SÍNTOMAS CLAVE De acuerdo con el estudio The impact of child sexual abuse: a review of research, de los investigadores Browne y Finkelhor, publicada en Psychological Bulletin en 1986, el conjunto de síntomas aceptados para tipificar los efectos del abuso sexual con los niños comprende: • Miedo: reacción inicial más común. Es necesario prestarle mayor atención a niños que expresan miedo o ansiedad extrema. • Incapacidad de confiar: debido a la traición que el niño ha sufrido por parte de un adulto, el niño está seriamente limitado para volver a confiar. Esta traición puede afectar sus relaciones futuras de diversas formas. • Cólera y hostilidad: el menor rara vez puede canalizar su cólera con el agresor, así que la dirige hacia los demás, sin embargo, en casos en donde el abuso lo produjo una persona fuera del entorno familiar, puede tener la oportunidad de expresar su cólera o enojo hacia el agresor. • Conducta sexual inapropiada: los niños víctimas de abuso sexual pueden tratar de mostrar o decir a los demás lo que les hicieron haciéndolo o actuándolo en público. • Depresión: dada la imposibilidad de expresar el enojo sobre lo que les han hecho, el niño puede llegar a la depresión clínica, mostrando signos 12 • SIGLO NUE V O de restricción emocional, de afecto plano o inexistente, entre otros. • Culpa o vergüenza: puesto que los niños son por naturaleza egocéntricos pueden asumir erróneamente la responsabilidad de lo sucedido. • Problemas en la escuela: puede presentarse un repentino descenso del desempeño del menor en la escuela, sin embargo, no siempre es así, puesto que el menor puede encontrar cierta seguridad en la estructura del entorno escolar. • Problemas somáticos: los menores que han sido sexualmente agredidos pueden interiorizar el trauma y pueden mostrar diversos síntomas como dolores de cabeza o de estómago sin ninguna causa orgánica. • Problemas para dormir: frecuentemente sufren de dificultad para dormir, terror a dormir solos, pesadillas o incluso terrores nocturnos. En algunos casos, incluso cuando el niño informa que ha sido agredido sexualmente por un adulto, se considera que miente mientras no se pruebe que dice la verdad, cuando debería ser al revés • Problemas con la comida: un repentino aumento o descenso del apetito o el atesoramiento de alimentos. • Conducta fóbica o evasiva: pueden desarrollar diferentes fobias o terror al ir a la escuela o hacia alguien que tenga un parecido al agresor. • Conducta autodestructiva o tendencia hacia los accidentes: estos pueden ser salidas para los sentimientos de culpa o vergüenza del menor. Muchos niños se sienten devaluados o dañados y su conducta adquiere esta forma. • Conducta de escape: los niños más grandes o adolescentes pueden intentar sobreponerse a esta situación escapando de casa. NEGACIÓN POR PARTE DE LOS PADRES Muchos padres tienden a subestimar la profundidad del trauma psicológico que resulta de una agresión sexual. La subestimación probablemente provenga del deseo de que este hecho nunca hubiera pasado o de la culpa o vergüenza que pueden sentir ante lo ocurrido. Esta manera de los padres de percibir las cosas puede hacerles pensar erróneamente que su hijo o hija no necesita tratamiento porque no ha sido dañado por la agresión, e incluso que ellos mismos pueden “resolver” la situación; esto les permite mantenerlo en privado y escudarse respecto a la gravedad del trauma. Es así como un deseo fantasioso por parte de los padres puede impedir que el menor reciba la atención y el tratamiento adecuado y a tiempo. Otra forma de negación que suelen presentar los padres es pensar que el menor olvidará lo ocurrido, de esta manera le dan mensajes indirectos o muy directos: “olvida lo ocurrido”, “no hables más del tema” o “sácalo de tu cabeza”. Esta actitud, tal vez con buena intención, pero