Al compartir el pan... Javier Espinosa, op. RE-CONOCER Y RE-CONOCERNOS Estos materiales presentan dos pautas para trabajar en los grupos el autoconocimiento, centrado en el proyecto personal, y el “reconocimiento de Jesús de Nazaret” que nos permita salir al encuentro de “los otros”. Además, el texto del “camino de Emaús” se presta particularmente para que se concluya con la preparación y celebración de la “Fracción del pan”. 1. RE-CONOCER La celebración se mueve en torno a dos centros: un “gesto para re-conocer” y el texto del “camino de Emaús”. El objetivo: propiciar una actitud de búsqueda y reconocimiento que, en concreto, se detenga a reconocer al Resucitado a través de los signos fundamentales que nos ha dejado y de las anteriores experiencias de encuentro con Él. • El gesto: «tratar de re-conocer» Nos resulta conocido y habitual esa especie de juego informal del “dime quien eres”: alguien, a nuestra espalda, nos tapa los ojos con las manos y nos pide que le reconozcamos. Por otro lado, todos hemos tenido alguna “experiencia de ceguera”: momentos en que nos encontramos en zonas de sombra e, incluso, momentos de oscuridad y tinieblas. También conocemos a personas invidentes que viven físicamente esa realidad de modo permanente. A continuación, vamos a tratar de reconocer objetos y personas que nos acompañan día a día. Lo haremos con los ojos vendados y también, siguiendo la pauta del “dime quién eres”, cubriendo con las manos los ojos del compañero o la compañera. Todos participan en todas las acciones, incluida aquélla de ir anotando en una pizarra o en cartulinas cuanto sucede. • Reconocer objetos con los ojos vendados. Imaginémonos que precisamos realizar un aprendizaje semejante al que desarrollan las personas invidentes: es necesario esforzarse para aprender a reconocer, está en juego la autonomía de la propia vida. Se van presentando diversas clases de objetos, intentando que cada cual los reconozca describiendo sus características, funcionalidad, textura, sensaciones de agrado y desagrado, evocaciones que le traen, etc. A la par, se va anotando aquello que cada cual dice. • Reconocer personas: rostro cubierto con las manos y ojos vendados. En primer lugar, se juega al “dime quién eres”. A continuación, algunos voluntarios se tapan los ojos y, uno a uno, intentan reconocer a las personas del grupo; inicialmente a través de las manos y los brazos y, después, a través del rostro. Si no se logra la identificación, se intentará finalmente reconocerlo a través de su voz. Dependerá del grado de relación y conocimiento del grupo para organizar adecuadamente la experiencia (introduciendo las variantes pertinentes -suprimir o añadir elementos como gafas- hacer participar sorpresivamente a alguna persona desconocida, etc.) • Uso de la pizarra para las notas. Se ha de ir anotando cuanto se diga antes, durante y después del gesto; del mismo modo, se tomará nota de los comentarios sorpresivos, las exclamaciones, gritos, preguntas, etc. Todo quedará distribuido en columnas verticales con espacios intermedios vacíos para las columnas que se rellenarán tras la lectura del texto evangélico. 1 • El texto: «camino de Emaús». Se lee el texto de Lucas 24,13-35 en forma dialogada, Después se trata de confrontar las experiencias personales y ello: se releen las anotaciones de las columnas escritas anteriores, tratando de contraponer aquello que nos sugiere en las columnas paralelas vacías. con gestos, pasos, miradas, etc. del grupo con la de Emaús. Para en el desarrollo de los gestos el texto evangélico y anotándolo • Algunas notas para el animador. Puede emplearse el texto de Mt 25,31ss. (“¿cuándo te vimos..?”) como referencia para que el animador realice el comentario al grupo. En cualquier caso, éstas podrían ser algunas de las ideas a subrayar: Hoy existe una necesidad apremiante de reconocer más y antes a las personas que a los objetos: estos últimos se reconocen fácilmente por “ser cosa” que funciona de tal manera; en cambio, las personas suelen esconder dentro lo mejor de sí mismas. El “camino de Emaús” es, antes de nada, un camino de desesperanza: cada paso un desconsuelo; Jesús lleva tres días muerto, mientras esperábamos... Hay una Persona que se hizo el encontradizo y que hoy, como en el camino de Emaús, sigue saliendo a nuestro encuentro. El problema está en que quizá no sea reconocido. El camino de la desesperanza cambia con la resurrección. Aquí, en concreto, el caminar desesperanzado de los discípulos de Emaús da un vuelco a partir del “signo de la fracción del pan”. Dos discípulos han perdido la fe en Jesús por el escándalo de la cruz: Lucas quiere recordar a las comunidades cristianas que al compartir el pan es siempre posible el encuentro con el Resucitado, su reconocimiento para volver a una fe viva. Jesús se hace reconocer, de una manera particular, en los débiles y oprimidos, en los desheredados y más sufrientes... (puede confrontarse el tema con el Magníficat o con el anuncio de la misión en la Sinagoga). • Conclusiones y «celebración de la fracción del pan». Tras la intervención del animador, se da paso a un breve momento de diálogo para preparar las conclusiones. Dicho diálogo puede centrarse en narrar algunas experiencias personales de decepción, confusión, etc., y cómo se logró recapacitar a partir de ellas y esperanzarse de nuevo. Las conclusiones debieran encaminarse a tomar compromisos personales y de grupo para reconocer y hacer presente la Buena Noticia del Reino... No obstante, un compromiso específico bien podría ser el de preparar y celebrar adecuadamente la Eucaristía, siguiendo las “pautas del camino de Emaús”: Liturgia penitencial: la decepción y desesperanza en el camino. Liturgia de la palabra: Jesús comenta las Escrituras. Liturgia del ofertorio: “Quédate con nosotros”. Liturgia eucarística y comunión: “Tomó pan.... Liturgia conclusiva: “Y levantándose...” 2. RE-CONOCERNOS Cualquier re-conocimiento tiene que pasar, antes o después, por re-conocernos y reconocer a los otros. Aquí sólo vamos a dar algunas pistas centradas en el “proyecto 2 personal”: ¿qué quiero hacer de mí mismo en la vida? Éstas pueden ser algunas de las cuestiones a tener en cuenta para la reflexión final (a realizar rellenando el cuadro que presentamos en la página siguiente): • El «proyecto personal» La vida es un camino y, para todo caminante, es fundamental saber a dónde quiere ir. Antes de nada, habrá que tener en cuenta que no hay malos o buenos caminos, si buenos o malos caminantes. Pero para caminar, hay que tener unas metas, unos ideales, unos proyectos, una orientación, una dirección. Y esto, a ciertas edades, no lo da nadie, cada uno tienen que construírselo: o tú arremetes con ello o la corriente te arrastrará. • Primero: ver y juzgar mi situación. Está en saber dónde se encuentra uno: la situación. Para conocerla, habrá que analizarse, ir tomando conciencia. Será cuanto indiquemos en las cuestiones para la reflexión como «ver»: cómo y en dónde estoy, hacia dónde y cómo voy, qué busco y persigo en la vida, qué ideales tengo y qué metas voy alcanzando. Todo ello me va a exigir ir ampliando la ventana de mi conciencia y dejar de actuar sin razones ni motivos. Así me iré autojuzgando: el «juzgar». • Programar las etapas del camino. Se tratará, una vez analizada la situación, de señalar los medios con los que puedo contar, situarte en el marco en el que te mueves y has de moverte y, finalmente, individuar los pasos a seguir. • Algunas características del proyecto. Debe ser concreto y no inabarcable; realista, por arrancar de la situación en cada uno se encuentra; evaluable, al ser posible ver y sopesar de algún modo los avances o retrocesos; y con opciones éticas y religiosas claras. Y, sobre todo, se trata de «actuar». • La grandeza del ideal. “Cuentan que un transeúnte se detuvo ante una cantera donde trabajaban tres compañeros. Preguntó al primero: - ¿Qué haces, amigo? Y éste respondió, sin levantar la cabeza: - Me gano el pan. Lo mismo preguntó al segundo: - ¿Qué haces, amigo? Y el obrero, acariciando la herramienta, explicó: - Ya lo ves; estoy tallando una hermosa piedra. Por fin, se dirigió al tercero: - ¿Qué haces amigo? Y el hombre, alzando hacia él unos ojos de alegría, exclamó: - ¡Estamos edificando una catedral!” Una vez comentados los textos anteriores, particularmente la última parábola (los tres realizan la misma tarea, pero uno “va tirando”, otro encuentra cierto sentido y aquel termina descubriendo su grandeza y dignidad -e incluso, dice “estamos” y no estoy-), contestar a las cuestiones siguientes para, finalmente, abrir el diálogo conclusivo. 3 Elementos de análisis CONMIGO MISMO -Cuerpo (salud, etc...) -Carácter -Inteligencia -Afectividad -Voluntad -Cualidades -Defectos -Libertad/Opciones -Formación CON LOS DEMÁS -Familia -Amigas/os -Compañeros -Grupo -Barrio ACCIÓN/AMBIENTE -Trabajo/estudio -Casa/dinero -Moda/TV -Diversión/Movidas -Tiempo libre/Ocio -Naturaleza CON DIOS -Reconocer su amor -Eucaristía/Oración -Grupo de fe -Reino -María/Comunidad 4 VER ¿Cómo estoy...? JUZGAR ¿Por qué...? ACTUAR ¿Qué hacer...?