EL MUNDO, JUEVES 10 DE MAYO DE 2012 4 SAN ISIDRO VICTORINO MARTÍN Ganadero La cultura del toro «Haría la guerra por mi cuenta antes que entrar en un G-10 de ganaderos» JAVIER VILLÁN La legendaria ganadería regresa a ‘su’ Madrid tras casi tres años de ausencia coincidiendo con el 30º aniversario de la ‘Corrida del siglo’ y del toro ‘Velador’, él único indultado en la historia de Las Ventas LUCAS PÉREZ / Madrid Hace tres años, un problema sanitario dejó diezmanda a la ganadería de Victorino Martín. Un grave contratiempo que le obligó a tomar, quizá, la decisión más dolorosa de toda su vida: renunciar a su plaza de Madrid. Ahora, en pleno proceso de recuperación, la espera llega a su fin. Victorino se ve preparado para regresar con una corrida de garantías justo en el año en el que se cumplirá el 30º aniversario de la apoteósica Corrida del siglo con Ruiz Miguel, José Luis Palomar y Luis Francisco Esplá y del indulto del toro Velador. Pregunta.– ¿Se siente uno vacío sin lidiar en Las Ventas? Respuesta.– No sé si vacío, pero sí que nos faltaba algo. No hay que olvidarse de plazas como Bilbao, Sevilla o Santander a las que les doy las gracias, pero no cabe duda que Madrid es nuestra plaza. No hay nada como saber esperar tu momento. Además, a toro pasado, creo que tomamos una decisión acertada. P.– ¿En qué momento se encuentra la ganadería? R.– Volvemos con total responsabilidad y sabiendo de las exigencias de Madrid con sus hijos predilectos. Vamos a por todas, a seguir manteniendo nuestro prestigio. P.– ¿Teme un recibimiento hostil por quienes no entendieron su negativa a Madrid? R.– No. La de Las Ventas es una afición inteligente y sabe quién le engaña y quién no. Y nosotros siempre hemos dado la cara. Si no hemos venido es porque de verdad no hemos podido. P.– Para el aficionado, un San Isidro sin Victorino es un San Isidro incompleto pero, ¿qué es para Victorino una Feria sin figuras como Ponce, José Tomás o El Juli? R.– Caprichos los justos. Lo importante es el toro y hombres capaces de jugarse la vida. A veces las figuras rutilantes no se justifican en muchas cosas. No hablo de esos nombres en concreto pero si para que estén los mejores hay que dejar los valores eternos del toro a un lado, prefiero una Feria con desconocidos. Los valores de la Fiesta no se pueden prostituir. P.– Se cumplen 30 años de la Corrida del Siglo. ¿Victorino Martín es quien es por aquella tarde? R.– Para nosotros, Madrid es mucho más que aquella tarde. Sin duda ha sido la que más repercusión tuvo pero para mí hay tardes mucho más importantes que aquella. Madrid es debutar en abono en el 72 con cuatro toros de vuelta al ruedo, es el indulto de Velador ese mismo año... La Corrida del siglo es la culminación a un trabajo, un reconocimiento a una filosofía. Fue la Victorino Martín padre e hijo, en su finca, junto al toro ‘Velador’ indultado en Madrid hace 30 años. / A. XOUBANOVA guinda, pero el pastel lo completan muchas más cosas. P.– ¿Ve posible que se repitan tardes así en estos tiempos? R.– Seguro que sí. Se repetirán. De hecho, en 2003, si Esplá, El Cid y Robleño aciertan con la espada estaríamos hablando de una corrida más apoteósica que aquella. P.– Carlos Núñez, presidente de la Unión de Criadores de toros de Lidia (UCTL), aseguró hace poco que la situación del campo bravo es «caótica». ¿Es así? «La afición de Madrid es sabia, sabe quién le engaña y quién no. Nosotros siempre hemos dado la cara» «Si para que estén las figuras hay que prostituir los valores del toro, prefiero una Feria con desconocidos» «La ‘Corrida del siglo’ fue la guinda, el reconocimiento a un trabajo, pero el pastel lo completan más cosas» Esplá,RuizMiguel,PalomaryVictorino:la‘Corridadelsiglo’. / BOTÁN R.– Totalmente. El campo es la Cenicienta de esta sociedad. Por desgracia, los que vivimos de él tenemos una vida muy esclava, en la que no tenemos vacaciones y en la que hay que luchar mucho. P.– ¿Y cómo se mantiene la ilusión para seguir? R.– Pues con mucha afición y gracias a las pequeñas alegrías que te dan tus toros y sabiendo que hay gente que te apoya, que te admira y que cree en ti. P.– Preocupa la situación general de la Fiesta. R.– Preocupa la situación del país. Mucha gente no va a los toros porque económicamente no puede. Hay afición pero sí existe falta de divulgación del toreo. Ha habido muchos intereses, algunos bastardos, y se atacaba a la Fiesta por lo que ella representa. Hay que entonar el mea culpa entre los profesionales por no saber expresar lo que esto representa. P.– ¿Y cúal es la solución? R.– Recuperar los valores esenciales. Se ha perdido repetir al torero y a la ganadería que triunfan. Se ha perdido reconocer a los que han dejado su sangre. El mercantilismo se impone a estos aspectos más románticos. P.– ¿Estaría Victorino en un hipotético G-10 de ganaderos? R.– Preferiría hacer la guerra por mi cuenta antes que verme en situaciones como las que se han dado con el G-10. Pueden tener razón en un alto porcentaje de lo que plantean, pero se equivocan en cómo plantearlo. La «cultura del toro» no es lo mismo que «los toros en la cultura». Aquélla es una necesidad de supervivencia: el viejo y querido torismo; la segunda es una tradición, con frecuencia una abstracción. Está bien cultivar las raíces culturales de la Fiesta. Pero, como dice Zabala de la Serna, importa más la economía, la autonomía de la Fiesta: la solidez de sus fundamentos. Los victorinos vuelven a Las Ventas, tras un tiempo de exilio, bola negra u ostracismo. Victorino Martín ha pegado algunos petardos muy sonoros y ha pagado por ello. Prefiero un petardo de Victorino, a la exaltación de juampedros, clones y derivados. El mejor escribano echa un borrón. Borrón y cuenta nueva y a reconciliarse con la afición que lo encumbró; porque a la afición le gustan los albaserradas de Victorino y celebra la vuelta de Victorino: es la filosofía del toro íntegro, enrazado, poderoso. La relación de toros y cultura está archidemostrada y a la gente le importa un carajo. La gente quiere ver toreros sin trampa, figuras y no figurones y artistazos o charlatanes. Se cumple medio siglo del ganadero de Galapagar que, contra viento y mareas, ha reivindicado la casta del toro de lidia. Se cumplen 30 años también de la llamada Corrida del siglo, con Ruiz Miguel, Luis Francisco Esplá y José Luis Palomar. Todos a hombros, incluido el ganadero y el mayoral. Faltó poco para que la multitud, enfervorizada, alzara también a areneros, monosabios y capitalistas que pasaban por allí. Los sucesos del siglo es lo de menos. Cada año hay varios partidos de fútbol del siglo y alguna corrida; éstas menos, porque la situación no da para tanto. Importa una idea de toro, aunque los victorinos ya no sean los mismos: las míticas alimañas así bautizadas por el máximo especialista en alimañas, Ruiz Miguel. Frente a sus toros se han labrado leyendas consistentes, guste más o menos su toreo, del último medio siglo: Ruiz Miguel, Andrés Vázquez, Esplá, Niño de la Capea, El Cid y otros cuantos. ¡Bienvenido Victorino! Nunca más pediré, como contraste de categoría, un mano a mano entre Ponce y José Tomás en Las Ventas. ¡Qué barbaridad! Pero a lo mejor es el momento de pedirlo entre José Tomás, que sigue por libre, y Juli, que va de «represaliado» por su liderazgo en el G-10 superferolítico y chipirifláutico. Mejor una corrida de seis toros para Juli. Hoy le entregan a Tomás el Paquiro, el más grande premio de la cristiandad taurina, que Tomás suele donar a noble beneficio. Yo le preguntaría por esa fantástica posibilidad de los victorinos, sólo o en campañía; pero a lo peor sale al quite el flautista, su apoderado, y tenemos un enganchón. Lo que sí me propongo, desde ahora, es defender el Paquiro del próximo año para los 50 años de ganadero del campesino de Galapagar. Entre los buenos aficionados, Victorino Martín representa «la cultura del toro», que no es lo mismo que «los toros y la cultura». Todos saben que la corrida es cultura y, como el flamenco, al decir de Lorca, cultura de la sangre, la que se lleva en las venas y el espíritu. Resulta cansino y estéril reivindicar la corrida como parte de la cultura española. Es una obviedad; y cuando se insiste en las obviedades algo huele a podrido en Dinamarca (Hamlet). El problema de los toros no son los nacionalismos; y menos la cultura: es la afición en declive. Los intelectuales a la violeta soslayan el problema principal, que son varios: el toro, el cáncer interno, las corruptelas de la Fiesta. That is the question. ¡Viva Victorino!