el del expolio fiscal y la destrucción de la riqueza. Las organizaciones empresariales han mantenido una postura tímida, por decir lo menos, ante el renovado asalto contra los contribuyentes. Recuérdese que en 2004, la Convención Nacional de Contribuyentes convocada por la COPARMEX, acordó reclamar más gasto público y por ende más impuestos y más “redistribución de la riqueza” (que el Estado quite todavía más a unos, para darle a otros). Recuérdese que la esencia del Acuerdo de Chapultepec, firmado en 2005, era justamente el mismo despropósito. Por eso es que hemos constituido la Unión Nacional de Contribuyentes “Atlas” Asociación Civil (UNACON), como instrumento de resistencia contra el expolio fiscal. Proponemos a los contribuyentes organizarnos, movilizarnos, utilizar todos los recursos de lucha que sean pacíficos y legales para revertir el nuevo asalto contra nuestro patrimonio y para resistir a los que se intentarán después de éste. ¡Reducir el gasto público y los impuestos, no aumentarlos! 4