Julià Guillamon La palabra prohibida O tra vez Buzzati. Esta vez para hablar de uno de los Seixanta contes, La paraula prohibida. “Per velades referències, bromes al·lusives, prudents circumloquis, murmuris confusos, al final he arribat a la conclusió que en aquesta ciutat, on em vaig traslladar ara fa tres mesos, hi ha la prohibició de fer servir una paraula. Quina? No ho sé. Potser és una paraula estranya, poc corrent, però també podria tractar-se d'un mot comú i, en aquest cas, per un que fa una feina com la meva, podria provocar-li algun inconvenient”. Voy leyendo y la situación me resulta familiar. Hay una palabra que nadie pronuncia. El protagonista va a ver a un sabio, que le confirma que es así. El precepto no va acompañado de un castigo, no provoca mala conciencia. Es, simplemente, conformismo: la paz de quien se siente en armonía con la masa, la inquietud y el disgusto de alejarse de la norma. Según el sabio, la iniciativa surgió de las autoridades para probar la naturaleza acomodaticia de la gente y ha arraigado tan profundamente que incluso si alguien pronuncia la palabra por error, los demás fingen que no la oyen. Si uno la escribe en un texto, el linotipista se encarga de burlar su argucia: en su lugar aparece un espacio en blanco. ¿Cuál debe ser la palabra prohibida del cuento de Buzzati? ¿Libertad? ¿Poesía? Entre nosotros, la palabra podría ser Catalunya. Por acción de los boicots de consumidores, de los ataques de los medios de comunicación estatales, por la desidia de los propios catalanes, ha ido desapareciendo de los espacios públicos. La Caixa de Pensions per a la Vellesa i d'Estalvis de Catalunya i Balears, al fusionarse con la Caixa de Barcelona, pasó a llamarse Caixa d'Estalvis i Pensions de Barcelona. Y cuando la palabra Barcelona se considere también sospechosa se llamará sencillamente Criteria. El Reial Automòbil Club de Catalunya ha pasado a ser el RACC y ha elimiEs fácil pronosticar nado cualquier referenque las nuevas cajas cia a Catalunya de sus folletos y publicaciones. no mencionarán la Por no hablar de Forces palabra ‘Catalunya’ Elèctriques de Catalunya o Catalana de Gas. Los próximos serán los de Granjas La Catalana. O los de Vichy Catalán, que ya en el 2008, para hacerse perdonar el “catalán” del nombre, celebraron en sus etiquetas los 800 años del Mio Cid. Con este panorama, es fácil pronosticar que las nuevas cajas que salgan de las fusiones no mencionarán la palabra Catalunya. Es lógico: si quieren ganarse el mercado peninsular, una marca que incluya Catalunya o catalán no tiene ningún futuro. ¿Y cómo les llamaremos? Yo propongo tomar ejemplo de José Antonio Maldonado, que durante más de dos décadas fue el meteorólogo de TVE. Para anunciar el tiempo que iba a hacer en Catalunya decía “los Pirineos” o “el nordeste de España”. O, ya puestos, que le pongan “la cuarta región militar”. Quedaría perfecto: Caixa d'Estalvis de la Quarta Regió Militar, en catalán de ese de ahora, traducido a máquina.