CLÁSICOS GANADEROS EN LAS VENTAS Baratero, el primer toro que lanzó a la fama el nombre de Victorino. Fue lidiado por Andrés Vázquez el 10 de agosto de 1969 y representa el arquetipo más fiel Albaserrada. Los albaserradas de Victorino Victorino Martín es uno de los nombres míticos de la ganadería brava actual. Su trayectoria, a veces polémica y sinuosa, ha seguido a lo largo del tiempo una línea ascendente en cantidad y calidad. Madrid fue su trampolín de lanzamiento a la fama; nuestra plaza se enamoró con pasión de esta ganadería, pues más allá de maniobras y apoyos mediáticos, sus toros siempre respondieron con bravura en los momentos clave. Paso a paso, los victorinos fueron conquistado las ferias más importantes de España y Francia, hasta lograr un palmarés que muy pocas divisas han superado. Victorino está considerado con toda justicia como un ganadero excepcional y sus toros, a pesar de baches e irregularidades, son el máximo exponente actual de la estirpe Saltillo-Albaserrada. Texto: Joaquín López del Ramo Fotos: Enrique, Martín, Botán, Constante y cortesía del ganadero 20 D on Hipólito Queralt, marqués de Albaserrada, y su hermano el conde de Santa Coloma llevaron de forma conjunta la famosísima ganadería que se anunciada a nombre de éste último. En 1912 adquirieron una cuantiosa fracción de la vacada del marqués de Saltillo y al año siguiente Albaserrada se hizo criador independiente llevándose parte de aquél lote de salti- llos. Su debut tuvo lugar el 16 de abril de 1916 en Sevilla y la presentación en Madrid llegó el 29 de mayo de 1919, tarde en la que se lidió el muy famoso toro Barrenero, que además de llevar por la calle de la amargura a Rodolfo Gaona, pasó a la historia como excepcional, cuando en realidad fue más bronco y descompuesto que bravo. ¡No hay nada nuevo bajo el sol...!. LA ÉPOCA DE ESCUDERO CALVO A la muerte del marqués, en 1920 adquirió su ganadería José Bueno, el cual se presentó en Madrid el 10 de junio de 1921 con una corrida terciada pero muy brava. En 1928 murió don José y la ganadería se dividió entre su viuda, doña Juliana Calvo, que se quedó con el hierro de Albaserrada, y los sobrinos del finado, Roque y Bernardo Escudero Bueno, los cuales acabaron vendiéndola al duque de Pinohermoso. Doña Juliana lidió por ver primera en la capital el 18 de abril de 1929. En 1930 incrementó los afectivos con vacas del conde de Santa Coloma y, con la ayuda de su sobrino Antonio Escudero Calvo, la mantuvo en un alto nivel, contando con el favor de los toreros. En esta época salieron muchos albaserradas de juego excepcional, como por ejemplo Tejedor, premiado con la vuelta al ruedo en Madrid el 19 de junio de 1930. También resultó brava y noble la primera corrida en Las Ventas, que fue estoqueada el 25 de mayo de 1933 por Villalta, El Estudiante y Maravilla. Fallecida Juliana Calvo en 1941, la ganadería pasó a sus sobrinos Antonio, Florentina, Josefa y Andrea Escudero Calvo. Éstos lidiaron de forma conjunta hasta 1945, año en que Andrea se llevó su parte. En esta y la siguiente década, los albaserradas acudieron con bastante frecuencia a Madrid, empezando por la corrida lidiada el 27 de abril de 1947, en la hubo un toro excepcional, llamado Clavelino. En las temporadas de 1948 y 1950 se lidiaron sendas novilladas y en todas ellas hubo reses de juego sobresaliente. Muy buena en conjunto fue la del 19 de mayo de 1950, en la que Julio Aparicio cortó tres orejas y brilló por su extraordinaria bravura y nobleza el novillo Molinero. También sacó buen estilo la novillada del 28 de septiembre de aquél mismo año, en la que fueron ovacionados Cumbrero, Cocinero y Caprichoso. Los hermanos Escudero retornaron a Madrid el 6 de julio de 1952 con una corrida en la que Pablo Lozano triunfó frente a dos toros excelentes, llamados Juzgano y Pajarero, cortando la oreja de éste último. Otro episodio destacado fue la novillada del 23 de agosto de 1953, en la que saltaron dos ejemplares bravos y con calidad, que atendieron por Chivito y Generoso. Si durante la postguerra las figuras siguieron apostando por los albaserradas de Escudero Calvo, incluyendo al propio Manolete, la irregularidad de sus resultados iba en progresivo detrimento de su cartel. El juego de las reses lidiadas en Madrid desde mediados de los 50 fue un buen exponente de ello, pues junto a astados broncos y deslucidos surgieron destellos notables de bravura y clase. Un ejemplo fue la noble y codiciosa novillada del 1 de julio de 1956, en la que actuaron Fermín Murillo, Victoriano Valencia y José Luis Serrano. También es digna de recordar la corrida lidiada el 28 de abril de 1957, en la que cinco toros fueron aplaudidos, de los cuales salieron sensacionales Sardinero y Misterioso. Otros resultados destacables de este periodo fueron el muy bravo novillo Hoyito, corrido el 26 de mayo de 1957, y la novillada que se lidió el 15 de agosto de 1959. VICTORINO EN ESCENA Con la llegada de los años 60 la antigua ganadería de Albaserrada iba a afrontar una etapa decisiva de su historia. En 1960 se puso en venta el lote de Florentina Escudero, que fue adquirido por Victorino y Adolfo Martín, junto a la tercera parte de los derechos del hierro. Los Martín lidiaron su primera novillada (aún a nombre de Escudero Calvo) el 30 de abril de 1961 en Zaragoza, y debutaron en corrida de toros el 30 de agosto de ese año en San Sebastián de los Reyes con Antonio Bienvenida y Antoñete, quienes salieron en hombros. Los hermanos Escudero lidiaban de forma separada de Victorino, y en aquellos inicios de los 60 enviaron un par de encierros en Madrid y varios sobreros, que paradójicamente fueron los que mejor juego dieron. Fue el caso del magnífico toro Boticario, al que Fermín Murillo cortó una oreja el 30 de abril de 1961, y de Presumido, también desorejado por El Viti el 13 de mayo del mismo año en la corrida de su alternativa. En 1962, los hermanos Martín adquirieron el segundo lote de albaserradas a Josefa Escudero Calvo. En los años siguientes sus reses se jugaron por diversas plazas, y el 19 de junio de 1965 pudieron debutar a su nombre en Madrid con una novillada. Por fin, a finales de 1965 se hicieron con la totalidad de la ganadería tras adquirir la parte de Antonio Escudero. Así, el hierro y divisa de Albaserrada pasaron a su anunciarse a El Viti templando la embestida de Presumido, sobrero de Escudero Calvo al que cortó una oreja en la tarde de su alternativa. 21 CLÁSICOS GANADEROS EN LAS VENTAS 1973 y 1974, pero en 1975 se inició la etapa de consagración definitiva de la ganadería en Madrid. Tres ejemplares marcaron este momento: Jaquetón, Bodeguero y Conducido, premiados con la vuelta al ruedo y el trofeo al más bravo de San Isidro en las ferias de 1975, 1976 y 1978, respectivamente. También es remarcable el hecho de que la ganadería lidió otras corridas durante este periodo, incluídas varias de la Prensa, y en ellas los resultados fueron mucho menos positivos, bien fuera por mal estilo, genio o flojedad. Largura y temple en este natural de Ortega Cano al toro Belador, indultado el 19 de julio de 1982. nombre de sus nuevos propietarios. Además del ganado, se quedaron con la finca “Monteviejo”, donde pastaban los toros desde la época de José Bueno y continúan haciéndolo hoy. Los Martín vendían con mucha dificultad sus albaserradas. En 1968 la situación era crítica, y Victorino tuvo la idea desesperada de ofrecer una corrida de toros gratis para que la mataran en San Isidro Palomo Linares y El Cordobés. Obviamente, era una jugada publicitaria, pero el ganadero consiguió llamar la atención y gracias a ello pudo lidiar ese año tres corridas en Las Ventas, muy desiguales en edad, tipo y carácter, en las cuales destacaron dos toros: Domadito, jugado el 8 de septiembre, y Barquillero, unos días después. Otras tres corridas echaron en Madrid los ganaderos de Galapagar el año 1969. En la primera hubo un toro muy bueno, llamado Guerrillero, y en la segunda otro sensacional, que supuso el primer éxito realmente impactante de Victorino. Fue el bravo y noble Baratero, premiado con la vuelta al ruedo y al que Andrés Vázquez cortó las dos orejas el 10 de agosto de 1969. El torero zamorano sintonizó a la perfección con Victorino y el 2 de mayo de 1970 se encerró en Las Ventas con seis toros de esta divisa, a uno los cuales, Pajarero, se le dio también la vuelta al ruedo. En septiembre de ese mismo año se jugó en Madrid otro toro muy importante: Mediaonza, al que Jerezano cortó las dos orejas. Por aquellos tiempos, los nuevos capitostes de la prensa taurina iniciaban la campaña a favor de un supuesto “purismo”, que coincide con los intereses económicos de algunos grandes empre- 22 sarios. La estrategia era glorificar al torero modesto y al toro destartalado y barato, denigrando a las figuras y las ganaderías punteras. En este contexto, los críticos demagógicos tomaron por bandera al Victorino populachero y hablador, y éste se aprovechó de ello inteligentemente para adquirir protagonismo y popularidad. CONSAGRACIÓN EN MADRID En 1971 Victorino lidió en Las Ventas las corridas del Montepío de toreros y de veterinarios; en ésta última obtuvo la vuelta al ruedo el toro Cigarrero. El debut en San Isidro se produjo el 28 de mayo de 1972, en un mano a mano entre Antonio Bienvenida y Andrés Vázquez, que cortaron una oreja a los buenos toros Playito y Cordonito. Bajó notablemente el rendimiento de los victorinos en las ferias de San Isidro de El primer San Isidro de los 80 trajo para el criador de Galapagar la vuelta al ruedo del toro Bustillo y la salida a hombros por la puerta grande junto con Ruiz Miguel, como ya ocurriera en 1978. La temporada de 1982 resultó trascendental para esta ganadería gracias a dos éxitos en el ruedo de Las Ventas. Primero fue la famosa tarde del 1 de junio, con Ruiz Miguel, Esplá y Palomar en el cartel, que se saldó con vuelta al ruedo para el toro Director y la salida en hombros de los tres toreros y el ganadero. Este festejo tuvo una enorme repercusión al ser televisado en directo y muchos lo denominaron como “la corrida del siglo”. El otro acontecimiento del año fue el indulto de Belador, lidiado por Ortega Cano en la corrida-concurso de la Prensa celebrada el 19 de julio, que además estuvo durante varios años como semental con excelentes resultados. Aun con sus habituales desigualdades de presentación y comportamiento, los victorinos siguieron cosechando éxitos en Madrid a lo largo de esta década. La Cumbrecillo, un toro bello y bravo al que cortó las dos orejas El Niño de la Capea en la corrida de la Prensa de 1988. corrida más completa fue la celebrada el 16 de septiembre de 1984; en ella se le concedió la vuelta al ruedo al toro Buscador y Victorino fue sacado otra vez en hombros con Ruiz Miguel y Víctor Mendes. Sin salir de Las Ventas, en estos años hubo muchos ejemplares de juego sobresaliente, como Bolichero, lidiado por Ruiz Miguel en 1983; Vencedor y Pesonero, corridos el 14 de septiembre de 1985; Ventolero, mejor toro de la feria de San Isidro 1986 y Lagartijo, jugado en la misma corrida; Emboscado, estoqueado en la feria isidril de 1988; Cumbrecillo, al que Capea cortó las dos orejas tras una gran faena en su encerrona con seis victorinos el 28 de junio de 1988; Milanero, vuelta al ruedo en el San Isidro de 1989, dentro de una corrida que fue premiada como la mejor de la feria; Matador, al que Roberto Domínguez desorejó doblemente el 29 de junio de 1989 en la corrida de la Prensa y también fue premiado con vuelta al anillo; Borrador, toro de gran clase al que Curro Vázquez cortó las orejas el 30 de septiembre de 1989 y Madroñito, cuyos dos apéndices paseó en triunfo Ruiz Miguel en su despedida de 1989. EL CENIT DE LOS ALBASERRADAS A finales de los años ochenta, Victorino Martín y sus hermanos Venancio y Adolfo acordaron la disolución de la empresa familiar que compartían, a la que estaban adscritas las fincas y la ganadería brava. A raíz de ello, Adolfo se independizó como ganadero titular en 1990. Por entonces los victorinos habían evolucionado muy a mejor, pues sin perder su vivo picante, se empleaban con más profunda bravura, con nobleza y hasta con clase. Coincidiendo con ello, los pitones de algunos toros dieron “positivo” en los extraños análisis veterinarios de detección del afeitado. Por esas paradojas de la vida, el ganadero que más habá clamado contra la manipulación estaba ahora bajo sospecha de los inquisidores. Victorino no lo toleró y, como podía permitírselo, decidió lidiar la camada de 1990 en Francia. A modo de reivindicación, en 1991 volvió a Madrid en un festival que estoquearon Esplá y Mendes, y allí saltó un gran toro llamado Gaditanillo. Ausente en 1992, nuestro hombre lidió en Las Ventas dos corridas de regular juego el año 1993. Sus comparecencias en las siguientes temporadas alcanzaron un tono progresivamente me- La sensacional embestida de Murciano, uno de los toros más importantes de la historia de esta ganadería, que fue lidiado en San Isidro de 2002 por Luis Miguel Encabo. jor, marcado por varios toros excelentes, como Mosquero, en 1994; Portillo, jugado en San Isidro de 1995; el muy bravo Gallito, en la de 1996, o Moñudo, gran ejemplar estoqueado el 4 de octubre de 1996. La feria de otoño de 1997 supuso el reencuentro triunfal de Victorino con la plaza de Las Ventas como en los mejores tiempos, sobre todo gracias a la lidia de tres toros formidables Vencejo, Pocero y Hebreo, galardonado con la vuelta al ruedo; al éxito de los albaserradas se sumó la salida por la puerta grande de Manuel Caballero. En las temporadas de 1998 y 1999 la ganadería de Victorino Martín alcanza cotas extraordinarias de juego y una regularidad asombrosa. En 1998 se lidian en Madrid tres corridas y en todas salen toros de gran bravura, sobre todo Escamón, en San Isidro, Corretón, en la Beneficencia, Mirón y Heladero, en la feria de otoño. Luis Francisco Esplá corta las orejas de Portillo en la feria de otoño de 1999, año en el que quedan para el recuerdo otros dos grandes toros: Pestiño y Pestañoso. Se repiten los éxitos en Las Ventas durante los años 2000, 2001 y 2002 con ejemplares de gran nota, como Cobrador, Herrador, Muchacho o Bodegón; pero sobre todos destaca el excepcional Murciano, que lidia Encabo en San Isidro de 2002 y, aunque es premiado con la vuelta al ruedo, merece con creces del indulto. Culmina este periodo en 2003 con la magnífica corrida del 7 de junio, en la sale un ejemplar de gran nota llamado Platirrino, y la de la feria de otoño, donde Ferrera se lleva el premio gordo con los toros Miguero y Verdinegro. Las corridas lidiadas en Madrid durante las últimas temporadas han ofrecido resultados más desiguales, tanto en juego como en presentación. Entre los toros de éxito claro, no siempre aprovechados, recordamos a Bombonero, en San Isidro de 2004; Subordinado, lidiado por El Cid en 2006; Bravío y Barbacano, corridos el 2 de junio de 2007; Colombiano, en la feria isidril de 2008; la excelente corrida de la feria de otoño del mismo año y el bravo y temperamental Plumero, que le tocó a Diego Urdiales el 4 de octubre de 2009. Esta ha sido hasta la fecha la última tarde de los victorinos en Madrid, ya que por decisión de los ganaderos, se han ausentado de nuestra plaza en las temporadas 2010 y 2011, lo cual a buen seguro será un repliegue transitorio. El balance de este medio siglo que Victorino lleva al frente de los albaserradas resulta de una contundencia abrumadora. Es casi seguro que de no ser por este hombre, la brava sangre Albaserrada habría desparecido del campo bravo. Aparte de ello, es evidente que ha dado uniformidad a lo que en origen eran tres vacadas casi abandonadas, que domina totalmente su ganadería, y, sobre todo, la ha mantenido en un extraordinario nivel de juego durante todos estos años, desde hace más de dos décadas con la fundamental intervención de su hijo del mismo nombre. Este milagro sólo lo han logrado los más grandes ganaderos de la historia, y en ese reducido círculo figura ya por derecho propio el inteligentísimo “paleto” de Galapagar. 23