El Poder de los Supuestos “Supuse que Mercedes se iba a ocupar de avisar a todos”, “Imaginé que querías que yo lo haga”, “Pensé que te gustaban las fiestas sorpresas”, “Tendrías que haberte dado cuenta”… A menudo nos encontramos con frases como éstas (y otras cuantas que no llegan ni a expresarse), luego de que se tomaron decisiones basadas en creencias o interpretaciones de datos que no se chequearon previamente. Estos supuestos acerca del comportamiento propio o de otras personas, que se toman como dados, derivan generalmente en conflictos de mayor o menor intensidad. Cuando se trata de relaciones con cierto grado de confianza, estos malosentendidos se resuelven rápidamente y, en otras, los supuestos toman tal entidad de “verdad”, que no se cuestionan, y tienen efectos devastadores en los resultados de una acción de conjunta y en nuestras relaciones. En este artículo, encontrarás un modelo para entender este fenómeno y herramientas para poder liberarte del poder de los supuestos. ¿Cómo se genera un “supuesto”? Podemos definir un supuesto como una hipótesis o una posible explicación acerca de por qué suceden las cosas. En Ciencias, se utilizan las hipótesis como punto de partida para realizar una rigurosa investigación que concluirá en la comprobación, verificación o rechazo de la hipótesis planteada. Pero, ¿qué sucede en las relaciones humanas? ¿Somos tan cautelosos que realizamos una investigación para determinar la veracidad de nuestros pensamientos, conclusiones o intuiciones? Lo cierto es que no, y deberíamos estar agradecidos por ello!! Porque si reflexionáramos tanto acerca de cada acción que realizamos, quedaríamos paralizados. Vemos algunos ejemplos: - Si escucho la sirena de una ambulancia mientras manejo, inmediatamente trato de liberar espacio. Es decir que supongo que el sonido que escucho, es de una ambulancia, y actúo en consecuencia como entiendo que debo hacerlo para que la ambulancia pueda circular rápidamente. - Si voy caminando por la calle y un grupo de personas se arroja al piso y se cubre la cabeza, los imito. Es decir que supongo que esas personas han observado una situación peligrosa o amenazante, y actúo en consecuencia como entiendo que debo hacerlo para evitar el peligro. - - Si mi colaborador ha llegado tarde y no me ha avisado, tengo que dejarle claro que actuó mal. Es decir que supongo que ha llegado tarde e intencionalmente no ha querido avisarme, y actúo en consecuencia como entiendo que debo hacerlo para que quede claro quién es la autoridad en esta oficina. - Si mi esposo no atendió mis llamados y llega con un ramo de flores, me enojo y espero sus disculpas, y que se dé cuanta que ese ramo de flores no es suficiente. . Es decir que supongo que no atendió mis mensajes intencionalmente porque estaba ocupado en algo más importante que yo, y no está valorizándome como debería intentando subsanar la situación con un mísero ramo de flores, y actúo en consecuencia como entiendo que debo hacerlo para preservar mi lugar en este matrimonio y mi integridad. Estos son sólo simples ejemplos para mostrar cómo a partir de ciertos datos que recortamos de la realidad, podemos hacer suposiones y actuar en consistencia con esas creencias. En algunos casos esas inferencias nos salvan la vida y en otros nos meten en problemas. Otro ejemplo excelente lo pueden encontrar en este corto de la Universidad del Cine: http://www.youtube.com/watch?v=D9FQxiUtQ88. Ahora veamos el modelo que Chris Argyris propone para explicar este fenómeno y que denomina Escalera de Inferencias: 7. Actú Actúo segú según mis creencias 6. Adopto creencias sobre el mundo 5. Saco conclusiones 4. Hago supuestos a partir de los significados que agrego 3. Doy significado 2. Selecciono “datos” datos” de lo que observé observé 1. “Datos” Datos” y experiencias observables El primer escalón: “Datos” y experiencias observables. Las personas estamos rodeadas por una variedad infinita de componentes de “la” realidad, y sólo podemos percibir aquellos que nuestro aparato neuronal nos permite. Como se ha comprobado, nosotros podemos percibir ciertos sonidos, y otros animales podrán oír otros que no están a nuestro alcance. También ocurre que diferentes personas pueden percibir determinados fenómenos o estímulos que para otras pasan desapercibidos, de acuerdo a la cultura, costumbres, educación, creencias, valores... Es decir que el primer escalón alude al primer recorte inconsciente que hacemos de la realidad, de acuerdo a nuestro modelo neurobiológico y a nuestro modelo mental. Por ejemplo, Carlos, gerente de sistemas, ingresa a la empresa y toma contacto con el ambiente de la oficina: el aroma al café recién preparado, los sonidos de las computadoras encendiéndose, la temperatura, el personal que ya está allí, notas sobre su escritorio, etc. El segundo escalón: Selecciono “datos” de lo que observé. Nuestra capacidad perceptiva es limitada, por lo que realizamos una selección de los datos más relevantes de acuerdo a nuestro modelo mental. Hay estímulos que casi voluntariamente decidiremos focalizar o no, y otros que no dejarán registro consciente pero que habrán ingresado a nuestro reservorio mnémico. Podemos seleccionar objetos del ambiente, diálogos, gestos, formas de vestirse, sonidos fuertes, alertas, ligados también a nuestros intereses o hábitos. Continuando con el ejemplo anterior, a Carlos le llama la atención una de las notas sobre su escritorio. El tercer escalón: Doy significado. Este momento consiste en otorgar un sentido, una interpretación a lo observado: qué es, por qué sucede o para qué sucede. En nuestro ejemplo, Carlos lee la nota de su jefe: “Apenas llegues, vení a mi oficina”. Ya le pareció raro que su jefe le haya dejado esta nota en papel, y no le haya anticipado nada por e-mail o sms. “Si lo hubiera hecho, probablemente me habría apurado un poco más”, pensó Carlos. Debe ser algo demasiado importante como para redactarlo de otra manera. El cuarto escalón: Hago supuestos a partir de los significados que agrego. Cuando creo entender lo que significa, establezco relaciones causales. Carlos deja su maletín, coloca la nota en su bolsillo, y piensa que en la última reunión molestó bastante su insistencia en el incremento del presupuesto para su área, seguramente es por eso. Comienza a caminar hacia la oficina de su jefe, tratando de recordar las conversaciones durante esa reunión e ir preparado. El quinto escalón: Saco conclusiones. A esta altura, arribo a conclusiones basadas en el razonamiento anterior. Carlos se pregunta por qué nadie en la empresa tiene tantas trabas para el presupuesto como él, y su área es tan clave como las demás para los resultados de la empresa. Le molesta que ahora tenga que tratar ese tema. El sexto escalón: Adopto creencias sobre el mundo. Este paso es el que justifica la inminente acción que tomaré. Carlos se da cuenta que no puede permitir este maltrato, que debe dejar en claro su aporte a la compañía y que el informe presentado oportunamente justifica claramente sus peticiones. El séptimo escalón: Actúo según mis creencias. Una vez arriba de la escalera, todo mi circuito de pensamiento se materializa y es visible hacia el exterior. El pasaje al acción tiene consecuencias concretas en “la” realidad, y esa acción será muy probablemente materia prima para las Escaleras de Inferencias de la gente que se encuentre a mi alrededor. En el caso de Carlos, finalmente ingresa a la oficina de su jefe, lo mira fijo y le dice: “Basta, hasta aquí llegó mi paciencia”. To be continued… ¿Cómo podemos librarnos del Poder de los Supuestos? Todos nosotros hacemos inferencias y sacamos conclusiones que muchas veces coinciden con los hechos y otras que no, y nos generan serios inconvenientes en nuestras relaciones y en nuestras posibilidades de llevar a cabo acciones con otros. El solo hecho de conocer cómo funciona este circuito, nos va a permitir detenernos en algún peldaño, o simplemente reflexionar luego de haberlos subido a todos… También nos ayuda reconocer que los demás construyen sus propias escaleras… Peter Senge propone utilizar la Escalera de Inferencias de tres maneras: - Adquiriendo mayor consciencia de nuestros pensamientos y razonamientos (reflexión). Esto significa distinguir las conversaciones internas, que son aquellas que mantenemos con nosotros mismos. Podemos preguntarnos, por ejemplo, ¿Cómo llegué a estas conclusiones? ¿Cuáles son los datos en los que me basé? ¿Es la única manera de interpretar esos datos? ¿Cómo lo interpretaría otro? - Volviendo nuestros pensamientos y razonamientos más visibles para los demás (alegato). Carlos podría expresar algo como esto: “Estoy molesto por la nota que dejaste, porque lo asocié a la reunión de la semana pasada. Quizás me citaste por otra cosa, pero en algún momento quería volver a ese tema”… No está ocultando sus sentimientos ni dando por sentado que esa es la única razón para la cita: se trata de compartir con el otro pensamientos, sentimientos u opiniones. - Indagando el pensamiento y el razonamiento de los demás (indagación), mostrando genuino interés en querer comprender cómo la otra persona arriba a ciertas conclusiones y, sin son erróneas, ayudar a construir otra manera de ver el asunto. Cuando ambas personas se sumergen en este tipo de diálogo, y aceptan que existen diferentes maneras de interpretar los hechos y que a veces uno mismo puede equivocarse, aumenta la probabilidad de resolver los conflictos y aprovechar mejor esa energía que frecuentemente se desperdicia echando culpas o intentando comprobar la falsedad del punto de vista del otro. iEsperamos que estas herramientas te ayuden a mejorar tus interacciones! Marzo 2011