TRABAJO FINAL DE INVESTIGACIÓN Sexualidad y embarazo en adolescentes de Quito Por Raúl Mideros Morales * Introducción Desde fines del siglo XIX, cuando se identifica ya claramente este nuevo sujeto social llamado adolescente, comienza una seria preocupación por su desarrollo físico, psicológico, por sus relaciones, por sus actividades, por sus expresiones. Estas preocupaciones han implicado el desarrollo de una serie discursos disciplinares, sobre todo de la medicina, la sicología, la sociología y la antropología, los cuales se han centrado en los aspectos “problemáticos” de la adolescencia, a través de un ejercicio analítico convencional de ubicación de causas y efectos, con la pretensión de establecer fórmulas transculturales para la prevención y tratamiento, tanto individual como social, de los excesos, desviaciones, patologías y problemas de los y las adolescentes. Lo que se ha pretendido con esas fórmulas es, con exceso de optimismo, lograr el control efectivo de ciertas conductas “inconvenientes” de los y las adolescentes. Los mecanismos de aplicación de estas fórmulas han sido diversos, miramos que aparecen una serie de planes, programas, proyectos, algunos ligados cercanamente a las iniciativas internacionales de organismos de cooperación para el desarrollo. La imagen social de los y las jóvenes más difundida, parecería ser la que relaciona a chicos y chicas directamente con una serie de “problemáticas” como alcohol, drogas, pandillerismo, entre otras muchas; y por supuesto el tema que nos interesa el embarazo adolescente. Aunque vale recalcar que ninguno de estos problemas sociales están presentes en forma exclusiva, ni son mayoritarios en la población en referencia. En función de esas imágenes sociales simplificadoras de la realidad adolescente se han creado marcos teóricos, * procesado información, creado indicadores y finalmente elaborado Con los aportes de Sandra Espinosa, Rosario Gómez De la Torre y Goretti Jácome. 2 recomendaciones e implimentado medidas preventivas y correctivos, especialmente en los países en vías de desarrollo; estadísticas cuyas interpretaciones – siempre subjetivas- han dado la voz de alarma sobre ciertos “riesgos”, como el caso de la sexualidad. Si bien estas cifras y datos tienen importancia en el sentido que nos brindan información, es necesario reconocer que con esa información vista desde diferentes perspectivas, se influye de manera decisiva en las formas de entender y abordar las diferentes situaciones mencionadas. Una de las formas de mirar el embarazo adolescente ha sido la biomédica, cuyo eje central sería el enfoque de riesgo; que ubica en la población adolescente una serie de condiciones, prácticamente su propia naturaleza, especialmente vulnerables, muy particularmente frente al ejercicio de su sexualidad, la cual resulta altamente peligrosa, porque las infecciones de transmisión sexual (ITS), VIH-Sida, disfunciones sexuales y embarazo adolescente son circunstancias que pinta en este panorama de tragedia. Esta visión hegemónica ha generado enfoques sobre la sexualidad que proponen como fundamental la necesidad de crear espacios para un tipo de educación sexual enfocada a los aspectos anatómicos, fisiológicos y psicológicos del ser humano como especie, que en el mejor de los casos incluye información sobre métodos anticonceptivos, sobre todo del tipo teórico y escasamente práctico; también, predomina en esta visión hegemónica la exaltación de los valores cristianos, asumidos como valores universales que se estarían perdiendo en las nuevas generaciones, precisamente a causa de una mayor libertad sexual y un ablandamiento de la norma, para estos sectores la “solución” es la abstinencia sexual de los y las adolescentes. “La sola idea de que los adolescentes pudieran satisfacer su necesidad de amor en el abrazo natural, causaba horror.” (Reich 1970:1). Pero, hay otras muchas maneras de mirar el embarazo adolescente, dependiendo del ángulo desde donde sea enfocado, el fenómeno resulta o no un problema dependiendo de la percepción subjetiva que de él se tenga y del contexto familiar, social, económico y moral que lo rodea. La investigación realizada se llevó a cabo justamente para conocer la influencia de estos aspectos en la valoración del fenómeno por parte de los mismos adolescentes, hombres y mujeres. Si bien existe un entorno cultural hegemónico condicionado por los valores de la sociedad blancomestiza urbana y mayoritariamente cristiana en el Ecuador, no es menos cierto que esa hegemonía no es absoluta, más aun cuando han emergido con fuerza sujetos que reivindican sus 3 derechos sexuales a varios niveles, en el ámbito doméstico, institucional, social. Las condiciones de la “aldea” globalizada que representa el planeta tierra en este momento contribuyen a que esas reivindicaciones encuentren diversos interlocutores más allá de sus espacios naturales de origen. El embarazo adolescente, como problema, cobra otras connotaciones, no necesariamente negativas y no exclusivamente domésticas. Este es un trabajo que abre posibilidades de otro tipo de comprensiones de éste fenómeno. De senderos y huellas Todo eso paso por sentir en el cuerpo un montón de sensaciones reunidas a la vez, donde el deseo es inevitable, claro que eso ha cambiado ahora, porque nos cuidamos y hay comprensión. Fue una experiencia muy bonita, había sencillez, dulzura, suavidad, unas caricias increíbles con las que me llevaba a mantener relaciones y sobre todo por el amor que se siente y la confianza que se tiene, me entregue totalmente... Tener un bebe en la adolescencia para mi no es un truncamiento, también puede ser una manera de salir adelante, ser mas responsable, los hijos son una inspiración para salir adelante, para terminar los estudios si no los han terminado. 1 ¿Cómo se puede seguir abordando la sexualidad y el embarazo adolescente sin considerar éstos aspectos fundamentales? La cultura, el cuerpo, las emociones, los sentimientos, las sensaciones, las confusiones, los contextos y muchos otros elementos hacen parte de la sexualidad adolescente, y son estos aspectos los que se revelan como importantes, ya no es admisible la sola censura, en sus más variadas formas y matices. Lo que María José comparte en su testimonio, tal vez, no es algo nuevo y que no se lo haya tenido en cuenta en algún momento, y sin embargo es algo que, quizá, queremos ignorar; que el peso racionalista y moralista de las convicciones adultas lleva a subestimar u olvidar las dimensiones eróticas y lúdicas del sexo y la sexualidad, y sobreestimar, por otro lado, el carácter 1 María José, joven de 17 años que participó en los grupos focales. 4 culpabilizador y pecaminoso con los que han sido marcados en la cultura judeocristiana de occidente. En la línea de las investigaciones de W. Reich (1970) cabría sospechar que el ejercicio de culpabilizar y penalizar el cuerpo sexuado de los y las adolescentes es un recurso de la moral patriarcal para preservar la institución familiar y disciplinar las pulsiones, de manera de asegurar la productividad laboral, la higiene y el progreso (Barrán, 1996:182) La hipótesis que resulta reforzada a partir de las opiniones recogidas en las entrevistas, grupos focales e historias de vida, es que el supuesto desconocimiento de toda la riqueza y complejidad de lo que es la sexualidad y cómo ésta está presente en la vida de los y las adolescentes resulta ser un mecanismo deliberado de ocultamiento que entra en tensión con las actitudes y prácticas cada vez más libres de una población más informada y más empoderada sobre sus derechos sexuales y reproductivos. Para mi la sexualidad es algo que tenemos desde el mismo momento en que nos concibieron hasta nuestra muerte, la sexualidad se expresa en la forma como nos comportamos, que nos vestimos, en la forma de relacionarnos con los otros, de expresarnos al mundo, es la forma común de expresarnos como chicos o chicas haciendo evidente de una u otra manera nuestra propia manera de ser y sentir nuestra propia sexualidad.2 Por otro lado, no se ha analizado con suficiente profundidad, el proceso de creación de identidad sexual en la adolescencia, en parte por no reconocer la interrelación que se genera entre la cultura y la individualidad y los procesos de relación intersubjetiva que se crean y recrean, entonces las simplificaciones sobre la sexualidad adolescente están al orden del día: “seres vacíos a quienes se moldea”, o pensar en ellos y ellas como “vasijas en las que se deposita cultura o valores.” Pero ellos y ellas han demostrado que son seres que construyen y deconstruyen su realidad, que aún asumiendo discursos de la sociedad lo hacen de una manera personal y única y que definitivamente son quienes más respuestas contraculturales generan. 2 Johanna, joven de 16 años participante en los grupos focales. 5 Antes de que existiera el sujeto adolescente para la ciencia, el estado y la sociedad se hablaba de primera infancia, segunda infancia, pubertad y mocedad, muchos eran los caminos para entrar a la mocedad; las mujeres entraban a la adultez a través del matrimonio que podía realizarse entre los 12 a 18 años mayoritariamente y entre los 21 y 25 en porcentajes menores. La iglesia admitía y sacramentaba matrimonios en mujeres desde los 12 y en hombres desde los 14 -al parecer siempre hubo esa percepción de la madurez temprana de la mujer-. En todo caso los púberes varones entraban al mundo adulto a través del ejército, del trabajo o de la educación; desde los 11años era común que los hijos varones abandonaran el hogar para cualquiera de estas actividades según la posición económica familiar. En muchas sociedades y en algunos periodos históricos la población juvenil ha sido mayoritaria, en muchos casos jóvenes e incluso niños estuvieron obligados a desarrollar las actividades y responsabilidades adultas, sobre todo en sociedades tradicionales, menos letradas y amenazadas en su supervivencia. En este tipo de sociedades, prácticamente eran inexistentes los conflictos intergeneracionales, a pesar de que existir fenómenos como el maltrato a los niños, niñas y jóvenes, como parte “necesaria” de la educación de esas épocas. La frialdad y dureza ejercida sobre los varones era lo predominante en la enseñanza porque existía la idea de que la rudeza viriliza y el mimo feminiza. En relación con la sexualidad, se imaginada y practicaba un tipo de identidad sexual “natural” y “abierta”, más bien cabría decir permisiva, al menos, para los hombres, y, en menor medida, para las mujeres de los estratos sociales bajos, no así en las clases sociales más acomodadas para quienes la “honra” y más aún las apariencias eran fundamentales. Tampoco había una condena estigmatizante a la masturbación juvenil. Tal vez se podría llegar a afirmar que, en la práctica, existía un ejercicio de la sexualidad menos culposo, había una cierta tolerancia, o simplemente no era motivo de persecución, la sexualidad del pueblo llano, la cual se legitimaba simplemente por el deseo. La literatura de la época, en el caso de América Latina, parecería revelar jóvenes desprovistos de culpa y vergüenza por el aparecimiento de la atracción sexual. Al asomarnos a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, se va perfilando un nuevo sujeto social, el y la adolescente; y por diferentes razones económicas, sociales, culturales y aspectos puntuales como la edad de contraer matrimonio, la escuela y la presencia de niños y niñas en ella cobra importancia, los años de escolaridad se prolongan paulatinamente, la 6 necesidad de educación se vuelve prioritaria, ya no es suficiente con haber ido a la escuela, el colegio y luego la universidad aparecen como itinerarios obligados de las nuevas generaciones, por lo cual también se difiere el momento de entrar al mundo laboral, en definitiva se prolongan los años de dependencia económica y, por que no decirlo, también emocional con respecto a los padres y madres. Es entonces que se produce la aparición de la adolescencia. A decir de Barrán: (…)una nueva figura, el adolescente. (...)otro ser que vive por primera vez -así es descrito- o debe vivir su sexualidad conteniéndola y sintiéndola culposamente, un ser que debe ser vigilado en sus juegos, sus lecturas, su salud y, sobre todo, en su soledad (Barrán 1996: 175). Un personaje, éste o ésta, “obligado” por las circunstancias a permanecer subordinado a la moral familiar, a consentir, de manera tácita, la regulación de sus pulsiones, en todos sus aspectos y básicamente en su sexualidad y en su cuerpo. Parecería que durante la primera mitad del siglo XX se consigue, de alguna manera, el propósito de dominación, aunque siempre hubieran ovejas descarriadas y rebeldes que fueron la excepción. La biopolítica ejercida sobre los cuerpos adolescentes En varias partes del mundo se camina por los cauces de un desarrollo económico y tecnológico que empieza a generar otras preocupaciones, sumado al fenómeno, menos reciente, de sobrepoblación, pobreza y recursos limitados y escasos. Nuevos temores se ciernen sobre el planeta y algunos de ellos se constituyen en emblemas de la nueva cruzada moral, ahora en aras del control de la natalidad. La nueva moral secular enfrentada abiertamente con la moral religiosa tradicional por la regulación de la sexualidad adolescente. El argumento es que el planeta podría solo favorecer la vida en condiciones aceptables para un número “adecuado” de habitantes y por tanto había que comenzar a controlar la cantidad de población, a lo que se suma el riesgo muy alto de contraer enfermedades, algunas mortales, como el VIH-SIDA o la hepatitis B. 7 “Actualmente, señala el reporte del Fondo de Población de Naciones Unidas 2003, millones de adolescentes y jóvenes enfrentan perspectivas de matrimonio precoces, procreación temprana y educación incompleta, además de la amenaza del VIH-SIDA. De todas las nuevas infecciones con el VIH, la mitad ocurre en personas de 15 a 24 años de edad.” (UFPA 2003:1). En función de esta nueva política poblacional se establecieron diversas formas para el control de la natalidad. Pero, estas políticas se implementan de diferentes maneras en los países desarrollados y en los países pobres, éstos últimos con las mayores tasas de crecimiento. Las estadísticas revelan que la tasa de partos en adolescentes comienza a resurgir y se incrementan vertiginosamente, como en la “época de las abuelas”. Una razón más para luchar contra el lastre que representan las culturas tradicionales. Los cambios en la sociedad ecuatoriana, muy particularmente en algunos grupos humanos a su interior, han afectado también a las relaciones entre géneros y generacionales. La inserción de la mujer en el mercado laboral y sus nuevos protagonismos sociales más allá del ámbito doméstico, la popularización de la píldora anticonceptiva y otros métodos, incluyendo el aborto y la píldora anticoncepcional de emergencia (PAE), la mayor movilidad social y espacial de las poblaciones jóvenes son algunos de los elementos más representativos del nuevo panorama de la sexualidad adolescente. Entre los impactos más visibles en la vida de los y las adolescentes, en su cotidianidad y en sus relaciones están los que tienen que ver con los conocimientos, actitudes y prácticas sexuales y de su sexualidad, y como son percibidas por las instituciones y sujetos adultos. Las vivencias de las sexualidades adolescente hacen parte de la noticia que recoge la prensa, de la alarma sanitaria y demográfica que consigan los informes de las agencias internacionales de cooperación y, como si esto fuera poco, de la curiosidad científica de los investigadores. La mirada del investigador en esta oportunidad se ha centrado en las nuevas formas de relacionamiento intra e intergeneracional que se complejizan, o como dice Giddens (1992) se asiste a una reestructuración de la vida íntima, una de las razones es la separación de la sexualidad y la reproducción, lo que permite el ejercicio más libre y “desordenado” de la sexualidad adolescente, los emparejamientos de distinto tipo y duración con predominancia de los no formales, además la emancipación de la mujer ha permitido que ellas ya no tengan 8 que admitir el dominio sexual del hombre y ahora éstos deben negociar, han irrumpido en la escena pública movimientos de homosexuales, lesbianas y otros sujetos. Las concepción sobre pureza, virginidad y matrimonio son desplazadas vertiginosamente por otras de sentido contrario. Lo que se podría llamar el sector oficial, esto es el estado, la iglesia, el sistema educativo y sanitario ven con preocupación estas nuevas realidades adolescentes y consideran su fundamental cometido la “orientación” y el buen encuasamiento de las conductas de las nuevas generaciones, a través de una biopolítica que regule más eficazmente el “desenfreno juvenil”, nuevos mecanismos de control se han ido implementando frente a la constatación de que los y las adolescentes “adolecen de problemas serios”. Los esfuerzos se encaminan a reforzar un discurso que sustentan una visión de riesgo desde lo negativo y cargada de moralismos. Además debemos reconocer, que este mismo discurso, así como su aplicación en la práctica, asume formas diferentes en función del grupo económico y social a la que pertenece esa juventud. Vale la pena citar ejemplos que corroboran esta aseveración; así tenemos que la iglesia ha levantado una fuerte campaña a favor de la abstinencia, su ratificación sobre el rechazo al uso de contraceptivos, su oposición al aborto. Programas educativos de educación sexual formulados desde una orientación biomédica que pone el acento enfermedades y trastornos, y que descuidan los aspectos sicológicos, emocionales, sociales y culturales del cuerpo y entorno adolescente, en los cuales, por supuesto, la dimensión erótica y placentera de la sexualidad cuenta. En la escuela y en las familias cotidianamente se refuerzan los roles sexuales tradicionales, que encasilla a la mujer en un rol pasivo y subordinado, y al hombre en un rol activo y dominante. El embarazo en adolescentes Hay tres ideas fundamentales que requieren ser abordadas respecto del tema de embarazo adolescente y que son las que han motivado el presente estudio: 1. La creencia generalizada de que los seres humanos pasan por etapas definidas y preestablecidas durante su vida, en relación con edades cronológicas específicas, en las cuales es posible reconocer características físicas, psicológicas, emocionales, 9 sociales de normalidad, propias de cada edad, en función de las cuales se han formulado criterios para valorar una supuesta adolescencia universal. 2. La visión de una adolescencia vulnerable y en riesgo de padecer enfermedades y generar problemas, en función de la cual se ha establecido una serie de parámetros sobre aspectos físicos y fisiológicos de inaptitud, como es la idea de una inmadurez biológica, sicológica y social de la mujer adolescente, causante de una mayor incidencia de ciertas enfermedades y trastornos, a saber: problemas obstétricos durante el embarazo y parto (desproporción céfalo – pélvica, prevalencia de toxemia, anemia, eclampsia, etc.), además de las consecuencias obvias del embarazo en la salud de los bebes por nacer de esas madres: mayor número de niños prematuros y de bajo peso. 3. La creencia de que la sexualidad de los y las adolescentes, sobre todo en sus relaciones sexuales, requieren de un control externo a varios niveles, ya que no se encuentran “capacitados” ni “debidamente” informados para ejercer con “responsabilidad” su propia sexualidad. Vale la pena analizar las consecuencias que estas ideas y representaciones han tenido y cómo este tipo de pensamiento ha marcado muchos de los programas, proyectos y políticas implementados para “prevenir” los embarazos de adolescente, su sola mención ya constituye un primer nivel de acercamiento a las formas de ver y hacer frente a un fenómeno que ni es nuevo ni es el más grave de los sucesos contemporáneos que vive la sociedad ecuatoriana, pero que sin embargo es visibilizado como importante. Una primera constatación es que se habla de la adolescencia como si fuera única y universal y se le atribuye a los sujetos que están en este período una serie de características, pero además se les asigna ciertos roles. Todo aquello que sale de esta norma por tanto se vuelve “anormal”, desconociendo por completo que cada ser es único e irrepetible por su historia, por su cultura y por las formas personales con las que asimila la compleja realidad social. A decir de Giddens: “Uno de los rasgos distintivos de la modernidad es, de hecho, una creciente interconexión entre los dos <<extremos>> de la extensionalidad y la 10 intencionalidad: las influencias universalizadoras por un lado y las disposiciones personales, por otro. (Giddens 1991:.9) No son reconocidos los factores generadores de valores socio-culturales y la temporalidad de la moral y su transformación histórica, el modelo es rígidamente dual y dicotómico, por ejemplo respecto de la experiencia sexual de hombres y mujeres se concibe la virginidad como una cualidad de la mujer soltera que respeta su cuerpo y ha aprendido a comportarse absteniéndose de tener relaciones sexuales para preservarse hasta el matrimonio, mientras el adolescente varón es estimulado a perder su virginidad para adquirir experiencia, aquí no importa lo que sienta y desee la mujer, sus propias necesidades o fantasías sexuales, sus temores; pero además frente a este valor se contrapone confusamente el comportamiento sexual que se espera del varón, precisamente lo contrario, debe demostrar su hombría, teniendo experiencias previas que consoliden su virilidad, incluso se lo puede asumir como un rito de paso, por el cual el joven se ”vuelve hombre”;. Una de las consecuencias para las mujeres de romper con este comportamiento sexual deseable es que, precisamente cuando se entregan al amor o la pasión, adquieren un sentimiento de pérdida irreparable, que las acompaña por mucho tiempo si no es, por el resto de su vida. Pero este sentimiento además es de desvaloración, pérdida de la autoestima que se refleja en la actitud de las madres adolescentes durante su embarazo y que muchas veces marca la relación con sus hijos/as. Pero además, socialmente habría la noción de que la virginidad está relacionada única y exclusivamente a la penetración. Por tanto, se considera preservada la virginidad aunque haya habido juegos sexuales e incluso penetración anal. Es precisamente en función de estas “verdades” confusas en que muchas y muchos jóvenes viven su sexualidad contemporáneamente. Podríamos decir que “jugar con el riesgo” del que tanto los han precavido es uno de sus mayores retos. Un elemento fundamental que gira en torno a esta visión de riesgo es que se afirma que los y las jóvenes no tienen suficiente información; quizás este sea uno de los problemas más graves, el reducir el tema de la sexualidad a la entrega de información; pero ni siquiera esta entrega de información es completa porque en muchas ocasiones se limita a dar a conocer los anticonceptivos existentes, la anatomía femenina y masculina especialmente de los genitales y 11 hacer un listado de todas las enfermedades venéreas y VIH-Sida. Muchos jóvenes están cansados de que año tras año les sea entregada esta misma información, que por supuesto no llena sus expectativas ni toda la riqueza de reflexión que sobre las relaciones humanas se podría abordar. Surge entonces la necesidad de preguntar: ¿Por qué se embarazan las adolescentes? Una respuesta tentativa es que se embarazan por las mismas razones que se embarazan las adultas, unas por desconocimiento de los métodos anticonceptivos o porque los utilizan mal, otras porque así lo desean, otras porque son sometidas a violencia sexual (violación, abuso, explotación sexual), otras porque aman, otras porque la pasión de sus cuerpos es mucho más fuerte que la prudencia o la reflexión sobre las posibles consecuencias. Las adolescentes que se embarazan provienen de todas las clases sociales; por supuesto que, dependiendo de su capacidad económica y de su cultura, enfrentarán el embarazo de muy diversas maneras; accederán a un aborto aquellas que lo deseen y que tengan el dinero para pagarlo, que tengan los contactos, también aquí se constatarán las diferencias de acuerdo a sus posibilidades económicas; habrán otras mujeres jóvenes que deseen tenerlo y reciban el apoyo de su familia y del padre del bebé; habrá otras que no, que serán abandonadas por sus familias, por su pareja, otras serán obligadas a contraer matrimonio, a pesar de que en todos los países las estadísticas demuestran que son los matrimonios contraídos antes de los 18 años los que se disuelven por divorcio, separación o abandono en un número significativamente más alto. Lo que sí podemos afirmar, sin lugar a dudas es que quien tiene mayores desventajas es la población adolescente con menos recursos, las cifras que se dan a conocer provienen por lo general de los hospitales y otros servicios públicos, no así de las clínicas y otros servicios privados. Parecería importante compartir cifras3. En relación al embarazo el 59.6% de los embarazos adolescentes provienen del sector rural, que como bien sabemos son los sectores más deprimidos económicamente; algunos estudiosos del tema como Kepling, Ribar, han establecido que el aumento de la pobreza en la 3 Las cifras se han tomado del Diagnóstico sobre salud sexual y reproductiva de adolescentes de América y el Caribe del UNFPA. 12 adolescente madre promedio el 16 y 23 % y una reducción promedio en educación del 2.6 años, lo cual en términos de acceso al empleo es bastante significativo. Según hallazgos de una de las pocas investigaciones sobre transmisión intergeneracional de la pobreza coordinada por Buvinic en México, Guatemala y Chile dice que el ingreso de madres adolescentes pobres cinco años después del alumbramiento es 50% más bajo y el sueldo un 25% más bajo. Además predomina la idea de que existe una relación entre explotación sexual y embarazo adolescente; como consecuencia de su condición de pobreza, baja escolaridad y la necesidad de mantener a sus hijos/as. Según la encuesta demográfica y de salud materno infantil (1999) el 25% de mujeres entre 15 y 19 años eran sexualmente activas, con un promedio de 16,6% de edad al momento de su primera experiencia, en relación inversa con el grado de escolaridad, solo 11% de ellas usaba anticonceptivos. Se estima que 20% ha estado alguna vez embarazada y que tres de cada cuatro embarazos terminaron en aborto. La tasa de nacimientos fue de 91 por 1.000 adolescentes de este grupo y representa 14% de la fecundidad total. El 18% de partos atendidos en el país son en mujeres menores de 20 años y entre 19 y 24% de los partos en hospitales estatales corresponde a menores de 19 años.4 En todo caso la población adolescente ecuatoriana no es tan diferente ni presenta problemas específicos en lo relacionado con el embarazo al resto de la población de otras edades. En ellos y ellas se reproduce todo aquello que está ocurriendo en la sociedad en general. Por lo dicho resulta bastante incomprensible como los medios de comunicación en determinado momento plantean de una manera simplista los problemas de la juventud, como si estos estuvieran circunscritos a los y las adolescentes cuando los problemas que se presentan involucran a toda la población. Alcoholismo, adicción compulsiva a drogas, embarazos no deseados, abortos, varias parejas sexuales configura un panorama extensivo a muchos grupos y sectores de la sociedad ecuatoriana. Pervive una especie de ilusión de que los y las jóvenes deberían estar protegidos por una especie de “cápsula mágica” que evitaría el “contagio” o los volvería “inmunes” a todo tipo de situación peligrosa. 4 “La salud en las Américas”. OPS. Washington D. C. 2002. p 231 13 Prejuicios sobre la sexualidad adolescente Un aspecto que vale la pena mencionar son los múltiples prejuicios que sobre la sexualidad, sobre el cuerpo y sobre el sexo adolescente existen en la sociedad ecuatoriana. No solo no se los conoce sino que además producen inmensos temores en los adultos, especialmente en padres y madres responsables del futuro de esos adolescentes, aunque pase a segundo plano su presente. Es mucho más fácil, repetir frases hechas, discursos, refugiarnos en una moral, la mayor de las veces contradictoria y confusa que mas bien sirve para esconder nuestra propia incapacidad de reconocer nuestros propios deseos. Es muy fácil exigir a los otros/as aquellas cosas que no logramos cumplir. La adultez se ha convertido en una pantalla de procesos inacabados, dudas, vergüenzas, temores e ignorancia. Se ha convertido en el salvo conducto para juzgar a los demás y que aparentemente acredita nuestra madurez, capacidad, conocimiento, infalibilidad. ¡Cuán lejos estamos de aquello! “Antes de embarazarme tenía muchos amigos, después ya no porque me miraban como a un extraterrestre, como que fuera un desperdicio, y hubiera hecho algo sucio....llanto. Yo no quiero saber más de enamorados, me da miedo y rabia pensar y sentir lo que sentía por el papá de mi hijo.” 5 La supuesta inmadurez emocional y falta de responsabilidad imputada a adolescentes es uno de esos prejuicios que subyace a algunas de las acciones que con carácter “preventivo” o disuasivo se implementan para enfrentar el embarazo adolescente. Cabría preguntar si es posible ser maduro y responsable siguiendo solamente los consejos y prescripciones de otros, también cabe sospechar que ese imaginario social de minusvalía asignada a adolescentes es en cierta manera un autoreconocimiento de procesos interrumpidos e interferidos de crecimiento personal y autonomía de los mismo adultos. El estigma de la promiscuidad adolescente pervive como un fantasma de la moral cristiana, al punto de forjar un comportamiento persecutorio en muchos padres y madres que quien precautelar la honra, especialmente de sus hijas. 5 Ana, joven participante grupo focal hospital de Sangolquí. 14 La homofobia es otra fuente de estereotipos ofensivos: las experiencias de auto y heteroreconocimiento corporal y exploración de sensaciones de muchos adolescentes son vistas como pecaminosas y causas de desviaciones, como si la identidad homosexual y las otras orientaciones sexuales no heterosexuales fueran causadas solo por este tipo de experiencias, que por otra parte son parte de un aprendizaje “normal”. El meollo de un falso dilema Dependiendo de la percepción subjetiva de las personas el embarazo adolescente, en general todo lo relacionado con la sexualidad adquiere connotaciones diferentes y, por supuesto, como ya se ha dicho la visión predominante es asumirlo como problema, un tema que no les correspondería resolver ni a los niños, niñas ni a los adolescentes. Sin embargo existen otras comprensiones y formas de encarar la situación de una manera diferente, unas veces a través de un “real” apoyo, tanto a la mujer adolescente, a su pareja y a su futuro bebe; otras porque han privilegiado y optado por respetar los procesos de autonomía de los y las jóvenes, en muchas ocasiones la familia y los entornos de estos jóvenes saben, a través de la convivencia, que ellos/as están preparados para enfrentar sus decisiones y vivir con toda su complejidad los momentos, que devienen de este tipo de decisiones. No se refiere exclusivamente de cuando los chicos deciden tener su hijo o hija, o contraer o no un compromiso sea a través del matrimonio, una unión, o una corresponsabilidad, también de cuando los chicos deciden mantener una vida sexual activa, utilizando métodos contraceptivos, o abstenerse, o cuando la decisión individual o de pareja asume la realización de un aborto, o cuando los y las jóvenes se lanzan a una suerte de experimentación sexual abierta, que pueda incluso darles pistas sobre su propia orientación sexual. Es decir cuando asumen el reto de construir libremente su sexualidad. En todas las edades y en todos los seres humanos es probable que acontezcan situaciones críticas, por el simple hecho de estar vivos y en interacción permanente con el medio, de estar inmersos en un mundo complejo y cambiante, llegan momentos en la vida en que no queda más que reconocernos ignorantes y que es momento de aprender y cambiar, para enfrentar más eficazmente los problemas. 15 La intención de la reflexión presentada en relación a otras comprensiones no tiene el objetivo de negar la necesidad de un acompañamiento a los procesos juveniles, sino que es una invitación a que ese acompañamiento sea –como en la práctica es- mutuo, del que todos los sujetos salen aprendiendo y cambiados, en el que todos los actores arriesgan algo; en donde no existan relaciones de imposición ni adoctrinamientos moralistas. Tampoco se pretende abogar por una “permisividad sexual” que en muchas ocasiones en lugar de ser “liberadora” o creadora de nuevas relaciones más equitativas entre géneros se vuelve más bien fortalecedora de aquello que precisamente se quiere combatir. Un problema de salud pública La razón, quizás determinante, para que el embarazo adolescente se haya convertido en un problema de salud pública es la constatación de que hay un gasto público importante que se incrementa, a la par que crece el porcentaje de los casos que demandan atención; especialmente en Estados Unidos de Norteamérica, el gasto es mucho mayor puesto que las jovencitas al no tener posibilidades económicas acuden a la asistencia pública, que debe mantenerlas durante todo el tiempo necesario, hasta que ellas puedan valerse por sí mismas. Esta sería una de las puntas del ovillo que pone en la agenda pública el tema, a realizarse el levantamiento de estadísticas que den cuenta del problema; y, es esta preocupación técnica y su cuantificación la que llega a América Latina como tema de actualidad, que sin mayor criterio y sin mayor investigación se traslada mecánicamente a nuestros países, volviéndose también en un tema central para cuyo abordaje no se cuenta con cifras estadísticas confiables, mucho menos investigación cualitativa que nos permita dimensionar este hecho social más claramente de manera de comprenderlo mejor, incluso en las formas encubiertas que asume en nuestro país. No se pretende afirmar que el fenómeno social del embarazo adolescente y sus consecuencias no esté dándose en el país, pero si evidenciar que no se cuenta con información suficiente con la que trabajar y que los planteamientos, tanto teóricos como técnicos, son principalmente asumidos sin mayor reflexión y crítica. Si bien se ha sostenido y hay datos que corroboran que el embarazo adolescente no presenta dificultades de salud específicas o exclusivas en las adolescentes, ciertos datos como los de mortalidad materna permiten apreciar otro panorama, ya que la mortalidad es inferior entre 16 madres adolescentes (5.7%), en comparación con mujeres entre 20 y 24 años (6.6%), mujeres entre 25 y 29 años (7.9%), y más de 35 años (16.1%); los problemas de salud existentes, más bien, estarían relacionados con la pobreza y por tanto son las condiciones socioeconómicas, las cuales deben tomarse en consideración a la hora de hacer política pública. Sin embargo debemos reconocer que un embarazo no deseado que se convierte en un hijo/a no deseado, presenta cualitativamente diferencias entre una adolescente y una mujer adulta, al margen de su situación económica, social y cultural. Algunos autores afirman que el embarazo temprano incluso presenta ventajas biológicas, por ejemplo en el caso de la población afroamericana de los Estados Unidos, Geronimus (1987, 1992) plantea que desde el punto de vista fisiológico el embarazo en la adolescencia tiene cierta racionalidad, debido a los mayores problemas de salud (hipertensión y diabetes) que las mujeres negras enfrentan típicamente a partir de los 25 años. (Guzmán 200:151) Muchas preguntas surgen en torno a este tema: ¿En qué grupos es mayor la incidencia de embarazos adolescentes y por qué? ¿Cómo afecta la situación social y económica de la madre adolescente a la percepción social de su embarazo? ¿Si, las condiciones de desventaja de las madres adolescentes se debe a su embarazo o son condiciones previas? Sobre esta última pregunta vale la pena compartir un hallazgo de uno de los grupos focales de madres adolescentes realizado en Sangolquí (2002), el 90% de las madres adolescentes habían abandonado la escuela antes de su enamoramiento y embarazo. En gran parte de la literatura revisada se relata que muchos de los problemas que enfrentan las adolescentes embarazadas o madres son condiciones preexistentes a su propio embarazo. Tanto así que los investigadores europeos han hecho un giro en sus investigaciones para estudiar el embarazo en madres solteras y no solo en adolescentes, aunque paradójicamente se ha observado que la mayor parte de madres solteras son adolescentes. Por otro lado, una investigación de la Universidad Central de Colombia sobre las agrupaciones juveniles parches, que en otros países son conocidas como pandillas, de la ciudad de Bogotá, encontró como un elemento benefactor al embarazo en las adolescentes que pertenecían a estos grupos, ya que esta nueva situación se convertía en un “estímulo” para salir de las pandillas o para disminuir la violencia de los padres adolescentes. Así lo 17 manifestaron varios de los jóvenes en sus testimonios de cómo un hijo haría cambiar su estilo de vida. Dice García: “Querer mantener la relación afectiva es motivo suficiente para cambiar, más aún cuando la pareja llega a vivir juntos o a tener un hijo. Algunos siendo aún muy jóvenes, tienen hijos que les brindan el momento propicio para procurar otra forma de vida. Sin embargo, algunos jóvenes plantean que por una mujer no van a cambiar, aunque reconocen que en ocasiones lo han hecho; en términos referenciales, para ellos es necesario tener un hijo, pues por él definitivamente se “ajuiciarían” (…) (García 1998:110) Parecería entonces que es imprescindible una mayor reflexión sobre el embarazo en adolescentes, hacer más investigación, porque es un tema complejo y tiene muchas variables que intervienen; por un lado, se constata que existen en muchos casos condiciones económicas previas que serían las que inciden entre las adolescentes pobres para un embarazo; también se ha visto que hay elementos para descartar esa visión de riesgo, a la que autores actualmente reconocen como exagerada. En ciertas poblaciones juveniles por motivos de salud, así también como agente motivador al cambio de circunstancias negativas, el tener hijos puede convertirse en un elemento positivo, habrían grupos que encaran el embarazo de otras formas, sin que esto signifique el fracaso de las vidas jóvenes involucradas, por supuesto no se puede descartar que por otro lado también hay graves problemas sociales vinculados. En relación con mortalidad materna los estudios realizados a nivel mundial han encontrado que en el grupo de madres adolescentes entre 15-19 años en términos biológicos, no existe diferencia, ni mayor peligrosidad en relación al embarazo frente a otros grupos de edad mayores. Sin embargo entre menores de 15 años si se encuentra riesgos mayores. También es importante reconocer que en todos los grupos de edad, el factor pobreza incide en el proceso del embarazo. En cuanto a la mortalidad infantil existen porcentajes levemente superiores cuando las madres se encuentran en grupos de edad adolescente, es algo que se debería mirar con atención, porque las causas son muchas y de muy variados contextos, que según diversos autores irían 18 desde una actitud sicológica diferente, el proceso de rechazo del que son víctimas en sus entornos y el temor o no asistencia a revisiones periódicas a causa de la actitud de juzgamiento por parte de los prestadores de servicios de salud. Paternidad: ¿quién mismo es el padre? Un aspecto poco discutido es la paternidad adolescente, si bien las estadísticas nos dicen que la mayor parte de padres de los hijos e hijas de madres adolescentes no son adolescentes sino adultos, aún así, existe un porcentaje aproximado de alrededor del 40%6 de padres adolescentes (porcentaje que además está creciendo). Sin embargo es poco lo que conocemos sobre qué está ocurriendo con estos padres, cómo enfrentan el embarazo y el posterior nacimiento, qué ocurre con sus estudios, con sus uniones –si las hay-. En general, interesa conocer qué problemáticas están enfrentando en su nuevo rol, cuándo lo asumen o qué ocurre con ellos cuando abandonan y huyen y rompen la relación de pareja. Tal vez, en gran parte no asumen su paternidad, porque hay un sentimiento de culpa o castigo ligado a las responsabilidades. Tanto la sociedad como la familia, les hacen sentir a los adolescentes padre y madre el rigor de las consecuencias de sus actos “impropios e inapropiados”. Las implicaciones van desde obligarlos a casarse (aunque no quieran), no permitirles casarse (si así lo desean), hacerles abandonar los estudios (aunque no sea necesario), en muchas ocasiones más bien se les quita todo apoyo y se les reprocha permanentemente. En función de esto es siempre más sencillo evadir sus responsabilidades, este aspecto y sus implicaciones ameritaría una investigación propia. “Tengo malas experiencias con los adultos porque ellos nos juzgan, nos critican, nos recriminan, ellos deberían entendernos más, ser comprensivos, decirnos como están, como les va y si cometemos algún error no darnos las espaldas, a mí me dieron las espaldas muchas personas, aquellas que creí que eran mis amigos, para mi bien mi mamá siempre me ha comprendido (llanto), ella reconoce que todos cometemos errores, que nadie es perfecto.”7 6 Porcentaje que surge de la elaboración de una media entre cifras internacionales y nacionales revisadas por la autora. 7 Acuario.- seudónimo de una chica de 15 años que asistió a grupo focal en el Sur de Quito. 19 Es indiscutible que el tema, por muchos años se ha centrado en la mujer. Esto por supuesto no es casual, sino que responde a que el estudio de esta y otras problemáticas asociadas parte de las exigencias de los movimientos femeninos y se da como resultado de las grandes conferencias mundiales sobre mujer. Imaginarios femeninos de adolescentes varones A continuación compartimos algunas ideas elaboradas por “ellos" en uno de los grupos focales. “A mi criterio, una mujer que habla sobre píldoras anticonceptivas o de algún otro método de planificar la familia, se trata de alguien" recorrida". Cuando se tiene relaciones sexuales no se piensa en el riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual, más bien el temor es por un posible embarazo.” “Con las chicas, el tema de conversación no es la sexualidad, pero entre nosotros sí, sobre todo de la virginidad no en el sentido de quién la pierde primero porque eso ahora ya no importa, es problema de cada cuál.” “En la familia nos dicen sobre lo importante de conservarse casto, sobre todo en la mía por la experiencia de mi hermano que tuvo un hijo a los 20 años, yo trato de cuidarme de no tener relaciones.” “En las charlas que nos dan en el Colegio nos hablan de los riesgos de las relaciones sexuales, no nos hablan del placer y de lo bonito que pueden ser las mismas, si nos hablan de métodos anticonceptivos para que nos cuidemos.”8 Como podemos observar son diversas las posturas y aunque se podría encontrar contradictorias, éstas conviven en la práctica cotidiana de los chicos, además estas ideas los jóvenes las intercambian permanentemente sin generar problemas graves de relacionamiento 8 Frases dichas por jóvenes en grupo focal en un sector de Quito. 20 entre los jóvenes que las sostienen, incluso no son posturas inamovibles sino que al contrario son ideas completamente flexibles e intercambiables de acuerdo a la situaciones que deban experienciar. La mayor parte de ellas se ajustan a los valores socio-culturales ya mencionados, tal vez por convicción de los muchachos, tal vez porque reproducen un discurso que creen que es lo que el adulto desea escuchar, sin embargo es muy interesante que también se mencione la necesidad de hablar sobre el placer y no solo de hablarlo sino de reconocerlo como una parte integral e integrante de las relaciones sexuales, algo que jamás está contemplado dentro de los parámetros de educación en sexualidad. Estos aspectos olvidados de manera sistemática: el cuerpo y el placer, para nada un olvido casual, sino que responde a una cosmovisión del mundo judeo-cristiana y cartesiana que construye de manera dualista y polar: el bien frente al mal, lo bueno frente a los malo, etc., la moral sexual, la misma que se incorpora en este sujeto adolescente. Se segmenta su “realidad” desde posiciones espaciales que determinan una definición de arriba y abajo; por supuesto arriba estaría lo ideal y abajo lo que debe ser superado. En este sentido y como útil al tema que concierne en este ensayo, importa detenerse en la construcción social que se hace del cuerpo, dicotomizándolo de mil maneras: alma / cuerpo; mente / cuerpo; lo racional / de lo carnal, lo divino espiritual / lo mundano carnal. En este mundo dual el cuerpo es algo inferior al alma y a la mente, y por supuesto tiene el estigma de lo irracional. Por esta razón la lucha es contra lo carnal y todo lo relacionado con esto: es malo, pecaminoso, inferior; pero además se relaciona directamente a la mujer con lo carnal, con la tentación y por supuesto con lo inferior; encasillando a las mujeres como emocionales (histéricas) quienes, por tanto, no se mueven por los cauces racionales. A pesar de que este pensamiento cartesiano ha dominado el mundo desde hace muchos siglos y continúa –en mi opinión- siendo bastante común. En el modernismo tardío existe una clara tendencia del cuerpo a volverse cada vez más central para la noción de identidad en las personas desde diferentes aspectos como la salud, la forma y la apariencia, todo un proceso de individualización que se está construyendo y que incluye una sexualización y politización de este cuerpo moderno. 21 Espinosa (2003) señala: “Como una forma de respuesta al racionalismo impuesto por Descartes y la mirada cartesiana del sujeto, surgen orientaciones que rescatan la importancia de las emociones, la vida afectiva, los deseos. El cuerpo es visto como un sujeto de sensibilidad y emociones, con gran necesidad de intimidades corpóreas.” (Espinosa 2003:.6). Como se lo había mencionado arriba, en la actualidad los seres humanos estamos inmersos en un contexto social que es preponderante en la misma conformación de la identidad de yo; así, el elemento vital que dinamiza esta construcción es el relacionamiento; el “yo” y el otro” son los dos elementos necesarios e interdependientes en su existencia, a partir de los cuales se generan espacios de intersubjetividad que producen y son producidos por esta dinámica;. El cuerpo es espacio social para diferenciar y ejercer diferenciaciones. El cuerpo sirve para denunciar, visibilizar, reafirmar en un proceso permanente de subjetivación y objetivación. Algo que es definitivamente innegable es que la actividad sexual de los y las adolescentes ha cambiado dramáticamente durante los cuarenta últimos años, ha cobrado legitimidad el desarrollar la vida sexual de una manera activa, incluyendo juegos sexuales, coito, sexo oral, sin excluir para nada de esto al amor, al romance y a las culpas; pero éstos últimos vistos de una temporalidad diferente, más pasajera, más coyuntural, sin embargo no menos profunda o intensa, pero si reconociendo la finitud de las relaciones que se entablan. “Yo tenia una amiga con la que hablábamos de sexo, las cosas íntimas y me decía que la primera vez era doloroso pero que después era muy bonito. Ella lo hacia con el enamorado, pero en una fiesta hizo con un amigo en el carro y fue diferente, sintió mas placer.”9 “A mi me gustan los que tienen espalda ancha y musculosos. Yo si les veo el pompis y me imagino su miembro. A veces en los bailes que se baila cogido, se siente su pene duro.”10 9 Valeria grupo focal del sur Rita grupo focal del sur 10 22 Otro cambio sustancial es que tanto hombres como mujeres esperan tener y dar (en mayor o menor medida) placer sexual a través de estas relaciones, se convierte entonces el placer en un requisito indispensable para una relación satisfactoria, sin que esto signifique que los cambios mencionados son universales, ni generales y que los aspectos culturales, sociales, económicos cruzan permanentemente estos ámbitos y que existen sectores de población apegados a las tradiciones. A manera de conclusión Si bien hemos establecido que la sexualidad es una dimensión mucho más compleja que las relaciones sexuales y por tanto abarca la vida integral del ser adolescente, también ha quedado explicado que los riesgos del embarazo adolescente han sido sobredimensionados, la gran mayoría de ellos no difieren de los que sufren las adultas y hay otros que son ligeramente elevados. Por tanto, deberían ser otras las formas en que se aborde la sexualidad, las relaciones sexuales, los derechos sexuales y reproductivos de los y las adolescentes, con la inclusión de las dimensiones eróticas del cuerpo y la relación humana, desde perspectivas que además contextualicen histórica, cultural y personalmente (inclusive) los entornos y ambientes en que se produce el fenómeno del emebarazo adolescente. En torno a la atención que reciben los y las adolescentes es necesario privilegiar la calidad de esa atención en los servicios de salud sobre el gasto público, tomando en cuenta que la variable más importante es la situación económica y de pobreza. Las propuestas deberían ser el resultado de investigaciones cuali-cuantitativas, de la participación juvenil y del compromiso de autoridades locales y nacionales para establecer recursos permanentes para todo un proceso que implique también la revisión de las actitudes del personal hasta la infraestructura y el tipo de servicios. No se puede soslayar la evidencia de que a lo largo de la historia de la humanidad y ahora en los últimos siglos, el modernismo ha construido diferencias de género que han colocado a la mujer en una situación de desventaja frente a la sexualidad y otros aspectos de la vida. Esto, en la actualidad no del todo superado, se encuentra en franco cuestionamiento. 23 No hay políticas que permitan una educación de calidad y completa, no hay trabajo, el empleo y subempleo juvenil es alto. Este estado de cosas representa una situación adversa para las y los jóvenes embarazodos que pronto serán padres y madres. No hay investigaciones que hagan un seguimiento a largo plazo de lo que ocurre con estas madres, padres y sus hijos/as. En todo caso sabemos que el aspecto que habla del ciclo de pobreza de la mujer tiene fundamento en la situación actual y entonces habría que abordarlo desde distintos frentes y perspectivas. “No terminé la escuela, me embaracé estando estudiando quinto grado, pensé que estaba siendo una joven desde que me enfermé.11 “Yo quisiera tener una casa, salí de la escuela y quería estudiar belleza, me embaracé y me casé, casi no tuve adolescencia, pase de niña a ser madre. A pesar de ser una de seis hermanos, siempre viví sola, ellos son casados y cada uno tiene su vida.”12 En todo caso lo que sería imperdonable es persistir en las mismas respuestas cuando las preguntas ya son otras. “Ahora con mi hija recién nacida, tengo que sacarle adelante, luchar como lo hizo mi madre, ella nos ha demostrado que uno no debe dejar de superarse también lo puedo hacer yo. Volver con mi mamá me da tranquilidad porque sé que es sincero. Espero que alguna vez pueda encontrar alguien que me quiera de verdad.”13 11 Ana, participante grupo focal sector sur ciudad de Quito. María, participante grupo focal sector sur ciudad de Quito. 13 Acuario.- seudónimo de una chica de 15 años que asistió a grupo focal en el Sur de Quito. 12 24 BIBLIOGRAFÍA Anzieu, Didier El Yo-piel, segunda edición, Madrid, Biblioteca Nueva, 1994, 270 págs. Arditi, Benjamín (editor) El reverso de la diferencia: Identidad y política, Caracas: Nueva Sociedad, 2000, 224 págs. 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