De la risa - Bienvenidos a Alto de la Luna

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De la risa
Escrito por Willard Díaz
Divagaciones a propósito de la visita de Juan Acevedo a Arequipa
UNO
Hace muchos años trabajaba en el Diario Correo con Omar Zeballos, editábamos el
suplemento “Lagartija”. Se nos ocurrió hacer un concurso de tiras cómicas, y, claro, el mejor
jurado que uno podía desear era Juan Acevedo, el “Cuy”. Lo invitamos por teléfono y aceptó de
inmediato. Así es él.
Yo estudié como Juan en el Colegio Militar “Francisco Bolognesi”; de modo que aún antes de
que apareciera su famosa tira cómica vi y admiré sus caricaturas. Pero fue el “Cuy” sin duda el
que me hizo entrañables sus historias, su peculiar estética y su lúcido compromiso con los
pobres de este mundo. Desde entonces quise conocerlo.
Pasamos tres días trabajando en el Concurso, tres días de reírnos sin parar. Los redactores
nos miraban como a los tres chiflados mientras nosotros teníamos una fiesta privada e
insolente de un buen humor inolvidable. Todo era motivo de broma, de burla o de ironía, cada
frase junto a él se volvía una agudeza. Omar, cuyas carcajadas estremecen un edificio, metía
también el codo. Tres días.
DOS
Nací en Pueblo Libre, Lima, el 26 de noviembre de 1949. Mi nombre completo es Juan
Demetrio Acevedo Fernández de Paredes. Me gusta leer historietas desde niño, y hacerlas
también.
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En Primaria estuve en muchos colegios. En Secundaria, en dos: La Gran Unidad Escolar
Mariano Melgar, de Breña, y el Colegio Militar Francisco Bolognesi, de Arequipa. En cuanto a
universidades, mi alma máter es la Pontificia Universidad Católica del Perú (Letras y Artes
Plásticas), y mi alma páter es la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Historia del Arte).
Después estuve en muchos periódicos y revistas. Recuerdo con gratitud a todos, aún a los que
me botaron o de los que preferí irme (es que yo me esmeraba en mantener mi propia línea en
el humor gráfico y la historieta, y eso a veces chocaba con la mentalidad de algunas personas).
También estuve en muchos países. Pero nunca viví, en el sentido de quedarme a vivir, más
que en el Perú. Siempre sueño con visitarlos de nuevo.
Conocí a muchas mujeres, a todas las recuerdo bien, pero a algunas mejor, claro. Antes, a los
23, me casé y doce años después me descasé. Tengo dos hijos, Juan Francisco y Gabriel, a
los que quiero y admiro mucho.
Hice muchas historietas. El Cuy fue mi personaje con mayor acogida. También se menciona a
La Araña No, Luchín González, Túpac Amaru, Paco Yunque, Piolita y aquellos de Pobre
Diablo, mi línea más personal. En lo político está Love Story.
Tengo muchos proyectos, pero tendría bastante realizando sólo un par de ellos. Escribo eso y
una sonrisa viene a mi rostro.
(“El diario del Cuy” http://elcuy.wordpress.com/juan/)
TRES
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¿Qué es el humor?
Desde los tiempos de Aristóteles la pregunta es válida. Según él, lo cómico es “una imitación
del hombre por debajo del término medio”; la tragedia es de las clases altas, la comedia de las
inferiores, a ellas corresponde “lo ridículo, que es una especie de lo feo”.
En los siglos siguientes filósofos y artistas rehacen ese criterio y sostienen en cambio que lo
cómico nace del puro contraste. Goethe escribe: “Lo risible proviene de un contraste moral que,
de una manera inofensiva, es puesto en relación con nuestros sentidos”; Ralph Waldo Emerson
en un ensayo llamado “Lo cómico” lo caracteriza como el contraste intelectual entre la idea y la
falsa realización; y Schopenhauer escribe: “La risa proviene de la incongruencia súbitamente
descubierta entre un concepto y los objetos reales, que han sido pensados con ese concepto:
la risa no es más que la expresión de esa incongruencia”.
Hay que llegar a Henry Bergson y su célebre obra “La risa” para ubicar a lo cómico en un
contexto social: “Para comprender la risa hay que integrarla a su medio natural, que es la
sociedad, hay que determinar ante toda su función útil, que es una función social. (…) La risa
debe responder a ciertas exigencias de la vida común. La risa debe tener una significación
social”. Se requiere de otros que compartan el sentido de una humorada para que la risa exista,
nos dice Bergson; y su segunda ley añade que lo cómico nace de la percepción de algún
automatismo, de una falta de naturalidad en los hechos humanos, de una conducta mecánica
que es por ello risible.
CUATRO
Hace dos semanas Juan Acevedo llegó una vez más a Arequipa para dictar un Taller, esta vez
invitado por los organizadores del VII Festival del libro. Dio una conferencia sobre “La historia
de la historieta”, y al día siguiente tuvo el taller en la Biblioteca “Mario Vargas Llosa”: mitad de
niños y mitad de jóvenes, ni un dibujante.
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Allí contó esta anécdota: “En uno de los primeros talleres que dicté, en Villa El Salvador, tuve a
varios niños, jóvenes y madres de familia. Luego de darles las instrucciones sobre cómo dibujar
personajes y armar una historia en dos viñetas les pedí que hicieran cada uno su ejercicio. Una
señora se dibujó en el primer cuadro diciéndole a su hijo que fuera a traer agua de la pileta
pública en los baldes; y en el segundo ya era de noche y el chico no volvía, ella se lo
imaginaba jugando al fútbol y los baldes tirados a un costado. El hijo, que no había visto el
trabajo de su mamá, hizo su propia historia; en ella la madre lo mandaba a traer agua en el
primer cuadro, pero en el segundo se le veía haciendo una larguísima cola hasta el anochecer,
mientras pensaba seguro que mi mamá cree que estoy jugando fútbol”.
CINCO
Han sido Freud primero, y luego Lacan, quienes han dado las mejores razones acerca lo
cómico. En “El chiste y su relación con el inconsciente” Freud analizó numerosos chistes de su
época y concluyó que el humor era la expresión de un deseo inconsciente, un síntoma. Y los
clasificó en dos grupos: el chiste inocente y el chiste tendencioso. El chiste inocente tiene un fin
en sí mismo y no se halla al servicio de intención determinada; el chiste tendencioso (chiste
hostil) o está destinado a la agresión, la sátira, o la defensa, o bien está destinado a
mostrarnos una desnudez (chiste obsceno).
Pero la forma suprema de lo cómico, la más placentera es, según Freud, el Witz, término difícil
de traducir pero que equivale más o menos a lo que llamamos “una salida”, “un chispazo”.
Mientras los chistes se repiten una y otra vez según un guion más o menos constante y
conocido que pasa de boca en boca, una salida es espontánea, invención única, agudeza
fugaz, personal. Lacan dice que en el Witz o agudeza la “actividad creadora devela su
gratuidad absoluta, su dominación sobre lo real se expresa en el reto al sinsentido, donde el
humor, en la gracia malvada del espíritu libre, simboliza una verdad que no dice su última
palabra”.
La agudeza es una verdad, una creación de significados nuevos, una metáfora que revela por
un instante el otro lado de la realidad. Por eso en una conversación inteligente y sana nunca
faltan las frases de humor fresco, el ingenio, la agudeza; y por eso nos gusta tanto.
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(“Ingenio”, que no es la grosería procaz ni la payasada cínica, perversiones del significante que
ocultan y muestran la canallada posmoderna).
SEIS
Un chiste literario de humor cruel. En un cuento de la norteamericana Lorrie Moore a una mujer
le diagnostican cáncer, ella le dice al médico que necesita una segunda opinión. Este lo piensa
y momento y añade: “Además, es usted fea”.
Un chiste para sociólogos. Un borrachito está de noche al pie de un poste gateando, busca
algo. Se le acerca un policía y le pregunta qué se le ha perdido; el hombre responde que las
llaves de su casa. Conmovido el policía lo ayuda a buscar; luego de un rato le pregunta al
borrachín: “¿Está seguro que se le han caído por acá?”, a lo cual responde el otro “No. Se me
han caído por allá, pero acá hay más luz”.
Un chiste de César Sánchez. Un camanejo envidioso de la prosperidad de su vecino le rapta el
hijo menor. Escribe un mensaje pidiéndole mil soles de rescate. No halla cómo mandar el
mensaje, de modo que le encarga a niño que lleve el papel a su padre.
Al rato regresa el chico con los mil soles y con otro papel en el que se lee: “¡Nunca creí que un
paisano mío me haría esto!”.
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