humor a latigazos ángela molina En “El nombre de la rosa”, Umberto Eco narra las peripecias detectivescas de Guillermo de Baskerville para esclarecer los crímenes que tienen lugar en una abadía benedictina del siglo XIV. La misteriosa historia está centrada en un manuscrito de Aristóteles, oculto durante siglos, cuya tesis central concierne al poder de la risa: “La risa es un arte. A través del ingenio y la metáfora nos obliga a examinar la verdad de las cosas más claramente”. La trama del libro persigue los esfuerzos de un viejo y devoto monje para evitar que el contenido del segundo libro de El Estagirita sea revelado por la comunidad religiosa a la sociedad. La risa podía enseñar a hombres y mujeres a no tener miedo y, así, su inteligencia sería capaz de legitimar ilustres artificios… Si un día alguien, blandiendo los argumentos del Filósofo, elevara el arma de la risa a la condición de sutil dardo, si la retórica de la convicción fuera reemplazada por la retórica de la parodia, entonces la Iglesia y su estatus estaría totalmente arruinada. La apasionante trama de Eco recuerda algunos párrafos de las “Curiosidades Estéticas”, de Charles Baudelaire. En el artículo “De la esencia de la risa y, en general, de lo cómico en las artes plásticas”, el escritor francés habla de la naturaleza cambiante del humor, cuando los elementos diabólico y angelical funcionan en paralelo –el autor se refiere a toda la gama decimonónica que alimentó el lenguaje cómico de la modernidad, la pantomima, la bufonería, el humor grotesco y la pintura ingeniosa-. Comienza escribiendo Baudelaire: “El sabio sólo ríe temblando”. El poeta toma esa máxima de un anónimo pensador cristiano, y si encabeza con ella sus reflexiones es porque desea poner de relieve el carácter inquietante de lo cómico, que considera esencial. Según esa concepción, la risa humana tiene algo de pecado original, ligada como está al “accidente de una antigua caída, de una degradación física y moral”. El paraíso no admite la risa, porque la alegría absoluta no puede propiciar ese espasmo deformador. Como el llanto, la risa es hija de la pena, signo de decadencia moral y muestra de escasa entereza. Baudelaire concluye que “la risa es satánica y por lo tanto profundamente humana”. Es en el ser humano la consecuencia de la idea de su propia superioridad; y en efecto, como la risa es esencialmente humana, es esencialmente contradictoria, es decir, signo a la vez de una grandeza infinita y de del humor. Es la prueba de la distancia estética del artista que, como afirma Joyce por boca de Stephen Dedalus en Retrato del artista adolescente, “como el Dios de la creación, permanece dentro, o detrás, o más Este fragmento es de una importancia allá, o por encima de su obra, trasfundido, capital a la hora de entender el humor en evaporado de la existencia… indiferente… el arte, no sólo porque asienta como base entretenido en arreglarse las uñas”. Así el de lo cómico el conflicto, la colisión de diablo, más empleado en los trances dos nociones contradictorias, sino porque irónicos, va de lo cómico a lo serio, y de desplaza el concepto del objeto a su contemplador. La risa es una característica lo serio a lo cómico, y hasta las últimas consecuencias es libre.“Como lo cómico genuinamente occidental y cristiana. Y la posibilidad de verla bajo una luz es un signo de superioridad, o la creencia positiva la enunciaba Baudelaire al admitir en la superioridad de uno, es natural que que a veces esa reacción consigue liberarnos las naciones del mundo produzcan una de un conflicto. Esta filosofía es la misma multiplicidad de temas cómicos en que él mismo explica en otros dos ensayos proporción directa con el incremento de afines, “Algunos caricaturistas franceses” su superioridad”, vuelve a decir Baudelaire. y “Algunos caricaturistas extranjeros” en Un siglo más tarde, Estados Unidos como los que traslada su dualidad de lo cómico superpotencia lanzaba al firmamento al terreno de lo pictórico y en donde serán mediático una plétora de superhéroes presentados como estilos contrapuestos los voladores que salvaban al mundo de las de un Daumier, cuyas caricaturas rezuman fuerzas del mal. Mediante el uso de la iconografía del afecto por el modelo, frente a las maneras de un Hogarth o un Goya, cuya alianza cómic y lo popular, los artistas provocan, con lo siniestro y grotesco les abre las hacen reír o atacan prejuicios o puertas de lo “cómico absoluto” (sin lo convenciones sociales. Autores como cual lo cómico se mantiene en un nivel Roy Lichtenstein, Philip Pearlstein, Ed prosaico) y apuntan hacia la ironía como Ruscha, Andy Warhol, Markus Raetz, esa capacidad de “impersonificación” de Sigmar Polke, Julian Opie, Ronnie todo artista verdadero, el “homo ironicus”. Cutrone, Suzan Pitt , Michael and Desde la ilustración al romanticismo, Magdalena Frimkess, Richard Hamilton, y de Baudelaire a la modernidad, el artista Keith Haring o Robert Colescott intentan ha buscado estrategias para expresar la en sus obras recontextualizar la realidad diversidad infinita de la realidad a través y alterar su “significado”. una infinita miseria, miseria infinita con relación al Ser Absoluto de quien posee el concepto, grandeza infinita con relación a los animales. La risa se origina en el perpetuo choque de esos dos infinitos. Al igual que ellos, toni sanchez tena está comprometido decididamente con su propia definición de estética. Por provocadoras que parezcan sus composiciones pictóricas a primera vista, hay en ellas un intento obsesivo por extraer la belleza de la cruda crítica. Los colores no son para él más que un medio, un medio sutil para criticar una sociedad democrática que está en primera línea de la globalización, y que tiene que ver con la política cultural, el sexismo, la homofobia, el capitalismo rampante de las grandes compañías petrolíferas, farmacéuticas, la industria de la guerra, pero también el miedo, la violencia y la muerte. Lo que llama la atención de sanchez tena no son los personajes y las bestias que ocultan, sino los oscuros misterios de la psique, la religión que los viste de santos y toda esa retórica que trata de expiar los más oscuros impulsos del comportamiento humano, mucho antes de que el primer Almodóvar o Álex de la Iglesia ni siquiera consideraran que estos asuntos merecían la pena. Su blanco es la aparente respetabilidad de las instituciones básicas de la sociedad, la familia, la economía y toda suerte de popes… pero en su lenguaje pictórico no hay la menor respetabilidad. sanchez tena invita a escuchar en sus cuadros muchas lenguas (“La lengua es de quien la habla”): spanglish, andaluz, inglés negro, italiano, el español de Oaxaca, el croata de una isla perdida en su pequeñez... Y a través de una imaginería popular, combina lo sagrado y lo profano, el progreso/cemento y lo ancestral, la información y la desinformación/censura, la decadencia de lo ampuloso y la elegancia de lo precario; enfrenta a los que están en gracia con los desgraciados, a las víctimas con sus verdugos. Esa rabia penetrada por la risa, que comparte la visión implacable de una sociedad cada vez más falta de justicia y sensibilidad, se orienta a la comunicación como un medio de contribuir a romper el satu quo de los poderosos. Las pinturas de toni sanchez tena son divertidas, pero, ¡ay del que suelte la primera carcajada!, porque se arriesga a que esos personajes, banqueros orondos, jerifaltes o caciques, salgan de la pintura y acaben a latigazos con el ingenuo visitante. Y los diablillos en sus jaulas (que simbólicamente representan las cadenas impuestas por la historia y la cultura) esperan preparados para derretir con la mirada los barrotes y saltar sobre el desprevenido devoto de la realidad que no evita caer rendido ante los efectos psicodélicos del sacrificio de la cruz. Las peores/mejores pesadillas son las que se expresan al calor del humor. “Ríe”, le hace decir a su protagonista Herman Melville cuando interpreta la blancura de Moby Dick como sinónimo de la muerte.