Kapitel03 10.01.2007 14:00 Uhr Seite 4 Los tres varones en el horno de fuego Daniel 3 24 El rey Nabucodonosor hizo erigir una enorme estatua de oro y ordenó que todo el pueblo adorase al ídolo. Los tres amigos de Daniel no obedecieron ese mandato. Antes que inclinarse ante el ídolo estaban dispuestos a morir. El rey iracundo los mandó detener y como castigo los hizo echar al fuego de un horno. Con el firme convencimiento que los caminos de Dios son los correctos, los tres se encomendaron a la voluntad del Padre. El Señor estaba cerca de ellos en la figura de un ángel. Él salvó a los tres, y por su fe y su confianza en Dios no sufrieron daño alguno. Los niños experimentan que la confianza total en Dios desencadena fuerza, firmeza y perseverancia. Los niños aprenden a conocer a Dios como salvador en situaciones desesperadas. D espués de algún tiempo, reinaba gran desconcierto en Babilonia. El rey Nabucodonosor había hecho erigir una estatua de oro de treinta metros de altura y tres metros de ancho. El día de la inauguración había llegado y las personalidades importantes del país, los príncipes y sirvientes reales estaban invitados a una gran fiesta. Los tres amigos de Daniel, Sadrac, Mesac y Abed-nego, también se encontraban entre los invitados; Daniel no pudo estar presente. Todos se hallaban reunidos ante el gigantesco y reluciente ídolo. Nabucodonosor estaba orgulloso y sonriente al lado de la estatua; un pregonero anunciaba a viva voz: «¡Escuchad el mandato de nuestro gran rey Nabucodonosor! ¡Tan pronto como escuchéis la música arrodillaos y adorad esta imagen de oro! ¡Quién no obedezca, será castigado con la muerte y arrojado al horno de fuego!». Cuando resonó la música todos se arrodillaron ante la estatua dorada y en el rostro de Nabucodonosor se observaba gran satisfacción. De pronto algunos sirvientes se levantaron y se presentaron ante el rey diciendo: «Poderoso rey, tú has ordenado que adoremos la estatua dorada, pero hay tres príncipes, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que no se arrodillan y no adoran tu estatua». 1 El rostro de Nabucodonosor se turbó. «¿Cómo?», gritó a los que le rodeaban. «¿Mis órdenes no se cumplen? ¡Traed inmediatamente ante mí estos tres malhechores!». Los tres varones fueron llevados ante Nabucodonosor. «¿No adoráis a mis dioses? Os voy a dar una última oportunidad para cumplir con mis órdenes, de otro modo, ya conocéis mi castigo; el fuego os quemará. Nadie os podrá salvar porque yo aquí soy el más poderoso ». Sin embargo, Sadrac, Mesac y Abed-nego se acercaron con aplomo a Nabucodonosor replicando: «Oh rey, no queremos pelear contigo. Nosotros sabemos que tú nos puedes hacer arrojar al horno, pero si es la voluntad de Dios, Él nos puede salvar. Y aunque no nos salve, no adoraremos al ídolo dorado. Sólo adoramos a nuestro Dios, que ha creado el cielo y la tierra». La gran confianza que los tres varones mostraron en Dios, hizo enrojecer de ira a Nabucodonosor. «¡Guardias!», gritó Nabucodonosor presa de ira, «¡atad a estos tres traidores, calentad el horno siete veces más de lo habitual y echadlos dentro!» Se escuchó un murmullo entre la muchedumbre. 23 Kapitel03 10.01.2007 14:00 Uhr Seite 5 El amado Dios está cerca de los suyos – Daniel Los tres varones fueron echados al horno de fuego y Nabucodonosor triunfal irguió su cabeza, pero atónito no pudo dar crédito a sus ojos. «¿Acaso no habíamos echado tres hombres...? ¡Mirad! ...¡yo veo cuatro hombres pasearse entre las llamas! ¡Están cantando y alabando a su Dios; el cuarto parece un ángel!» 2 Nabucodonosor se levantó rápidamente y gritó: «¡Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del altísimo Dios, salid! ¡Vuestro Dios os ha protegido y salvado!» codonosor y de los presentes, el fuego no había dañado a los tres; ni un solo cabello se había chamuscado ni desprendían olor a quemado. Nabucodonosor estaba atónito. Nabucodonosor se colocó frente a la muchedumbre y anunció: «Alabado sea el gran Dios. Él envió a un ángel y ha salvado a quienes depositaron su confianza en Él y no adoraron otros dioses. ¡No existe otro Dios que pueda salvar de forma tan maravillosa!» 3 Los tres salieron del horno pero el ángel ya no estaba con ellos; él había protegido a los tres. Con gran sorpresa de Nabu- El rey Nabucodonosor hizo arrojar a los tres amigos de Daniel al horno de fuego. Un ángel de Dios les protegió. El rey Nabucodonosor no daba crédito a sus ojos. Él exclamó: «¡No existe otro Dios que pueda salvar de forma tan maravillosa!» 1 Animamos a los niños para que supongan por qué los tres amigos de Daniel no se arrodillaron y lo que podía ocurrir a partir de ese momento. 2 Contemplamos o describimos con los niños las imágenes. Invitamos a poner el ángel en el centro de la imagen que contemplamos, como símbolo de protección ante peligros y daños: ¡contad algo sobre el cuarto hombre de la imagen! 3 Volvemos a contemplar la imagen del horno de fuego. En el relato los tres varones fueron librados del fuego de forma maravillosa. Los niños encontrarán seguramente innumerables peligros, de los cuales la protección angelical puede preservarlos. 23 25