Llamado a una Relación El otro día iba andando por la ciudad. Hacía mucho frío y soplaba un viento gélido y me alegré de tener puesto un buen abrigo. Mientras andaba me crucé con un hombre de unos 30 años que hacía footing – llevaba pantalones cortos! Un minuto más tarde me pasó un señor de unos 60 años en bici. Llevaba unas mallas y una camisa. Me quedé impresionado por su disciplina. No sé lo que les motivaba pero su compromiso demostraba que algo les importaba más que su confort, su tiempo libre o su comodidad. Si hubiéramos vivido en los días después del retorno de Jesús al cielo, puede que nos hubiera sorprendido cuan comprometidos estaban los discípulos con Jesús. Su relación con Jesús les importaba más que su familia, que posiblemente les rechazaría, o su libertad, que probablemente perderían, o su vida, que sin duda peligraba. Existían amenazas reales para los cristianos en aquellos días del Imperio Romano. Pero conocer a Jesús tenía algo que hacía que mereciera la pena correr el riesgo. En Juan 14 vemos como era la relación de Jesús con sus discípulos. Imagínalo: Era la noche antes de su crucifixión. Acababa de lavarles los pies a sus discípulos. Judas había salido de la estancia para traicionarle. Justo antes los discípulos habían estado discutiendo sobre quien sería el más importante. Pedro estaba a punto de negar que le conociera. Hombres a quienes él había creado iban a matarle. La mayoría de nosotros hubiéramos abandonado estas relaciones pero Cristo no lo hizo. Cristo les insta a que no dejen que sus corazones se endurezcan. Les pide que confíen en Dios y que además confíen en El. Les dice que les está preparando un lugar y que volverá a buscarles. Cuando nosotros estaríamos rechazándoles, Cristo está acercándose porque les quiere. De nuevo les invitaba al calor de una relación, no a las reglas de una religión. Luego Jesús les dice que Él es el Camino, la Verdad y la Vida y que nadie puede llegar al Padre sino es a través de Él. Jesús era, y es, nuestra única esperanza. Al igual que los discípulos, hemos sido separados de Dios por causa de nuestros pecados y no hay manera alguna de poder vivir una vida lo suficientemente buena como para ganarnos el Cielo. Justo cuando nos damos cuenta de que no podemos alcanzarle, nos hace ver que ya ha bajado Él para alcanzarnos a nosotros. Cristo es nuestro Camino hacia la salvación. Déjeme que te cuente una ilustración para que entiendas esto mejor. Cuando tenía unos 8 o 9 años fui con mi familia de vacaciones. Un día nos levantamos y nos metimos en el coche para visitar un lugar diferente. No estábamos seguros de cómo llegar así que paramos y mi padre, bajando la ventanilla, pidió direcciones. Un hombre se paró y dijo: Siga dos manzanas más abajo, gire a la izquierda. Continue dos millas y luego vuelva a preguntar. ¿Qué clase de respuesta era esa??? Menos mal que Cristo nunca nos dirá, ‘Basta con hacer esto o aquello para un tener un matrimonio feliz. Buena suerte!” y luego da la vuelta y se va. Nunca dirá, “Educa a tus hijos así y ya está. Espero que te vaya bien. Hasta luego!” “Hazlo lo mejor que puedas. Adios!” No! Él llega y nos coje de la mano y dice, “Ven conmigo. Yo te llevaré.” Él es el Camino. Para atravesar cualquier situación o dificultad, Él es el Camino. Cuando nosotros no pudimos llegar a Él, Él llegó a nosotros. Hoy Cristo nos pide que confiemos en Él. No dejes que tu corazón se endurezca. Si te está resultando difícil confiar en Él hoy, te animo a probar un par de cosas. 1. Lee Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Esta parte de la Biblia nos cuenta acerca de la vida de Jesús. Te va a resultar muy difícil confiar en Jesús si no le conoces, así que empieca a leer para ver cómo era. 2. Intenta pasar tiempo con gente que esté cerca de Dios. Muchas veces Dios usa las amistades cristianas y otras relaciones para mostrarnos fe, esperanza y amor. 3. Toma prestada la fe de otros. Habla con otros cristianos para ver lo que Dios ha hecho en sus vidas. Pásate por la biblioteca y saca la biografía de alguien que haya sido usado por Dios de manera increíble. Párate a recordar las veces que Dios ha suplido tus necesidades y te ha sacado de situaciones difíciles. Puede ser que tengas más fe de lo que creías. Ten en cuenta que Jesucristo nos llama a cada uno a una relación continua e intima con El. Para ‘activar ‘esta relación debes admitir que has pecado, debes dejar atrás tus pecados y debes creer que Jesucristo es el hijo de Dios. Debes elegir seguirle con tu vida. Cuando hagas esto, serás perdonado y te convertirás en un hijo de Dios. Si hoy has tomado esta decisión, por favor habla con otros creyente para que podáis celebrarlo juntos.