LUISA DE MARILLAC ELISABETH CHARPY, H.C. ¿Quién es esta mujer? La familia De Marillac ocupa un lugar importante en el reino de Francia. Guillermo, el abuelo de Luisa, fue Superintendente de Finanzas. El tío y tutor de Luisa, Miguel de Marillac, es Guardasellos en el momento de ascender Richelieu. Le sobreviene la destitución tras la «Jornada de los Engaños», uno de cuyos principales instigadores había sido él, junto con su medio-hermano, el Mariscal de Marillac. Luisa nace el 15 de marzo de 1591. Se ignora el nombre de la madre. Louis, su padre es viudo. Desposará 3 años después a Antoinette Le Camus, viuda y madre de 3 hijos. En sus más tiernos años, Luisa es confiada al real próximo a París, monasterio donde de las Poissy, religiosas dominicas educan a algunas niñas de la nobleza. Allí recibirá Luisa una formación a la vez espiritual y humanística: aprende a leer y escribir, y a conocer y orar a Dios. Cuando tiene unos 12 años, la llevan a París y la colocan en un pensionado de doncellas, que dirige «un ama hábil y 1 virtuosa.» Resulta difícil saber lo que decidió el cambio: ¿fue que el padre atravesaba una grave crisis financiera? ¿Fue el tutor, tras sobrevenir en 1604 la muerte del padre? El estilo de vida era ahora muy distinto: aquel pensionado sobrevivía penosamente. Allí descubre Luisa la pobreza, y aprende todo cuanto necesita una mujer para sostener su hogar. En 1606, Luisa va en la larga procesión que conduce a las religiosas capuchinas hasta su nuevo monasterio parisino de la calle de San Honorato. Brota 1 Gobillon, La Vie de Mademoiselle Le Gras, Pralard, París 1676, 7. en su intimidad el deseo de consagrarse a Dios dentro de aquella vida de pobreza y de trabajo manual. Como tantas hijas del siglo XVII, Luisa no puede ella sola decidir qué estado de vida elegirá, sino que ha de ser autorizada por su tutor. Miguel de Marillac la remite al Provincial de los Capuchinos, Padre De Champigny. Éste se manifiesta contrario a la petición, alegando la delicada salud de Luisa. Declara: «Dios tiene otros designios para usted».2 La joven Luisa siente un gran desconcierto. De acuerdo con lo acostumbrado en el siglo XVII, su tutor decide entonces casarla. El desposorio tiene lugar en París, iglesia de San Gervasio, el 5 de febrero de 1613. Luisa de Marillac se convierte en la esposa de Antoine Le Gras, escudero, secretario de los despachos de la reina. No siendo el marido un simple burgués, Luisa ostentatará el título de Señorita Le Gras, pues la titulación de Señora se reserva a las damas de la nobleza. En la mansión de los Le Gras reinan durante algunos años la dicha y la holgura. El 13 de octubre de 1613 nace un hijo, Miguel. Es una gran alegría para los esposos. Pero la situación cambia en 1622. La enfermedad altera el carácter de Antonio: se hace irritable y exigente. Luisa está inquieta y confusa; es presa de la ansiedad: ¿será ella la causante de esa enfermedad? ¿Deberá ver ahí el dedo de Dios, quien la castiga por serle infiel y no haber respetado la promesa de hacerse religiosa? Su alma es invadida por la noche. Cae poco a poco en un estado de depresión, pese al apoyo y la animación de su director espiritual el Padre JeanPierre Camus, predicador muy estimado y amigo de Francisco de Sales. El domingo 4 de julio de 1623 vive Luisa una experiencia del todo peculiar. En ese día de Pentecostés se manifiesta a ella la luz de Dios: «En un mero instante, quedaron esclarecidas las dudas de mi espíritu.»3 A las dudas que la habían atenazado durante meses, Dios hace que sucedan las certidumbres. Ella quería dejar al enfermo marido: y entiende que debe permanecer junto a él, quien la necesita más que nunca. Se culpaba de infidelidades, habiendo prometido a Dios consagrarse a Él en el monasterio de las religiosas capuchinas: pues bien, entiende que un día le será dado consagrarse a Dios sirviendo a los pobres, y vivir en una comunidad de nuevo estilo. Había comenzado a dudar de la existencia de Dios; esta iluminación consolida su fe. Con amor y ternura, Luisa acompaña al marido hasta la muerte, que sobreviene el 21 de diciembre de 1625. Empeoran las finanzas de Luisa, pues era el marido quien aseguraba la vida de la familia. Tiene que dejar la mansión, ubicada junto a la iglesia de San Nicolás de los Campos, y arrendar un alojamiento en la 2 3 Ibídem 9. Santa Luisa de Marillac. Correspondencia y escritos. CEME 1985, 11. calle San Víctor, no lejos del Colegio de los Buenos Hijos, donde reside entonces el señor Vicente de Paúl, su nuevo director espiritual. La involucración en las Cofradías de la Caridad, asociaciones caritativas que había fundado Vicente de Paúl en 1617, hace que Luisa de Marillac salga fuera de sí misma y se preocupe de otros. El señor Vicente, descubridor de tan rica personalidad, la convierte en colaboradora de la obra de las Cofradías. Cuando en 1630 llegan a París algunas campesinas para asistir a las Damas de la Caridad en los bajos y humildes servicios que requiere el estado de los enfermos, Vicente de Paúl pide a Luisa de Marillac que las acoja, las forme, y les dé seguimiento. Al espíritu de Luisa va poco a poco imponiéndose la necesidad de reunir, en una cofradía distinta de la de las Damas de la Caridad, a estas campesinas ansiosas de ahondar el sentido de su compromiso. El 29 de noviembre de 1633 ve la luz la Compañía de las Hijas de la Caridad. Se llamará corrientemente a esas Hermanas, Hermanas de San Vicente de Paúl. Luisa de Marillac dirige durante 27 años este nueva comunidad, cuya formación humana y espiritual asegura. El 25 de marzo de 1642, Luisa de Marillac, junto con otras 4 Hermanas, se compromete por voto al servicio de Cristo en los pobres. Muy pronto llegan las llamadas de diferentes Cofradías de la Caridad, primero las de París y luego las de otras poblaciones, solicitando el envío de Hijas de la Caridad, para que socorran a los pobres. La respuesta sólo va a ser posible, cuando se trate de pobres privados de recursos. Se amplían las prestaciones de las Hijas de la Caridad: visita y atención a los enfermos, a domicilio y en el hospital; rescate y crianza de niños abandonados; escolarización de niñas pobres en áreas rurales, atención a los galeotes enfermos… etc. Los años 1644-1649 son de áspera prueba para Luisa. La Compañía de las Hijas de la Caridad atraviesa una época difícil: se despiden no pocas Hermanas, fracasan varios establecimientos de la comunidad. Luisa de Marillac se siente gravemente responsable de todos estos infortunios. Su hijo Miguel, cuyos estudios debían prepararle para la ordenación sacerdotal, desaparece sin dejar rastro: va a vivir con mujeres. ¡Qué revés para la desolada madre! El desposorio de Miguel, en enero de 1650, la apacigua y depara a ella la alegría de una nieta, Luisa-Renata, que viene al mundo en octubre de 1651. La guerra civil de La Fronda, los años 1648 a 1652, origina una multitud de pobrezas: matanzas, violaciones, saqueos de cosechas que dificultan el aprovisionamiento: en París se instauran las sopas populares. Sin amparo alguno andan por calles y campos turbas de niños huérfanos: se abren para ellos lugares de acogida que los reciben. En 1653, cuando se reanuda la guerra con España, la reina Ana de Austria pide el envío de Hijas de la Caridad a los campos de batalla, para que asistan a los soldados heridos y moribundos. La oración y meditación de Luisa de Marillac se orientan hacia Jesucristo, hombre que vive entre los hombres. Jesús proclamó su amor hacia todo hombre por su vida, muerte y resurrección. En sus cartas a las Hermanas, Luisa de Marillac las induce a ahondar su compromiso, y las anima a releer su vida con la mirada puesta en el Evangelio. Para evitar que algún día fuese enclaustrada esta nueva comunidad, la cual vive en pleno mundo, Luisa de Marillac persuadió a Vicente de Paúl que aceptase la responsabilidad del grupo, sustrayéndolo, de este modo, a la jurisdicción de los obispos. Recordaba cómo, por intimación del obispo de Lyon, Francisco de Sales tuvo que imponer la clausura a las religiosas de la Visitación, quienes, en consecuencia, cesaron de ir junto a los enfermos y los pobres. Luisa de Marillac muere el 15 de marzo de 1660, algunos meses antes que Vicente de Paúl. La asisten en su agonía y oran con ella el hijo, la nuera, y la nieta, de 9 años, algunas Damas de la Caridad y numerosas Hijas de la Caridad. Su cuerpo es inhumado en el cementerio entorno a la parroquia de San Lorenzo, en París. Más adelante se trasladarían sus restos a la casa-madre de las Hijas de la Caridad. Luisa de Marillac es canonizada por Pío XI el 11 de marzo de 1934. En febrero de 1960, Juan XXIII la declara patrona de todos cuantos se entregan a las obras sociales cristianas. (Tomado de: Prier 15 jours avec Louise de Marillac. Nouvelle Cité 2006, pp 915). Traducción de Luis Huerga