JUNTOS EN EL AMANECER El susurro de un pájaro trae esta noche las palabras de una antigua leyenda, su contenido narra como en el momento de recoger los frutos de la tierra en épocas de primavera, los integrantes de la comunidad entonan un canto de agradecimiento a las fuerzas gobernantes en el mundo de los seres. Ese canto es amenizado por los sueños de los niños, las esperanzas de los ancianos y las sonrisas de los adultos. Cada integrante abraza las manos de aquéllos ubicados a izquierda y derecha, respira con paciencia por un minuto, se detiene ante el sonido del viento, recuerda cada jornada de arduo esfuerzo arando la tierra, cada despertar repentino en la noche a causa de la preocupación por la tarea venidera, cada lágrima alojada en la búsqueda del olivo. Es así como llegamos al acto de agradecer y recordar en esta cita triunfal. Agradecemos porque cada uno de los integrantes de la familia liceísta ha revivido la proclama de Antonio Chalita Sfair al referirse a los tesoros del medio oriente, el cual “siempre enseña, siempre señala rumbos al extraviado, enseña a los hombres a amarse unos a otros, dando la mano al afligido y al caído, predicando la paz, creando una conciencia en el hombre, un orden en la sociedad y una unidad en la familia, enseñando con la palabra y el ejemplo, siempre soñando y esculpiendo muchas veces sus sueños en la piedra”. Es un honor para mí ser una de las voces de agradecimiento hoy, pues no cualquiera tiene la oportunidad de entonar un himno de alegría ante los ciudadanos de una gran familia. Presento mis respetos a Don Henry, Doña Olga y su familia, al valioso cuerpo de docentes del liceo, al gran corazón de padres y familiares asistentes, a los sueños de futuras generaciones de bachilleres y sobre todo a cada uno de los quince héroes responsables de este encuentro. Gracias a todos ellos por la entrega de tantos logros en los últimos años. Son innumerables las sonrisas sembradas en las escuelas hermanas de Anolaima; innumerables los gestos de afecto provenientes de las personas acogidas por la Fundación Sarita Down; innumerables los gritos de júbilo por los éxitos de personas que habitaron esta casa en algún momento de su vida; innumerables los triunfos alcanzados en conjunto por padres, profesores, estudiantes, directivos, administrativos y personal de apoyo del Liceo; innumerables los sueños que nacen desde este momento pues las puertas de la Universidad están abiertas; innumerables las ilusiones alimentadas por ustedes en la mente de aquéllos que vienen atrás. Ustedes son dignos merecedores de una vida bautizada a la luz de la felicidad, la libertad y la tranquilidad. Al acorde del agradecimiento se acerca el del recuerdo, como olvidar los bellos sentimientos e ideales de Andrés Felipe, el valor y el espíritu incansable de Vivian, el poder de los sueños de Camila, la idea y palabra sagaces de Manuel, el arte desplegado en cada gota de vida de Mayra, la fraternidad e inteligencia de María, los acordes traviesos de Daniel, la supernova afectiva e intelectual de Sergio, el espíritu caballeresco y legendario de Jorge Armando, la gallardía y entereza de Katherine, la convicción y fortaleza de María Alejandra, los dotes humanos y humanistas de Ana María, el carácter perspicaz y la puntería certera de Laura María, el aura romántica y la entrega de Diego, la corona de olivo, el cetro de Atenas y la llave de Roma desplegadas en el muro de la vida presente y futura de Laura Juliana. De esta manera se llega al final del recital de la antigua leyenda, hay un agradecimiento, un abrazo, una exhalación, un sonido, un recuerdo. Pasados los minutos de comunión, las personas abren los ojos, contemplan los colores del nuevo día, presencian la energía, vitalidad, poderío, ternura y belleza en los frutos de su siembra. Se agotan las palabras para describir esa escena de satisfacción, tan solo la imaginación de Safo, Sócrates, Leonardo, Cervantes, Galileo, Dalí y el mismo Einstein podrían recrear la imagen de estos graduados. Sus manos esculpirán las obras del mañana, son ellos arquitectos del nuevo mundo, del nuevo jardín. Para ellos un abrazo, un beso y un aplauso.